Universo Lípiz Rodríguez
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Universo Lípiz Rodríguez (Matanzas, 1918-2009). Combatiente internacionalista cubano en la guerra civil española, combatiente de filas y guerrillero en la II Guerra Mundial, sobreviviente de cuatro campos de concentración y de dos cárceles fascistas, participante en las luchas contra las dictaduras de Gerardo Machado y Fulgencio Batista, fundador de las milicias revolucionarias, promotor cultural, participante en la Campaña de Alfabetización, combatiente de Playa Girón y de la Lucha contra Bandidos.
Sumario
El entorno familiar
Su familia fue siempre revolucionaria, y casi todos fueron combatientes, en España y en Cuba. Raúl Roa dijo en cierta ocasión: “Lípiz no es un apellido, es una institución revolucionaria”. Llevar el apellido Lípiz era tener un pasaporte para la cárcel o para el exilio.
En 1907 llegaron sus padres a Cuba, ambos eran castellanos, ella de Zamora y él de Valladolid. No eran los típicos inmigrantes españoles que venían a las antiguas colonias a tratar de mejorar su situación económica, o por lo menos a tratar de ganarse el pan como sea: ellos emigraron a Cuba por motivos políticos. Su mamá, Emilia Rodríguez, fue una valiente luchadora revolucionaria, en una época en que raramente las mujeres intervenían en política. Participó en el Primer Congreso Obrero efectuado en nuestro país.
Su papá, Vicente Lípiz, era anarquista y tuvo participación en la I República Española. Fue colaborador de Francisco Ferrer Guardia, un líder anarquista que fusilaron en el castillo de Montjuïc, en Barcelona, y de Pablo Iglesias, uno de los fundadores del Partido Socialista Obrero Español y de la Unión General de Trabajadores. En Cuba comenzó a participar en las luchas por las reivindicaciones sociales y económicas, y como consecuencia de ello en 1913 el gobierno lo expulsa del país por su participación en el movimiento obrero, regresando en 1918 debido a una amnistía otorgada al concluir la I Guerra Mundial.
La familia se estableció en el barrio de Pueblo Nuevo, Matanzas, donde nació Universo Lípiz el 6 de noviembre de 1918, el más pequeño de sus cinco hermanos: Vicente, Graciano, Progreso, Armonía y Ofelia. En su casa se reunían anarquistas, obreros, comunistas, teosofistas, espiritistas, intelectuales. Julio Antonio Mella se hospedaba y se encontraba regularmente en su casa con sus seguidores cuando visitaba Matanzas. En este entorno, desde muy pequeño comenzó a interesarse por entender las diversas ideas políticas, impulsado por su padre, y con el ejemplo de casi toda la familia.
Infancia bajo el machadato: primeras acciones
Su infancia coincidió con el inicio del machadato: Gerardo Machado fue electo presidente en 1924 y pronto su gobierno se convirtió en una feroz dictadura. En 1932 Lípiz estaba haciendo la preparatoria para el bachillerato y comenzó a participar en acciones callejeras con un grupo revolucionario de los estudiantes. En ese año su padre, su madre, y sus hermanos Armonía y Graciano cayeron presos por sus luchas revolucionarias y los recluyeron, a los hombres en el Castillo del Príncipe, en La Habana, y a las mujeres en la cárcel de Guanabacoa. Universo, casi un niño aún, los visitaba en el presidio: ellos le entregaban papeles subversivos escritos a mano, instrucciones, proclamas, y él se encargaba de sacarlos de la cárcel y llevárselos a las personas que le indicaban.
Exilio en España: incorporación a las luchas revolucionarias
La familia fue liberada para ser todos expulsados del país por sus actividades revolucionarias y llegaron a Barcelona a finales de 1932. Las autoridades, conocedoras de su expediente subversivo de terroristas, anarquistas y comunistas, metieron a su papá y su hermano Graciano en la Cárcel Modelo, y a su madre y hermana las enviaron para la Cárcel de Mujeres. A Universo para un reformatorio. Meses después, gracias a la presión de los anarquistas fueron liberados.
España se hallaba en ebullición. En 1931 se había proclamado la República Española, integrada por la izquierda, que trata de implantar una política de alto contenido social, pero que poco pudo hacer en la práctica. En 1933 cae el gobierno progresista, que pasa a manos de los conservadores, intensificándose la actividad revolucionaria, en la que participaba activamente Universo Lípiz en unión de su familia, especialmente en las protestas obreras y revolucionarias barcelonesas.
En 1936 le entregaron el carné de militante de las Juventudes Libertarias, organización juvenil de la Federación Anarquista Ibérica. En julio de ese año comienza la Guerra Civil, un pronunciamiento netamente reaccionario, debido al levantamiento de Francisco Franco.
Combatiente contra el fascismo
Lípiz, a igual que los demás elementos progresistas, se dieron cuenta rápidamente de que había que defender la república con lo que fuera. Se agruparon como pudieron y comenzaron la lucha. La primera acción militar en que participó fue la toma del cuartel de Atarazanas, en la periferia de la ciudad de Barcelona, para ocupar las armas allí depositadas. Casi comenzó su incorporación a la guerra cayendo herido en la toma de la Compañía Telefónica barcelonesa. La ciudad quedó en manos de los trabajadores. Después se incorporó formalmente a la columna de Buenaventura Durruti, que después fue el general que mandara la legendaria 26 División. La primera acción de la División fue partir para el Frente de Aragón, para atacar a Zaragoza, en manos de los franquistas. Durruti le encargó el mando de la I Compañía del IV Batallón de la 26 División, con el grado de teniente. Tenía solamente diecisiete años y ya estaba mandando gente mucho mayor que él.
Esta marcha hasta Zaragoza fue de dos o tres meses peleando contra los fascistas: uno de los principales combates en que participó en estas primeras acciones fue el de Mollerusa. Pero no pudieron tomar la ciudad. Entonces fue enviado a pasar un breve curso de oficiales en el castillo de Montjuïc, en Barcelona, con instructores soviéticos. En esos meses se empezaron a delimitar los frentes, pues ya había más organización. Su División se estableció en el frente del este, el llamado frente de Aragón, pero la guerra empeoraba. La primera batalla importante en que participó en Aragón fue la de Brunete: veinticinco días de combate para pasar el río Ebro. Ya la situación de Madrid era muy grave, todo estaba concentrado contra la capital republicana. En agosto de 1937 lograron tomar Belchite, al sur de Zaragoza.
En 1938 seguían combatiendo sin tregua, pero el enemigo avanzaba. Comenzó entonces lo que se denomina la Batalla del Ebro, que la historia recoge como “el último gran combate de la Guerra Civil Española, el más cruento y decisivo”. Fueron cuatro meses de lucha, entre julio y de noviembre de ese año, en las zonas de los límites con la provincia de Tarragona, siempre en las inmediaciones del río Ebro. El principal jefe militar de los republicanos en esa batalla fue Enrique Líster. Pero la defensa en el Ebro no pudo sostenerse, los fascistas atacaron salvajemente y en noviembre de 1938 fue evidente para los republicanos que habían perdido esa región.
Al frente de su I Compañía Lípiz participó en la fase final de la Batalla de Madrid, se libraron encarnizadas acciones la batalla del Puente de Toledo, que era una posición estratégica para el acceso de las tropas enemigas a la ciudad. Pero su acción más importante durante la defensa de Madrid fue la defensa de la Ciudad Universitaria. La resistencia de los revolucionarios a los brutales asaltos fascistas fue increíble. Los republicanos, los brigadistas internacionales, la población civil, todos se defendieron heroicamente.
Transcurrió así un mes. En un contraataque por parte de los fascistas en la Ciudad Universitaria, cayó gravemente herido de nuevo, esta vez en el pecho por la explosión de un obús. Estando hospitalizado en Tarrasa, cerca de Madrid, la situación ya era dificilísima, los fascistas estaban avanzando sobre Cataluña. Trató de incorporarse de nuevo a su División, pero cayó preso por los fascistas. Se escapó en enero de 1939; la causa republicana estaba dando sus últimos estertores. Después de la fuga reanudó el contacto con algunas unidades republicanas, que se dedicaban a organizar la retirada. Le dieron la misión, junto a otros combatientes, de proteger a las caravanas de niños, mujeres y ancianos que cruzaban la frontera en busca de protección en Francia.
En los campos de concentración
Pasó la frontera francesa en marzo de 1939 por Los Pirineos. Las autoridades francesas, que ya colaboraban con el fascismo, lo metieron, junto a otros oficiales que iban con él, en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer, en la costa del Mediterráneo. El tratamiento fue brutal. No había edificaciones y debían guarecerse de la lluvia y el frío con ramas, cartones y chapas de metal. Un mes después, cuando conocieron que era un oficial republicano, lo trasladaron al campo de Le Barcarès, más riguroso todavía. En agosto de 1939 fue trasladado al campo de concentración de Gurs, lejos hacia el oeste, cerca de la costa del Atlántico, pero también cerca de la frontera española. Había prisioneros de varias nacionalidades.
Los españoles se enteraron de que los ingleses tenían tropas en el norte de Francia, y que su comandancia estaba en Lyon. Lípiz se fugó junto con dos compañeros y de una forma u otra llegaron hasta Lyon, donde se incorporaron a las tropas inglesas como voluntarios, en lo que llamaban “Batallones de Marcha”, aunque no era para marchar, sino para construir o reacondicionar instalaciones militares. A principios de 1940 los mandaron para cerca de la Línea Maginot francesa, a fortificar un río llamado Sambre, en la frontera con Bélgica. Los alemanes iniciaron la ocupación de Francia sin atacar la Línea Maginot, y los ingleses se retiraron, dejando en territorio ya enemigo a los voluntarios extranjeros.
Lípiz, con el grado de teniente, participó en la organización de un grupo de guerrilleros para combatir en territorio francés a los ocupantes alemanes, pero carecían de armas y abastecimientos. En 1941, junto con su grupo, de unos doce compañeros, fue atrapado por la Gestapo. Los enviaron para el campo de concentración de Saint Cyprien, en el sudoeste de Francia, y después fueron trasladados al de Dachau, cerca de Munich, en Alemania. La situación era extremadamente difícil, pues Dachau era un campo de exterminio, el más siniestro de los nazis.
Pero junto con otros dos cubanos, Daniel Espino y Manuel Martín Lavandero, lograron lo imposible: se fugaron a comienzos de 1942 de ese campo altamente protegido. Atravesaron, caminando y escondiéndose, todo el territorio alemán, en plena guerra, y penetraron en Francia. Hambrientos, en un riguroso invierno, y extenuados, lograron hacer contacto con los guerrilleros franceses. A él y otro compañero los trasladaron a Nantes, en la costa atlántica, territorio ocupado por los alemanes. Ayudados por el movimiento clandestino, atravesaron de nuevo el país desde el noroeste hasta el sudoeste, salieron de la zona ocupada y llegaron a Marsella, que estaba en la zona del gobierno colaboracionista de Petain, en marzo de 1942. A fines de ese año Lípiz logró pasar la frontera española, cayendo en manos de la Guardia Civil franquista, que lo recluyeron en la cárcel Modelo de Barcelona.
Lípiz contaba que su vivencia más dramática en la Guerra Civil Española fue “...el bombardeo de los alemanes a una colonia infantil en Barcelona, donde había más de 300 niños. Decenas de madres buscando a sus pequeños entre los escombros, tratando de hallar un zapato, un lazo, algún detalle que permitiera encontrar sus cuerpos...” Y en el campo de concentración de Dachau, su experiencia más terrible “...fue una mañana en que nos aproximamos a la alambrada para ver una fila de judíos que llevaban a la cámara de exterminio. Entre ellos una madre con su pequeña hija tomada del brazo. La niña me miró, y alzó su mano para decirme adiós..." "Aunque nos duela, debemos recordarlo, y contarlo a los hijos, a los nietos, para que la humanidad jamás olvide esos crímenes horrendos..."
De nuevo en Cuba
Por una gestión de un funcionario del gobierno cubano fue repatriado a Cuba a fines de 1943. Se estableció como fotógrafo, pero pronto se vinculó a algunos grupos armados, la mayoría formados por cubanos excombatientes de la guerra civil española. Una de las acciones en que participó fue la fracasada invasión antitrujillista, cuyo grupo principal fue atrapado por el ejército cubano en Cayo Confites. Un tiempo después se separó de ellos al evidenciarse sus actividades gangsteriles.
Tras la muerte de Eduardo Chibás en 1950, Lípiz se vinculó al Partido Ortodoxo, participando con Conchita Fernández en el Comité del Partido en Matanzas. Tuvo la tarea de publicar en esa ciudad un periódico que se llamó “El Aldabonazo”. En 1952 se produjo el golpe militar de Fulgencio Batista. Tras el asalto al Cuartel Moncada en 1953, comenzó a vincularse al Movimiento Revolucionario 26 de Julio, siéndole encomendadas numerosas acciones clandestinas, que cumplía a cabalidad por su experiencia en la contienda española.
Combatiente de la revolución
El 1 de enero de 1959 su primera acción con la triunfante la Revolución fue participar con los milicianos del Movimiento 26 de Julio en la toma del Regimiento Goicuría de Matanzas. Como era fotógrafo profesional lo nombraron responsable del Frente de Fotografía Revolucionaria. Le encargaron especialmente tomar fotografías de los juicios revolucionarios. Esa fue su tarea principal toda esa primera etapa. Poco después comenzó a participar en un grupo que se integró para suprimir la contrarrevolución, pues entonces no había ningún aparato que se ocupara de esa actividad. Ese fue el embrión de la actual Seguridad del Estado. En 1960 lo nombraron secretario de Relaciones Públicas del Ministerio de Obras Públicas y también participó como jefe del Grupo Provincial de Apoyo a las Milicias Nacionales Revolucionarias, con la tarea de organizar las milicias.
Lípiz contaba que “…cuando el ataque mercenario de Playa Girón en 1961 llamé a la dirección del MICONS para recibir instrucciones, al capitán Gerardo Noguera, quien era jefe de las Milicias en Matanzas, y a Cisneros, de la seguridad, quienes me encomendaron varias misiones. Una de ellas fue organizar un grupo de camiones tanques para trasladar combustible desde la refinería Ñico López hasta el frente de combate, en Ciénaga de Zapata... Después me encomendaron requisar vehículos que pudieran utilizarse como ambulancias y enviarlos urgentemente para el Central Australia, y yo me fui al frente de esos medios... Allí me incorporé a la columna de Efigenio Ameijeiras, participando en varios combates que concluyeron con la victoria de las tropas cubanas y en la posterior captura de los invasores”.
En opinión del veterano combatiente la acción más difícil fue la librada para desalojar a los mercenarios del poblado de Pálpite, lo cual no se pudo lograr hasta que arribaron los alumnos de la Escuela Formadora de Oficiales de Milicias. Ese día presenció uno de los episodios más horribles: "...Fueron aquellos compañeros, jóvenes la mayoría, que resultaron alcanzados por el napalm lanzado por los aviones yanquis, algo increíble, con sus ropas y carnes horriblemente quemadas pero deseosos de seguir luchando, porque no sentían dolor, y la mayoría de ellos murieron horas después...”
Después de Girón continuó en su cargo en Obras Públicas, participando especialmente en la aplicación de la Ley de Reforma Urbana. En ese año se intensificó la lucha contra los mercenarios alzados, etapa conocida como “La limpia del Escambray”. Los mercenarios pululaban por las lomas, cometían mil crímenes y abusos armados y aupados por los norteamericanos, y los milicianos se jugaban la vida para atraparlos. Como no fue destinado a participar en esta contienda se presentó allí por la libre y se incorporó a un batallón del Ejército Rebelde, hasta que finalizaron los combates con la captura del último mercenario.
Cuando se acabó la limpia del Escambray lo nombraron responsable de la Junta de Control e Inspección en Matanzas (JUCEI), una especie de Poder Popular. Tuvo varias tareas encomendadas y atendidas directamente por el Che Guevara, entonces Ministro de Industrias.
En la Campaña de Alfabetización su misión consistió en participar en la organización de los brigadistas que se concentraban en Varadero, allí se les instruía, se les daba la ropa y el farol y se les enviaba a los lugares del país donde debían alfabetizar. Después de la campaña lo nombraron responsable de cultura a nivel provincial. Comenzó a crear las Casas de Cultura, coordinar los talleres literarios, la prensa, las bibliotecas, los museos, organizar actividades culturales, actividad en la que pasó varios años. También tuvo secciones periodísticas fijas, y como era fotógrafo publicaba en la revista Bohemia una sección sobre lugares históricos del país.
Posteriormente Universo Lípiz continuó participando en todas las actividades de la Revolución hasta su fallecimiento el 14 de agosto de 2009 en su querida ciudad de Matanzas. Era en esos momentos el último combatiente internacionalista matancero sobreviviente de la Guerra Civil Española.
Fuentes
Arcadio Ríos. Fuego en la sangre. Vida de Universo Lípiz. Ediciones Matanzas. 2002.