Jean D'Alembert
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En filosofía, D’Alembert era partidario del sensualismo y enemigo de la teoría cartesiana de las ideas innatas. Sin embargo, su sensualismo no era consecuentemente materialista. Según D’Alembert, el pensamiento no es una propiedad de la materia, de ésta no depende la existencia del alma. D’Alembert mantenía, pues, una posición dualista. También negaba la posibilidad de llegar al conocimiento de las cosas. En contraposición a otros enciclopedistas franceses, afirmaba que la moralidad no era condicionada por el medio social. Reconocía a Dios como sustancia formadora. El sensualismo inconsecuente de D’Alembert fue criticado por Diderot, especialmente en su obra «El sueño de D’Alembert». El trabajo filosófico más importante de D’Alembert es: «Elementos de filosofía» (1759).[1]
Sumario
Síntesis biográfica
Fue abandonado en una iglesia por sus padres, al nacer (el general Destouches, que colaboró materialmente en su educación con una mensualidad de 1.200 francos, y Claudine Alexandrine de Guérin marquesa de Tencin, que había abandonado la vida monacal, huyendo de la misma hacia París, donde llevó una vida conocida por sus muchos amoríos) siendo adoptado por un matrimonio de vidrieros de apellido Alembert, que lo bautizaron con el nombre de la capilla en la que lo dejaron sus padres.
Estudió leyes y teología, pero sobre todo fue un destacado matemático, que ingresó a los 24 años en la Academia de Ciencias de Francia, por sus inéditos escritos sobre cálculo integral, siendo invitado por su gran capacidad científica por Federico II de Prusia y Catalina la Grande, aunque nunca asistió.
D’Alembert también estudió hidrodinámica, mecánica de los cuerpos, problemas de Astronomía y circulación atmosférica.
Rechazó un gran número de ofertas en su vida. Rechazó una oferta de Frederick II para ir a Prusia como presidente de la Academia de Berlín. También rechazó una invitación de Catherine II para ir a Rusia como tutor de su hijo.
En 1747 comenzó la publicación de La Enciclopedia, junto con Diderot, escribiendo artículos sobre matemáticas y literatura, además del "Discurso preliminar". También participaron de La Enciclopedia filósofos como Voltaire, Montesquieu, Jean-Jacques Rousseau, Adam Smith, entre otros. En 1772 se le nombró secretario perpetuo de la Academia Francesa, escribiendo entonces los Elogios sobre los académicos fallecidos entre 1700 y 1770. Por todo ello d'Alembert representó un nuevo tipo de intelectual capaz de compaginar la pertenencia a la nueva red internacional de instituciones científicas (por otra parte subordinadas financieramente a los Estados-nación) y un ensayismo independiente y políticamente comprometido.
De ideas iluministas, serio, modesto, estudioso, agradable, desconfiado de todos, pero particularmente de nadie, excesivamente independiente, tuvieron influencia en su pensamiento las ideas de Locke, Bacon, Descartes, Newton, y sobre todo de Voltaire, compartiendo con Diderot sus ideas sobre el escepticismo en materia de conocimiento, y combinando las ideas empiristas con las racionalistas, oponiéndose a las ideas innatas de Descartes. En materia religiosa propuso un catecismo laico, orientado hacia lo que reportara utilidad a la sociedad, erradicando ideas metafísicas y trascendentes.
Sus éxitos académicos no tuvieron correlato en su vida amorosa, donde se le conoció un único amor no correspondido por Mlle Lepinasse
En octubre de 1783, falleció en París, siendo Condorcet, el encargado de realizar el discurso de despedida de sus restos.
Contribuciones a la matemática
Fue uno de los primeros en comprender la importancia de las funciones y en este artículo definió la derivada de una función como el límite de los cuocientes de los incrementos.
D’Alembert fue el que más se acercó a una definición precisa de límite y de derivada. Más en realidad toda duda se desvanecía ante el éxito de sus aplicaciones, de manera que el cálculo infinitesimal, más que una rama de la matemática, se convertía en una especie de doncella de la ciencia natural, en un auxiliar muy valioso, pero auxiliar al fin de las varias ramas de la física.
Su obra maestra fue el tratado de dinámica, donde enunció el teorema que lleva su nombre (principio de d'Alembert). El Teorem Fundamental del Álgebra recibe en algunos países de Europa el nombre de teorema de d'Alembert - Gauss dado que d'Alembert fue el primero en dar una prueba casi completa sobre dicho teorema.
Contribuciones a la física
Ayudó a resolver la controversia en física sobre la conservación de la energía cinética mejorando la definición de Newton de la fuerza en su "Tratado de Dinámica" (1742), que articula el principio de mecánica de D’Alembert. En el año 1744 aplicó los resultados obtenidos en el equilibrio y movimientos de fluidos. Fue pionero en el estudio de ecuaciones diferenciales y pionero en el uso de ellas en la física.
Publicaciones
1743 - 1754 publicó sus obras científicas más importantes. (1743), Tratado de dinámica en el que expuso la mecánica de los cuerpos rígidos basándose en el principio que lleva su nombre y que establece la existencia de equilibrio entre las acciones y las reacciones internas de un sistema rígido. La aplicación de dicho principio a los fluidos dio pie a su Tratado del equilibrio y movimiento de los fluidos (1744), desarrolló aquellos aspectos de la cuestión que hacían referencia al movimiento del aire en la Théorie générale des vents (1745); en este último trabajo se enfrentó con la demostración del llamado teorema fundamental del álgebra, para el cual halló una demostración parcial. (1747) aplicó el cálculo diferencial al análisis del problema físico de la cuerda vibrante, lo cual le condujo a la resolución de una ecuación diferencial en derivadas parciales para la que encontró una solución. En las Investigaciones sobre la precesión de los equinoccios (1749) estableció las ecuaciones del movimiento de la Tierra en torno a su centro de gravedad y abordó el problema de los tres cuerpos (relaciones entre las fuerzas y los movimientos correspondientes del Sol, la Tierra y la Luna).
Referencias
- ↑ 1,0 1,1 1,2 Rosental M. y P. Iudin. Diccionario Filosófico. Ediciones Universo, Argentina, 1973, p. 8. Error en la cita: Etiqueta
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