Francisco Dionisio Vives y Planes

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Francisco Dionisio Vives
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Gobernador de la Isla de Cuba
NombreFrancisco Dionisio Vives
Años de servicioOcupó el cargo de Gobernador de Cuba desde el 2 de mayo de 1823 hasta el 12 de mayo de 1832.

Nacimiento1775
Orán, Bandera de Argelia Argelia
Fallecimiento1840
Madrid, Bandera de España España

Francisco Dionisio Vives y Planes. Militar español. Gobernador y Capitán General de Cuba (1823-1832). Su mandato en Cuba se caracterizó por su enfrentamiento con las sociedades secretas de carácter independentista.

Primeros años

Nació en Orán, Argelia, el 27 de marzo de 1755, en una época en que la ciudad estaba bajo la soberanía española. Al principio del nuevo siglo, cuando España todavía era aliada de Francia, fue comandante del primer batallón de voluntarios de infantería ligera de Cataluña. Sirvió en Etruria (centro de Italia), para combatir después en Alemania bajo las órdenes del general Brunne y participar en la campaña de Pomerania (1807).

Cuando Napoleón instaló a su hermano en el trono de España, las tropas españolas que se encontraban en Europa combatiendo con la «Grande Armée» tuvieron que jurar lealtad a su nuevo soberano. Después de muchas vicisitudes y peripecias, Francisco Vives y sus hombres consiguieron embarcar en Dinamarca a bordo de buques británicos y llegar a Santander en octubre de 1808.

Ocupó el cargo de embajador de España en los Estados Unidos de América del 12 de abril de 1820 al 30 de septiembre de 1821.

Gobernador de Cuba

El 2 de mayo de 1823 Francisco Dionisio Vives asumió el cargo de Gobernador y Capitán General de Cuba, sustituyendo a Sebastián Kindelán y Oregón. Actuaba en representación del régimen absolutista de Fernando VII y en 1825 resultó investido de prerrogativas de plazas sitiadas mediante las llamadas Facultades omnímodas a los Capitanes Generales.

Durante su mandato se empeñó en mantener la autoridad de España por todos los medios. Aunque la noticia del fin del régimen constitucional y la orden de regreso al absolutismo solo se conocieron en Cuba en diciembre de 1823, ya Vives había tomado medidas para abortar las conspiraciones independentistas que se gestaron en la etapa. Las principales, amparadas bajo el manto de sociedades secretas, fueron las de los «Soles y Rayos de Bolívar» (1821-1824) y de la «Gran Legión del Águila negra» (1829-1830). Vives aparentemente las toleraba, pero se encargó de infiltrar sus agentes en las mismas. La primera pretendía crear la «república de Cubanacán», lo cual era influencia de los éxitos libertarios en el continente, pues para esa fecha ya Bolívar y otros próceres habían casi completado la independencia suramericana.

La restauración al poder de Fernando VII había traído como consecuencia que el sector más conservador de la clase de los hacendados recobrara su influencia y, de hecho, volviera al poder. Francisco de Arango y Parreño fue designado intendente del ejército y de la Real Hacienda en Cuba. Pero la situación iba a cambiar. Las crecientes manifestaciones a favor de la independencia entre los sectores de la clase media, que en un principio se habían aglutinado en torno al conde de O’Reilly, determinaron que en marzo de 1825 se creara en la isla un tribunal militar para castigar con mano de hierro cualquier conspiración. Este organismo represivo, que se llamó la “Comisión Militar Ejecutiva y Permanente” segregó definitivamente de la jurisdicción civil los delitos de infidencia, o sea, que pasaban al ámbito militar.

Vives, y los que le sucedieran tendrían facultades omnímodas, siendo abolidos todos los derechos políticos, civiles y humanos y quedando la suerte de cada ciudadano sometida al arbitrio de los capitanes generales. A partir de entonces los hacendados cubanos perdieron definitivamente todas las prerrogativas que habían disfrutado. La clase comerciante española, conjuntamente con la burocracia peninsular, ocupó una posición predominante en la sociedad cubana. Los comerciantes, en especial los vinculados con la trata de esclavos pasaron a formar parte del aparato estatal de la isla.

Vives, entre sus medidas, dio vía libre al juego y la corrupción, para así entretener a los criollos y apartarlos de las ideas separatistas, pues temía que las turbulencias en la isla «redujeran a pavesas su naciente agricultura». Hábil en recursos, carente de los más elementales escrúpulos de conciencia, tuvo la triste historia de reafirmar en el país el peculado como fórmula de gobierno, tarifando en provecho propio y de su camarilla los asuntos de la colonia. Apoyado en el oportunista político y mañoso administrador Claudio Martínez de Pinillos, conde de Villanueva, mantuvo el comercio clandestino de esclavos, perfeccionando los métodos implantados por sus antecesores y por el Real Consulado.

Favoreció también la expansión de la industria azucarera y liberalizó el comercio exterior, con lo que Cuba experimentó un gran esplendor económico. Realizó importantes obras de urbanización y trató de mejorar la salud pública, abriendo el primer manicomio y un hospital con un servicio para las parturientas.

En el plano militar Vives fortaleció el sistema defensivo costero y creó dos columnas móviles —una en Occidente y otra en Oriente– para combatir tropas invasoras o algún alzamiento insurreccional. Sus fuerzas ascendían a 30 mil hombres, del ejército regular como del Cuerpo de Voluntarios organizado especialmente para reprimir los brotes independentistas.

Fin de su mandato y muerte

Gobernó durante nueve años, hasta el 12 de mayo de 1832 en que fue sustituido por Mariano Ricafort Palacín y Abarca.

Al regresar a España, el Rey le nombró capitán general de la provincia de Valencia y le concedió el título de Conde de Cuba. Murió en Madrid el 1 de enero de 1840.

Fuentes

  • Arcadio Ríos. Hechos y personajes de la Historia de Cuba. Recopilación Bibliográfica. La Habana, 2015. 320 p.
  • Arcadio Ríos. La Agricultura en Cuba. Editorial Infoiima. La Habana. 2016. 374 p. Pág. 63.
  • Historia de Cuba. Dirección Política de las FAR. La Habana. Págs. 96-97.