Tercera edad
La tercera edad o vejez es un término antropológico que hace referencia a las últimas décadas de la vida, en la que la persona se aproxima a la edad máxima que un ser humano puede vivir.
En esta etapa del ciclo vital, se presenta un declive de todas aquellas estructuras que se habían desarrollado en las etapas anteriores, con lo que se dan cambios a nivel físico, cognitivo, emocional y social.
A pesar que esta fase tiene un punto final claro (la muerte), la edad de inicio no se encuentra establecida específicamente, puesto que no todos los individuos envejecen de la misma manera. No obstante, debido que la edad biológica es un indicador del estado real del cuerpo, se considera que se trata de un grupo de la población que tiene 65 años de edad o más.
Una persona se convierte en «persona mayor» según la opinión social, y según la cultura donde se desenvuelve la persona anciana. Hasta hace pocas décadas, la cultura tenía mayoritariamente a estimular para la vejez el sentimiento de soledad, la segregación y alejamiento del resto de la sociedad, el abandono de la vida sexual y de pareja, y el final de la propia funcionalidad e integración social del anciano.
Sumario
- 1 Metas de salud para los años tardíos
- 2 Principales problemas de salud a estas edades
- 3 Enfermedades sistémicas generales y discapacidades
- 4 Factores de riesgo de las causas de muerte y discapacidad
- 5 Principales causas de discapacidad por enfermedades no transmisibles
- 6 Acción comunitaria para ciudadanos de la tercera edad
- 7 Gerontología
- 8 Consecuencias
- 9 Problemas en los países industrializados
- 10 Instituciones al servicio de la ancianidad
- 11 Factores importantes en ésta etapa
- 12 Véase también
- 13 Fuentes
Metas de salud para los años tardíos
A nivel mundial, el segmento de la población que está experimentando un crecimiento más rápido es el más viejo. La proporción de centenarios es la que más rápido crece en la población, seguida del grupo de 80 a 99 años de edad. De hecho, a lo largo de la historia humana, muy pocas personas llegaban a esas edades.
Con el tiempo, al eliminar las principales epidemias de enfermedades infecciosas, el número de ancianos comenzó a ascender.
Hoy, gracias a los extraordinarios progresos de la ciencia médica, sobre todo en el campo de la farmacología, los ciudadanos de la tercera edad se han convertido en un grupo de gran importancia. Se prevé que en el siglo XXI, la creciente población de personas mayores de 75 años ―los ancianos―, con su enorme consumo de servicios médicos, requerirán cada vez más recursos económicos y recursos médicos tanto en los países desarrollados como en los que se encuentran en vías de desarrollo.
El campo médico de la gerontología se esfuerza en seguir el ritmo de esta transición demográfica.
En los estudios de campo, los gerontólogos y geriatras demuestran que muchas de nuestras creencias de "sentido común" y larga tradición sobre los viejos y el envejecimiento están totalmente equivocadas.
Cuanto más anciano es un grupo de personas, mayor variedad muestran sus integrantes. De hecho, las variaciones del funcionamiento físico, mental y social son mayores entre los ancianos que en cualquier otro grupo de edad.
El deterioro funcional que acompaña al envejecimiento puede posponerse manteniendo una vida física, mental y social activa. Por tanto, el objetivo de los programas de promoción de la salud dirigidos a las personas de edad avanzada no consiste en prolongar la vida indefinidamente, sino, ante todo, en dar la mejor vida posible a los años que le quedan a cada persona.
Una manera de contribuir a disminuir el gran consumo de recursos de salud de la población anciana consiste en reducir en lo posible el período de morbilidad terminal. Para ello hay que mantener a las personas lo más activas posible y capaces de cuidarse a sí mismas casi hasta su muerte. Con ello, disminuirá la duración, aunque no necesariamente la intensidad, de la atención médica que necesitan.
Por otra parte, se reducirá evidentemente el sufrimiento y se combatirá la sensación de deterioro de los ancianos y de los familiares que los cuidan.
Dados los muchos problemas de los niños y jóvenes de hoy, la tarea de los abuelos —incluso como trabajo no remunerado— podría ser uno de los mayores regalos sociales y económicos que la persona puede dar a su comunidad. Se puede pensar en ejemplos adicionales. Los beneficios psicológicos, sociales y culturales que pueden proporcionar los residentes más ancianos de la comunidad apenas si han empezado a descubrirse.
Principales problemas de salud a estas edades
La esperanza de vida es la edad hasta la que sobrevive el individuo medio (en términos de edad) de una cohorte de población. Puesto que casi todos los países económicamente desarrollados tienen esperanzas de vida al nacer superiores a 65 años, más de la mitad de todas las muertes se producen a los 65 años o después.
Así pues, las causas de muerte en este estrato de edad dominan el total de causas del país. Ello significa que es imprescindible estudiar las causas de muerte y discapacidad de cada etapa de la vida por separado a fin de orientar los esfuerzos de prevención en etapas anteriores del ciclo vital.
Por tanto, no sorprende que las tasas brutas de mortalidad de los países, que dependen en gran medida de las muertes de los ancianos, muestren que las enfermedades cardiovasculares, las enfermedades cerebrovasculares, las neoplasias malignas, las enfermedades obstructivas del pulmón y las neumonías son las principales causas de muerte en casi todas las regiones del mundo, tanto en los países económicamente evolucionados como en los que todavía se encuentran en las primeras etapas de su evolución económica.
La mortalidad se acelera a medida que transcurren los decenios de la vida. A partir de los 25 a 34 años de edad, las tasas de mortalidad por todas las causas se duplican con cada decenio sucesivo, tanto en los hombres como en las mujeres, en casi todos los países. En cada decenio, las tasas de mortalidad de los hombres (por cada 100 000 habitantes) son siempre superiores a las de las mujeres.
El factor multiplicador por decenio es incluso superior para algunas de estas causas.
En casi todos los países, la mortalidad total por enfermedades cardiovasculares es de dos a tres veces mayor a los 65 años que a los 55 y aumenta de nuevo de cuatro a cinco veces a partir de los 75 años. Las tasas de accidentes cerebrovasculares muestran una aceleración similar a partir de los 55 años. El número total de cáncer se duplica entre los 55 y los 65 años y de nuevo después de los 65. Todo ello significa que las tasas de mortalidad se aceleran entre 10 y 15 veces durante los tres o cuatro últimos decenios del ciclo vital.
Esta información sobre la aceleración de las tasas de mortalidad que acompañan el envejecimiento, revela tres hechos importantes:
- El rápido incremento de la vulnerabilidad en los ancianos.
- Las ganancias sociales potenciales que producirían programas efectivos de prevención temprana. Estos programas podrían retrasar esta oleada de enfermedad y muerte hasta etapas posteriores en el ciclo vital.
- El enorme incremento de los costos de atención médica y en hogares de ancianos para el gran número de ancianos que permanecen discapacitados y dependientes, a menudo durante años, antes de morir de su enfermedad.
Enfermedades sistémicas generales y discapacidades
Muchos ancianos sufren largos años de discapacidad, sintiéndose mal y funcionando mal, antes de morir. Hoy sabemos que pueden tomarse muchas medidas para reducir los riesgos y la gravedad de los procesos discapacitantes, quizás no para todos pero sin duda para muchos de ellos. Las causas principales de sufrimiento y de debilidad abarcan tanto a las causas principales de muerte como también a otros tipos de problemas de salud.
Hasta 1990, la población mundial mayor de 60 años era menor que la de los otros grupos de edad. El número de mujeres sobrepasaba al de los hombres por una razón de 123 a 100, y las diferencias en el peso relativo de las distintas causas de discapacidad en hombres y mujeres eran mucho menores que en las personas de edad madura. En todas las regiones del mundo, entre el 80 y el 95 % de los años de discapacidad pueden atribuirse a enfermedades no transmisibles. En conjunto, el impacto de las enfermedades transmisibles, obstétricas, perinatales y nutricionales desciende desde el 46 % a la edad de 0 a 4 años al 6 % en las personas de 60 años o más. De igual modo, el impacto de todas las lesiones sobre la discapacidad baja desde el 18 % a los 0 a 4 años de edad hasta el 2,5 % a partir de los 60 años.
Factores de riesgo de las causas de muerte y discapacidad
- El consumo de cigarrillos es uno de los principales factores contribuyentes al desarrollo de la cardiopatía isquémica (ataques al corazón), la enfermedad cerebrovascular (accidente cerebrovascular), la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la bronquitis y la neumonía o ambas, y muchos cánceres. El consumo de tabaco incrementa la magnitud potencial de enfermedad y sufrimiento y determina el tipo de muerte. Solo hay una solución: dejar de fumar.
- Las dietas ricas en grasa elevan el riesgo de cáncer de colon y próstata y, quizás, de otros cánceres. También influyen de forma determinante en la aparición de la aterosclerosis, que se expresa en forma de ataques al corazón y trombosis cerebrales.
- La hipertensión arterial es la enfermedad que en mayor medida contribuye al accidente cerebrovascular (tanto hemorrágico como trombótico), facilita los infartos de miocardio y, cuando es lo bastante grave, lesiona también a los riñones.
La solución consiste en reducir la presión arterial por medio de medicamentos o cambios de los hábitos.
Principales causas de discapacidad por enfermedades no transmisibles
En hombres mayores
- Trastornos respiratorios (sobre todo enfermedad pulmonar obstructiva crónica),
- Enfermedades cardiovasculares (sobre todo cardiopatía isquémica y accidente cerebrovascular)
- Cuadros neuropsiquiátricos (sobre todo demencia).
En mujeres mayores
- Cuadros neuropsiquiátricos (sobre todo demencia y también depresión grave),
- Trastornos respiratorios (sobre todo enfermedad pulmonar obstructiva crónica),
- Enfermedades cardiovasculares (accidente cerebrovascular y cardiopatía isquémica)
- Pérdida de visión por cataratas y glaucoma.
Las neoplasias malignas son una causa importante de muerte en los hombres y mujeres mayores, pero su contribución al número de años de vida con discapacidad es menor que la de los cuadros citados. La obesidad sobrecarga al corazón y a los pulmones. Eleva la presión arterial y se asocia a un ascenso de las lipoproteínas de baja densidad ("colesterol malo"); favorece el desarrollo de la diabetes mellitus de aparición adulta. También incrementa el riesgo de cáncer de colon, riñón y endometrio. Además, al poner un peso excesivo en las piernas, agrava la artritis de sus articulaciones.
La solución: perder peso y mantener un peso saludable; para esto, resulta útil hacer ejercicio y reducir la ingesta calórica.
Acción comunitaria para ciudadanos de la tercera edad
Casi todas las medidas preventivas y de detección recomendadas en la sección anterior se describen desde una perspectiva clínica. Por fortuna, muchas de las necesidades de las personas mayores pueden satisfacerse parcialmente con actividades a nivel comunitario. Los organismos de la comunidad, los programas de extensión hospitalarios, las iglesias, los grupos de jubilados, los centros de la tercera edad y los vecindarios pueden organizar programas de educación para la salud, pruebas sencillas de detección y, en caso necesario, remitir a los implicados a los lugares adecuados.
Cuando se trata de cambiar los hábitos, el enfoque de grupo tiene una gran ventaja: cuando personas que comparten necesidades similares trabajan dentro de un grupo, pueden enseñarse y motivarse mutuamente con más eficacia, aguzar mejor sus capacidades mediante la imitación y la repetición y recompensarse unas a otras por mantener un estilo de vida más sano. Un grupo amistoso consigue estos objetivos de una forma mucho más sutil, global y potente que cualquier médico, enfermera, maestro o experto, porque muchos ancianos perciben a estos extraños como diferentes de ellos.
Con frecuencia, los grupos de autoayuda surgen por iniciativa de un profesional de la salud y la responsabilidad de su dirección recae poco a poco en líderes del grupo. La OMS reconoce que el movimiento de autoayuda en todas sus formas es un vehículo importante para conseguir la meta de “salud para todos”. Unos grupos pueden centrarse en el ejercicio regular: por ejemplo, un club de pérdida de peso puede organizar paseos diarios de un kilómetro. Los ancianos que han perdido a un ser querido pueden encontrar a otros que están pasando por los mismos quebrantos para discutir los aspectos prácticos y emocionales de la adaptación a la nueva situación. El grupo ayuda a los ancianos dolientes a modificar su enfoque en el pasado, a empezar a planificar la “vida de ahora en adelante” y a valerse por sí mismos en sus nuevas circunstancias. Compartir estas experiencias puede aliviar la depresión —ciertamente no la empeora. Hablando, caminando juntos o compartiendo pasatiempos activos, los miembros del grupo ayudan a combatir la depresión con medios fisiológicos.
La frecuencia de las pérdidas sociales y de los episodios de depresión aumenta progresivamente en los últimos años de la vida. El antídoto natural es la participación en grupos que comparten intereses o aficiones, actividades y comidas o meriendas, que proporcionan un “cambio de escenario” a los que viven solos y proveen una red de apoyo social. El apoyo se da y se recibe al mismo tiempo; los que dan y los que reciben cambian de puesto a medida que lo hacen las circunstancias. Con gran frecuencia, dar es mucho más útil que recibir.
Las claves de un buen envejecimiento son:
- mantener activo el cuerpo,
- mantener activo el cerebro y
- mantener y ampliar las relaciones sociales.
Para promover la salud de los ancianos, la comunidad también puede:
- proporcionar, o incitar a otros a proporcionar, lugares donde los ancianos puedan reunirse y compartir actividades.
- proporcionar periódicamente medidas sencillas de promoción de la salud y detección de las enfermedades en los lugares donde los ancianos se reúnen.
- facilitar el acceso de los ancianos o discapacitados a los negocios y edificios públicos,
- adoptar y poner en práctica medidas de salud, seguridad y calidad de vida en los centros residenciales.
- conseguir la cooperación de organizaciones, escuelas, medios de comunicación, iglesias y otros transmisores de valores para hacer que la vida de la comunidad sea “más fácil para los viejos”.
Actividades físicas
- Quiero ser joven: esta actividad es el desarrollo de los ancianos con ejercicios que ellos quieran ser sin tener una voz de mando.
- Gimnasia matutina: esta actividad se hace cuando ellos se levanta en su cubículo ante de desayunar.
- Conversatorio sobre los ejercicios en las diferentes enfermedades que ellos tienen: esta actividad le darán a ellos un panorama para poder tomar menos medicamentos para su salud.
- A jugar en la tercera edad: esta actividad le dará a ellos unión teniendo diferente carácter y buscando el valor colectivo.
- Jugando con la bola del mundo: esta actividad se hace en un círculo y se pasan una pelota y se le hace pregunta de diferentes acontecimientos del mundo.
Todas estas actividades se hacen todos los días de la semana de lunes a viernes, sábado y domingo las actividades que son para el cubículo y el hogar.
La ancianidad es descrita muchas veces como un estado del espíritu. Es difícil afirmar cuando comienza, dado que el envejecimiento varía de persona a persona. Según la OMS, el envejecimiento no es simplemente un proceso físico, sino más bien un estado mental y en ese estado mental estamos presenciando el comienzo de un cambio revolucionario. Es la séptima etapa del desarrollo humano y la etapa final de la vida. Es la continuación de la etapa de la adultez.
Evolución
La edad a partir de la cual se considera que una persona ha entrado en la vejez se ha ido elevando a través de los siglos, y marcadamente en lo que va del actual.
Durante el Imperio romano el promedio de vida de un ciudadano promedio oscilaba alrededor de los 35 años, las personas que superaban esa edad eran considerados «senectos» (ancianos). A principios en el siglo XIX, una mujer de 30 años se hallaba en los umbrales de la vejez, y a comienzos del siglo XX el promedio de vida no pasaba de los 47 años. Sin embargo, durante los últimos años esa cifra aumentó de manera notable. En 1930 la expectativa media para los varones alcanzaba los 50 años, en 1940 los 53, y en 1970 los 65.
Las últimas proyecciones demográficas establecidas en Europa indican que para el año 2003, uno de cada veinte habitantes tendría 75 años o más, lo que representará un aumento del 100 % sobre años anteriores. El aumento de la longevidad permite prever una evolución semejante en otros lugares del mundo.[1]
Entre los diferentes ancianos hombres o mujeres la ancianidad tiene efectos, síntomas o evidencias visibles diferentes, ya que no sólo dependen de su sexo y estado de salud en esta etapa, si no que también recobra mucha importancia tanto el nivel de actividad que haya desempeñado en etapas previas de su desarrollo y el nivel de actividad que desempeñe el «anciano» durante esa misma etapa. Se considera que a mayor actividad física o intelectual, menores son los efectos de esta etapa en el «anciano».
Gerontología
El aumento de vida dio motivo de importante rama de la medicina moderna, la Gerontología, que se ocupa de estudiar y tratar los fenómenos fisiológicos y patológicos propios de la vejez. Además se ha logrado desarrollar métodos eficaces para atender los trastornos pisco-físicos de quienes pasan sobradamente los límites de la maduración.
Conjuntamente con estos progresos biológicos ha ido cambiando la opinión general, y en la actualidad ya no se considera que una persona exagenaria sea de edad tan avanzada como se pensaba en la mitad del siglo.
Consecuencias
La rapidez con que la familia está evolucionando en los países en desarrollo, obliga a dedicar atención muy especial a los problemas referentes a la ancianidad. Las necesidades de salud de las personas de edad no quedan solucionadas con el aumento de institutos geriátricos. Es necesario hacer un estudio de las necesidades de los ancianos en las sociedades modernas y organizar servicios de asesoramiento, readaptación educacional, recreo, para obtener una integración funcional de la sociedad.
En la era moderna el fenómeno generalizado de la jubilación, o retiro, juntamente con los adelantos científicos y técnicos determinaron un cambio en la naturaleza del trabajo. El retiro de la actividad es considerado como una etapa normal del ciclo de la vida. Este hecho hace sentir al anciano desplazado de la sociedad que lo relega.
Unidos a su envejecimiento físico se suman en el anciano hechos que perturban su tranquilidad, como ser la desafectividad, la inactividad laboral, la pérdida de seres queridos, el aflorar de los recuerdos, el aislamiento (se desapega a la persona de edad, se la deslocaliza), los cambios en su capacidad intelectual, la carencia de diálogo, la concentración en sí mismo que lo lleva a ser reservado o indiferente y tantos otros factores.
Problemas en los países industrializados
En las sociedades preindustriales los ancianos seguían realizando tareas útiles mientras podían. Los países industrializados se enfrentan con tres problemas:
- Los sistemas actuales de trabajo no tienen tareas que ofrecer cuando los individuos pierden sus energías.
- Es cada vez mayor el número de personas que salen de la etapa productiva antes de considerárselos ancianos.
- Las familias no pueden hacerse cargo de los mismos por razones económicas y de espacio habitacional.
Todos estos problemas causan la marginación de los ancianos, pues la sociedad considera al hombre un poco por lo que hace y produce y no por lo que es. En países ricos y altamente especializados han surgido modernos centros residenciales para ancianos con asistencia médica y psicológica de vanguardia, con jardines, centros recreativos, talleres, etc.Estas podrían ser soluciones pero no debemos olvidar que es necesario dar al anciano además de asistencia y confort un ambiente familiar y humano, que no es fácilmente reemplazable.
Muchos de los cambios que se están produciendo son inevitables pero es necesario compatibilizar las modificaciones de las estructuras sociales y la planificación de los servicios de salud y asistencia social que permitan la atención de las necesidades de la familia y de sus miembros. La sociedad moderna está impregnada de materialismo y el trabajo es considerado como productividad y no como formación humana.
Instituciones al servicio de la ancianidad
- Hogares geriátricos, de orden estatal o privado, acogen a los ancianos de día o como internos. Reciben atención médica, espiritual, laborterapia y recreación. Están destinados a ancianos sanos (en algunos, mixtos, pueden vivir matrimonios).
- Clínicas geriátricas, con iguales características, están dedicadas a la atención del anciano enfermo o postrado. Cuentan con médicos especialistas, kinesiólogos, foniatras, terapeutas ocupacionales, enfermeras y demás.
- Clubes de la tercera edad, se ofrecen como ámbitos de paz y serenidad; los ancianos participan de charlas, conferencias, paseos, bailes, coros, juegos, con alegría comunicativa y sincera.
Factores importantes en ésta etapa
Más sabe el diablo por viejo
Hoy día, más personas de la tercera edad luchan por mantenerse activos dentro de la vida moderna, siendo útiles a la sociedad. Don Humberto es un señor de 90 años que sigue viviendo su vida tal y como lo hacía cuando tenía 50: maneja, sigue al frente de su propio negocio, viaja y lleva personalmente sus cuentas de gastos. ¿Será esto posible o don Humberto es una excepción?
Dentro de la sociedad existe la creencia de que con la vejez las facultades mentales se pierden, pero nuevos estudios tratados por J. Schrof, especialista en el tema, demuestran que estas facultades no se pierden, sino que se transforman cuando el cerebro envejece. Es una realidad, actualmente más personas de la tercera edad se esfuerzan por mantenerse activos dentro de la vida moderna. Demostrando que son capaces de realizar muchas tareas y que pueden seguir siendo útiles a la sociedad.
Por desgracia hay todavía quienes ven a la vejez como una enfermedad. Muchos piensan que cuando la persona envejece tiene menos capacidad intelectual.
Las conclusiones a que llegaron investigadores de la Universidad de Harvard después de realizar algunos estudios es que la mayoría de las personas conservan intactas sus facultades mentales por lo menos hasta los 70 años y un 30% llegan sin ningún problema a los ochenta o noventa años.
Se cree que es de gran influencia para que la persona se conserve lúcida el tener una preparación académica y llevar una vida productiva con diferentes intereses y pasatiempos, entre otras cosas. Por el contrario, quienes tienen una vida sedentaria o quienes no tienen metas por las cuales luchar, muestran un deterioro prematuro de su inteligencia. He ahí que podemos encontrar que hay personas viejas antes de haber cumplido los cincuenta años.
Es recomendable que la persona mayor trate de mantenerse al día en su ocupación, profesión, actividades o deporte que practique, pues además de tener la capacidad para hacerlo esto le ayudará a mantenerse lúcido.
Pérdida de memoria
Otra de las creencias es que cuando se llega a viejo comienza a perderse la memoria. Durante muchos años se ha pensado que al envejecer, las neuronas mueren más rápido que antes y se va perdiendo la memoria.
Un estudio realizado en la Universidad de Boston demuestra que con la edad lo que se atrofia son los canales de comunicación de las neuronas, pero todos los datos almacenados permanecen intactos. Esto quiere decir que los ancianos pueden seguir siendo muy inteligentes aunque la velocidad de su pensamiento sea menor. A más edad se conoce más y se tienen más experiencias.
Lucidez
No es una garantía que quien ejercite su cerebro lo mantendrá lúcido, aunque en muchos casos puede ser de gran ayuda para que este se conserve sano al llegar a la vejez.
Para ayudarlo a mantenerse joven, muchos geriatras hoy día recomiendan a los ancianos a aprender cosas y oficios nuevos. Aquí se puede poner en práctica el viejo adagio de que nunca es tarde para aprender.
Las nuevas experiencias ayudan al cerebro a desarrollar nuevos canales de comunicación en las neuronas y quienes son más flexibles en su pensamiento y son creativos favorecen en gran parte su agudeza mental.
Otro factor que ayuda a mantener en forma el cerebro es vivir una vida emocionalmente estable. Esto ayuda no sólo a los ancianos, sino a cualquier persona, a realizar sus actividades intelectuales con más calma y precisión.
Quienes creen que sólo gozando de salud física pueden mantener una salud mental no necesariamente están en lo cierto, pues muchas veces los padecimientos de enfermedades físicas no atrofian para nada la capacidad intelectual de las personas. Pero no hay que olvidar que hay padecimientos que sí afectan las facultades mentales, tales como la arteriosclerosis y la hipertensión, aunque éstas no afectan sólo a las de edad avanzada sino también a personas jóvenes que tienen malos hábitos.
Se ha demostrado que personas de la tercera edad que padecen parálisis de algunos de sus miembros no ven afectada su capacidad mental y pueden desempeñar muchas actividades de carácter intelectual. Por otra parte, es recomendable hacer ejercicio en forma moderada pues el sobre ejercitarse no es garantía de conservar la lucidez.
Sabiduría
Existe una gran realidad que hoy día parece ser olvidada: La vejez está llena de sabiduría. Por fortuna no todas las sociedades modernas consideran que los ancianos son personas limitadas intelectualmente. Tal es el caso de lugares como China, donde ser viejo es ser sabio y las personas mayores gozan de una alta jerarquía en la sociedad.
Otros estudios realizados han demostrado que las personas mayores tal vez sean más lentas en realizar actividades intelectuales, pero las hacen con mucho más perfección que personas jóvenes y aunque tarden más tiempo en tomar decisiones se equivocan menos.
Los expertos geriatras afirman que el cerebro de un anciano no es inferior al de un joven, sino simplemente son distintos, al igual que el de un niño y un adulto. Mientras las personas jóvenes son más rápidas para pensar y hacer las cosas, tienen grandes huecos en información y los ancianos suplen la falta de rapidez con su experiencia y sabiduría.
Dignidad
Muchas veces el anciano es considerado como material de desperdicio que ya que en apariencia no tiene nada bueno que aportar al mundo activo y se cree que son carga para la sociedad, incluso mucha gente se sorprende de ver a personas de la tercera edad realizando actividades físicas y de trabajo como si fuera algo imposible. Mas ingrato aún, es que se imponga a la persona una fecha de aducidad al llegar a los sesenta años, obligándolos muchas veces a dejar sus trabajos y actividades para que sean ocupados por alguien más joven y capaz.
Existe hoy día muy poco respeto y poca conciencia de los derechos que deben gozar las personas mayores. Es necesario que la sociedad actual retome aquel refrán: «Más vale el diablo por viejo que por diablo» y devolverle al adulto mayor su dignidad, reconocer y aprovechar sus experiencias, pues aquella sociedad que no sabe darle un lugar digno y respetable a sus viejos, muy poco podrá lograr en la búsqueda de derechos para «otros miembros de su sociedad» por mucho que se esmera.
Véase también
- Envejecimiento
- Longevidad satisfactoria
- Alimentación y vida saludable en el adulto mayor
- Afecciones digestivas en ancianos
Fuentes
- ↑ «Ancianidad», artículo publicado el 23 de agosto de 2003 en el sitio web Etapas del Desarrollo Humano.
- «Tercera edad», artículo publicado en el sitio web de la enciclopedia Wikipedia.
- «La sexualidad en la tercera edad», artículo publicado en el sitio web BPVillena (Cuba).
- «La tercera edad en Cuba», artículo publicado en el sitio web Ahora (La Habana).
- «Personas de la tercera edad, prioridad para la Revolución cubana», artículo publicado en el sitio web de la radio Cadena Agramonte.
- Copello; y Perés (1988): Educación para la salud. Buenos Aires: Estrada, 1988.
- D'Aiello; De Elia; y Wille (1981): Educación para la salud. Buenos Aires: Editorial Plus Ultra 1981
- Barderi; Cuniglio; Fernandez; Nahabedián; y Querol (1997): Educación para la salud. Buenos Aires: Santillana, 1997
- Orosa Fraíz, Teresa (2003): La tercera edad y la familia. La Habana (Cuba): Editorial Félix Varela, 2003.
- Prieto, R. O.; Vega, G. E. (1996): Temas de gerontología. La Habana, sin editorial, 1996.
- Cuello-León, Eliester (2011): 'El trabajo de la tercera edad en los establecimientos penitenciarios a través de la cultura física. Matanzas (Cuba): sin editorial, 2011.
- «Vejez y ancianidad», artículo publicado en el blog Keremh08 (Blogspot). Consultado el 30 de enero de 2017.
- http://familydoctor.org/online/famdoces/home/seniors.html
- http://www.monografias.com/trabajos23/tercera-edad-educacion/tercera-edad-educacion.shtml
- http://www.tercera-edad.org/
- http://www.sld.cu/instituciones/gericuba/cited/index.htm