Haiku (poesía)

Haikú
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Concepto:El haikú es un poema japonés con un esquema métrico de diecisiete sílabas distribuidas en tres versos. En él se trata de aproximar, en un salto de ingenio, dos realidades distintas, bien a través de la lírica,bien a través del humor.


Haikú. Llamado también haikai, el haikú es un poema japonés con un esquema métrico de diecisiete sílabas distribuidas en tres versos. En él se trata de aproximar, en un salto de ingenio, dos realidades distintas, bien a través de la lírica, bien a través del humor. Introducido el nombre y el género en la literatura en español por Tablada, su influjo se hace notar —combinándose con la copla popular— en el Machado de Nuevas Canciones, en Juan Ramón y en los poetas de la generación del 27 o sus correspondientes americanos (citemos, como caso más directo, el de Jorge Carrera Andrade), que mantendrán la estructura tripartita, aun­que no el número de sílabas, y el elemento de sorpresa. Son evidentes también las relaciones con la greguería de Ramón Gómez de la Serna.

Orígenes

Es común relacionar el haikú con el zen. Sin embargo, aunque el zen utilizó el haiku para la difusión de su filosofía, dista mucho de ser el origen del mismo. En el Man'yōshū (obra clásica de recopilación de poesía del siglo VIII) hay muchos poemas de 31 moras donde aparece ya la actitud característica del haiku: la Naturaleza no es excusa de los sentimientos humanos, sino objeto poético en sí mismo. O, lo que es lo mismo, el poema surge «del asombro del japonés primitivo por lo que ocurría en la Naturaleza».[2] Se trata de una espiritualidad característicamente japonesa, anterior al zen y al propio budismo, y vinculada al sintoísmo.

La vinculación con el zen se produjo cuando en el siglo XVII [Matsuo Bashō], monje budista, lanzó el haikú a la popularidad en Japón. En el siglo XX Daisetsu Teitaro Suzuki, gran maestro budista zen, enfoca el haikú como expresión poética del zen en su obra El zen y la cultura japonesa. Esto solo es válido para algunos haikus, pero a través de la obra de Reginald Horace Blyth, difusor del haikú en el mundo anglosajón, el enfoque de Suzuki se ha dado a conocer ampliamente.

Del katauta al haikú

El haikú forma parte de una familia de formas poéticas japonesas en las que se combinan versos de cinco y siete moras. La forma métrica característica del haikú (un tercetillo cuyos versos tienen 5, 7 y 5 moras, respectivamente) aparece ya en el siglo VIII con el nombre de katauta.[3] Dos katauta formaban un mondoo, un diálogo entre dos personajes, en el que el primer katauta es una pregunta y el segundo la respuesta a la misma.

Desde finales del siglo VIII, la forma poética más común es el tanka: se trata de una canción corta formada por dos estrofas desiguales. La primera, llamada hokku, sigue el patrón característico del katauta (y del haiku): un tercetillo 5-7-5, mientras que la segunda está formada por dos versos de 7 moras. Dado su predominio, al tanka se le conoce también como waka: es la «canción» por antonomasia.

Los tanka aparecían a menudo encadenados en una forma superior, el renga: a un tanka inicial le sucedían varias respuestas, que podían ser obra de diversos poetas. Cuando el renga tenía un tono humorístico, se le llamaba haikai renga (haikai quiere decir «divertido»).

El haikai renga se consideraba una forma popular, sin demasiadas pretensiones artísticas. Sin embargo, en el siglo XVII Bashō, a la vez que compone haikai renga, cultiva el hokku como una forma autónoma, dotándola de una poética nueva, influida por el budismo zen y heredera de la actitud de asombro y arrobo ante la naturaleza que aparece ya en las primeras manifestaciones de la lírica japonesa.

A estos hokku que no forman parte de una serie (renga) ni de un tanka y que tienen un elevado valor poético el poeta y crítico Shiki (1867-1902) los bautiza con el neologismo haikú, y a través de su revista literaria Hototogisu el término se populariza dentro y fuera de Japón. A partir de entonces, el haiku se consolida como una forma poética autónoma con sus propias convenciones y reglas.

Características del haikú

El haikú tradicional consta de 17 moras (unidad lingüística de menor rango que la sílaba) dispuestas en tres versos de 5, 7 y 5 moras, sin rima.[5] [6] Excepcionalmente puede tener entre 16 y 23 moras, en cuyo caso se denomina hachô (haiku de metro roto). El haiku contemporáneo es más libre dentro de la brevedad, y se aproxima a la métrica de 17 moras.[7]

Suele contener tanto una palabra clave denominada kigo (季語, 'kigo'?), que indica la estación del año a la que se refiere, como una cesura o pausa verbal, conocida como kire, que separa a un haiku en dos imágenes contrastantes. El kigo suele situarse en el primer verso. Sin embargo, hay haikus que carecen de kigo (mu-kigo), pero que tienen 'sabor a haiku', haimi.

Contenido

El haikú describe generalmente los fenómenos naturales, el cambio de las estaciones y la vida cotidiana de la gente. Su estilo se caracteriza por la naturalidad, la sencillez (no el simplismo), la sutileza, la austeridad, la aparente asimetría que sugiere la libertad y con esta la eternidad.

En la base del haiku hay una percepción directa de las cosas, apegada a lo sensible y libre de conceptos abstractos.

Para Vicente Haya, «la palabra humana que se transforma en haiku es la expresión de un silencio profundo y ancestral que es previo y posterior a nuestra existencia como criaturas».[9]

La piedra angular del haiku es el aware, una emoción profunda provocada por la percepción de la naturaleza. A menudo se trata de una emoción melancólica (el poeta, contagiado por el sufrimiento de los seres, siente su tristeza y de ahí nace su poesía), pero también la alegría exultante puede ser aware. Se trata de una conmoción espiritual, que es a la vez estética y sentimental.

Para que el aware sobreviva a través de las palabras, es preciso que el haijin (el poeta que escribe haiku) se elimine del proceso. En el haiku genuino se produce una comunicación análoga a la no verbal (el haragei, arte de comunicarse sin palabras), sin confusión ni ruido.

El haikú tal como se consolidó tras Bashô y Onitsura (siglo XVII) se concibe como un instrumento para el desarrollo espiritual. Tras ellos, hay un antes y un después en el mundo del haikú.

Rodríguez Izquierdo afirma:

Bashoo trató de iniciarles en su poesía, pero con una aspiración superior a la meramente literaria. De hecho, es poco probable que Bashoo se preocupara por la literatura como tal. Su intento trasciende este ámbito, y se dirige a enseñar el haiku como un camino de vida. Es típica esta concepción japonesa de las artes como caminos de ascesis espiritual.

Vicente Haya afirma: El haikú japonés es una vía espiritual (dô), un modo del entrenamiento del yo, un proceso de despertar de los sentidos, de atención, de naturalidad, de autenticidad, de paciencia, de desprendimiento,de extinción de la vanidad... y hasta del yo. Los maestros de haiku enseñan que el poeta debe eliminarse de su poesía para que sus versos capten la esencia dinámica de la realidad

Haiga

Con el fin de acompañar el haikú, muchos poetas realizan una pintura,generalmente sin demasiada perfección. Matsuo Bashō fue el primer poeta en adoptar esta forma del haiku, que hoy domina en las grandes esferas de este género.

Los haijin en Japón y en Occidente

El autor de un haikai o haikú recibe el nombre de. Los haijin más importantes de la historia de Japón son Matsuo Bashō, Yosa Buson, Kobayashi Issa, Usuda Arô, Masaoka Shiki, Uejima Onitsura, Ritsurin Issekiro, Arakida Moritake, Yamasaki Sokan, Ihara Saikaku (también llamado Ibara Saikaku), Taneda Santôka, Ozaki Hôsai y Yamaguchi Seishi, entre otros.

El haikú en la literatura occidental

El haikú fue muy utilizado por el budismo zen para transmitir sus preceptos, pero su influencia llegó al mundo occidental y marcó a famosos poetas del siglo XX, particularmente a través de Eiji Yoshikawa, marcando una vía de influencia de la literatura japonesa en Occidente.

Entre los poetas occidentales que han cultivado el haiku está los estadounidenses Jack Kerouac[27] y Ezra Pound, el irlandés Seamus Heaney y el británico W. H. Auden.

Hoy en día es, por ejemplo, conocida la afición del presidente europeo Herman Van Rompuy, a escribir haikus.

En la novela Solo se vive dos veces, de Ian Fleming, el mítico James Bond escribe un haiku a pedido de su amigo Tiger Tanaka. Un fragmento de lo que Bond escribió, que en rigor no es en absoluto un haikú, da nombre a la novela.


El haikú en la literatura en español

En México destaca la obra de varios autores: José Juan Tablada (Al sol y bajo la luna, 1918,) Efrén Rebolledo. Rafael Lozano, José Rubén Romero,Francisco Monterde, José María González de Mendoza

Para la divulgación del género fue esencial la labor de Octavio Paz, que en 1956 ―en colaboración con Eikichi Hayashiya― publicó una traducción de uno de los clásicos del género, Oku no Hosomichi de Matsuo Bashō.[28]

En Argentina cultivaron ocasionalmente el haiku, entre otros: Jorge Luis Borges, Javier Adúriz, Álvaro Yunque

Otros autores argentinos más recientes, como Rafael Roldán Auzqui (Haikus a flor de voz, 1997), mantienen el interés en el género.

El uruguayo Mario Benedetti publicó en 1999 una obra dedicada al género, Rincón de haikus.

En Perú, el país de mayor población de inmigrantes japoneses de habla hispana,[29] el haikú tiene una presencia importante. Los más renombrados haijin peruanos son Alberto Guilén, Javier Sologuren y Alfonso Cisneros Cox.

En el campo de la música, destaca la composición Koi no uta: tres haikus para voz cantada y cordófono pulsado (2002) del colombiano Johann Hasler, basada en haikus japoneses del siglo X. El trompetista de jazz Don Ellis editó un disco titulado Haiku (MPS, 1973), basado en diversos haikus tradicionales.

En España, entre otros, cultivan el haikai o haikú los poetas Llorenç Vidal y Eulogio Díaz del Corral, tanto en castellano como en catalán / mallorquín. De entre las publicaciones recientes, la crítica ha destacado los poemarios dedicados al haikú de Juan Antonio González Fuente, José María Prieto Zamora y Susana Benet.[30]

Bibliografía

  • «La mujer en el haiku japonés», artículo de Alfredo Lavergne.
  • El libro del haiku japonés de Rodríguez Izquierdo, pág. 85 La poesía femenina.
  • Daisetsu Teitaro Suzuki, en su libro El zen y la cultura japonesa (Editorial Paidós Orientalia), en el capítulo «El zen y el haiku», pág. 151.
  • Rodríguez Izquierdo: El haiku japonés. Madrid: Hiperión, pág. 307.
  • «La mujer en el haiku japonés», artículo de Alfredo Lavergne.


  • http://www.poesias.cl/la_mujer_en_el_haiku_japones.htm
  • 70 Haikus y Senryûs de mujer Ed. Hiperión Suzuki Masajo.Kamegaya Chie. Nishiguchi Sachiko Traducción V. Haya y Yurie Fujisawa.
  • «Reseña del “Libro de jaikus” de Jack Kerouac», artículo de A. Sáenz de Zaitegui en la revista El Cultural, del 8 de noviembre de 2007, consultado el 4 de febrero de 2012.
  • «La tradición del haikú», artículo de Octavio Paz en el sitio web TAO (Terebess Asia Online).

Fuentes