Tratado de Reciprocidad Comercial de 1903
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Tratado de Reciprocidad Comercial de 1903. Firmado entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, facilitó el control del segundo sobre el mercado interno insular.
Sumario
Historia
Diseño
El 30 de junio de 1902 el ministro de Cuba en Washington, Gonzalo de Quesada, informaba a su gobierno que una comisión designada por el presidente de Estados Unidos, Teodoro Roosevelt, elaboraba un borrador de tratado comercial con Cuba.
Cuatro días después el secretario de Estado norteamericano, John Hay, entregaba a Quesada el proyecto concluido, con lo que se inició un complejo proceso de negociaciones.
Características
El tratado presentado por Estados Unidos era desproporcionado, pues solo concedía a Cuba un 20 % de rebaja de derechos, mientras la administración norteamericana exigía reducciones para sus productos que oscilaban entre el 20 % y el 40 %.
El gobierno cubano dilató la respuesta a su homólogo norteamericano, en un intento por ganar tiempo y elaborar una contrapropuesta fundamentada, pero la cancillería estadounidense presionaba al presidente Tomás Estrada Palma para que se pronunciara al respecto.
Al finalizar noviembre de 1902, cuando la resistencia de la administración cubana se había debilitado notablemente, llegó a La Habana el general Tasker H. Bliss, comisionado para la negociación final del convenio. El tratado se firmó el 11 de diciembre de 1902, y pasó a los senados de los países signatarios con vistas a su ratificación.
El 4 de marzo de 1903 se iniciaron los debates en el Senado cubano, cuya Comisión de Relaciones Exteriores había conocido en audiencia pública las opiniones de las corporaciones económicas, las cuales se habían pronunciado de manera unánime por la ratificación. Entre los adversarios más radicales del tratado estuvieron Salvador Cisneros Betancourt -que lo consideró una derivación de la Enmienda Platt- y Manuel Sanguily Garrite, quien después de fracasar en la búsqueda de una maniobra dilatoria en espera de los resultados de su aprobación por el Senado norteamericano, presentó la pieza oratoria central de la oposición.
Resultados
Los resultados de tal reciprocidad fueron la acentuación del control comercial de EE.UU., así como el estancamiento de nuestro desarrollo agrícola - industrial, dada la invasión de productos norteamericanos a bajos precios y quedaban sentadas las bases para el intercambio desigual, beneficioso solo a una de las partes.
Posición de Sanguily
Los congresistas, por mayoría, y casi todos los demás politiqueros aprobaron la firma del tratado, sin embargo algunos cubanos manifestaron su oposición al convenio por considerarlo lesino para la economía cubana y la autodeterminación del país. Entre ellos se destacó el senador Manuel Sanguily: - “(...) desde el punto de vista de la reciprocidad, el nombre está impropiamente aplicado, porque nosotros recibimos de los EE.UU. el beneficio de un 20%, y ellos reciben, en cambio, de nosotros, una serie de progresivos beneficios (...)” - “(...) todo tratado de comercio envuelve o encubre una cuestión política que inspira y determina sus cláusulas o disposiciones (...)”
Sanguily no solo se limitó a criticar el tratado desigual, a través del cual prácticamente, todo el comercio cubano caería en manos de los EE.UU., sino que además denunció con energía la penetración norteamericana en las principales ramas productivas, la cultura y la vida general del país cuya consecuencia fatal sería la pérdida de la cubanidad, o sea la norteamericanización.
Implicaciones políticas
Sin descuidar el aspecto económico, al cual dedicó agudas observaciones, Sanguily centró su análisis en las implicaciones políticas del tratado, denunciando las relaciones entre el convenio, los trusts estadounidenses y el creciente proceso de apropiación de la Isla por esas entidades.
El ataque a los argumentos de Sanguily provino de Antonio Sánchez de Bustamante, quien sostuvo por su parte que el tratado consolidaría la nación al robustecer su economía y afirmar su personalidad internacional, todo lo cual, en su opinión, disiparía los peligros de la anexión. Sin dar margen a réplica, el presidente del Senado puso a votación la ratificación del tratado, el cual fue aprobado por una mayoría de dieciséis votos contra cinco.
El 19 de marzo siguiente, el Senado de Estados Unidos también aprobó el convenio, en gran medida gracias a las maniobras desarrolladas por el trust refinador de Henry O. Havemeyer con importantes empresas remolacheras. El debate en el Senado cubano se reanudó, toda vez que su homólogo norteamericano había introducido cuatro enmiendas en el texto del convenio.
Una vez más, los senadores Ricardo Dolz y Sánchez de Bustamante defendieron abiertamente la ratificación, mientras que Sanguily encabezaba la oposición. En esa ocasión los antagonistas del tratado ascendieron a nueve, pero volvieron a ser derrotados por mayoría de dos votos.
Aprobación
El tratado tardó en entrar en vigor, pues el Congreso estadounidense no le otorgó su aprobación hasta el mes de Diciembre de 1903. Estuvo vigente hasta el 3 de junio de 1934, fecha en que el Departamento de Estado norteamericano anunció la apertura de negociaciones con Cuba para la concertación de un nuevo tratado comercial.
La concentración casi absoluta de la exportación cubana —en particular, del azúcar— fue el efecto más inmediato del tratado. Entre 1903 y 1909 las exportaciones cubanas se incrementaron en un 30 %, crecimiento verificado por entero en el mercado norteamericano. Al mismo tiempo, las mercaderías de Estados Unidos también se vieron favorecidas por sustanciales rebajas, en detrimento de las importaciones de otros abastecedores.
Enlaces relacionados
- Guerra de los Diez Años.
- Carlos Manuel de Céspedes.
- Asamblea de Guáimaro.
- Manifiesto del 10 de Octubre.
Fuentes
- Enciclopedia de Historia y Cultura Caribeñas (EnCaribe)
- Guerra de los Diez Años. Selección de Historia.
- Lic. Leyva Fajardo, Damián. Instructor Joven Club Puerto Padre V. 2011
- Mecanismos de control