Ataque a Cruces de Purnio (1876)

Ataque a Cruces de Purnio
Información sobre la plantilla
Fecha:1876
Lugar:Yareniquén
Resultado:
Victoria del Ejército mambí
País(es) involucrado(s)
Bandera de España España y Bandera de Cuba Cuba
Líderes:
Jefe mambí Belisario Grave de Peralta y Zayas
Ejecutores o responsables del hecho:
Voluntarios del Ejército español y Ejército mambí

Ataque a Cruces de Purnio. Antes de que finalizara enero de 1876 el coronel mambí Belisario Grave de Peralta decidió atacar Las Cruces de Purnio. Las Cruces ocupaban un fértil y verde valle rodeado de pequeñas colinas, cruzado de arroyos alfombrados de júcaros. Situada entre el poblado de San Andrés y la ciudad Holguín, a unos veinte kilómetros de este último, lo hacia un punto envidiable de la defensa hispana de la zona. Una alambrada rodeaba el poblado. Una portada protegida por un fuerte de madera rolliza defendía la única entrada. En el exterior un fortín más pequeño servía de permanente vigía entre los ricos sembrados. Además de los voluntarios, integrados por los campesinos, la defensa había sido reforzada por la guerrilla de un poblado cercano. Tropa de mercenarios pero contradictoriamente valientes en el combate.

El 31 de enero desde el campamento de Los Moscones, Belisario al frente de sus hombres inició la marcha. Se sentía seguro de la tropa. Entre los oficiales se encontraban los tenientes coroneles Limbano Sánchez, Luís Echeverría y Ángel Guerra y el comandante Cornelio Rojas. Cada uno de estos hombres resumía una aritmética de tumbas hispanas abiertas en la tierra generosa de la isla. Tres de ellos, Limbano, Ángel y Cornelio, alcanzarían el grado de general del Ejercito Libertador Cubano. Además, Vicente García, lo reforzó con una parte de su legendario regimiento, La Avispa. Pero sobre todo era aquel mambí de fila, callado, estoico, engañando al hambre con esperanza, imponiéndose a la anemia o al tifus, el que completaba su confianza en la victoria.

Belisario se sentía ligado a ellos como las raíces de la palma a la tierra, Conoce de memoria el grado de habilidad de cada uno con el machete, quienes por su apego al silencio podían ir en una exploración, a los que por su agilidad sobre el caballo podían ser punta de vanguardia para romper un cuadro de infantería. En fin conocía cada una de las virtudes y los sufrimientos de sus hombres como las grietas del cabo de su machete. La disciplina era flexible, el convencimiento de cada uno: férreo.

En la marcha recibió aviso por medio de Gustavo Ochoa, uno de los colaboradores de las Cruces, que el capitán con su guerrilla no estaba en el pueblo, se encontraba en el cercano poblado de San Andrés. Hubo un cierto alivio secreto, quizás inconsciente, que relajó brevemente la tensión de la marcha.

A las doce de la noche hacen alto en un pequeño bosque a un kilómetro de su objetivo. Se imparten las últimas instrucciones. El teniente Ignacio Osoria con 20 hombres tomaría por sorpresa el fuerte de la entrada, el sargento Álvaro Carralero con 6 el fortín exterior. Cornelio Rojas con parte del segundo batallón y la plana mayor los apoyará, un sargento quedaría de reserva con algunos hombres.

Los defensores del fortín principal no tienen tiempo de reaccionar. En apretados segundos se vieron rodeados de insurrectos y se rinden sin disparar. Los del fortín exterior más acostumbrados a la permanente vigilia, en su implacable cacería de mambises hambrientos, no pudieron ser sorprendidos. A tiro, machete y hombradía se les rindió. El botín fue abundante. Se ocuparon 21 armas largas, 1 700 proyectiles, reses, viandas, ropas y diversos objetos útiles. Las llamas culminaron la obra insurrecta.

Bibliografía utilizada por José Abreu Cardet

  • Juan Andrés Cué Badá: Asalto e incendio de Yareniquén y Las Cruces. (En Ahora, Holguín, 28 de Marzo de 1975).

Fuente