Enrique Jorrín
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Sumario
Síntesis biográfica
Nacimiento
Nacido en Candelaria, Pinar del Río, Cuba, el 25 de diciembre de 1926.
Familia
Su padre participó en la Segunda Guerra Mundial, como soldado del Ejército Norteamericano y muere en combate; era sastre y clarinetista de orquestas populares, preparaba grupos para diferentes bailes que le contrataban, tanto en Candelaria como en Artemisa o en campo adentro, contó el maestro Jorrín en cierta ocasión, por lo que sabemos ya por dónde le entró el gusto por la música, al punto que, pese al interés familiar por hacer de él un médico, a Enrique no hubo modo de cambiarle el violín por el estetoscopio.
Inicios en la música
Desde muy pequeño se dedicó al estudio de la música. A los 11 años de edad creó e interpretó con la agrupación “Selección”, de la Habana Vieja, su primer danzón titulado Hilda; posteriormente integró otras agrupaciones donde se significaron: “Arcaño y sus Maravillas” y la Orquesta “Ideal”, dirigida por Joseito Valdés.
A los 12 años escribió la parte del violín de uno de los danzones más significativos y que aún forma parte del repertorio de la Orquesta “Enrique Jorrín” (Osiris) un clásico de la música cubana.
Trayectoria laboral
En los primeros tiempos -década del 40- trabajó con diversas agrupaciones: Hermanos Contreras, Hermanos Peñalver, La Ideal y dirigió Selecciones del 45, entre tanto esperaba su gran momento, que le llegó al ser llamado para la Orquesta América, que fue la que estrenó La engañadora.
La América es una agrupación popular con la que comenzó a labrar la historia del cha-cha-chá y que dirigió entre 1946 y 1954; en esta orquesta también trabajó como compositor, orquestador y primer violinista de la agrupación.
En los años 40, compuso los danzones doña Olga, que fue un éxito en su tiempo; destacándose: Liceo del Pilar, Central Constancia, Osiris, Unión Cienfueguera.
En 1948 Jorrín había grabado la canción del compositor mexicano Guty Cárdenas, Nunca, en donde la primera parte la hizo en su estilo original, y en la segunda en un tiempo mas movido.
En 1953 salió el primer disco del nuevo ritmo creado por Jorrín: en una cara, La engañadora, por la otra, Silver Star, en el que en su parte cantada aparece: cha-cha-chá, cha-cha-chá, es un ritmo sin igual.
Ya en su inscripción, tenía todas las características del cha-cha-chá. Cuando triunfa La engañadora, también fueron éxitos: El túnel, Nada para ti, Me muero, Cógele bien el compás, Trompetas en cha-cha-chá, El Alardoso. En esta misma línea de creación de Jorrín, la América difunde El túnel, Nada para ti, Cógele bien el compás, y de Musiquita, Poco pelo y Yo sabía.
La Engañadora
La engañadora, apelando a la letra del cha-cha-chá, cuenta la historia de una joven con distribución anatómica colosal que asistía al salón de baile sito en los altos de las esquinas de Prado y Neptuno, y a quien “todos los hombres la tenían que mirar”, para descubrirse después, ¡oh, decepción!, que “en sus formas sólo relleno hay”. El cha-cha-chá se generalizó prontamente por Cuba y América Latina.
Muerte
Muere el 12 de diciembre de 1987
Internacionalización del Chachachá
No sólo al maestro Jorrín se deben inolvidables chachachás: el flautista Richard Egües compuso otro famosísimo: "El Bodeguero"; Rosendo Ruiz: "Rico Vacilón. El cha-cha-chá tornó la mirada de los bailadores nuevamente hacia los Ritmos nacionales, asediados por la presencia de la Música norteamericana, en particular el Rock de los años 50.
En 1954 Jorrín fundó la orquesta que llevó su nombre y un año después partió hacia México con aquel ritmo que arrebató de igual forma en el continente y que su creador denominó cha-cha-cha por el sonido de los pasos de los bailadores al arrastrar los pies sobre el piso, que el oído aguzado del músico detectó de inmediato. Pese a los años transcurridos, el chachachá no es género olvidado, ni en Cuba, ni en México, ni en otras latitudes.
Cuando se celebraron los 25 años de la aparición del cha-cha-chá, el maestro Jorrín, recibió en México un disco de oro acreditativo de las ventas de sus números más exitosos. También en Cuba se le rindieron homenajes. Su muerte, a los 60 años, privó a la música cubana de uno de suscompositores más notables.