Cornelio Rojas

Cornelio Rojas Hurtado
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General de Brigada
LealtadEjército Libertador Bandera de Cuba
Participó enGuerra de los Diez Años
Guerra Chiquita
Guerra Necesaria

Nacimiento16 de septiembre de 1833
Santa Clara, Las Villas, Bandera de Cuba Cuba

Cornelio Rojas Hurtado. General de Brigada. El que durante tres campañas expuso continuamente su vida por lograr la independencia patria.

Primeros años de vida

Nacido en Santa Clara el 16 de septiembre de 1833 en la residencia de sus padres don Manuel Rojas y doña María Manuela Hurtado.

Tenía diez y ocho años cuando el General Narciso López desembarca con su legión el 12 de agosto de 1851 por playitas, a cuatro leguas de Bahía Honda, produciendo espanto entre los españoles. En Remedios como en otros lugares de Cuba, el Gobierno exigía a los hombres útiles que empuñaran las armas para defender la madre patria contra el osado filibustero y sus valientes expedicionarios.

Pero no era Rojas de los pusilánimes que se prestaban a obedecer tan arbitrarios mandatos y fue castigado primero, con encierro por varios días y después con la vigilancia constante por parte de la guardia española, por su oposición a esas despóticas ordenes.

Por esta situación decide abandonar la “patria del corazón” como le llaman a donde se nace, y se marcha a Puerto Príncipe (Camaguey) donde muy pronto comenzó en el corte de madera que en esa época eran las exportaciones preferidas en las fincas que se ampliaban para ganado vacuno, agradando mucho a los hijos de los hacendados por los conocimientos, energía, y condiciones de mando del joven y que cada día eran más apreciados por sus servicios.

Allí supo Rojas que, coincidiendo con el desembarco del General López un valeroso hijo de Puerto Príncipe, Joaquín de Agüero había pagado con su vida su rebeldía contra el Gobierno Español. La noticia fue recibida con amargura e indignación, pues tan noble cubano, estando sublevad, no permitió que sus hombres mataran a mansalva a unos soldados españoles que confiados se bañaban en un río y tan valiente que después de pelear como un león, aceptó la muerte con sin igual entereza. Ante lo acontecimientos se enardecía el joven que ya tenia experiencia de lo que era la tiranía del gobierno colonial.

Por su oficio de labrador llega un día a Oriente, región que le agrada por su parecido a su tierra nativa, tiene ya ahorros y ama la tierra, escoge el barrio de San Andrés, con sus pintorescos valles y extensos potreros que le recuerdan la zona remediana y las haciendas ganaderas de Camaguey.

Contrajo matrimonio a los 25 años con Rita Escobar y adquiere una finca que con su laboriosidad hace productiva. Se relaciona con los Aguilera, Peralta y otros distinguidos holguineros que ya conspiran por la libertad de Cuba, los cuales depositan en él su mayor confianza al darse cuenta de la clase de hombre que se incorporaba a la causa patriótica.

La revolución de 1868

Al estallar la guerra de 68, Cornelio Rojas era uno de los terratenientes más prósperos de la Jurisdicción de Holguín. Al saber que Julio Grave de Peralta se había pronunciado en Guayacán del Naranjo dejo atrás su familia e intereses y fue a ofrecer su valioso concurso a la patria.

Tan pronto llega Rojas al lado de Peralta, éste le quiere dar el grado de capitán pero no lo acepta porque nada había hecho todavía para merecerlo. Hizo su primera guardia como soldado explorador distinguido; pocos días después le entregan el mando de un compañía y pasa más tarde a las órdenes del malogrado General Aricochea, como Jefe de su Escolta, permaneciendo en ese cargo hasta el año 1870, en el que Aricochea, cae prisionero.

En ese mismo año fallece, en Gibara, la esposa de Rojas. Pasó a las órdenes del Comandante Loreto Basallo, Hombre de pelo en Pecho y gran renombre, en la Jurisdicción de Holguín. A la muerte de Basallo en una emboscada española, Rojas se incorpora, con sus fuerzas, al General Inclán, que al poco tiempo, también es hecho prisionero y fusilado en Puerto Príncipe.

El General Modesto Díaz, Confió al Capitán Rojas la peligrosa misión de descubrir el campamento que los españoles usaban ocasionalmente en Uñas y Velasco, cumpliendo las instrucciones.

El Teniente Coronel Belisario Grave de Peralta, quien bien lo conocía, lo llama a su lado para acometer una tarea con gente escogida. Marchan al sur de Holguín y, en la demarcación conocida hoy por Mir, sorprenden a una fuerza española compuesta de ciento ochenta hombres, los cuales son derrotados y dejan al campo sus muertos y heridos y cincuenta y ocho cabalgaduras completamente equipadas, botín que puso a la pequeña tropa en condiciones de operar con más eficiencia. Se dirigen a Yaraniquén poniendo en fuga al enemigo después de avituallarse de algunos víveres y un corto numero de armas. Retroceden a Holguín y se apoderan del destacamento de La Gloria a media legua de Holguín dejando destruido los albergues de la fuerzas enemigas.

Ascendido al grado de Comandante por el General Calixto García y el Brigadier Antonio Maceo, después del ataque a Manzanillo, se incorpora a las órdenes del Brigadier Guillermo Moncada y el Coronel Leonardo de Mármol que atacaron Bueycito, sin que pudieran tomar las fortificaciones.

Necesitado el General Calixto García Jefes prácticos del terreno, incorporó a su columna al Comandante Rojas y pocos días después era ocupada la columna del Coronel Gómez Diéguez, en Ocujal. En esa acción perdió la vida el heroico joven remediano, de familia holguinera, Miguel Masferrer, que por su valentía era muy estimado por el General García, que al ver su cadáver exclamó: ¡Ha muero un hombre que valía más que toda España!

En el sangriento combate de Melones, en que sale maltrecho el coronel español Esponda, fue gravemente herido el Coronel Rojas, que no bien restablecido es solicitado por el General García, con el objeto de emprender nuevas operaciones.

La prisión y el destierro

Al poco tiempo es solicitado por el General Vicente García, que lo pone al frente del batallón que operaría sobre Las Tunas. Habiendo contraido segundas nupcias con la joven Librada Cano, de distinguida familia revolucionaria, pide permiso Rojas para descansar unos días al lado de su esposa. Pocas horas después era rodeado el rancho y sin poder defenderse, fue hecho prisionero, conducido a Holguín primero y a Gibara a los pocos días, fue encerrado en la Fortaleza de San Fernando, y a los dos meses llevado al Castillo del Morro en la Habana para pasar otros dos meses, y así tránsito por Santander, las prisiones de Santa Catalina en Cádiz y Castillo del Hacho en Ceuta, donde encontró a su amigo José Antonio Aguilera, confinado desde hacia años en ese castillo.

Rojas pasó cerca de dos años en el destierro y al regresar a Cuba siguió conspirando con Belisario Grave de Peralta, para reanudar la contienda independentista. Su actuación en La Guerra Chiquita fue muy destacada junto a Belisario Grave de Peralta

La Guerra del 95

Cornelio Rojas, no salió al campo tan pronto se inició la revolución de Independencia, tenía instrucciones del General Maceo para que no se sublevara hasta que llegara a la jurisdicción de Holguín. Esta orden creaba al Coronel Rojas una situación molesta y peligrosa, pues era muy vigilado por las autoridades españolas.

Tan pronto se conoce que el General Antonio Maceo y otros compatriotas se aproximan al Cauto, se Incorpora en Canastas lugar cercano al río, encontrándose con su hijo mayor, Cornelio Rojas Escobar, que se había unido al contingente de Maceo. Es recibido por el General Maceo con vivas demostraciones de afecto y lo destina al mando de la línea occidental de Holguín.

Estando el General Maceo organizando fuerza para la invasión cuando recibe Rojas su ascenso a Brigadier. Al poco tiempo es nombrado Delegado de Hacienda. En cuatro meses y medio que desempeñó Rojas el cargo recaudó diez y ocho mil pesos , que entregó, mediante recibo, al Brigadier Tomas Padró.

Se Incorpora a las tropas del General Calixto García, para invadir Chaparra y Gibara y en junio de 1896, hizo temblar de pánico a los voluntarios y guerrilleros de la Sierra Candelaria.

Rebasada la Línea del ferrocarril de Gibara a Holguín, retrocedió el General Rojas a Su mando en la zona occidental y a los pocos días dio el combate de Las Calabazas, donde se castigó duramente una columna española. Ya por esa época se había incorporado al Brigadier Rojas su hijo Rodolfo Rojas Cano.

Uno de los combates de más repercusión que dio el Brigadier Rojas fue le desarrollado en el sitio El Semillero, Finca San Cristóbal, donde fue contenida una columna española de las tres armas, la cual levantó el espíritu de los independentistas e hizo comprender al enemigo que era peligroso pasear por zonas donde mandaba el viejo guerrero del 68.

El Brigadier Rojas es designado como segundo jefe de una columna volante, marcando hacia Jiguaní y allí recibe órdenes de ir a Tacámara, donde el General Menocal lo espera. El Brigadier Rojas recibe órdenes de situarse al sur de Holguín, por donde se suponía pudieran marchar las tropas españolas en auxilio de Santiago de Cuba.

El último combate en que tomó parte tuvo por escenario las sabanas entre Holguín y Auras, al mando de los experimentados Generales del 68, Luis de Feria Garayalde y José María Capote y Sosa, que obedecían órdenes del General Calixto García Iñiguez, cerrando la campaña de independencia iniciada el 24 de febrero de 1895.

El Brigadier Rojas llamado por el General García, marcho a Gibara y allí pudo descansar, el que durante tres campañas expuso continuamente su vida por lograr la independencia patria.

Muchos años sobrevivió el Brigadier Rojas a la fecha de instauración de la Republica. Tomás Estrada Palma lo designó uno de sus Compromisarios Presidenciales, y la sociedad EL Liceo de Holguín lo eligió, por unanimidad, su presidente.

Murió como había vivido, gozando del mayor prestigio. La sociedad holguinera reverencia en él las altas virtudes del ciudadano, del patriota y el del ejemplar padre de familia.

Fuente

  • Pupo, Aguilera Constantino. Patriotas Holguineros, Holguín, 1956.