Parque Histórico de San Juan y Árbol de la Paz (Santiago de Cuba)
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El parque histórico de San Juan y Árbol de la Paz se encuentra en Santiago de Cuba. En este parque se desarrolló una importante batalla en el marco de la guerra hispano-cubano-estadounidense, y bajo este árbol se firmó la capitulación de Santiago de Cuba. Este sitio muestra la historia de la patria, a través de importantes construcciones conmemorativas que son demostrativas del accionar de los hombres en pos de perpetuar en bronces y mármoles la huella de un pasado que hoy se hace presente al evocar las batallas libradas por el pueblo cubano durante estos años. Este ámbito está declarado Monumento Nacional.
Sumario
- 1 Localización
- 2 Historia
- 3 Fortín y obelisco
- 4 Tarjas a la memoria de los soldados de los Regimientos Segundo y Noveno de Massachusetts
- 5 Monumento al soldado norteamericano desconocido
- 6 Labor del Coronel José González Valdés
- 7 Monumento al Mambí victorioso
- 8 Monumento al Soldado español
- 9 Busto al Coronel José González Valdés
- 10 Monumento al Mambí desconocido
- 11 Tarja explicativa del significado de la Guerra Hispano- Cubano- Norteamericana
- 12 Cien años después
- 13 El combate
- 14 Árbol de la Paz
- 15 Fuentes
Localización
Se halla al este de la ciudad de Santiago de Cuba, en la Loma de San Juan, altura que domina el valle y el río de San Juan.
Historia
La Loma y Valle de San Juan, terrenos que en siglo XIX correspondían al término municipal de El Caney, situados en las inmediaciones de la ciudad de Santiago de Cuba, adquieren relevancia histórica el 1 de julio de 1898, al efectuarse allí, una de las más importantes batallas de la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana.
En 1901, bajo el primer gobierno interventor norteamericano, fueron compradas al precio de quince mil pesos oro americano, cinco caballerías y ochenta y seis centésimas de otra, que pertenecían a la finca San Juan de Buenavista propiedad de José González y González. El objetivo era preservar para la posteridad la Loma de San Juan y el Árbol de la Paz.
En 1903 se creó una Junta Ejecutiva presidida por el doctor Antonio Reyes Zamora y a propuesta de éste para “la realización del proyecto de embellecimiento de los terrenos de San Juan”, idea llevada al Ayuntamiento que valoró dar amplios poderes a la Junta. Durante varios meses se debatió éste asunto en el seno del consistorio santiaguero, más todo quedó en los buenos propósitos.
El señor F. Steinhart en nombre de la sociedad norteamericana del ejército de Santiago de Cuba, en diciembre de 1904 pidió autorización al gobierno cubano a fin de :
El proyecto de esta sociedad, era colocar en cada uno de esos lugares:
El coronel Weeb C. Hayes visitó la ciudad en febrero de 1905 con el propósito de escoger, entre el material de guerra en desuso, aquellos objetos que pudieran ser empleados en la construcción de los monumentos conmemorativos. El alcalde Emilio Bacardí, quien lo acompañó en el recorrido por los sitios históricos, cedió varias piezas artilleras.
Fortín y obelisco
Inaugurados en 1907 constituyen los más antiguos monumentos conservados en el sitio.
Fortín
Alude al fortín que allí existía en la época de la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana, es una recreación artística que no tiene que ver con su predecesor. Ejecutado en ladrillos de coloración rojiza y una cubierta de madera a cuatro aguas; resaltan en tres de sus cuatro caras grandes tarjas de bronce contentivas de los nombres de los soldados muertos o heridos en las acciones bélicas, pertenecientes a la 1ra Brigada de Caballería del 5to Ejército y a la 1ra, 2da y 3ra Brigada de Infantería. En 1928 en su acceso principal se situaron dos tarjas (en español e inglés) referentes a la actuación del coronel José González Valdés.
Por una estrecha escalera en espiral se accede a su parte superior donde aparecen colocadas varias láminas de bronce que muestran la ubicación y distancias aproximadas en que se encontraban las fuerzas combatientes en San Juan.
Obelisco
Fundido en hormigón en forma de pirámide trunca queda coronado por una bala de cañón, en una de las caras del basamento se colocó una tarja contentiva con un texto en inglés alusivo a los hechos que acaecieron.
Para completar el conjunto, se colocaron varios cañones en los alrededores del fortín, dos de los cuales, contaban con tarjas explicativas. Aunque visitado asiduamente por cubanos, norteamericanos y turistas de otras partes del mundo, el sitio histórico permanecía bastante descuidado y casi en el olvido, debido a las dificultades del Ayuntamiento santiaguero con sus fondos que le imposibilitaba pagar un guardián y arreglar el camino que conducía hasta el lugar.
Durante años, voces de patriotas cubanos, como la de Ambrosio Grillo – destacado médico y hombre de política, quien fuera alcalde de la ciudad - se levantaron para clamar porque se erigiera un monumento que perpetuara la memoria de los hijos de esta tierra caídos en la contienda. En carta fechada el 24 de julio de 1911, llamó la atención al Ayuntamiento santiaguero sobre el particular y reclamó a éste que:
Otras iniciativas, como la construcción de un gran parque saldrían a relucir, tanto por la parte cubana como por la norteamericana, desde finales de la década de 1910 y los primeros años de 1920, lo que se concretaría con la labor emprendida por el coronel José González Valdés.
Tarjas a la memoria de los soldados de los Regimientos Segundo y Noveno de Massachusetts
El Cubano Libre, en su edición del 10 de marzo de 1922, publicaba la noticia de que la Legislatura del estado norteamericano de Massachusetts había aprobado un crédito de dos mil pesos, con el objetivo de erigir en Santiago de Cuba un monumento a la memoria de los soldados de los regimientos Segundo y Noveno de Massachusetts, que habían perdido la vida durante la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana.
En Santiago de Cuba, se conoció del interés por perpetuar la memoria de los hombres de estos Regimientos. En el transcurso de 1922 en Estados Unidos se trabajó por la consecución de esta idea, finalmente hecha realidad en 1923. El 6 de diciembre del propio año se llevó a cabo el acto de inauguración con la presencia de la Comisión procedente de Massachusetts, el gobernador provincial de Oriente José Ramón Barceló y otras autoridades civiles, militares y religiosas. Las placas fueron colocadas a cada lado de la puerta de entrada del salón de recibo del Palacio de Gobierno y develadas a los acordes de los himnos nacionales de ambos países, fueron ejecutadas por el escultor Raymond Averill Porter.
En el despacho del Alcalde Municipal se reunieron el 4 de noviembre de 1930: el cónsul de los Estados Unidos Edward Natham, el coronel José González Valdés y el presidente del Ayuntamiento santiaguero José Castro Palomino, para entregar al primero, las tarjas ya aludidas, debido al interés de los veteranos de los regimientos Segundo y Noveno, de que éstas fueran colocadas en el Parque San Juan, por su significación histórica y las obras de restauración que allí se habían hecho. No ha sido localizada aún la fecha exacta del traslado, pero sí se sabe, por fuentes fotográficas, que se llevaron para el histórico sitio, para emplazarlas en dos volúmenes escalonados rematados en forma piramidal, con planos delanteros donde se colocaron las placas. Ambas poseen, en la parte interior del recuadro, un detallado trabajo decorativo al relieve en forma de orlas y en la parte superior tres escudos.
Monumento al soldado norteamericano desconocido
Al mes siguiente de la inauguración de las tarjas, enero de 1924, era publicado en el periódico El Cubano Libre, una propuesta del veterano de la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana y senador del Estado de Nueva York Louis Culliver, de erigir un monumento cuyo costo sería de $10.000 pesos en Santiago de Cuba a los soldados de ese estado que habían participado en el conflicto. Se creó una Comisión presidida por el capitán Walter Joyce, que visitó a Cuba en noviembre de 1924, para estudiar el sitio donde se emplazaría el monumento que representaba a un soldado del Regimiento 71 de Voluntarios de Nueva York. El conjunto escultórico fue concebido por Joseph Pollia, artista de origen italiano radicado en los Estados Unidos.
El 12 de diciembre de 1926, se llevó a cabo el acto de inauguración del monumento, que contó con la presencia del Jefe del Distrito Militar de Oriente, coronel José González Valdés y varios oradores: cubanos y norteamericanos hicieron uso de la palabra.
La obra escultórica quedó emplazada en la histórica Loma de San Juan, para formar un ángulo con los otros dos monumentos ya erigidos, es decir el fortín y la pirámide trunca, con su frente hacia la ciudad. Quedó estructurado por dos partes: un basamento pétreo donde fueron inscriptas las dos tarjas de bronce y la figura del soldado en actitud vigilante, con el fusil terciado al hombro, sostiene en su mano derecha el correaje de éste apoya sobre una piedra la pierna izquierda sobre la cual descansa el sombrero que está asido por la siniestra del joven.
Es destacable el trabajo escultórico realizado por el artista para el logro de las características psicológicas de este hombre. No escapó a la observación atenta del autor cada una de las partes del uniforme, los pliegues del pantalón, la camisa casi sin abotonar y con las mangas hacia arriba, evidencia de que estaba en medio de una campaña en un país tropical.
Labor del Coronel José González Valdés
Nombrado como Jefe del Primer Distrito Militar de Oriente en agosto de 1926, el veterano de la Guerra de Independencia coronel José González Valdés, desempeñó un papel fundamental en la preservación de muchos de los sitios vinculados a la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana. En 1927 solicitó al Estado Mayor General del Ejército, la segregación de una parcela de terreno en parte ocupada por la Granja Escuela Agrícola de Oriente “Carlos Manuel de Céspedes”, con el objetivo de destinarla a fines militares y a la construcción de un parque adecuado a la importancia histórica del lugar. Esta petición se hizo efectiva a partir del Decreto No. 11183 publicado en la Gaceta Oficial el 15 de agosto de 1927 firmado por el presidente Gerardo Machado.
Rápidamente se comenzó a laborar en el proyecto del cual se hizo eco toda la población que participó con donativos en dinero para las obras. La congregación de veteranos de la independencia, quienes contribuyeron con un día de haber en ayuda del patriótico empeño y cuya comisión recaudadora entregó los fondos al coronel González Valdés.
La intención, no era, tan sólo ejecutar un gran parque en aquella meseta, escenario de la lucha de tres grandes ejércitos, sino perpetuar en monumentos la importante participación de los cubanos en los hechos de 1898. Casi 30 años después, aún no se había hecho justicia a aquellos cubanos que combatieron y dieron su vida por la libertad de su suelo patio y que se habían visto “agraviados por permitirse que los visitantes a ese histórico lugar se marcharan con la creencia de que la leyenda de los combates y toma de San Juan, eran episodios realizados por el ejército norteamericano exclusivamente”.
El primer monumento que se erigió, en esta etapa de efervescencia constructiva, quedó concluido en septiembre de 1937. Era un pilar de hormigón rematado por orlas y molduras, que en su cuerpo central ostentaba el escudo nacional y una tarja cuyo texto rendía tributo a los oficiales, clases y soldados de ejército libertador que participaron en las jornadas de 1898.
Otros aspectos, vinculados al acabado del parque, tampoco se descuidaron gracias a la concesión de mil pesos: se laboró en la ejecución de una gran cerca perimetral delimitadora del área destinada al mismo, en la pavimentación de la carretera que posibilitaba el acceso al sitio, en la circunvalación “de 500 metros de largo que permitirá dar la vuelta a la vera de la meseta evitando que suban las máquinas hasta donde se encuentran colocados los monumentos”. También se trabajó en el proyecto de iluminación del arquitecto santiaguero Ildefonso Moncada. Este fue concebido para que se iluminara la carretera de Siboney, a partir del entronque en Vista Alegre. En este tramo se propusieron diez luces de alumbrado público colocadas a cincuenta metros de distancia unas de otras. Dos farolas de cinco luces coronarían las pilastras de entrada; a partir de ahí, cinco farolas de una luz quedarían ubicadas en la carretera interior de acceso al parque, el cual recibiría la iluminación general, gracias a diez farolas distribuidas en toda la circunvalación. Dentro del proyecto se concibió una iluminación más artística que respondiera a la concepción de amplio espacio creado por el conjunto de monumentos allí emplazados. Una gran farola ornamental, regalo del secretario de Obras Públicas, presidiría la gran plazoleta acompañada por siete más: tres repartidas para dar iluminación a la zona de las trincheras y cuatro ubicadas en los alrededores de la fuente, con el presupuesto de $ 3. 090.00.
A los históricos cañones existentes en la Loma se le unieron dos más en los primeros meses de 1928: una culebrina empleada por el Ejército Libertador en el bombardeo a Las Tunas durante la campaña de 1898, y un Hontoria perteneciente al crucero español “Reina Mercedes” que había estado emplazado en la batería de Punta Gorda, una de las defensas de la bahía durante la Guerra Hispano – Cubana – Norteamericana.
Para completar el ambiente recreado en la colina, donde varios monumentos ya perpetuaban la presencia norteamericana en los acontecimientos de 1898, se decidió erigir otros dos conjuntos escultóricos: uno al Mambi Victorioso y otro al Soldado Español, con lo cual quedarían representados los tres ejércitos participantes en el conflicto. Éstos comenzaron a levantarse en 1928, pero, por razones de índole material demoró su conclusión hasta 1929. No fue obstáculo para que el Parque quedara inaugurado oficialmente el 1 de julio de 1928, en un acto de gran solemnidad, acudieron Fernando García y Grave de Peralta, en representación del Gobernador Provincial; el alcalde municipal, Dr. Desiderio Arnaz; José Castro Palomino, presidente del Ayuntamiento santiaguero; el coronel José González Valdés, entre otras personalidades de la vida política y social de Santiago. Usaron de la palabra el comandante Santiago Rosell Leyte Vidal y el Dr. Ricardo Navarro Ely.
Nuevas tarjas quedarían ubicadas, para ser hincapié en la participación patriótica del ejército y el pueblo cubanos durante las acciones de 1898, que con su apoyo decidido hicieron realidad el parque. Otras tarjas contenían los escudos cubanos y norteamericano situadas en los pilares que sirven de portada al sitio.
Monumento al Mambí victorioso
Entre las ideas del coronel José González Valdés al comenzar su patriótico empeño, estaba la de emplazar en la Loma de San Juan una estatua de bronce a la memoria del Mambí Victorioso, empeño que se concretó en 1928, con un presupuesto de $ 12.000.00. Las informaciones, aunque no corroboradas, indican que se presentaron varios proyectos, con carácter internacional y fue escogido el del escultor norteamericano Joseph Pollia.
Al ubicarse el monumento en el flanco izquierdo de la colina, se le concedía una posición privilegiada, pues estaba algo retirado, y para acceder a él debía atravesarse todo el camino en el cual estaban insertadas las otras construcciones conmemorativas.
El conjunto artístico, quedó estructurado en dos partes: un basamento escalonado en mármol rosa jaspeado, que presenta dos niveles, con tarjas en el superior donde se escenifican: la toma del fuerte de San Juan (a la derecha) y una alegoría de la Invasión (a la izquierda); al centro, enmarcado por un recuadro, el escudo nacional con un texto que reza:
Las tarjas fueron realizadas en la técnica del alto relieve por el destacado escultor santiaguero Rodolfo Hernández Giró. Como remate superior, la escultura del Mambí, que se yergue triunfante, fusil en mano, ataviado con la indumentaria propia de estos hombres que tanto lucharon por la independencia patria.
Monumento al Soldado español
Cuando comenzaron las labores de excavación en la Loma de San Juan en 1927 para la construcción del monumento al Mambí Victorioso, fueron encontrados los restos de soldados españoles caídos en la batalla del 1 de julio de 1898. El coronel González Valdés y las autoridades locales y provinciales, se pronunciaron a favor de celebrar un solemne acto para rendirle honores militares y proceder a su inhumación en la necrópolis santiaguera el 21 de noviembre de 1927. En el periódico local La Región del 6 de diciembre, era publicada una carta del coronel González Valdés al cónsul de España en esta ciudad, en la que se hacía un llamado a los españoles radicados en Santiago para que “erigiesen a su vez un monumento a la memoria de sus compatriotas muertos heroicamente en el cumplimiento del deber” y así completar la labor de perpetuar en bronce la memoria de los tres ejércitos – cubano, español y norteamericano- que participaron en la contienda. La idea fue rápidamente asumida por los miembros de la Colonia Española santiaguera y la hicieron extensiva a los demás paisanos radicados en la ciudad.
La labor del coronel, jefe del Primer Distrito Militar de Oriente, no se circunscribió a promover la idea, sus gestiones llegaron, a través del Jefe del Estado Mayor del Ejército, al presidente de la República, general Gerardo Machado, quien aceptó la propuesta de erección del monumento a los españoles.
Durante más de un año, se trabajó en le ejecución del conjunto monumentario, realizado por el escultor e ingeniero habanero Félix Cobarrocas; resuelto por un bloque en forma piramidal, recubierto con placas de bronce y mármol rosa. En su parte frontal aparecen dos tarjas, ejecutadas en la técnica del alto relieve, con elementos figurativos que representan, en la superior un león, y en la inferior un soldado español. Por detrás, otras dos placas complementan el conjunto: la superior, con los escudos de España y Cuba y en la inferior, una inscripción que indica los momentos cruciales de la presencia española en la Isla.
Así quedó estructurado el bello parque, con un conjunto importante de construcciones conmemorativas que, a la vez que servía de recreo para el espíritu, también reflejaba nuestra historia patria.
Hay que destacar la meritoria labor desarrollada por el coronel González Valdés, quien, en cuatro años al frente del Distrito Militar de Oriente, supo llevar sus esfuerzos hacia causas nobles y de gran significación, en momentos en que el país estaba gobernado por una sangrienta tiranía. Por todo lo que laboró en pro de la conservación de los sitios históricos de la antigua provincia de Oriente, en su sesión del 9 de agosto de 1928 el Ayuntamiento santiaguero, acordó declararlo Hijo Adoptivo de la ciudad.
Busto al Coronel José González Valdés
El 6 de agosto de 1931, fallecía en La Habana el prestigioso militar José González Valdés. Años después, el capitán José González Oliveros, quien fuera ayudante de González Valdés cuando este fue jefe del Primer Distrito Militar de Oriente, se dio a la tarea de realizar un monumento que perpetuara la memoria de aquel patriota.
En el Diario de Cuba del 20 de febrero de 1938, se publicaba una nota la que reflejaba la labor del capitán Oliveros, quien ya para esa fecha tenía en sus manos el busto y la tarja que los masones dedicaban a su hermano; faltaba el basamento de unos $300.00, para lo cual se lanzó una suscripción popular a todas las sociedades, el comercio, la industria y el pueblo en general. El 22 de septiembre de 1940, dos años después era inaugurado el monumento, que se emplazó en el Parque San Juan entre cuatro palmas que el propio coronel González Valdés sembrara en recuerdo de su patriótica obra. El busto, realizado en bronce por el escultor Lozada, era fundido en los Talleres de Mariano Bofill en Manzanillo, mientras el pedestal de mármol rosa se elaboraba en la marmolería Prieto de Santiago de Cuba.
Este día, se hizo un sencillo acto para develar el monumento, por la hija del homenajeado. Participaron importantes personalidades de la masonería cubana y santiaguera, representadas por varias Logias, funcionarios del gobierno nacional y municipal, de las Fuerzas Armadas, la Banda de Música y el pueblo en general.
Monumento al Mambí desconocido
En 1928 el coronel José González Valdés, llevó adelante la patriótica idea de rendir tributo al Mambí Desconocido, se escogió el día 4 de febrero para ir en nutrida peregrinación con la representación del Ejército hacia un sitio denominado San Juan de Chulí en el entonces término municipal del Caney. En la finca de la familia Quintero, se efectuó la exhumación de los restos, se levantó acta notarial para certificar que el cadáver pertenecía a un soldado cubano de alrededor de veinticinco años. Luego habló el coronel González Valdés, que expresó lo que él esperaba de los veteranos y del gobierno central en relación con el monumento al Mambí Desconocido :
Los restos quedaron depositados en el Cuartel Moncada en una urna, en espera de la decisión del sitio donde se erigiría la construcción conmemorativa.
El traslado al Parque San Juan se decidió para efectuarlo el 4 de julio de 1934, fecha de celebración del Día de la Independencia de los Estados Unidos. El acto contó con la presencia del Jefe del Distrito Militar, el cónsul de los Estados Unidos, numerosos oficiales y el pueblo en general. Posteriormente eran depositadas las cenizas, en el túmulo funerario revestido con piezas de mármol. El conjunto, sencillo en su composición, quedó estructurado por un paralelepípedo apoyado sobre su base mayor en un basamento escalonado, en su lado menor y al frente ostenta una estrella en alto relieve. Sobre el volumen, aparece colocado otro cuerpo prismático que porta una tarja conmemorativa.
Tarja explicativa del significado de la Guerra Hispano- Cubano- Norteamericana
En la década de 1940 se comienzan a realizar los Congresos Nacionales de Historia, surgidos a propuesta de prestigiosos intelectuales cubanos, entre ellos, el Historiador de la Habana doctor Emilio Roig de Leuchsenring. Estos congresos constituyeron un importante foro donde los historiadores del país debatían aspectos medulares del devenir del pueblo cubano, eran revisadas y revalorizadas a partir de estudios profundos las diversas materias del pensamiento social cubano de la primera mitad del siglo XX.
Entre las cuestiones planteadas en el II Congreso de Historiadores, por el destacado intelectual santiaguero, arquitecto e ingeniero, Ulises Cruz Bustillo, estaba el de cambiar el nombre tradicionalmente empleado para la guerra de 1898 de Guerra Hispano – Americana, por el de Guerra Hispano- Cubanoamericana, ya que se ajustaba más a la realidad histórica, debido a la participación decisiva que tuvo el Ejército Libertador.
Llevada como acuerdo del Congreso, posteriormente fue sancionada por Ley de la República en mayo de 1945. En septiembre de 1946, Santiago de Cuba fue sede de un homenaje a los historiadores cubano, y entre otras actividades, se efectuó el día 25 un acto en el que usaron de la palabra el Dr. Emilio Roig de Leuchsenring, el cual explicó el proceso de la Guerra del 98, y Nemesio Lavié a nombre de la Sociedad de Geografía e Historia de Oriente y de Acción Ciudadana.
Sobre un pequeño basamento en piedra de capellanía, quedó colocada la tarja realizada en bronce, cuyo texto en español e inglés reza:
En la parte posterior del basamento pueden leerse los nombres de las instituciones que hicieron posible la presencia de la misma en ese sitio histórico de la patria.
Con este acto y esta tarja, los intelectuales cubanos que vivieron durante la república, muchos de los cuales habían vistos frustrados sus anhelos de libertad y soberanía plenos, hacían justicia, poniéndole el nombre adecuado a la guerra que dio paso a la intromisión directa de los norteamericanos en Cuba.
Cien años después
En 1996, a propuesta de la Comisión Provincial del Centenario, se conformó un equipo para el estudio y evaluación de la posible restitución de las tarjas, que habían sido retiradas en los primeros años de la Revolución.
En diciembre de este año, se reúnen en la entonces Oficina Técnica Provincial de Restauración y Conservación de Monumentos, los integrantes del equipo evaluador, entre los que se encontraban los Doctores Olga Portuondo Zúñiga y Hebert Pérez Concepción, así como el arquitecto Omar López Rodríguez; allí se analizaron los textos de cada tarja y se determinó que ninguno tenía un carácter ofensivo a la dignidad nacional, sino que eran meramente informativos, ya que contenían los nombres de los soldados y los regimientos participantes en las acciones de la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana, por lo que se acordó que debían de reponerse a sus lugares originales además de erigir un monumento en ocasión del centenario del acontecimiento que explicara la posición de los cubanos cien años después.
En 1998, la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba, acometió la honrosa tarea de restaurar todos los parques y sitios histórico- conmemorativos vinculados con el hecho, lugar destacado en este empeño lo tuvo el Parque Loma de San Juan. Múltiples acciones constructivas y de restauración de los conjuntos monumentarios se llevaron a cabo. Un equipo multidisciplinario integrado por arquitecto, ingenieros, historiadores y restauradores trabajaron durante varios meses para dejar concluido el parque histórico- conmemorativo.
El 17 de julio, centenario de la capitulación de la ciudad, se efectuó en este sitio un solemne acto con la presencia de dirigentes del Partido y el Gobierno en la provincia. Las palabras centrales estuvieron a cargo del Conservador de la Ciudad, arquitecto Omar López Rodríguez. Allí se dejó develado el último de los monumentos que conforma el conjunto conmemorativo. Un monolito de mármol negro de aproximadamente tres metros de altura y en letras doradas el texto que expresa:
El combate
El comandante del ejército estadounidense destinado a Cuba, William Shafter, desembarcó con 16 000 soldados y oficiales el 20 de junio de 1898 por la zona oriental de Siboney, y se reunió con el mando de tropas mambisas para tomar las pequeñas poblaciones que rodeaban a Santiago de Cuba. Como resultado de esta estrategia, se desarrolló, el 1 de julio de 1898, uno de los combates más importantes entre las fuerzas beligerantes, donde cayeron cientos de oficiales y soldados de los ejércitos contendientes. El sitio quedó marcado por las trincheras y las municiones empleadas en el cruento combate.
Árbol de la Paz
Muy cerca de la loma de San Juan, el 17 de julio de 1898 fue acordada la capitulación de Santiago de Cuba bajo una hermosa ceiba, que pasó a la historia con el nombre de “Árbol de la Paz”, rodeado de cañones y tarjas para significar su papel en el fin de la guerra.
Pocos meses después de cumplirse el centenario del hecho histórico vencido por el tiempo el árbol cayó para siempre; solo su enorme tronco sigue allí.Tanto la Loma de San Juan como El Árbol de la Paz, unidos por la historia y la proximidad constituyen un conjunto monumental interesante por su concepción de integración al medio natural. En 1998, a 100 años del histórico suceso el parque histórico-conmemorativo fue sometido a un proceso de conservación integral.
Fuentes
- Multimedia La Ciudad y su Historia.
- Guía de Arquitectura. Oriente de Cuba-Andalucía. Año 2002. 449 pp.
- Torres Cueva E. y Loyola Vega O.: Historia de Cuba. 1492-1898. Formación y Liberación de la Nación. Ed. Pueblo y Educación. Tercera Ed. 2006. 404 pp.
- Martínez Arango, Felipe: Cronología Crítica de la Guerra Hispano Cubanoamericana, Departamento de Extensión y Relaciones Culturales, Universidad de Oriente, 1960.
- Morales Tejeda, Aida Liliana: La escultura conmemorativa en Santiago de Cuba: 1900 – 1958, Ediciones Santiago, Santiago de Cuba, 2008.
- Morales Tejeda, Aida Liliana: “Huellas de un escenario: patrimonio y memoria”, en 1898 Alcance y Significación, Ediciones Santiago, Santiago de Cuba, 2009.
- Diario de Cuba, 26 de octubre de 1927.
- La Región, 6 de diciembre de 1927.