La princesa rana

La princesa rana; (Царевна-лягушка) (cuento)
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Cuento popular eslavo que se centra en la importancia de reconocer la belleza interior de una persona sin importar su apariencia exterior, así como también la posibilidad de liberación tras un fracaso.
IlustracionesIvan Bilibin
DistribuciónEn forma gratuita por Imaginaria: www.imaginaria.com.ar

La princesa rana es un cuento de hadas que tiene múltiples versiones con varios orígenes. Además aparece en obras populares checas, húngaras, italianas y rusas así como en muchas otras.

Sinopsis

Un príncipe que se casa con una rana y descubre que es una bella doncella mágica, pero traiciona su confianza, obligándola a dejarlo. El príncipe entonces se embarca en una aventura para probarse a si mísmo y ganársela de nuevo.

Origen y Motivo

La forma del cuento deriva de uno de los más antiguos, el cuento de animales, que se hizo famoso gracias a las Fábulas de Esopo, pero que apareció por primera vez en Mesopotamia. Los animales son utilizados como personajes para explicar algo (por ejemplo, cómo le salió la cola al perro) o para inculcarle una moraleja al público (como en el conocido cuento de Esopo, La zorra y las uvas). Ejemplo: En el cuento La Zorra y las Uvas, la zorra se comporta como un niño vanidoso cuando no puede alcanzar las uvas que cuelgan y finalmente se marcha diciendo que probablemente estaban agrias de todos modos. Para que el cuento sea eficaz, el público debe aceptar el mundo del cuento en el que los zorros pueden hablar, razonar y racionalizar. Sucede igual en La princesa rana que se basa en la detención de la incredulidad ante una rana expresiva capaz de realizar magia transformadora. Es similar al más conocido El príncipe rana (también conocido como El rey rana), en el que la más joven de las tres princesas deja caer por accidente su bola de oro en un pozo y ésta es recuperada por una rana después de que ella prometa que será su compañera. Sin embargo, cuando la rana le devuelve la bola, ella rompe su promesa y huye. La rana la sigue para obligarla a cumplirla. La princesa solo acepta al sapo cuando descubre que en realidad es un apuesto príncipe y, según las distintas versiones, es recompensada por su bondad o castigada por ser superficial y egoísta. En La princesa rana, el protagonista también se muestra amable con la criatura, pero más tarde traiciona su confianza, y también utiliza el recurso del menor de tres, ya que este era un motivo popular en los cuentos populares. Por lo habitual, el hijo menor no recibía herencia, y la hija menor se casaba en último lugar, por lo que podía tener la dote más pobre. Los cuentos populares compensaban esta injusticia presentando con frecuencia al más joven de la familia como héroe o heroína.

Variantes de títulos

  • Princesa Rana o Zarevna Rana (Царевна Лягушка, Zarevna Lyagushka)
  • Vasilisa la Sabia (Василиса Премудрая, Vasilisa Premudraya); Aleksandr Afanásiev recopiló variantes en sus Cuentos populares rusos.
  • La novia animal, en el índice de Aarne-Thompson

El cuento

Érase una vez cierto reino en el que vivía un zar que tenía tres hijos. Cuando se hicieron mayores, el zar los reunió y les dijo: —Mis queridos hijos, quisiera casaros antes de hacerme viejo, deseo tener nietos y entretenerme con ellos. Los hijos le respondieron: —Si es así, padre, danos tu bendición. ¿Con quién quieres casarnos? —Tomad cada uno una flecha, salid al campo y disparadla. Allí donde caiga vuestra flecha, allí tendréis que buscar esposa. Los hijos se inclinaron profundamente ante el padre, tomaron cada uno una flecha, salieron al campo, tensaron sus arcos y dispararon. La flecha del hermano mayor cayó en el palacio de un boyardo (2) , cuya hija la levantó. La lecha del segundo hermano fue a parar al espacioso patio de un mercader, y la recogió una hija de éste. La flecha del hermano menor, el zarévich Iván, ascendió muy alto y se perdió de vista. El zarévich tuvo que partir en su búsqueda y, tras de andar y andar sin descanso, llegó a un pantano. Había allí una rana, que saltaba de piedra en piedra y sostenía la flecha entre sus patas palmeadas. 11111111111111111111111 imagen El zarévich le dijo: —Rana, ranita, dame mi flecha. La rana le respondió: —Cásate conmigo —¿Qué dices? ¿Acaso puedo yo casarme con una rana? —Cásate conmigo, esa es tu suerte. El zarévich Iván quedó triste y cabizbajo, pero ¿qué podía hacer? Tomó la rana y se la llevó a casa. Hubo tres bodas en el palacio del zar: la del hijo mayor con la hija del boyardo, la del mediano con la hija del mercader y la de Iván con la rana. Un buen día, el zar hizo llamar a sus hijos y les dijo: —Quisiera saber cuál de vuestras mujeres tiene mejores manos para la costura. Decidles que, para mañana, deben hacerme una camisa cada una. Los hijos se inclinaron ante el padre y salieron para cumplir su deseo. Llegó el zarévich Iván a sus aposentos con el corazón apesadumbrado y la cabeza baja. La rana, dando saltos por el piso, le preguntó: —¿Por qué te veo tan cabizbajo Iván Zarévich? ¿Qué pena te acongoja? —¡Tengo un buen motivo para estar triste! Mi padre, el zar, ha ordenado que le hagas para mañana una camisa. —¡No te preocupes Iván Zarévich! Vete tranquilo a dormir. Mañana será otro día. El zarévich Iván se acostó, y la rana saltó a la terraza del palacete, se desprendió de su piel y se convirtió en Vasilisa la Sabia. Era tan bella que ni en los cuentos tenía igual. Batió palmas Vasilisa la Sabia y llamó con voz sonora: —¡Madrecitas, ayas mías, acudid sin dilación! Haced, para mañana por la mañana, una camisa como la de mi padre. Temprano, cuando el zarévich Iván se despertó, la rana seguía saltando por el palacete, pero en la mesa había una camisa envuelta en un fino lienzo. Muy contento, el zarévich Iván le llevó la camisa a su padre. Sus hermanos ya estaban allí. El hermano mayor desenvolvió la camisa, el rey la tomó en sus manos y dijo: —Esta camisa no es para llevarla en palacio. Desenvolvió la camisa el mediano, y el rey dijo: —Esta camisa no vale más que para ir al baño. Desenvolvió el zarévich Iván su camisa con bellos bordados de oro y plata, y el rey exclamó nada más verla: —¡Esta camisa es para lucirla en las fiestas! Los hermanos mayores regresaron a sus aposentos comentando: —Sí, está visto que no debimos reírnos de la mujer de Iván. No es una rana, sino una bruja. El zar nuevamente hizo llamar a sus hijos y les pidió: Veamos cuál de vuestras mujeres es la mejor ama de casa. Que cada una me cueza para mañana un pan blanco y tierno. El zarévich Iván regresó a casa muy entristecido. La rana le preguntó: —¿Por qué te veo tan cabizbajo Iván Zarévich? ¿Qué pena te acongoja? ¡Tengo una buena razón para estar triste! Mi padre, el zar, quiere que para mañana le cuezas un pan blanco y tierno. —No te aflijas Iván Zarévich. Vete tranquilo a dormir. Mañana será otro día. Las mujeres de los hermanos mayores se rieron primero de la rana y luego enviaron a una vieja criada a que mirase cómo cocía el pan. La rana era muy lista y se lo figuró. Hizo la masa y la echó por un agujero que había abierto en lo alto del horno. La vieja criada corrió a contarlo a las mujeres de los hermanos, y ambas hicieron, punto por punto, lo mismo que la rana. Mientras, la rana salió a la terraza, se despojó de su piel y se transformó en Vasilisa la Sabia. Batió palmas Vasilisa la Sabia y llamó con voz sonora: —¡Madrecitas, hayas mías, acudid sin dilación! Cocedme un pan esponjoso y blanco como el que comía yo en casa de mi padre. Temprano, cuando el zarevich Iván despertó, encontró un pan blanco y dorado, relleno de pasas y decorado con torres y palacios. Se alegró el zarévich Iván, envolvió el pan y lo llevó a su padre. El zar estaba recibiendo los panes de los hijos mayores. Sus mujeres habían vertido la masa en el horno, como les dijera la vieja criada, y les había salido el pan quemado y negro como un tizón. El zar tomó el pan del hijo mayor, lo miró y dijo que lo dieran a la servidumbre. Lo mismo hizo con el pan del mediano. Pero cuando el zarévich Iván le entregó su pan, exclamó: —¡Este pan es para ser comido en los días de fiesta! 22222222222222222222222222 imagen Aquel mismo día el zar ordenó a sus hijos que a la tarde siguiente acudieran con sus esposas a una gran fiesta que iba a celebrar. Otra vez regresó el zarévich Iván a sus aposentos con el corazón apesadumbrado, el rostro sombrío, gacha la cabeza. La rana, saltando por el piso, le preguntó: —Croac-croac, Iván Zarévich ¿Qué pena te acongoja? ¿Es que tu padre no ha sido cariñoso contigo? —Tengo una buena razón para atormentarme. Ha ordenado mi padre que vaya contigo a su fiesta. Dime, ¿puedo, acaso, mostrarte delante de la gente? La rana respondió: —No te apenes Iván Zarévich, ve solo a la fiesta, yo iré después y me reuniré allí contigo. Cuando oigas ruidos y truenos diles a los invitados: “Es mi renacuajo que llega en su carruaje”. El zarévich Iván fue solo a la fiesta. Los hermanos mayores acudieron acompañados de sus esposas, muy engalanadas, con toques de colorete en las mejillas, vestidas de brocado, adornadas con perlas y pedrería. Y se burlaban de Iván diciéndole: —¿Por qué has venido sin tu mujer? Podrías haberla traído envuelta en el pañuelo. ¿Dónde has encontrado a esa beldad? ¡Seguro que tuviste que hurgar en fangosos pantanos y apestosos ríos para dar con ella! El zar, sus hijos, las dos esposas y los invitados se sentaron a las mesas de roble con blancos manteles y empezaron el festín. De repente se oyeron ruidos y truenos. Las paredes se tambalearon, los invitados palidecieron y se levantaron de sus asientos. Pero Iván Zarévich les dijo: —No teman, queridos invitados, sólo es mi renacuajo que llega en su carruaje. Ante la puerta del palacio se detuvo una carroza de oro tirada por seis caballos blancos, y de ella descendió Vasilisa la Sabia vistiendo un traje azul cuajado de estrellas, la luna clara lucía sobre sus cabellos. Era tan bonita, que parecía salida de un cuento. Descansó Vasilisa su brazo en el del zarévich Iván y se dirigió con él hacia las mesas de roble cubiertas de blancos manteles. Los invitados se pusieron a comer y beber entre alegres bromas. Vasilisa mojó sus labios en uno de los vasos y echó en su manga izquierda el resto del vino. Luego tomó un alón de cisne, lo comió y echó los huesos en la manga derecha. Las mujeres de los hermanos mayores vieron aquello y se apresuraron a imitarla. Terminado el festín empezó el baile. Vasilisa la Sabia tomó de la mano al zarevich Iván y se puso a danzar con tanta gracia que todos quedaron boquiabiertos. Luego sacudió la manga izquierda, y ante ella apareció un lago; sacudió la derecha, y por la superficie del lago se deslizaron unos cisnes de plumaje blanco como la nieve. El zar y sus invitados no cabían en sí del asombro.

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Las mujeres de los hermanos mayores salieron también a bailar. Sacudieron una manga y mojaron a los invitados, sacudieron la otra y los huesos volaron en todas direcciones. Uno le dio en un ojo al zar, que indignado echó a sus dos nueras del palacio.Mientras tanto, el zarevich Iván salió sin ser visto, corrió a sus aposentos, encontró la piel de la rana y la arrojó al fuego. Regresó a casa Vasilisa la Sabia y vio que la piel había desaparecido. Se dejó caer en un banco y reprochó a su esposo con tristeza: —¡Ay, Iván Zarévich! ¿Qué has hecho? Si hubieras esperado tres días más, habría sido tuya para siempre. Ahora tendremos que separarnos. Búscame más allá de los veintinueve países, en el trigésimo reino, en los dominios de Koschéi el Inmortal, esqueleto sin carne, cuerpo sin alma. Vasilisa la Sabia se transformó en un cuclillo gris y salió volando por la ventana. El zarévich Iván lloró amargas lágrimas, se inclinó profundamente mirando a los cuatro puntos cardinales para despedirse de su tierra amada, y se fue en busca de su mujer. Nadie sabe cuánto anduvo, pero lo que sí se sabe es que sus botas quedaron sin suelas, sus ropas se hicieron jirones y su gorro quedó destrozado por las lluvias. Un buen día se encontró con un viejo en mitad de un camino. —¡Buenos días joven! ¿A dónde vas, qué camino llevas? El zarévich le contó sus penas y el anciano le dijo: —¡Ay, Iván Zarévich! ¿Por qué quemaste la piel de la rana? No se la habías puesto tú, y no eras tú quien debía quitársela. Vasilisa la Sabia nació más lista, más inteligente que su padre. Enfadado por eso, él le ordenó que viviera tres años transformada en rana. En fin, quiero ayudarte. Toma este ovillo de hilo, déjalo rodar y síguelo adonde quiera que te lleve. El zarévich Iván dio las gracias al viejo y echó a andar en pos del ovillo. Mientras éste rodaba por un bosque, salió un oso de la espesura. Iván echó mano de su arco, dispuesto a matar a la fiera, pero el oso le dijo con voz humana: —No me mates Iván Zarévich, que algún día te prestaré un buen servicio. Se compadeció el zarévich del oso, bajó el arco y siguió su camino. De pronto vio un ánade volando sobre su cabeza. Aprestó el joven su arco, pero el ánade le dijo con voz humana: —No me mates Iván Zarévich, que algún día te prestaré un buen servicio. Se compadeció el zarévich del ánade, bajó el arco y siguió su camino. De súbito vio una liebre que corría veloz. El zarévich Iván aprestó rápido el arco, dispuesto a disparar, pero la liebre le dijo con voz humana: 4444444444444444444444444444 —No me mates Iván Zarévich, que algún día te prestaré un buen servicio. Y también a ella le perdonó el zarévich la vida. Siguiendo el ovillo, llegó a la orilla del mar. Un sollo agonizaba boqueando sobre la arena. —¡Ay, Iván Zarévich, compadécete de mí, échame al mar azul! —suplicó el sollo con voz humana. 55555555555555555555555555555555555555555555555555555555555 El zarévich echó el sollo al mar y prosiguió su camino. Pasado cierto tiempo, nadie sabe cuánto, llegó el ovillo a un bosque. Había allí una pequeña isba(3) sobre patas de gallina que daba vueltas y más vueltas. —Isba, isba, detente con la pared trasera mirando al bosque y con la puerta hacia mí. La isba se detuvo con la pared trasera mirando al bosque y con la puerta hacia el zarévich. Iván entró y vio durmiendo en la novena hilera de ladrillos de la estufa a la bruja Yagá Pata de Palo, los dientes sobre un estante y la nariz clavada en el techo. —¿Qué vienes a hacer aquí, zarévich? ¿Qué vientos te traen? —preguntó la bruja ¿Vas en busca del destino o huyes de él sin tino? El zarévich Iván le respondió: —¿Es forma ésta de acoger a un forastero? Primero hay que ofrecerle un baño, darle de comer hasta saciar su hambre y darle de beber hasta apagar su sed. Luego, cuando haya descansado, se le puede interrogar, antes no. La bruja Yagá Pata de Palo preparó un baño al zarévich, le dio de comer y de beber y le hizo luego la cama.Entonces, Iván Zarevich le contó que iba en busca de su mujer, Vasilisa la Sabia. —Ya estaba enterada —le dijo la bruja—. Tu mujer vive ahora en el palacio de Koschéi el Inmortal. Difícil te va a ser quitársela, vencer a Koschéi no es coser y cantar. La muerte de Koschéi se encuentra en la punta de una aguja, la aguja está encerrada en un huevo, el huevo en el interior de un pato, el pato vive dentro de una liebre, la liebre está encerrada en un cofre de piedra, y el cofre se halla en la copa de un alto roble del que cuida Koschéi como de las niñas de sus ojos. Hizo noche el zarévich Iván en la isba de la bruja, y a la mañana siguiente reanudó el camino. Mucho anduvo el zarevich Iván; cuánto, nadie lo sabe, pero por fin vio un alto y rumoroso roble en cuya copa descansaba el cofre de piedra. Resultaba imposible sacudirlo, imposible trepar por él. De pronto apareció un oso que arrancó de cuajo el roble. El cofre cayó y se hizo añicos. Salió de él una liebre que echó a correr como alma que lleva el diablo. Pero otra liebre le dio alcance y la mató a patadas. De la liebre muertasalió un pato que voló alto en el cielo. Pero un ánade se precipitó sobre él y le dio un terrible aletazo. El pato dejó caer un huevo, y el huevo se hundió en las profundidades del mar. El zarévich Iván estalló en amargo llanto ¿Cómo iba a encontrar el huevo en el fondo del mar? Pero, de pronto, un sollo nadó hacia la orilla, llevando en la boca el huevo. El zarévich cogió el huevo y con él fue en busca de Koschéi. Al ver el huevo, Koschéi se echó a temblar. Iván Zarevich no dijo nada, hacía saltar el huevo de una de sus manos a la otra y, con sólo ese juego, Koschéi se retorcía de dolor. Entonces el zarévich cascó el huevo, sacó de dentro la aguja y le rompió la punta. Y éste fue el fin de Koschéi el Inmortal, esqueleto sin carne, cuerpo sin alma. Vasilisa la Sabia salió corriendo al encuentro de su esposo y le besó en los labios. Regresaron el zarévich Iván y Vasilisa la Sabia a su hogar, y en él vivieron felices y contentos hasta el fin de los tiempos.



Simbolismo y mensaje

La historia sigue el paradigma de la mayoría de los cuentos populares, sino de todos, al invertir las costumbres y ritos tradicionales y transmitir al mismo tiempo un importante mensaje cultural. Los tres príncipes se casan a la vez en lugar de que los hermanos mayores reciban un trato preferente, y las esposas presumiblemente mayores son superadas por las más jóvenes. También toma un personaje villano tradicional, Baba Yagá, y lo transforma en un espíritu servicial que es fundamental para ayudar al héroe a alcanzar el objetivo de su búsqueda. La princesa rana, como se ha señalado, es similar a muchos otros cuentos de novias animales, pero pone de relieve la debilidad del héroe, casi hasta el final, por su incapacidad para ver más allá de las apariencias y apreciar la belleza interior de su esposa, independientemente de la forma que adopte

Esto es así no sólo por la repulsión inicial del héroe hacia la rana y el asco posterior ante el lagarto y la serpiente, sino también por la reacción del público ante Baba Yagá. Baba Yagá suele aparecer en la tradición eslava como una bruja amenazadora que cabalga en un mortero propulsado por una maja con una escoba que barre cualquier rastro de su camino tras de sí, y que busca niños pequeños a los que pueda comerse. Rara vez aparece como nada que no sea una bruja malvada, e incluso cuando es servicial, como en el cuento Maria Morevna, es en contra de su voluntad. En este cuento, sin embargo, reconoce la valía del héroe aunque él no lo parezca, y sus hermanas hacen lo mismo, hasta el punto de regalar a la pareja un caballo mágico para que los lleve de vuelta a casa.


Baba Yagá se reconoce como una figura embaucadora, timadora, tramposa, estafadora, engañosa, un personaje mitológico que suele hacer cosas malas que luego conducen a la transformación, y todo este cuento encarna la figura del embaucador. Los embaucadores pueden parecer malvados, pero pueden provocar cambios importantes que lleven a algo bueno. Nada ni nadie en el cuento se comporta como se espera que lo haga: la rana es en realidad un hada, la bruja malvada es un espíritu servicial, el valiente príncipe no puede con un lagarto o una serpiente. Esto le sugeriría al público cautela a la hora de sacar conclusiones precipitadas sobre las personas y los acontecimientos de su propia vida.

Conclusión

Junto con la moraleja de no juzgar a los demás por su apariencia, está la esperanza de las segundas oportunidades y el perdón. Cada vez que el padre de Iván exige a su mujer que haga algún objeto nuevo, Iván se muestra abatido cuando se lo cuenta a su mujer, desesperanzado ante lo que considera tareas imposibles. Incluso después de que su mujer le demuestre que debe confiar en ella, él sigue dudando, y sus temores culminan finalmente en su acto de traición cuando le quema la piel de rana. Tras estos fallos iniciales, Iván sigue tropezando en la cabaña de Baba Yagá, pero se le da una segunda, y luego una tercera oportunidad en casa de sus hermanas. Baba Yagá y sus hermanas no dejan a Iván a merced de su propia debilidad, sino que lo perdonan y le animan a intentarlo de nuevo. Iván, por su parte, no abandona a Vasilissa ni siquiera después de que ésta haya escapado de él convertida en lagarto y luego en serpiente, y es precisamente por esta razón por la que Baba Yagá y sus hermanas le ayudan: porque por fin es capaz de ver más allá de las apariencias superficiales y entender lo que es realmente importante en la vida. Al final, se aferra a estos valores para completar su búsqueda, volver a estar completo con su esposa y, como dice la historia, vivir feliz para siempre.

Notas

(1) En algunas de las versiones consultadas este cuento aparece titulado como “La princesa rana”. (2) Boyardo: es el título de los nobles terratenientes eslavos, aunque se emplea sobre todo en el ámbito ruso, serbo, búlgaro y rumano (incluyendo Moldavia). Fuente de la información: Wikipedia. La enciclopedia libre. (3) Nota de Imaginaria: Isba o isbá es una típica vivienda campesina rusa; construida con tron- cos, constituía la residencia habitual de una familia campesina rusa tradicional.

Fuentes

https://www.imaginaria.com.ar/wp-content/uploads/2011/09/Imaginaria-La-zarevna-rana.pdf https://www.ellibrototal.com/ltotal/?t=1&d=354 https://www.orientacionandujar.es/wp-content/uploads/2019/11/Cuento-La-princesa-ranita.pdf https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1856/la-princesa-rana/