Diferencia entre revisiones de «El nombre de la rosa»

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Revisión del 15:34 23 may 2012

El nombre de la Rosa
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La trama se desarrolla y gira en torno a una abadía y su biblioteca durante la época medieval. Dentro de toda biblioteca se hayan almacenados libros; sin embargo, en esta abadía medieval se encuentra un libro que es capaz de matar durante el transcurso de la lectura. El autor juega con las ideas de un libro que se desea encontrar, a pesar de que puede corromper el espíritu humano, y es capaz de matar a aquel que lo lee.
Autor(a)(es)(as)Umberto Eco
Editorial:Arte y Literatura
GéneroNarrativa
PaísPlantilla:Italia

El nombre de la Rosa es una combinación de la crónica medieval y la novela policíaca con una reconstrucción sorprendente de la época, que no sólo se centra en la forma de vida de los monjes de una abadía benedictina, sino que también lo hace en la ideología y forma de pensar y sentir del siglo XIV. La teología y el misterio se funden en una sola novela, complementándose mutuamente y dando una sensación de realidad que pocas novelas consiguen producir.

Síntesis

STAT ROSA PRISTINA NOMINE, NOMINA NUDA TENEMUS: De la rosa nos queda únicamente el nombre

A finales de noviembre del año 1327, Fray Guillermo de Baskerville, un monje franciscano, antiguo inquisidor, y su discípulo, el novicio Adso de Melk, narrador de la historia en el libro, acuden a una abadía benedictina, en el norte de la península itálica para intentar esclarecer la muerte del joven miniaturista Adelmo da Otranto. Durante su estancia en la abadía van desapareciendo misteriosamente más monjes, a quienes encuentran muertos poco tiempo después. Lentamente y gracias a la información que va obteniendo de algunos monjes, Guillermo logra ir esclareciendo los hechos. El móvil de los crímenes parecen ser unos antiguos tratados sobre si la risa es aceptada o no, que se encuentran en la biblioteca del complejo, de la cual se dice que es la mayor del mundo cristiano. La trama se va enredando debido a ciertas licencias que se tomaban los monjes y las cuales no deseaban que se descubrieran, entre ellas intercambios con la población cercana.

Datos del autor

Umberto Eco nació en Alessandría, Piamonte, Italia, en 1932. A los 24 años defiende su tesis doctoral sobre La cuestión estética en la obra de santo Tomás de Aquino. Inicialmente trabaja en la televisión (1955-1958) y colabora en diversas publicaciones. En 1963, junto con otros intelectuales italianos, funda el Gruppo 63. Se inicia en la docencia en las facultades de Arquitectura de Florencia y Milán. En 1975 consigue la cátedra de Semiótica de la Universidad de Bolonia. En 1999 es nombrado presidente de la Escuela Superior de Estudios Humanísticos de Bolonia y en 2002 presidente del Consejo Científico del Instituto Italiano de Estudios Humanísticos.

El autor y su obra

¿Qué razones aporta Umberto Eco para titular su libro “El nombre de la rosa” de esta forma?<br\> El narrador no debe facilitar interpretaciones de su obra, si no, ¿para qué habría escrito una novela, que es una máquina de generar interpretaciones? Sin embargo, uno de los principales obstáculos para respetar ese sano principio reside en el hecho mismo de que toda novela debe de llevar un título. Por desgracia, un título ya es una clave interpretativa. Es imposible sustraerse a las sugerencias que generan Blanco y Negro o Guerra y Paz. Los títulos que más respetan al lector son aquellos que se reducen al nombre del héroe, como David Copperfield o Robinson Crusoe, pero incluso esa mención puede constituir una injerencia indebida por parte del autor. Le Père centra la atención del lector en la figura del viejo padre, mientras que la novela también es la epopeya de Rastignac o de Vautrin, alias Collin. Quizás habría que ser honestamente deshonestos, como Dumas, porque es evidente que Los Tres Mosqueteros es, de hecho, la historia del cuarto. Pero son lujos raros, que quizás el autor sólo puede permitirse por distracción. Mi novela tenía otro título provisional: La abadía del crimen. La descarté porque fija la atención del lector exclusivamente en la intriga policíaca, y podía engañar al infortunado comprador ávido de historia de acción, induciéndolo a arrojarse sobre un libro que lo hubiera decepcionado. Mi sueño era titularlo Adso de Melk. Un título muy neutro, porque Adso no pasaba de ser el narrador. Pero nuestros editores aborrecen los nombres propios: ni siquiera Fermo e Lucia logró ser admitido tal cual; sólo hay contados ejemplos, como Lemmonio Boreo, Rubé o Metello… Poquísimos, comparados con las legiones de primas Bette, de Barry Lyndon, de Armance y de Tom Jones, que pueblan otras literaturas. La idea de “El nombre de la rosa” se me ocurrió casi por casualidad, y me gustó porque la rosa es una figura simbólica tan densa, que por tener tantos significados, ya casi los ha perdido todos: rosa mística, y como rosa ha vivido lo que viven las rosas, la guerra de las dos rosas, una rosa es una rosa es una rosa es una rosa, los rosacruces, gracias por las espléndidas rosa, rosa fresca toda fragancia. Así, el lector quedaba con razón desorientado, no podía escoger tal o cual interpretación; y, aunque hubiese captado las posibles lecturas nominalistas del verso final, sólo sería a último momento, después de haber escogido vaya a saber qué otras posibilidades. El título debe de confundir las ideas, no regimentarlas.

Fuentes