Guerra Fría
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Guerra Fría. Concepto utilizado para nombrar el conflicto de carácter político, económico y social entre la URSS y Estados Unidos, surgido por las pretensiones imperialistas de este último al concluir la Segunda Guerra Mundial. Este conflicto fue la clave de las relaciones internacionales mundiales durante casi medio siglo y se libró en los frentes político, económico y propagandístico, pero sólo de forma muy limitada en el frente militar.
Sumario
El concepto
El concepto Guerra Fría lo inventó en 1947 el periodista Herbert B. Swope, para su uso en un discurso del senador Barnard Baruch[1]. Lo recogió otro periodista, Walter Lipman, que lo popularizó en una recopilación de sus artículos titulada La Guerra Fría. Estudio de la política exterior de los Estados Unidos.
La Guerra Fría constituye un rumbo político agresivo que tomaron los círculos reaccionarios de las potencias imperialistas, bajo la dirección de Estados Unidos e Inglaterra, tras la Segunda Guerra Mundial. La Guerra Fría estuvo orientada a no permitir la coexistencia pacífica entre Estados de diferentes sistemas sociales, a agudizar la tensión internacional y a crear las condiciones para el desencadenamiento de una nueva guerra mundial (…) En la práctica la política de Guerra Fría se hizo patente en la creación de bloques político-militares, en la carrera de armamentos, en el establecimiento de bases militares en el territorio de otros Estados, en la histeria de la guerra, en la intimidación de los pueblos amantes de la paz (…), en la desorganización de las relaciones económicas pacíficas, en los intentos de sustituir, por la violencia y la dictadura, las normas generalmente reconocidas de las relaciones diplomáticas entre los Estados.
Antecedentes
Luego de la Revolución de Octubre, Rusia emergió como el primer país socialista del mundo. Éste fue uno de los primeros eventos que provocó erosiones considerables en las relaciones ruso-estadounidenses y los Estados Unidos comenzaron a aplicar una agresiva política contra la naciente Revolución. Por esa época el gobierno estadounidense apoyó al Ejercito Blanco durante la Guerra Civil Rusa y se empecinó en no reconocer diplomáticamente a la Unión Soviética hasta 1933[2].
Segunda Guerra Mundial y Posguerra
Luego de que las potencias occidentales alentaron a Alemania a lanzarse contra la URSS, los soviéticos y los Estados Unidos lucharon del mismo bando contra la Alemania Nazi. El bando de los Aliados estaba compuesto además por Gran Bretaña, Francia (exceptuando el período de su ocupación por Alemania 1940-1944) y China, que ya peleaba contra Japón desde 1937, antes del estallido de la guerra general. En conjunto fueron 26 países entre los que se hallaban, además de las grandes potencias ya mencionadas, países europeos ocupados por el Eje (Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Noruega, Checoslovaquia, Yugoslavia, Polonia, Grecia), dominios y colonias del Imperio Británico (Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, India) y países latinoamericanos tradicionalmente bajo la influencia norteamericana (Costa Rica, Cuba, República Dominicana, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua y Panamá).
Mientras Estados Unidos garantizaba el control del oeste de Europa y combatía a la izquierda en Grecia, la URSS se hacía del control de las fronteras que habían servido de punto de partida a las invasiones orquestadas contra los territorios soviéticos en las dos guerras mundiales.[3]
El espíritu general de los pueblos europeos era de un profundo anhelo de renovación y justicia social. El triunfo de los laboristas de Atlee, en el Reino Unido, y el que los comunistas obtuvieran más del 25% de los votos en Francia e Italia o el 38% en Checoslovaquia, mostraba a las claras la popularidad de las fuerzas de izquierda que en las zonas ocupadas por los nazis habían llevado el peso de la resistencia.
Las potencias vencedoras mantuvieron también por poco tiempo diversas acciones comunes: los Juicios de Nüremberg, que significaron el juicio y condena de los altos dignatarios nazis acusados de crímenes contra la humanidad, o los tratados de paz de París firmados en 1947 con los antiguos aliados de Alemania e Italia son ejemplos de ello.
Para el mantenimiento de la paz mundial, los aliados crearon la Organización de las Naciones Unidas, pero su capacidad de actuación estaba limitada por el Consejo de Seguridad, en el que las potencias victoriosas de la Segunda Guerra Mundial se aseguraron el poder de vetar aquellas acciones contrarias a sus intereses. La ONU se convirtió así durante sus primeros años en un foro donde las potencias se enzarzaban en luchas retóricas.
En febrero de 1946, George Kennan, experto en asuntos soviéticos del Departamento de Estado norteamericano, envió desde Moscú un telegrama a Washington, conocido como Telegrama Largo.[4] En un fragmento del contenido, Kennan expresaba:
En este documento se apoyaba una política de inflexibilidad con los soviéticos, lo que se convertiría en una de las teorías básicas de los estadounidenses durante el resto de la Guerra Fría. Treinta años más tarde, Kennan, ya al final de su vida, reconoció que: «No todo sucedió exactamente como yo lo había imaginado»[5]
En septiembre de ese mismo año, los soviéticos respondieron con otro telegrama firmado por Nóvikov, aunque "co-escrito" con Viacheslav Mólotov; en este telegrama se sostenía que Estados Unidos usaba su monopolio en el mundo capitalista para desarrollar una capacidad militar que creara las condiciones para la consecución de la supremacía mundial a través de una nueva guerra.[6]
El 5 de marzo de 1946, Churchill visitó los EE.UU. y pronunció un célebre discurso en la Universidad de Fulton, en el estado de Missouri. El veterano político británico consagró la expresión "Telón de acero" para referirse a la frontera que separaba a la Europa dominada por el ejército soviético del resto. El discurso trataba de promover una alianza anglo-estadounidense contra los soviéticos, a los que acusó de haber creado un "telón de acero" desde Stettin, en el Báltico, a Trieste, en el Adriático.[7]
La ruptura
Hacia 1947, los consejeros del presidente estadounidense Harry S. Truman le urgieron a tomar acciones para contrarrestar la creciente influencia de la Unión Soviética, citando los esfuerzos de Stalin para desestabilizar los Estados Unidos y azuzar las rivalidades entre los países capitalistas con el fin de provocar una nueva guerra. Truman había asumido la presidencia tras la muerte de Franklin D. Rossevelt y fue el autor intelectual del holocausto nuclear contra Hiroshima y Nagasaki.
La Doctrina Truman
El 12 de marzo de 1947, Truman declaró que Estados Unidos remplazaría a Gran Bretaña en la parte oriental del Mediterráneo y que otorgaría ayuda a Grecia y Turquía, por valor de 400 millones de dólares, a fin de impedir la “expansión” del comunismo en el Cercano Oriente. El propósito inmediato de esta medida llamada “Doctrina Truman” era la creación de bases norteamericanas en la parte oriental de la cuenca del Mediterráneo, para afianzar el dominio de Estados Unidos en esa zona.[8]
Esta doctrina era un programa francamente imperialista. Así la consideraron las fuerzas progresistas de todo el mundo. Incluso en los países capitalistas la doctrina fue recibida con intensa suspicacia. La torpe máscara de esta doctrina obligó al gobierno de Estados Unidos a disimular sus objetivos imperialistas bajo la forma de una “ayuda” tradicional.
La Doctrina postulaba que Estados Unidos apoyaría con todos los recursos a aquellos pueblos que intentasen distanciarse del área de influencia de la Unión Soviética, o arremetería contra aquellos que trataran de promulgar regímenes de base popular y justicia social.
El nuevo ambiente de enfrentamiento provocó la expulsión de los ministros comunistas que participaban en gobiernos de coalición en París, Roma y Bruselas, en el período de marzo a mayo de 1947.
Bajo la administración Truman, Estados Unidos logró la firma del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), garante del injerencismo yanqui en América, alentó golpes de Estado en Brasil, Paraguay y Venezuela, apoyó la represión de los partidos comunistas y socialistas, y recibió con honores a los connotados sátrapas Anastasio Somoza y Rafael Leónidas Trujillo.
El Plan Marshall
El gobierno estadounidense consideraba que para contener al comunismo era necesario poner las condiciones económicas que impidieran su expansión. Así, el 5 de junio de 1947 en un discurso en la Universidad de Harvard, el secretario de estado, George Marshall, anunció el Programa de Recuperación Europeo (European Recovery Program), conocido popularmente como el Plan Marshall.[9][10]
El plan tenía como objetivos:
- Salvar a la burguesía europea debilitada por las guerras y por los éxitos de las fuerzas de izquierda y democráticas.
- Cohesionar a los capitalistas de los distintos países europeos bajo el liderazgo estadounidense, para combatir a la Unión Soviética y al movimiento obrero internacional y de liberación nacional.
- Aprovechar las dificultades económicas que atravesaban las democracias populares para separarlas del campo socialista y situarlas en la órbita de su influencia.
- Utilizar este plan como mecanismo de presión para expulsar a los comunistas de los gobiernos europeos.
Los imperialistas norteamericanos implantaron un control sobre las finanzas y el comercio exterior de las naciones receptoras de la “ayuda”, y por sus presiones, las clases dominantes de los países de Europa Occidental tomaron medidas contra los partidos comunistas y otras organizaciones progresistas.
A la vez que EE.UU. lanzaba estaba masiva operación de ayuda, la administración de Truman creó los instrumentos institucionales de la Guerra Fría, al aprobar en, julio de 1947, la Ley de Seguridad Nacional por la que se creaban la CIA y el Consejo de Seguridad Nacional.[11]
La respuesta soviética
La URSS reaccionó en septiembre de 1947 creando la Kominform (Oficina de Información de los Partidos Comunistas y Obreros), que venía a sustituir a la KOMINTERN (La III Internacional, conocida también como Internacional Comunista). Este organismo tenía como finalidad coordinar y armonizar las políticas de los partidos comunistas europeos.[12]
En la reunión constitutiva de la Kominform, el representante soviético, Andrei Jdanov, emite lo que se ha venido en conocer como la Doctrina Jdanov: en ella se constata la división del mundo en dos bloques y la necesidad de que los países de lo que el denominó el "campo antifascista y democrático" siguieran el liderazgo de Moscú.
Grandes tensiones
La Unión Soviética y demás estados socialistas fueron rodeados de bases militares y sometidos a la presión y el chantaje nuclear. La creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en abril de 1949 dio un matiz más agresivo a los intentos del imperialismo de revertir los cambios operados en la arena internacional.
La bomba atómica soviética
El 29 de agosto de 1949, la Unión Soviética debutó como potencia nuclear. Estados Unidos no podía creer que un país arruinado por la guerra, tildado de primitivo y semisalvaje, a lo que la propaganda añadía la circunstancia de ser gobernado por una dictadura comunista, pudiera realizar semejante hazaña. La reacción fue atribuir el éxito soviético al espionaje. Comenzó así, a partir de una conclusión preconcebida, la cacería de espías atómicos. Científicos como Klaus Fuchs y Alan Nunn participantes del proyecto Manhattan, fueron acusados de proveer información nuclear a la Unión Soviética. Fuchs fue encontrado culpable y condenado a catorce años de cárcel[13] y, cumplidos nueve fue liberado, a Nunn se le condenó a 10 años de los cuales cumplió seis.[14], El punto más alto de esta cacería tuvo como eje a los esposos Rosemberg que en 1953, como parte de un amañado proceso, fueron encontrados culpables de espionaje atómico.[15]
El bloqueo de Berlín
En 1948 las tropas ocupantes y el Gobierno en formación de lo que será en 1949 la República Federal de Alemania decidieron introducir una reforma monetaria. El cambio de moneda impidió de facto el intercambio comercial entre los estados del este y del oeste, que hasta entonces habían venido manteniendo un comercio informal, vital para las zonas del este.
Como contramedida, el 24 de junio de 1948 Stalin ordenó a sus tropas bloquear todos los accesos terrestres a Berlín Occidental.[16] A partir de 1948 la cuestión alemana constituyó uno de los puntos de enfrentamientos del Este y el Oeste, un lugar donde la Guerra Fría podía pasar a caliente. Ambos bandos usaron este bloqueo con fines propagandísticos: los soviéticos para denunciar el supuesto rearme a Alemania favorecido por Estados Unidos, y los estadounidenses para explotar su imagen de benefactores, —como en la llamada Operación Little Vittles, donde los aviones que contrarrestaban el bloqueo de Berlín lanzaron dulces entre los niños berlineses—
El puente aéreo organizado por los aliados, destinado a proveer de suministros al bloqueado sector occidental de la ciudad, superó todas las previsiones, desbaratando los presupuestos soviéticos de una rendición del sector occidental ante el oriental por falta de suministros. Finalmente el bloqueo se levantó pacíficamente el 12 de mayo de 1949.
Surge la República Federal Alemana
En mayo de 1949, contraviniendo los acuerdos finales de la Segunda Guerra Mundial firmados por las potencias vencedoras del eje nazi-fascista, fue creada la República Federal Alemana en la zona geográfica ocupada por las fuerzas militares occidentales. Como réplica, en octubre de ese año, los soviéticos proclaman su zona de ocupación como la República Democrática Alemana.[17]
Desde el inicio de la existencia de la RFA, Estados Unidos ayuda a su desarrollo militar. Para evitar que la RFA acabe por convertirse en miembro de la OTAN, el primer ministro soviético, Lavrenti Beria, propone fusionar ambos países en una sola Alemania que se mantendría neutral. La proposición no salió adelante y en 1955 se admite a la RFA como miembro de la OTAN.
Guerra Fría en Asia
El 1 de octubre de 1949 las tropas chinas, dirigidas por Mao Zedong entran victoriosas en Pekín, proclamando la República Popular China. Las tropas nacionalistas de Chiang Kai Chek huyeron a la isla de Taiwán donde establecieron un régimen dictatorial pro-occidental protegido por EE.UU.
En 1950, Mao viaja a Moscú donde concluye diversos acuerdos con la URSS, entre ellos una alianza militar por treinta años "contra Japón o cualquier agresor unido a Japón".
Guerra de Corea 1950-1953
Una de las aplicaciones más evidentes de la Teoría de la Contención se produjo tras el estallido de la Guerra de Corea el 25 de junio de 1950.
Los antecedentes de esta guerra se pueden buscar en el avance incontenible hacia el sur de las tropas comandadas por Kim Il Sung contra los invasores japoneses. McArthur, jefe de las fuerzas norteamericanas del Pacífico, decidió ordenar un desembarco de la infantería de Marina por Incheon, en la retaguardia de las fuerzas del Norte, que estas no podían ya contrarrestar. Pyongyang cayó en manos de las fuerzas yanquis, precedidas por devastadores ataques aéreos. Ello impulsó la idea por parte del mando militar norteamericano en el Pacífico de ocupar toda Corea, ya que el Ejército de Liberación Popular de China, dirigido por Mao Zedong, había infligido una derrota aplastante a las fuerzas proyanquis de Chiang Kai-shek, abastecidas y apoyadas por Estados Unidos. Todo el territorio continental y marítimo de ese gran país había sido recuperado, con excepción de Taipei y algunas otras pequeñas islas próximas donde se refugiaron las fuerzas del Kuomintang, transportadas por naves de la Sexta Flota.
Estados Unidos acusó a Corea del Norte como la agresora. El Consejo de Seguridad de la recién creada Organización de Naciones Unidas aprobó la resolución sin que el delegado ruso estuviera presente (debido a que estaba en contra de la exclusión de China en el Consejo de Seguridad). Se aprobó un acuerdo dando a la guerra el carácter de una acción militar de la ONU contra el presunto agresor: la República Popular de Corea.
China vio amenazada su inconclusa lucha por la liberación nacional y envió al primer ministro Zhou Enlai a Moscú, para expresar a Stalin su punto de vista sobre lo inadmisible que era la presencia de fuerzas de la ONU bajo el mando de Estados Unidos en las riberas del Río Yalu, que delimita la frontera de Corea con China, y solicitarle la cooperación soviética.
El 19 de octubre de 1950 más de 400 mil combatientes, cumpliendo las instrucciones de Mao Zedong, cruzaron el Yalu y salieron al paso de las tropas de Estados Unidos que avanzaban hacia la frontera china. Stalin, que era sumamente cauteloso, prestó una cooperación mucho menor que lo que esperaba Mao, mediante el envío de aviones MiG-15 con pilotos soviéticos, en un frente limitado de 98 kilómetros, que en la etapa inicial protegieron a las fuerzas de tierra en su intrépido avance. Pyongyang fue de nuevo recuperado y Seúl ocupado otra vez, desafiando el incesante ataque de la fuerza aérea de Estados Unidos.
El general MacArthur, al frente de las tropas norteamericanas que luchaban bajo el pabellón de la ONU en Corea, llegó a proponer el uso de la bomba atómica y el ataque a China.[18] Estas propuestas precipitaron la reacción del presidente Truman y fue sustituido por el general Ridgway en abril de 1951.
En la aventura imperialista de Corea participaron, junto a Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Grecia, Canadá, Turquía, Etiopía, Sudáfrica, Filipinas, Australia, Nueva Zelanda, Tailandia y Colombia.
Después de sangrientos combates en el territorio coreano, el Paralelo 38 volvió a ser el límite entre el Norte y el Sur. Se calcula que murieron en esa guerra cerca de dos millones de coreanos del Norte, entre medio millón o un millón de chinos y más de un millón de soldados aliados a los norteamericanos. Por parte de Estados Unidos perdieron la vida alrededor de 44 mil soldados; no pocos de ellos eran nacidos en Puerto Rico u otros países latinoamericanos, reclutados para participar en una guerra a la que los llevó la condición de inmigrantes pobres.
Tras la guerra de Corea, Pyongyang se había convertido en un enemigo de Washington en el transcurso de la Guerra Fría.[19]
Ruptura Chino-Soviética
Al producirse el cambio de líder en la Unión Soviética en 1953 se produjeron numerosas fricciones. La más notable de estas discrepancias se plasmó en la ruptura de la alianza Chino-Soviética.[20] Mao Tse Tung defendió la figura de Stalin tras las muerte de éste en 1953, y describió a Khrushchev como un arribista superficial, acusándolo de haber perdido el perfil revolucionario del Estado.
Khrushchev se empeñó en reconstruir la alianza Chino-Soviética, pero Mao consideró que sus propuestas eran inútiles y descartó cualquier tipo de proposición.
Carrera Espacial
La “carrera espacial” consistió en la lucha tecnológica por ver cuál de las dos superpotencias, Estados Unidos o la URSS, estaba más adelantada. La mañana del 4 de octubre de 1957 la agencia soviética de noticias TASS difundió una información que conmocionó el planeta.[21] La URSS había logrado poner en órbita circunterrestre un satélite artificial, cumplimentando así un llamamiento realizado por el Consejo Internacional de uniones científicas, en octubre de 1954, en el que informaba la necesidad de la construcción de estos artefactos para realizar un mapeo de la superficie terrestre.
Los soviéticos apostaron por la sencillez y denominaron a su creación Sputnik, que significa satélite en ruso; una denominación que remite al idioma griego y significa "compañero de viaje" o "acompañante", término con el que los griegos se referían a la luna.
Los Estados Unidos entraron en la carrera lanzando el Explorer I en 1958,[22] pero la Unión Soviética consigue dar un paso gigantesco, al conseguir lanzar en 1961 la nave Vostok 1, tripulada por Yuri Gagarin.[23]
Fue entonces cuando la rivalidad aumentó hasta tal punto que el propio presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, prometió enviar estadounidenses a la Luna antes del fin de la década. Los soviéticos se dispusieron a vencer a los estadounidenses: las misiones Zond debían llevar humanos para orbitar la Luna, pero debido a fallos técnicos sólo consiguieron enviar misiones no tripuladas: Zond 5 y Zond 6 en 1968. Los Estados Unidos, por su parte, consiguieron enviar la misión tripulada Apolo 8, en la Navidad de 1968.
El próximo paso sería posarse en la superficie de la Luna. La misión Apolo 11 consiguió realizar con éxito su tarea y Neil Amstrong y Edwin Aldrin se convirtieron así en los primeros humanos en caminar sobre otro cuerpo celeste.[24]
Esta carrera fue tomando impulso y empezó a costar miles de millones y a cobrarse vidas. Hay quienes vieron en el programa espacial metas más altas, pero lo cierto es que desde que empezó la competencia, cíclicamente volvía la discusión de si los viajes a la luna y otros experimentos eran necesarios o si sólo eran maniobras de intimidación.
La Crisis de Octubre
En 1953 se produjeron cambios en el liderazgo político de ambos bandos, que dieron comienzo a una nueva fase en la Guerra Fría. en enero de 1953, Dwight D. Eisenhower fue investido presidente de EE. UU. En marzo, muere Stalin, y Nikita Jrushchov se convierte en el nuevo líder de la URSS. Khrushchev, presentó al pleno del XX congreso del Partido Comunista en 1956, un informe con los errores políticos y los crímenes cometidos por Stalin, lamentando el culto a su personalidad e iniciando una campaña de desestalinización.[25]
En medio de la creciente escalada norteamericana contra la Isla, el 29 de mayo de 1962 llegó a Cuba una delegación soviética presidida por un miembro del Presidium del Comité Central del Partido Comunista de la URSS, que traía la encomienda de proponer a Cuba la instalación en la Isla de cohetes con carga nuclear a fin de garantizar que los norteamericanos no invadieran la Isla y fortalecer las posiciones del Socialismo en el mundo.
El 20 de junio de 1962, el Estado Mayor General de la URSS aprobó la jefatura y composición de la Agrupación de Tropas Soviéticas que participaría en la Operación Anadir.[26][27] Raúl Castro viajó a Moscú del 3 al 16 de julio y, entre otras cosas, reiteró el criterio del Comandante en Jefe Fidel Castro, de hacer público el acuerdo militar cubano-soviético como acto soberano entre dos Estados.[28] No obstante, la parte soviética insistió en mantener la operación en secreto, algo imposible de lograr debido a su envergadura y al sobrevuelo sistemático de la aviación de exploración norteamericana sobre Cuba.
Ya desde el 7 de marzo de 1962, la Junta de Jefes de Estado Mayor había propuesto, "fabricar una provocación que justificara una acción militar norteamericana" y solo dos días después, la oficina del Secretario de Defensa sometió a la consideración de la Junta de Jefes de Estado Mayor un paquete de medidas que podían servir de pretexto para justificar la intervención militar en Cuba.
El 16 de octubre de 1962, los aviones espías U-2 confirmaron la presencia de emplazamientos coheteriles nucleares en San Cristóbal, Pinar del Río y ese mismo día, sobre las 11:00 h. Kennedy citó a un grupo de funcionarios y éstos, después de estudiar durante cinco días las variantes propuestas, decidieron, el 20 de octubre, aplicar el Bloqueo Naval a Cuba.
El 22 de octubre, al decretarse el bloqueo naval contra Cuba y crearse todas las condiciones para bombardear e invadir la Isla se desencadenaba la llamada Crisis de Octubre. Kennedy demandó la retirada de las armas estratégicas soviéticas basificadas en Cuba, y declaró el bloqueo naval, ante lo cual, las FAR respondieron con la Alarma de Combate para todas sus unidades. Dos aviones espía estadounidenses U-2 fueron derribados en Cuba y Siberia el 27 de octubre, justo en el ápice de la crisis.
El domingo 28 de octubre, el Kremlin comunicó a Washington que se habían impartido órdenes para interrumpir la construcción de las instalaciones, desmantelar las existentes y retornar las armas nucleares desplegadas a la URSS. En la tarde de ese día, Cuba rechazó la inspección de su territorio que habían acordado las dos potencias y dio a conocer su posición con “Los Cinco Puntos”.
Los Estados Unidos y la URSS se pusieron de acuerdo sobre la base de la propuesta de Jruschov del día 26 de octubre, lo que para ambas superpotencias marcó el fin de la Crisis. El 30 y el 31 de octubre fue suspendido el bloqueo por la visita de U. Thant a Cuba; reanudado el 1 de noviembre. El 20 de noviembre a las 18.45 h Kennedy ordenó levantar el bloqueo y el 22 el Gobierno Revolucionario declaraba la vuelta a la normalidad en la Isla, luego de permanecer en pie de guerra desde el 22 de octubre.[29]
Esta crisis dio nacimiento a un nuevo periodo, señalado por la puesta en marcha del teléfono rojo -en realidad blanco-, una línea directa entre Moscú y Washington, que apresuraría las comunicaciones en caso de otra crisis.
La Distensión
En el transcurso de las décadas de 1960 y 1970, las superpotencias tuvieron que gestionar un nuevo modelo de geopolítica, en el que el mundo dejó de estar claramente dividido en dos bloques antagónicos. El Tercer Mundo conseguía alinearse como bloque independiente a través de organizaciones como el Movimiento de Países No Alineados y demostraron su fuerza de negociación con el papel fundamental que tuvo la OPEP durante la Crisis del petróleo de 1973.
Primavera de Praga
En 1968 los checoslovacos iniciaron la llamada Primavera de Praga, un intento de reforma del socialismo tipo soviético para dotarlo, decían, de “un rostro humano”.[30]
El Primer Ministro Alexander Dubcek pretendía crear una “Tercera Vía” entre el capitalismo y el comunismo. En abril de 1968 Sik fue designado Viceprimer ministro y Ministro de Economía y comenzó a desarrollar un nuevo modelo económico que comprendía un parcial cese de la planificación central y algunas normas de la economía de mercado capitalista.
Esa coyuntura fue aprovechada por los elementos más reaccionarios y anticomunistas que pretendieron apartar a Checoslovaquia del campo socialista. La respuesta soviética fue enviar sus tanques al corazón de Praga, una medida que fue muy examinada y criticada, incluso, dentro de las fuerzas progresistas del mundo.[31]
El 21 de agosto de 1968, cuando los tanques del Pacto de Varsovia aún ocupaban Checoslovaquia, Salvador Allende se refirió en el Senado a unos hechos que en sus propias palabras tenían capital importancia para “el movimiento socialista mundial:
Tras la invasión, Dubček fue derrocado como presidente de Checoslovaquia y sus sucesores eliminaron la totalidad de las reformas.
Guerra de Vietnam
La Guerra de Vietnam, que finalizó con la victoria de ese país asiático sobre el bien armado ejército de Estados Unidos en 1975 puede calificarse como uno de los acontecimientos político-militares más relevantes de las últimas cuatro décadas del pasado Siglo XX.
En Agosto de 1964 el Congreso norteamericano aprobó la Resolución sobre el Golfo de Tonkín, como un factor de su estrategia agresiva, que autorizaba al presidente Lindon Johnson a desencadenar sin declaración de guerra operaciones contra Viet Nam del Norte. La aviación de Estados Unidos inició de inmediato ataques aéreos sistemáticos al territorio de esa nación.
Al año siguiente se produjo una escalada sin precedente de los crímenes de Estados Unidos: bombardeos de zonas densamente pobladas, utilización de Napalm, Fósforo vivo y otras sustancias químicas tóxicas, como el Agente Naranja (dioxina).[33] En el expediente norteamericano se fueron acumulando masacres como la de My Lai, en que el sargento participante Michel Bernard, dijo:
Cáncer, diabetes, enfermedades nerviosas y cardíacas, y defectos de nacimiento, son algunas de las secuelas del nefasto Agente Naranja. Se sabe que casi cinco millones de vietnamitas en esas áreas, así como unos 2,8 millones de militares estadounidenses desplegados allí durante la guerra, pudieron haber estado expuestos a los tóxicos.
La resistencia de Viet Nam, la presión de la opinión pública internacional, e incluso la del propio pueblo norteamericano, que se manifestaba indignado contra la guerra, obligaron al presidente Johnson a aceptar en París, el 10 de mayo de 1968, las conversaciones con los representantes de esa nación indochina para tratar de buscar una solución al conflicto. Los vietnamitas aprovecharon esa tribuna como un magnífico altavoz ante el mundo entero para denunciar la intervención norteamericana y los crímenes que, haciendo caso omiso al derecho internacional, cometían los invasores.
El fallecimiento del presidente Ho Chi Minh, el 3 de septiembre de 1969, llenó de luto al pueblo vietnamita, pero a la vez reafirmó su voluntad de expulsar a los ocupantes y liberar completamente a la patria como afirmó el dirigente en su testamento político.
Cuando el republicano Richard Nixon asumió el poder en sustitución de Johnson, multiplicó los esfuerzos para "vietnamizar" la guerra, utilizando elementos títeres.
Después de una poderosa ofensiva vietnamita, el 3 de abril de 1972, Nixon reanudó los bombardeos contra el Norte. En mayo ordenó el minado de los puertos y los bombardeos a los diques que protegen a Hanoi de las crecidas del río Rojo, y se vio obligado a suspenderlos ante el rechazo mundial.
En Octubre de 1972, en una nueva maniobra, Estados Unidos aceptó reanudar las conversaciones en París, pero en diciembre volvió a atacar con los superbombarderos B-52 a la República Democrática de Viet Nam. En enero de 1973 Estados Unidos se decidió a firmar los Acuerdos de París, pero al día siguiente comenzó a violarlos.
El empujón final que precipitó el desplome de Estados Unidos y sus títeres, se produjo a mediados de marzo de 1975.
Las pérdidas humanas fueron un millón y medio de combatientes, tres millones de civiles, y más de tres millones de mutilados. La aviación estadounidense lanzó 80 millones de litros de sustancias químicas tóxicas cuyas consecuencias en la población se extiende hasta nuestros días.
Con la liberación del Sur culminó la reunificación del país, y Hanoi se declaró capital de la Republica Democrática de Viet Nam.
Tratados de No Proliferación
El Tratado de No Proliferación Nuclear fue un consenso para evitar la proliferación de armas nucleares, firmado el 1 de julio de 1968. Este consenso fue alcanzado por la necesidad de regular la incipiente escalada nuclear de diferentes países, puesto que la aparición de nuevos países nuclearmente armados reducía efectivamente la seguridad de todo el planeta, multiplicando el riesgo de accidentes o uso no autorizado de este tipo de armas, o su uso en conflictos locales que podrían ser globales a través del mecanismo de escalada nuclear. El TNPN fue el eje que sustentó una serie de acuerdos para reducir el peligro de una guerra nuclear entre las superpotencias. Los tratados sobre no proliferación más significativos de las décadas de los '60 y los '70 fueron:
- 1963 - Tratado de prohibición parcial de ensayos nucleares: Impulsado por Kennedy, prohibía los test nucleares en la atmósfera, bajo el agua y en el espacio. Ni China ni Francia, ambas potencias nucleares, firmaron el tratado.
- 1968 - Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP): En primera instancia promovido por Irlanda, regulaba la posición de los Estados Unidos, la Unión Soviética, el Reino Unido, Francia y China como "Estados Nuclearmente Armados". El resto de países tenían prohibida la posesión, creación o adquisición de armas nucleares u otros artefactos nucleares.
- 1972 - Tratado ABM: Acuerdo bilateral entre Estados Unidos y la Unión Soviética para limitar el uso de misiles balísticos.
- 1972 - 1979 - Acuerdos SALT (SALT I y SALT II): Firmados por los Estados Unidos y la URSS tendentes a limitar la cantidad de armamento nuclear, y que prohibía los ensayos nucleares sobre tierra y en el mar.
- 1973 - Acuerdo de Prevención de Guerra Nuclear:Firmado por los EE. UU. y la URSS que vinculaba a ambas partes a consultarse en situaciones que pudieran desembocar en una guerra nuclear.
La nueva Guerra Fría
En 1975 los Acuerdos de Helsinki fueron firmados por 33 estados europeos incluidos la URSS (así como por Canadá y Estados Unidos). Los acuerdos debían permitir la cooperación entre los estados, la libre circulación de las personas, y el respeto de los derechos humanos.
Jimmy Carter
Jimmy Carter llegó a la presidencia en 1977 y tanto en su campaña electoral como en los primeros meses de su mandato trató de desmarcase de los crímenes del trío Nixon-Ford-Kissinger. El elemento central de la nueva política exterior norteamericana debía ser la defensa de los derechos humanos. La cínica política mantenida en América Latina por tantos años en los que Washington no había dudado en apoyar a brutales dictaduras subyacía bajo esta nueva preocupación. Tras arduas negociaciones consiguió que el Senado aprobara en 1977 el acuerdo para retornar a Panamá, en el año 2000, la soberanía del Canal. Su administración, sin embargo, terminó contemporizando con los gobiernos genocidas de El Salvador y Nicaragua y maniobrando con las dictaduras sangrientas de Argentina, Brasil, Chile, Bolivia, Paraguay, Honduras y Haití.
En 1978, contempló su mayor éxito diplomático: la firma de los Acuerdos de Camp David por parte de Menajem Begin, primer ministro de Israel, y Anuar el Sadat, presidente de Egipto. Sus éxitos culminaban en 1979 con el establecimiento de relaciones diplomáticas entre EE.UU. y la República Popular de China y la firma en junio de 1979 en una cumbre con Breznev en Viena de los Acuerdos SALT II.
Durante su mandato la invasión soviética de Afganistán fue el acontecimiento clave que precipitó una nueva fase en la política internacional y en la guerra fría. En la lucha de los afganos contra la ocupación soviética, Osama Bin Laden cooperó con Estados Unidos, pero el mundo suponía que en su lucha contra la invasión extranjera aceptó el apoyo de Estados Unidos y la OTAN como una necesidad.
La reacción de Carter fue inmediata. Congeló el debate en el Senado de los Acuerdos SALT II, anunció una drástica reducción de venta de grano y de productos de alta tecnología a la URSS, y, viendo en la invasión de Afganistán una amenaza en una región tan sensible como la del Golfo Pérsico anunció lo que se vino a denominar la Doctrina Carter: "el uso de la fuerza militar cuando sea necesario resistir cualquier ataque hostil que impida el flujo de petróleo del Medio Oriente".
El boicoteo de los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980, al que la URSS y sus aliados contestarían no acudiendo a los Juegos de Los Ángeles en 1984 fue el triste resultado en el terreno deportivo de esta agudización de las tensiones entre los bloques.
Ronald Reagan
Ronald Reagan fue presidente de Estados Unidos entre 1981 y 1989. Fue ultraconservador y en su fobia anticomunista apoyó a la dictadura militar de El Salvador, la represión en Guatemala, los grupos de extrema derecha en Nicaragua y las dictaduras militares de Chile y Argentina, y urdió la invasión contra Granada.
Su postura quedó definida en su célebre discurso pronunciado el 8 de junio de 1982 en la Cámara de los Comunes británica durante una visita a una Gran Bretaña dirigida por una política muy próxima a sus puntos de vista: Margaret Thatcher. En ese discurso el presidente norteamericano calificó a la URSS lisa y llanamente de "Imperio del Mal".
Sin reparar en el enorme déficit con el que tuvo que cargar la administración norteamericana, Reagan se lanzó al mayor rearme de la historia de su país desde la Segunda Guerra Mundial. Este programa de rearme tuvo dos elementos clave: el mantenimiento de la "doble decisión" adoptada en 1979 por la OTAN desplegando los denominados "euromisiles" en Europa occidental a partir de 1983, y su propuesta, también en 1983, de la Iniciativa de Defensa Estratégica que de llevarse a cabo hubiera significado el fin del "equilibrio del terror" y la posibilidad para EE.UU. de ganar una guerra nuclear.
Junto a la política de rearme, la nueva administración lanzó lo que se vino en denominar Doctrina Reagan, calificada por algunos críticos como “razonamiento pobre para un anticomunismo simplista”.
Puso de manifiesto la necesidad de revertir lo que se percibía como una continua expansión de la influencia soviética durante los 70 en el Tercer Mundo: Centroamérica, África y Asia. Era en estas zonas donde debía golpear el “músculo militar americano”, tal como Reagan lo llamó. Los denominados “gobiernos agentes y delegados del comunismo”, entre los que se encontraban Angola, Etiopía, Mozambique, Yemen del Sur, Libia, Afganistán, Viet Nam, Nicaragua y Cuba, fueron objetivos principales de esta ofensiva política y militar.
Para Reagan, el fracaso en Viet Nam había paralizado las iniciativas estadounidenses. EE.UU, debía impulsar una “revolución democrática en el Tercer Mundo” con el apoyo directo a fuerzas anticomunistas. Con ello se fomentaron las llamadas guerras de baja intensidad y se apeló a nuevas modalidades de la guerra sucia.
Todo instrumento fue válido para dicha doctrina: la US Navy, el Marine Corps, la CIA, los Contras, también se usaron bloqueos navales, embargos económicos, coacciones diplomáticas, minados de puertos y aislamientos políticos.
La Contra Nicaragüense
En Noviembre de 1981, la administración Ronald Reagan inició su guerra contra el sandinismo y autorizó a la CIA 19,5 millones de dólares para crear la Contra, fuerza paramilitar, compuesta básicamente de antiguos miembros de la Guardia Nacional de la derrocada dictadura de Anastasio Somoza Debayle. La CIA, con ayuda de agentes argentinos, puso en marcha campos de adiestramiento en el territorio de Honduras y suministró alimentos, ropa, armas y supervisión a los Contras.
En 1982, el Presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara, Edward P. Boland, presentó una enmienda a la Factura de Defensa de los Presupuestos para el año fiscal 1983 que limitaba la ayuda financiera de Estados Unidos a la Contra. Esta enmienda prohibía a la CIA utilizar ningún dinero «para el propósito de derrocar el gobierno de Nicaragua». Aún así, el Congreso autorizó la ayuda a esta organización con 24 millones de dólares para el año de 1984.
En 1984 se supo que la CIA había tomado parte en el minado de puertos nicaragüenses sin notificarlo de forma adecuada al Congreso y este aprobó una versión más dura de la Enmienda Boland que prohibió a la CIA, al Departamento de Defensa y a cualquier otra agencia estadounidense involucrada en actividades de inteligencia proporcionar ningún apoyo a operaciones militares y paramilitares en Nicaragua.
En 1985, varios funcionarios del gobierno se implicaron en un plan para vender secretamente armas a Irán, a cambio de la liberación de los siete americanos retenidos por simpatizantes iraníes en Líbano, con la intención de hacer virar la política exterior de Irán en una dirección más prooccidental. Israel actuó en principio como intermediario de los envíos de armas. Aunque este plan violaba el Acta de Control de Exportación de Armas, un embargo armamentístico contra Irán, y la política estadounidense de no tratar con gobiernos que apoyasen el terrorismo internacional, Ronald Reagan dio su autorización para que McFarlane procediera a la venta de las armas. Los beneficios excedieron a lo esperado, y en 1986, North desarrolló un plan para desviar millones de dólares a la financiación de la Contra, un movimiento aprobado por el sucesor de McFarlane, John Poindexter.
En 1986, fue derribado un avión de carga sobre la selva nicaragüense. Un pasajero americano que saltó en paracaídas y cayó en manos de los sandinistas reveló que el avión formaba parte de una operación de suministro de armas a la Contra dirigida por Estados Unidos.
El presidente norteamericano dijo públicamente que el gobierno de Estados Unidos no tenía conexión con el avión derribado. Un mes más tarde, el diario libanés Al-Shiraa expuso el comercio secreto de armas con Irán.
Dossier Farewell
El Dossier Farewell, fue una operación ejecutada por la administración Reagan contra la Unión Soviética. En pocas palabras podría resumirse el asunto: desde principios de la década del 80, los Estados Unidos ya eran capaces de introducir códigos espías en los software que compraba la URSS, para manipularlos a distancia.
El 19 de julio de 1981, cuando Reagan se reunió con el presidente François Mitterrand, de Francia, en la cumbre económica del G‑7 en Ottawa, en una conversación aparte, Mitterrand le informó a Reagan acerca del éxito de sus servicios de Inteligencia al reclutar a un agente de la KGB. El hombre pertenecía a una sección que evaluaba los logros de los esfuerzos soviéticos para adquirir tecnología de Occidente. Reagan expresó gran interés en las delicadas revelaciones de Mitterrand y también su agradecimiento por su oferta de hacerle llegar el material al gobierno de Estados Unidos.
El dossier, bajo el nombre de Farewell, llegó a la CIA en agosto de 1981. Dejaba claro que los soviéticos llevaban años realizando sus actividades de investigación y desarrollo. Dada la enorme transferencia de tecnología en radares, computadoras, máquinas-herramientas y semiconductores de Estados Unidos a la Unión Soviética, podría decirse que el Pentágono estaba en una carrera armamentista consigo mismo.
El Dossier Farewell también identificaba a cientos de oficiales de casos, agentes en sus puestos y otros suministradores de información a través de Occidente y Japón. Durante los primeros años de la distensión, Estados Unidos y la Unión Soviética habían establecido grupos de trabajo en agricultura, aviación civil, energía nuclear, oceanografía, computadoras y medio ambiente. Aparte de la identificación de agentes, la información más útil aportada por el Dossier la constituía la “lista de compras” y sus objetivos en cuanto a la adquisición de tecnología en los años venideros. Cuando el Dossier Farewell llegó a Washington, Reagan le pidió al Director de la CIA, Bill Casey, que ideara un uso operativo clandestino del material.
La producción y transporte de petróleo y gas era una de las prioridades soviéticas. Un nuevo gasoducto transiberiano debía llevar gas natural desde los yacimientos de gas de Urengoi en Siberia a través de Kazajstán, Rusia y Europa oriental hasta los mercados de divisas de Occidente. Para automatizar la operación de válvulas, compresores e instalaciones de almacenaje en una empresa tan inmensa, los soviéticos necesitaban sistemas de control sofisticados. Compraron computadoras de los primeros modelos en el mercado abierto, pero cuando las autoridades del gasoducto abordaron a Estados Unidos para adquirir el software necesario, fueron rechazados. Los soviéticos buscaron en otra parte; se envió un operativo de la KGB a penetrar un proveedor canadiense de softwares en un intento por adquirir los códigos necesarios. La inteligencia estadounidense, avisada por el agente del Dossier Farewell, respondió y manipuló el software antes de enviarlo.
En el software que operaba el gasoducto había un caballo de Troya, término que se usa para calificar líneas de software ocultas en el sistema operativo normal, que hacen que dicho sistema se descontrole en el futuro, o al recibir una orden desde el exterior.
La manipulación maliciosa de las velocidades de las bombas y los ajustes de las válvulas dejaron como resultado la más colosal explosión no nuclear e incendio jamás vistos desde el espacio. La campaña de contramedidas basadas en el Dossier Farewell fue una guerra económica. Aunque no hubo bajas personales debido a la explosión del gasoducto, hubo un daño significativo para la economía soviética.
Guerra de las Galaxias
Consta en documentos ya publicados que Mijail Gorbachov se enfureció cuando comenzaron los arrestos y deportaciones de agentes soviéticos en varios países, pues desconocía que el contenido del Dossier Farewell estaba en poder de los principales jefes de gobierno de la OTAN.
El presidente Ronald Reagan jugaba entonces su carta de triunfo: la Iniciativa de Defensa Estratégica/Guerra de las Galaxias. Sabía que los soviéticos no podían competir contra ella, porque no podían sospechar que su industria electrónica estaba infectada con virus y caballos de Troya colocados allí por la comunidad de Inteligencia de Estados Unidos. Margaret Thatcher publicó en sus memorias que todo el plan de Reagan relacionado con la Guerra de las Galaxias y la intención de hacer colapsar económicamente a la Unión Soviética fue el plan más brillante de esa administración, y que condujo definitivamente al derrumbe del socialismo en Europa.
Reagan cambió la política militar en lo referente a la carrera armamentística. En lugar de aumentar el número de armas nucleares, se optó por crear nuevos misiles más precisos y potentes. También se decidió desarrollar una serie de escudos contra las armas nucleares enemigas, lo que suponía cambiar del ataque como único camino, a una defensa que dejara al enemigo sin armas de destrucción masiva.
Por el otro se potenció la carrera espacial con la finalización del Transbordador espacial, si bien es verdad que nunca se llegaron a igualar los presupuestos destinados a la NASA en tiempos del Programa Apolo.
Perestroika y Glasnost
En 1984, el entonces secretario general de la URSS, Mijaíl Gorbachov da comienzo a su política de Perestroika y de Glásnost
La Perestroika fue un proceso de reformas económicas realizada en la URSS a fines de la década del 80. Aprobada en el pleno del CC del PCUS en 1985 para rescatar al Estado del colapso económico. Tenía como objetivos:
- Descentralizar la gestión.
- Permitir autonomía local y autogestión.
- Reducir el alcoholismo y el ausentismo laboral.
- Permitir a las empresas tomar decisiones sin consultar a las autoridades políticas.
- Fomentar la creación de empresas privadas.
El Glasnost (que en ruso significa transparencia), pretendía dar una visión democrática de la política informativa, y en realidad desacreditó la historia y las grandes personalidades del pasado socialista.
El fin de la Guerra Fría
Al pulso tecnológico lanzado por Reagan y seguido por George H. W. Bush, Gorbachov trató de responder con un escudo parecido y un nuevo paso en la carrera espacial donde el Cohete Energía y la Lanzadera Buran fueron sus máximos exponentes. Pero la superioridad de la economía estadounidense (la Administración Reagan gastó 3.000 millones de dólares solo en el desarrollo conceptual del escudo antimisil) hicieron los objetivos inalcanzables lesionando aún más la ya delicada situación económica soviética.
Gorbachov comenzó a aplicar cambios significativos en la economía, la Perestroika y la política Glásnost desatando fuerzas oportunistas que con el aliento de Occidente trabajaron por desintegrar la URSS y el regreso de sus miembros -especialmente Rusia- al capitalismo. El alejamiento del Partido Comunista y su dirección de los trabajadores favoreció este proceso.
La nueva actitud del líder soviético encontró una voluntad negociadora por parte de Reagan y la administración norteamericana. Tras el primer encuentro en Ginebra en 1985 y el fracaso de la cumbre en Reikiavik en octubre de 1986, los acuerdos y las medidas de distensión se sucedieron:
- En diciembre de 1987, los dos líderes firmaron el Tratado de Washington, que preveía la destrucción de las armas nucleares de corto y medio alcance. Era el fin de los SS-20 soviéticos y los euromisiles (Pershing y Crucero). Por primera vez, las dos superpotencias firmaban un acuerdo que no limitaba sino que eliminaba de forma verificada armas nucleares.
- Las negociaciones START (Strategic Arms Reduction Talks), mientras tanto, avanzaron de forma significativa a lo largo de 1988. Por primera vez, se planteaba de una forma seria la reducción de las armas nucleares estratégicas. *En junio de 1988, Gorbachov y Reagan mantuvieron un encuentro en la cumbre en Moscú en el que prosiguieron las conversaciones. Fruto de esas negociaciones fue la firma del Tratado START en julio de 1991 por parte de un Gorbachov al que le quedaban pocos meses en el Kremlin y un George Bush que había sustituido en la presidencia a Reagan. E
- Gorbachov no sólo planteó el desarme nuclear sino que, empeñado en acelerar el proceso de distensión, anunció en diciembre de 1988 ante las Naciones Unidas una reducción unilateral de 500.000 hombres en las fuerzas armadas soviéticas y la retirada de tropas y carros de combate de la Europa Oriental. Pocos meses después, en marzo de 1989 se iniciaron en Viena conversaciones para la reducción de fuerzas convencionales en Europa que culminarían con un acuerdo firmado en Ottawa en febrero de 1990 por los ministros de asuntos exteriores de los países miembros de la OTAN y el Pacto de Varsovia.
El movimiento que definitivamente derrumbó la URSS vino de Rusia, la nación que había construido el imperio zarista, antecesor del estado soviético. En mayo de 1990, Borís Yeltsin, quien había sido expulsado del PCUS en 1987, fue elegido presidente del Parlamento ruso. Desde esa posición de poder, Yeltsin impulsó medidas que precipitaron el fin de la Unión Soviética.
Impotente y abandonado por casi todos, Gorbachov dimitió como Presidente de la URSS el día 25 de diciembre de 1991. La bandera roja soviética era arriada en el Kremlin de Moscú, la bandera rusa la sustituía.
Rusia tomaba el relevo de la URSS en la escena internacional: las embajadas, el puesto permanente en el Consejo de Seguridad y el control del armamento nuclear soviético. Se anunciaba el fin de la Guerra Fría, pero Estados Unidos aprovechó para imponer su hegemonía en un mundo unipolar.
Referencias
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