Antisemitismo

(Redirigido desde «Antisemitas»)
Antisemitismo
Información sobre la plantilla
Concepto:Actitud o doctrina en contra de la religión y cultura del pueblo judío.

Antisemitismo. Movimiento, actitud o doctrina en contra de la religión y cultura del pueblo judío. Término que surgió hacia 1879 y que designó la hostilidad exclusiva hacia los judíos basándose en aspectos etnológicos y no religiosos.

Surgimiento

El término semita, aplicado en un principio a todos los descendientes de Sem, hace referencia a un grupo de pueblos del Suroeste asiático que engloba tanto a los judíos como a los árabes. Posteriormente, el término antisemitismo, que surgió hacia 1879, designó la hostilidad exclusiva hacia los judíos basándose en aspectos etnológicos y no religiosos.

Esta hostilidad fue justificada supuestamente por una teoría desarrollada por primera vez en Alemania a mediados del siglo XIX, según la cual la raza aria (en sánscrito ‘noble’) era considerada superior, tanto por su físico como por su carácter e inteligencia, a la raza semítica. A pesar de que esta teoría fue rechazada por los etnólogos, se publicaron libros de amplia difusión que incorporaban doctrinas antisemitas; algunos de sus autores eran el diplomático francés y filósofo social Joseph Arthur, conde de Gobineau, o el filósofo y economista alemán Karl Eugen Dühring. La teoría de la superioridad de ciertas razas se ha utilizado a lo largo de toda la historia para justificar la persecución civil y religiosa de los judíos.

El fenómeno antisemita se ha intentado explicar de muchas maneras. Una de ellas, muy aceptada por los científicos sociales, sugiere que el antisemitismo reaparece en los periodos de inestabilidad social y crisis económica, como ocurrió en Alemania en la década de 1880 y en los años que precedieron a la II Guerra Mundial (1939-1945).

Las pasiones y frustraciones que se generaron en estos periodos buscaban una víctima propiciatoria, a lo largo de la historia las víctimas han sido con frecuencia minorías aisladas, como los judíos.

Raíces históricas

Persecución en Europa Occidental

A pesar de que el término antisemitismo aparece en 1879, el sentimiento antijudío existe desde hace miles de años. En el Imperio romano, por ejemplo, la devoción de los judíos hacia sus creencias y otras formas especiales de culto se utilizó como pretexto para su discriminación política y fueron muy pocos los que llegaron a adquirir la ciudadanía romana. A partir del siglo IV d.C. (y posiblemente antes), los judíos fueron considerados por los cristianos responsables de la muerte de Jesucristo.

Con la expansión del cristianismo en el mundo occidental, la discriminación basada en los prejuicios religiosos contra este pueblo se generalizó, lo que hizo surgir un antijudaísmo sistemático y generalizado. Los judíos fueron asesinados en gran número (especialmente durante las Cruzadas), aislados en guetos, obligados a llevar señales de identificación y arruinados al serles impuestas restricciones severas a sus actividades económicas. En España, los judíos que no se convirtieron al cristianismo fueron expulsados en 1492 por orden de los Reyes Católicos.

En el siglo XVIII y XIX, después de la Revolución Francesa y el Siglo de las Luces, al producirse una mayor separación entre Iglesia y Estado, y aparecer en las naciones modernas un mayor respeto a las diferencias étnicas y de religión, la persecución religiosa y económica contra los judíos disminuyó y sus miembros volvieron a integrarse de forma gradual en el orden político y económico. Sin embargo, su aceptación era superficial y oscilaba según los ciclos económicos y sociales.

En Alemania, el proceso de la emancipación judía se completó con la formación del II Imperio Alemán en 1871. A pesar de que las reformas legales pusieron fin a la discriminación por razones religiosas, aumentó la hostilidad basada en el racismo. Las teorías racistas formuladas en décadas anteriores dieron pie a una nueva formación de partidos políticos antisemitas después de la Guerra Franco-prusiana y de la crisis económica de 1873. El ambiente político en Alemania estuvo marcado por la presencia de al menos un partido abiertamente antisemita, hasta que en 1933, bajo el nacionalsocialismo, se adoptó el antisemitismo como política oficial del gobierno.

El ejemplo del antisemitismo alemán fue seguido por otros países de Europa central y occidental. En Austria, por ejemplo, existía un partido socialcristiano que defendía un programa antisemita. En Francia, el antisemitismo se convirtió en uno de los puntos clave de la separación entre Iglesia y Estado. Las facciones eclesiásticas y monárquicas adoptaron, por lo general, principios antisemitas basados en las teorías racistas formuladas en Alemania y fomentadas en parte por numerosas publicaciones, especialmente en el periódico La Libre Parole, que fundó en 1892 el periodista francés Édouard Drumont.

El antisemitismo en Francia culminó con el caso Dreyfus, que duró desde 1894 hasta 1906. Con la liberación de Dreyfus, oficial judío del Ejército francés encarcelado por supuesta traición, el antisemitismo desapareció casi por completo del mapa político en Francia.

Persecución en Europa oriental y los pogromos

La oposición a los judíos en la Europa oriental siguió cursos distintos. En esta región de Europa nunca desaparecieron las costumbres medievales que aislaban a los judíos como clase social y económica, por lo que el proceso de emancipación judía característico de Europa occidental no tuvo lugar. De hecho, las trabas impuestas a los judíos en la edad media se hicieron más rigurosas. En Rusia se adoptaron medidas para impedir a los judíos la posesión de tierras y para limitar su admisión en las instituciones de educación superior hasta un máximo del 3 al 10% del total de alumnos.

La persecución de los judíos en Europa oriental culminó con una serie de masacres organizadas, conocidas como pogromos, que comenzaron en 1881. Algunas de las actuaciones más sangrientas tuvieron lugar en Rusia, a raíz de la revolución de 1905. Durante los pogromos fueron asesinados miles de judíos en más de 600 pueblos y ciudades, y se saquearon y destruyeron sus propiedades. Los historiadores están de acuerdo en que los pogromos fueron producto de una política gubernamental deliberada que tenía como objetivo desviar el descontento social y político de los trabajadores y campesinos rusos hacia la intolerancia religiosa.

Estos disturbios fueron fomentados por un nuevo tipo de propaganda de masas, como la difusión del panfleto Protocolos de los sabios de Sión, que pretendía revelar detalles de una conspiración judía internacional para dominar el mundo. Esta publicación, que apareció por primera vez en Rusia en 1905, contenía datos falsos sobre los judíos. Idéntica distorsión de los hechos fue utilizada durante los pogromos posteriores a la Revolución Rusa de 1917 y causaron la muerte de cientos de miles de personas.

Antisemitismo organizado como herramienta política

Durante el periodo de entreguerras (1918-1939) se mantuvo la tendencia antisemita en el ámbito internacional. En Alemania, durante las décadas de 1930 y 1940, explotó el antisemitismo bajo el régimen nazi dirigido por Adolf Hitler. El contenido de la propaganda nazi era variado: incluía una doctrina racista, además del odio religioso y, de forma paradójica, la identificación de los judíos con elementos capitalistas y comunistas tanto alemanes como de otros países. La fuerte campaña antisemita dentro de Alemania se vio también reforzada por movimientos en Europa y Estados Unidos organizados por agentes y simpatizantes nazis.

Sin embargo, la persecución física de la comunidad judía fue más grave que toda campaña psicológica. La persecución sistemática de judíos, homosexuales y personas discapacitadas, se debió al resurgimiento de la teoría de la eugenesia, práctica que sería desarrollada por los nazis. Poco después de que el partido nacionalsocialista accediera al poder en Alemania en 1933, se aprobó una legislación especial que excluía a los judíos de la protección de las leyes alemanas. Fueron detenidos legalmente y confinados en campos de concentración, en donde se les condenaba a trabajos forzados, se les torturaba y ejecutaba.

Las masacres esporádicas y locales culminaron en un pogromo generalizado en toda Alemania en 1938, organizado oficialmente por el Partido Nacional Socialista. A raíz del estallido de la II Guerra Mundial, la frecuencia de las actividades antisemitas aumentó de forma alarmante. En toda Europa muchos gobiernos (como los de la Francia ocupada, Italia, Polonia y Ucrania) adoptaron programas antisemitas. En Alemania, Hitler anunció una “solución final al problema judío”: el exterminio de la comunidad judía, crimen hoy tipificado por la legislación internacional como genocidio. Al final de la guerra, 6 millones de judíos (incluyendo las dos terceras partes de la población judía de Europa) habían sido exterminados. En los campos de concentración murieron asimismo gran número de homosexuales, gitanos y prisioneros políticos.

Después de la guerra, la fuerte reacción contra el horror de los campos de exterminio nazi dio lugar a la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1948. En los juicios por crímenes de guerra, que se celebraron en Nuremberg (Alemania) a partir de 1945, muchos oficiales nazis fueron condenados por aplicar las leyes raciales del partido y llevar a cabo el exterminio de judíos y otras personas en los campos de concentración.

El gobierno de la República Federal de Alemania continuó realizando detenciones de oficiales nazis hasta finales de la década de 1960 y devolvió en parte propiedades, pensiones y tierras arrebatadas a los judíos. En la antigua República Democrática de Alemania se celebraron algunos juicios por crímenes de guerra, impulsados básicamente por los soviéticos, y se dictaron varias penas de muerte. Sin embargo, no se produjo la restitución de propiedades, dado que el Estado (a diferencia de la República Federal de Alemania) no se consideraba el heredero legal del III Reich.

A pesar de que la posición oficial de la Alemania unificada está claramente en contra del antisemitismo, se han producido brotes esporádicos de violencia y hostilidad hacia los judíos. En las demás democracias occidentales el ejemplo del extremismo nazi acalló el antisemitismo en los años de la posguerra. Sin embargo, ha resurgido la violencia de los militantes de partidos neonazi de Gran Bretaña, Francia, España y otros países de Europa y América.

Antisemitismo después de la II Guerra Mundial

En estos años se han producido regularmente actos de vandalismo como pintadas o quema de sinagogas y profanación de tumbas de judíos. Pequeños grupos neonazi y extremistas han sido los responsables de la propaganda y violencia antisemita. En Estados Unidos, desde finales de la década de 1960 han tenido lugar varios brotes de este tipo de violencia.

Por lo general, la política de las iglesias cristianas ha sido la de reaccionar contra el fenómeno nazi eliminando las bases religiosas del prejuicio. En los años de la posguerra se ha fortalecido la cooperación entre las organizaciones cristianas y judías, y en el Concilio Vaticano II (1962-1965) la Iglesia católica repudió formalmente la acusación de que los judíos eran responsables de la muerte de Jesucristo y condenó el genocidio y el racismo como prácticas no cristianas.

En Latinoamérica, refugio de muchos oficiales nazis después de la II Guerra Mundial, se han producido también incidentes antisemitas. Algunas de las manifestaciones más graves tuvieron lugar con ocasión de la detención en Argentina de Adolf Eichmann por los servicios secretos israelíes en 1960. Eichmann fue juzgado en Jerusalén por crímenes contra los judíos y condenado a muerte.

En Oriente próximo, habitado por pueblos semitas, se generó una nueva forma de antisemitismo como resultado del aumento de la oposición al sionismo, al crearse el Estado de Israel en 1948. El establecimiento de esta patria para los judíos, que significaba la ocupación de una tierra habitada mayoritariamente por árabes, supuso el desplazamiento de la población y originó una fuerte oposición de la Liga Árabe.

En el transcurso de los años siguientes tuvieron lugar numerosos enfrentamientos en la frontera entre Israel y sus vecinos árabes, alcanzando las hostilidades su máxima gravedad entre 1948 y 1949, y en 1956, 1967, 1973 y 1982.

La Organización para la Liberación de Palestina (OLP), creada en mayo de 1964, mantuvo una guerra de guerrillas contra Israel tanto dentro de sus fronteras como en otros países. Las sanciones económicas impuestas por los países de la Liga Árabe a diferentes gobiernos y empresas que cooperaban con Israel fueron tema de disputa después de la guerra de 1973.

El enfrentamiento entre árabes e israelíes en este contexto no puede explicarse únicamente por móviles antisemitas, pues en la espiral de violencia jugaron una parte importante los intentos de expansión territorial del Estado de Israel, tras su creación en 1948.

En la antigua Unión Soviética (URSS) el legado imperial antisemita se mantuvo durante la posguerra. Para el comunismo soviético ortodoxo el judaísmo, al igual que el sionismo religioso o seglar, resultaba inaceptable como religión. Según un informe, más de 400.000 rusos blancos y judíos ucranianos fueron deportados en 1949 a los campos de trabajo de Siberia.

La campaña contra la cultura de los judíos se intensificó: se suprimió la prensa judía, se silenció a los principales escritores en lengua yidis, se redujeron las oportunidades de educación para los jóvenes judíos y su emigración se hizo prácticamente imposible. A finales de la década de 1980 los disturbios políticos en la URSS y en Europa oriental permitieron la emigración masiva de judíos hacia Israel. Sin embargo, el resurgir del nacionalismo, el declive del comunismo y la falta de resolución del conflicto árabe-israelí generaron un aumento del movimiento antisemita que no ha menguado en la primera década del siglo XXI.

Fuentes

  • Arendt, Hannah. Los orígenes del totalitarismo. 3 vols. Madrid: Alianza Editorial, 1983.
  • Bracher, Karl Dietrich. Controversias de historia contemporánea sobre fascismo, totalitarismo, democracia. Barcelona: Laia, 1983.
  • Bracher, Karl Dietrich. La dictadura alemana. Génesis, estructura y consecuencias del nacional socialismo. 2 vols. Madrid: Alianza Editorial, 1973.
  • Bullock, Alan. Hitler y Stalin. Vidas paralelas. 2 vols. Barcelona: Plaza &Janés, 1994.
  • Buron, Thierry y Gauchon, Pascal. Los fascismos. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1983.
  • Carsten, F. L. La ascensión del fascismo. Barcelona: Seix Barral, 1970.