Ataque a la Torre Óptica de Colón
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Ataque a la Torre Óptica de Colón. Al amanecer del 20 de febrero de 1871 el mayor general Ignacio Agramonte, al frente de unos 300 hombres, atacó esta posición española consistente en una torre heliográfica sólidamente construida con fuertes maderas y rodeada por un foso. La acción se conoce también como Combate de Pinto.
Localización
La torre óptica de Colón, o heliógrafo de Colón, se encontraba a unos 20 km al noroeste de la ciudad de Puerto Príncipe (actual Camagüey), en una elevación denominada Pinto, o Portales de Pinto, de 160 m de altura, en las estribaciones de la Sierra de Cubitas.
Contexto
En esa época se utilizó mucho las comunicaciones con heliógrafo, sencillo equipo consistente en un espejo que refleja la luz del sol y con una pantalla para irlo tapando y destapando alternativamente. Estas acciones permitían transmitir mensajes mediante el alfabeto Morse, a semejanza de los del telégrafo. El reflejo iba dirigido a otro heliógrafo situado a varios kilómetros de distancia, que a su vez lo retransmitía, y así sucesivamente. Los avances tecnológicos en los medios de comunicación y de transmisión de información contribuyeron a la desaparición de este dispositivo.
Desarrollo
La torre óptica de Colón, además de su uso en las comunicaciones era un fuerte defensivo y de vigilancia y contaba con una guarnición de 25 hombres bajo el mando del alférez español Cesáreo Sánchez. En la tarde del día anterior Ignacio Agramonte había ordenado se hiciera un reconocimiento y, aunque este se realizó con discreción, algún detalle puso sobre aviso a los españoles, que se prepararon para rechazar el ataque sin que los cubanos se percataran de que habían sido alertados.
Por tal razón, el ataque se inició al despuntar el día basado en la supuesta sorpresa a la guarnición española y en la superioridad numérica, que arrojaba una correlación 10 a 1 a favor de los cubanos. Estos avanzaron sobre la posición prácticamente a la descubierta, lo cual fue un error que pudo haber tenido graves consecuencias, pero por suerte los soldados de la guarnición no eran buenos tiradores.
La avanzada cubana, provista de escaleras y sogas, intentó penetrar en el interior de la torre atacando simultáneamente por el frente, flancos y retaguardia, sin poder lograrlo, aunque su fuego comenzó a hacer estragos en el enemigo. Los intentos de incendiar la torre, que era de madera, produjeron resultados parciales y esta empezó a arder por uno de sus flancos. La guarnición enemiga ya estaba prácticamente fuera de combate, pues había cinco muertos y 19 heridos. Un esfuerzo más y la posición enemiga hubiera caído, pero en ese momento, después de casi tres horas de combate, Agramonte ordenó la retirada. Sobre esta orden, impartida en los momentos en que el objetivo del ataque estaba casi logrado, hay dos versiones: una plantea que Agramonte consideró que no valía la pena seguir el ataque, porque ya los cubanos habían tenido muchas bajas (cinco muertos y 30 heridos) y el propósito de demostrar la fuerza insurrecta estaba logrado, y la otra dice que el jefe cubano recibió aviso del Comandante Fidel Céspedes de que una columna enemiga avanzaba hacia el lugar. Lo cierto es que la torre no pudo ser tomada y, por lo tanto, los cubanos no obtuvieron botín alguno. Hubo gran derroche de valor por ambos contendientes.
Fuentes
- Arcadio Ríos. Hechos y personajes de la Historia de Cuba. Recopilación Bibliográfica. La Habana, 2015. 320 p.
- Diccionario enciclopédico de Historia Militar de Cuba. Tomo II. Acciones combativas. Centro de Estudios Militares de las FAR, 2006.
- Enrique Ubieta. Efemérides de la revolución cubana, 4 t., La Habana, 1920. Tomo I. Págs. 340-342.
- Juan J. Pastrana. Ignacio Agramonte. Documentos, La Habana, 1974. Pág. 184.
- Mary Cruz del Pino. El Mayor, La Habana, 1972. Págs. 193-195.