Libro de Isaías
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Libro de Isaías. Es el primero y más largo de los libros de los Profetas Mayores en la Biblia y se encuentra en el Antiguo Testamento. En el Tanaj hebreo se ubica en el Nevi'im (נְבִיאִים) o los Profetas.
Autor
Isaías, (Hebreos Yesh'yahu, es decir, "la salvación de Jehová"). (1.) Hijo de Amós (Isaías 1:1; 2:1), que aparentemente era un hombre de humilde rango. Su esposa le llamaban "la profetisa" (8:3), ya sea porque estaba dotado con el don profético, como Débora (Jueces 4:4) y Hulda (2 Reyes 22:14-20), o simplemente porque era la esposa de "del profeta" (Isaías 38:1). Tenía dos hijos, que tenían nombres simbólicos. Ejerció las funciones de su cargo durante los reinados de Uzías (Azarías o), Jotam, Acaz y Ezequías (1:1).
El primer versículo de este libro designa a Isaías, el hijo de Amoz, como su autor. En cuatro ocasiones Isaías asegura haber tenido la visión y recibido la profecía que contiene este libro. Su nombre también aparece doce veces en 2 Reyes y cuatro en 2 Crónicas.
En el Nuevo Testamento el libro de Isaías es citado directamente veintiuna veces y atribuido en cada caso al profeta Isaías. Algunos eruditos, que encuentran dificultades en aceptar las predicciones proféticas que con todo detalle anticipan acontecimientos futuros, han negado que Isaías haya sido el autor de los capítulos 40–66. Ellos han titulado esta segunda sección como el «Deutero Isaías» (Segundo Isaías), e insisten en que como estos capítulos hablan de cosas que sucedieron después de Isaías, como la cautividad babilónica de Judá, el retorno del exilio y el ascenso de Ciro (el monarca persa que ordenó el regreso del pueblo judío a su tierra, 45.1), deben haber sido escritos más tarde y atribuidos al renombrado profeta.
Argumentos en contra de un solo autor
Hasta 1775 la iglesia cristiana aceptó la tradición judía según la cual el libro lo escribió totalmente el profeta → Isaías, quién ministró del 740–760 a.C. El primero que pensó en la posibilidad de más de un autor parece haber sido un judío español, Moisés Ibn Chiquitilla, cordobés del siglo II d.C. Él sugirió que Isaías 40–66 lo escribió un profeta que vivió al final del cautiverio en Babilonia (es decir, ca. 550 a.C.). Después, empezando con el comentario de Doederlein (l775) y la introducción de Eichhorn (l780-83), un creciente número de eruditos postuló como autor de los caps. 40–66, y de ciertas porciones en los caps. 13–39, a un «segundo Isaías» que viviera en el cautiverio ca. 550 a.C.
A través del siglo XIX la hipótesis del Deuteroisaías se vio impulsada por el desarrollo de las ciencias literarias e históricas, pero generalmente los eruditos conservadores seguían defendiendo la teoría tradicional. Sin embargo, en l889 Franz Delitzsch, uno de los eruditos conservadores más prestigiosos del siglo, anunció su aceptación de la nueva teoría en la cuarta y última edición de su gran comentario sobre Isaías (Tomo I, pp. 36–41; Tomo II, pp. 120–133, en inglés).
Bernard L. Duhm en l892 propuso un tercero o Tritoisaías como autor de los caps. 56–66. Hoy muchos exégetas, incluso algunos conservadores, opinan que el libro no solo lo escribió el gran profeta del siglo VIII, sino también algunos de sus discípulos (8.16) que vivían durante el cautiverio (caps. 40–55, etc.) y después de él (caps. 56–66, en gran parte).
Argumentos a favor de un solo autor
- Empezando con el libro apócrifo Eclesiástico (escrito ca. l80 a.C; cf. 48.22–25), la tradición judaica ha sostenido que el Isaías del siglo VIII escribió todo el libro. Sin embargo, la tradición judaica no puede considerarse como más autoritativa para el cristiano (Mc 7.8,9) que las pruebas internas del estudio científico del libro mismo. El valor de la tradición disminuye especialmente cuando se remonta a documentos escritos siglos después del controvertido libro.
- En los escritos del Nuevo Testamento, Cristo introducen sus citas de varias partes de Isaías con frases como «Isaías dijo» (Jn 12.38–41; Ro 9.27–29; 10.20s, etc.), sin sugerir nunca una diversidad de autores para Isaías. Sin duda este hecho ha influido más que otros en los que han querido defender la veracidad de la Biblia.
Si acepta la divina inspiración de las Escrituras y la posibilidad de lo sobrenatural, no hay dificultad alguna para reconocer la unidad del libro y la autoría de Isaías. Después de todo, Isaías y otros profetas de su tiempo profetizaron acontecimientos de la vida de Jesús que ocurrieron setecientos años después. Aún más, los críticos pasan por alto el hecho de que Isaías tuvo acceso al libro de Deuteronomio, el cual predijo tanto la cautividad como el regreso del exilio (Deuteronomio 29; 30). Si la mención de Ciro (44.28; 45.1) es un obstáculo. Belén, el lugar en que nació Jesús, mencionado y predicho por Miqueas, un contemporáneo de Isaías (Miqueas 5.2)
Palabras y frases clave se distribuyen uniformemente a lo largo de todo el libro; también son uniformes los paisajes y el colorido. La mayor excelencia del estilo literario en la poesía hebrea en los últimos capítulos de Isaías puede ser explicada por el cambio de énfasis, de condena y súplica, a exhortación y consuelo.
La tradición, a pesar de que considera evidente que una sola pluma escribió Isaías, al defender esta tesis no pretende impugnar la sinceridad de quienes opinan lo contrario.
Fecha
Isaías declara que ha profetizado durante los reinados de «Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá» (1.1). Algunos consideran que recibió el llamado a ejercer como profeta en el año en que murió el rey Uzías, lo cual ocurrió aproximadamente en el 740 a.C. (6.1, 8). Sin embargo, parece que se inició como tal durante la última década del reinado de Uzías. Como menciona la muerte del rey asirio Senaquerib, quien falleció alrededor del 680 a.C. (37.37, 38), debe haber sobrevivido a Ezequías algunos años. Según la tradición, Isaías fue martirizado durante el reinado de Manasés, el hijo de Ezequías. Muchos creen que la frase «fueron... aserrados» de Hebreos 11.37 es una referencia a la muerte de Isaías. Puede ser que la primera parte del libro haya sido escrita en los primeros años de la actividad pública de Isaías, en tanto los últimos capítulos después de haberse retirado de ella.
Si Isaías comenzó a profetizar alrededor del 750. a.C., su ministerio debe haberse desarrollado simultáneamente, durante un breve período, al de Amós y Oseas en Israel, así como al de Miqueas en Judá.
Marco histórico
Isaías profetizó durante un tiempo de grandes trastornos morales y políticos. En la primera parte de su ministerio, cerca del año 722 a.C., el reino del norte, Israel, sucumbió ante los invasores asirios. Período crucial de la historia de Judá e Israel. Tanto el reino del sur como el del norte habían disfrutado casi cincuenta años de creciente prosperidad y poder. Israel, gobernada por Jeroboam y otros seis reyes menores, había sucumbido a las prácticas del culto pagano; Judá, bajo Uzías, Jotam y Ezequías, había mantenido cierta fidelidad formal a la ortodoxia, pero gradualmente habían caído en una seria declinación moral y espiritual (3.8–26). Se toleraba la existencia de lugares secretos de adoración pagana; los ricos oprimían a los pobres; las mujeres descuidaban a sus familias buscando los placeres de la carne; muchos sacerdotes y profetas se entregaron a las borracheras y a los placeres (5.7–12, 18–23; 22.12–14). Aun cuando Judá experimentó un breve renacimiento espiritual bajo el rey Josías (640–609 a.C.), Isaías comprendía que el pacto registrado por Moisés en Deuteronomio 30.11–20 había sido de tal manera violado, que Judá se enfrentaba inevitablemente al castigo y a la cautividad, como ocurrió en el caso de Israel.
Isaías inició su ministerio aproximadamente en la misma época de la fundación de Roma y los primeros juegos olímpicos de los griegos. Las futuras potencias europeas aún no estaban en condiciones para lanzarse a la conquista de lejanas tierras, pero varios imperios asiáticos se proyectaban más allá de sus fronteras. Particularmente Asiria estaba interesada en expandirse hacia el sur y el oeste. El profeta, buen conocedor de la situación internacional, sabía que el conflicto era inminente. Asiria se apoderó de Samaria en el 721 a.C.
Aporte a la teología
Los 66 capítulos de este libro de Isaías ( Is ) pueden agruparse en tres grandes secciones, formadas respectivamente por los cap. (1–39), (40–55) y (56–66).
Primera sección (1–39)
Muchos de los temas predilectos de Isaías se encuentran ya en su visión inaugural (6.1–13), sobre todo en su énfasis en Jehová como «Santo de Israel», título que aparece unas veinticinco veces en todo el libro, pero solo cinco veces en los demás libros del Antiguo Testamento.
La preocupación por la realidad de un Dios santo condujo a una conciencia del pecado, tanto en el culto (1.10–17) como en la vida social y política de la nación (3; 5; 7).
El profeta desarrolló las tradiciones de la elección de Jerusalén (10.27–34; 14.28–32; 17.12–14; 29.1–8; 30.27–33; 31.1–8) y de David (9.1–7; 11.1–8; 32.2; 33.17). Profetizó el nacimiento milagroso del Mesías (7.14), quien sería verdaderamente humano (9.6; 11.1), y a la vez «Dios fuerte» (9.6), cuyo reinado universal de perfecta justicia y paz (9.7; 11.2–9) se cumpliría solamente en Cristo.
Isaías insistió repetidamente en la necesidad absoluta de una fe en Dios, tanto en la vida personal como en la vida pública y política de la nación (7.9; 28.16; 30.15). Por eso se le llama «el evangelista del Antiguo Testamento».
Pero junto a los pronósticos del juicio contra Jerusalén y contra toda Judá, el profeta prevé también el tiempo glorioso de la venida del Mesías. Cuando él llegue se cumplirán las esperanzas de Israel, se harán realidad las palabras del anuncio: «El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; a los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. Multiplicaste la gente y aumentaste la alegría» (9.2–3).
En esta primera sección aparecen mezclados algunos mensajes que corresponden a diversos contextos históricos. Es el caso de los oráculos contra naciones paganas recogidos en los cap. 13–23, o el «Apocalipsis de Isaías» en 24–27, o los poemas de 34–35, o los relatos de 36–39.
Segunda sección (40–55)
Los capítulos 40 a 55, son como un vibrante discurso de consuelo, dirigido a los israelitas exiliados en las lejanas tierras de Babilonia. La esperanza de un próximo retorno a la patria es el anuncio con que el Señor, mediante la palabra del profeta, pone alegría en el corazón de los desterrados. El rey persa Ciro fue el instrumento escogido por Dios para llevar a cabo la liberación y repatriación del pueblo (44.28; 45.1–4), descritas a veces con palabras que evocan el éxodo de Egipto (43.18–19).
La confianza en Jehová, Creador de todas las cosas, es un tema recurrente en esta sección. Él es Señor del universo y nada escapa a su dominio (cf. 40.28; 41.1–4; 42.5; 45.11–13; 51.1–3, 6, 13–16). Y es asimismo el Dios que, habiendo escogido primero a Israel, lo entregó luego, a causa de su infidelidad, en manos de sus enemigos (47.6). Pero él nunca olvidó a su pueblo elegido, y así un día, en un momento preciso, lo liberará haciendo uso del mismo poder que desplegó en la creación del mundo (40.28–31; 51.15–16).
Pasajes importantes de esta sección son los cuatro conocidos «Cánticos del Siervo de Jehová» (42.1–9; 49.1–6; 50.4–11; 52.13–53.12), que consideran la figura del auténtico creyente, de aquel que, aun a costa de duros sufrimientos personales, se mantiene fiel al Señor y proclama públicamente su fe en él. Quien así sea, «será prosperado, será engrandecido y exaltado, será puesto muy alto» (52.13). La iglesia cristiana, desde sus primeros pasos, ha interpretado estos cánticos como un anuncio de los padecimientos, la muerte y la glorificación de Jesucristo, el Siervo del Señor por excelencia.
Tercera sección (56–66)
Consta de una variada serie de mensajes, dirigidos sin duda a los judíos repatriados de Babilonia. Las condiciones históricas que se describen aquí parecieran indicar que esta parte de la profecía de Isaías se refiere a una época posterior a las que hacen referencia las dos grandes secciones anteriores.
El profeta trata aquí de luchar con el desánimo que se había apoderado de quienes, faltos de medios y soportando la enemistad de las naciones vecinas, trabajaban por reconstruir la suya y devolver a Jerusalén su antiguo esplendor. La causa de los males, proclama el profeta, está en el pecado. La salvación definitiva no alcanza a Israel porque se lo impiden los graves pecados en que incurren el pueblo y sus malos gobernantes (56.9–12): corrupción del derecho y la justicia (59.14–15), perversión de los valores y las prácticas de la religión (57.4–5, 9; 58.1–14; 59.12–13; 65.3–5; 66.3) y comportamientos inmorales (59.3, 6–7).
El Señor hará que un día Jerusalén resplandezca, pues él, que es fiel a sus promesas, así lo anuncia por medio del profeta:
«Ha venido tu luz y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti» (60.1). Entonces, en los «nuevos cielos y nueva tierra» que Dios ha de crear (65.17; 66.22), todas las naciones verán la ciudad de Sión como «corona de gloria en la mano de Jehová» (62.3).
Los cristianos ven a Cristo en Isaías
Después de su resurrección Jesús caminó con dos de sus discípulos y, «comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían» (Lc 24.27). Isaías, contiene diecisiete capítulos relacionadas con las profecías del Mesías.
En Isaías se habla de Cristo como «Señor», «Renuevo de Jehová», «Emanuel», «Consejero maravilloso», «Dios poderoso», «Padre eterno», «Príncipe de paz», «Raíz de Isaí», «Piedra angular», «Rey», «Pastor», «Siervo de Jehová», «Elegido», «Cordero de Dios», «Redentor» y «Ungido».
El capítulo 53 es la más grande profecía del Antiguo Testamento sobre la obra redentora del Mesías. Ningún texto de la Biblia presenta de una manera más completa el propósito de la muerte vicaria de Cristo que este capítulo. Se le cita directamente nueve o diez veces por los autores del Nuevo Testamento: 52.15 (Ro 15.21); 53.1 (Jn 12.38; Ro 10.16); 53.4 (Mt 8.17); 53.5 (Ro 4.25; 1 P 2.24); 53.7, 8 (Hch 8.32, 33); 53.9 (1 P 2.22); 53.10 (1 Co 15.3, 4); 53.12 (Lc 22.37).
Los pentecostales ven al Espíritu Santo en Isaías
En el libro de Isaías se menciona específicamente el Espíritu Santo en quince ocasiones, sin contar las referencias al poder, los efectos o la influencia del Espíritu. Hay tres categorías generales bajo las cuales se puede describir la obra del Espíritu Santo:
- El Espíritu ungiendo al Mesías y dándole su poder a fin de que reine sobre el trono de David (11.1–12); como el Siervo sufriente del Señor, quien sanará, iluminará y traerá justicia a las naciones (42.1–9); como el Mesías en ambos advientos (61.1–3; Lc 4.17–21).
- El Espíritu se derrama sobre Israel para permitirle una restauración triunfal, tal cual ocurrió en Éxodo (44.1–5; 63.1–5), protegerlo de sus enemigos (59.19), y preservar el pacto entre Israel y Jehová (59.21). Sin embargo, Israel debe cuidar de no rebelarse y agraviar al
Espíritu Santo (63.10; Ef 4.30).
- La obra del Espíritu en la creación y la preservación de la naturaleza (40.13; véase también 48.16).
El Señor Jesús, cuyo ministerio terrenal se llevó a cabo en el poder y la unción del Espíritu Santo, como Isaías había profetizado, prometió derramar su Espíritu sobre la Iglesia a fin de dotarla del poder necesario para llevar a cabo la obra de la Gran Comisión.
Bosquejo
- Primera sección (1.1–39.8)
- Mensajes sobre Jerusalén y Judá (1.1–5.30)
- El "Libro del Emanuel" (6.1–12.6)
- Mensajes sobre las naciones extranjeras (13.1–23.18)
- Apocalipsis de Isaías (24.1–27.13)
- Juicios diversos sobre Judá e Israel (28.1–35.10)
- Episodiosde la historia de Ezequías (36.1–39.8)
- Segunda sección: mensaje de consuelo a Israel (40.1–55.13)
- Tercera sección: mensaje a los repatriados (56.1–66.24)
Fuentes
- Donad, E. Demarrar, Introducción a la Biblia: Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos.
- Isaías - Portada
- Profeta Isaías - Foto
- Nelson, W. M., & Mayo, J. R. 2000, c1998. Nelson nuevo diccionario ilustrado de la Biblia (electronic ed.). Editorial Caribe: Nashville
- Reina-Valera 1995—Edición de Estudio, (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.
- La Biblia de Referencia Thompson, Versión Reina-Valera 1960, Referencia Temática # 4230.