Luis XV

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Luis XV
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Rey de Francia y Navarra y Copríncipe de Andorra
NombreLuis XV de Francia
Nacimiento15 de febrero de 1710
Versalles,Bandera de Francia Francia
Fallecimiento10 de mayo de 1774 (64 años)
Versalles,Bandera de Francia Francia
Causa de la muerteViruela Negra
NacionalidadFrances
CónyugeMaría Leszczynska, Princesa de Polonia
PadresLuis de Francia, María Adelaida de Saboya



Luis XV de Francia nació en Versalles el 15 de febrero de 1710 y murio el 10 de mayo de 1774, llamado El Bien-Amado, fue Rey de Francia y de Navarra1 entre los años 1715 y 1774. Además, fue Copríncipe de Andorra y Duque de Anjou.

La regencia del duque de Orleans

En 1710, el primero en la línea de sucesión era el Gran Delfín, hijo mayor y el único varón superviviente de Luis XIV. Monseigneur tuvo tres hijos: Luis, Duque de Borgoña, luego investido como Delfín; Felipe, Duque de Anjou, que más tarde se convertiría en rey de España como Felipe V y Carlos, Duque de Berry. La madre del pequeño Luis, la Delfina María Adelaida, era una mujer viva y cariñosa, cosa poco frecuente en la casa real, pareciendo estar verdaderamente enamorada de su marido. La pareja desarrolló un papel central en la corte de Versalles cuando el Rey Sol envejeció. En 1700, Felipe, el Duque de Anjou hereda la corona del país de su abuela, María Teresa de Austria, convirtiéndose en Felipe V de España. El traspaso de la corona española de la Dinastía de los Austrias a la de los Borbones causó la Guerra de Sucesión Española (1701–1713). Se daba la particularidad que el nuevo soberano de España podría acceder al trono de Francia (como después se comprobó) si el Gran Delfín y el Duque de Borgoña morían antes que Luis XIV. Las potencias protestantes unidas a los Habsburgo de Austria se opusieron a una posible unión dinástica entre Francia y España, lo que hubiera significado el nacimiento de la hegemonía de los Borbones. Con la firma de la Paz de Utrecht (1713) Felipe V tuvo que renunciar a la perspectiva de convertirse en monarca francés. Entretanto, se dieron las condiciones que hubieran permitido a Felipe reinar también sobre Francia. El 14 de abril de 1711, a pesar de gozar de buena salud y no tener una edad avanzada, el Gran Delfín murió repentinamente de causas naturales.3 Su hijo, el Duque de Borgoña, se convirtió entonces en el Delfín de Francia. Apenas un año más tarde, el 12 de febrero de 1712, la Delfina María Adelaida murió de sarampión, y una semana después, el 18 de febrero, el sarampión también condujo a la muerte a su marido, el Duque de Borgoña. Ante el temor de que los dos niños también hubieran sido contagiados por la enfermedad, los médicos sometieron a violentas sangrías al mayor, el entonces investido Delfín Luis, Duque de Bretaña que murió el 8 de marzo, debilitado por el tratamiento. Sólo la firme y decidida intervención de Madame de Ventadour, gobernanta de los infantes reales, les impidió a los médicos sangrar a Luis. La gobernanta, encerrada y asistida por tres niñeras, lo cuidó durante toda su enfermedad y Luis la quiso como una madre. Hacia finales de agosto de 1715, Luis XIV se estaba muriendo de gangrena. El 26 de agosto llamó a su bisnieto de cinco años, Luis, a su lado, y le dijo estas palabras que pasarían a la historia: «Hijo mío, vas a ser un gran rey. No imites mis gustos por construcciones y guerras. Al contrario, trata de tener paz con tus vecinos. Vuelve a Dios lo que le pertenece; reconócele las obligaciones bajo las que te encuentras; haz que tus súbditos lo honren. Sigue siempre buenos consejos. Trata de solventar el sufrimiento de tu pueblo, que me aflige no poder solucionar. (...)». Seis días después, el hombre que había gobernado Francia durante más de 70 años murió, y Luis XV fue coronado como el nuevo rey. En agosto de 1714, un año antes de que muriera, Luis XIV había expresado su voluntad de conceder un papel prominente en la siguiente regencia a dos hijos que habían nacido de su anterior amante, Madame de Montespan, que había sido desde entonces legitimada; los dos hijos se conocían por Luis, duque de Maine y el Conde de Toulouse. Al legitimar a sus hijos bastardos, Luis XIV trataba de remediar la muerte de la mayor parte de sus herederos varones en los tres años anteriores, y asegurar el futuro de una maltrecha dinastía. Sus cálculos pasaban por que el joven Luis XV muriera y los hijos bastardos de Luis XIV lo sucedieran en el trono. Esto iba en flagrante contravención de la tradicional regla de sucesión al trono de Francia. Este hecho resultó motivado también por la insistencia de la segunda esposa de Luis XIV, Madame de Maintenon, quien había criado a los dos niños y los tenía en gran estima (otros hijos bastardos del rey, que no fueron criados por Madame de Maintenon, no fueron legitimados). Este deseo buscaba realzar las posiciones de Toulouse, y especialmente las del hijo mayor, Maine, a expensas del hombre que se esperaba, por derecho tradicional, fuera regente y gobernara Francia hasta que Luis XV alcanzara la mayoría de edad, Felipe de Orleans, hijo del hermano menor de Luis XIV. La voluntad del rey estipulaba que hasta que el nuevo rey alcanzase la adultez, la nación sería conducida por un consejo real formado por 14 miembros. Felipe de Orleans fue nombrado presidente del consejo, pero todas las decisiones se tomaban por mayoría de votos; la composición del consejo, que incluía a Maine, Toulouse y varios miembros de la administración de Luis XIV, fue tal que Orleans era normalmente rechazado. El contenido de esta voluntad se reveló, y varias facciones comenzaron a alinearse tras Maine, Toulouse y Maintenon por un lado, y por otro Orleans. Esta última tuvo el apoyo de muchos entre la antigua nobleza de espadas (noblesse d'épée), descendiente de caballeros medievales en oposición a los noblesse de robe, la nueva aristocracia surgida de personas que habían adquirido algún cargo público al servicio del Rey. Luis XIV había excluido habitualmente la noblesse d'épée del gobierno en favor de los plebeyos de la burguesía, que solían entrar así en la noblesse de robe y a los que podía controlar más fácilmente. Así, en la noblesse d'épée anhelaban un cambio político que los favoreciese y estaban disgustados con la legitimación de los «bastardos reales» Maine y Toulouse, a los que consideraban una afrenta a las reglas de herencia tradicionales.

Heredado el trono de su bisabuelo Luis XIV a la edad de cinco años, pasó sus primeros años de reinado en relativa tranquilidad, rodeado de preceptores que le proveyeron una gran cultura, mientras que el poder efectivo fue entregado a varios regentes. Al alcanzar la mayoría de edad le confió el gobierno al cardenal Fleury, su antiguo preceptor. A diferencia de Luis XIV no tuvo contacto directo con la vida política de su país: se reunía con poca frecuencia con sus ministros y actuó en contra de sus expectativas, tramando una red de diplomáticos y espías. Su desinterés por la política y la constante sucesión de ministros que debilitaban el poder de Francia en Europa contribuyeron en sentar las bases para la Revolución Francesa. Al inicio de su reinado fue amado por el pueblo, que rápidamente le apodó como El Bien Amado. Con los años, su debilidad en la toma de decisiones y la constante e intrigante presencia de sus amantes dinamitó su popularidad, produciéndose algunas celebraciones a su muerte en París. Por ello, hubo de celebrarse en secreto su funeral, para evitar que se produjeran burlas públicas ante su ataúd, tal y como ocurrió con su predecesor. Bajo su reinado, Francia logró grandes éxitos militares, como la anexión del Ducado de Lorena y Córcega; sin embargo, perdió gran parte de su imperio colonial a manos de Gran Bretaña. Tras enfermar de viruela negra, y sufrir una lenta agonía, Luis XV murió el 10 de mayo de 1774

André de Fleury

De acuerdo con el décimo codicilo del testamento de Luis XIV, el duque de Orléans nombró como preceptor del pequeño Luis a André Hercule de Fleury, quien se mantuvo al lado del monarca hasta 1726, cuando el duque de Borbón murió y fue reemplazado por el recién nombrado cardenal. Éste llevó a cabo una política eficiente en el interior. Con él se restablecieron las finanzas, parte del problema de los jansenistas y aumentó el comercio.


Trató de no llevar adelante la guerra y, debido a la paz que quería el gobierno inglés, estas dos naciones no se enfrentaron hasta 1740. No pudo evitar involucrarse en la Guerra de Sucesión Polaca, que concluyó con la victoria franco-española. No lograron decidir sobre Polonia, pero obtuvieron el ducado de Lorena y el reino de Nápoles, respectivamente. Aquél fue un gran logro exterior para Luis XV, quien vivió su época más feliz durante la dirección del anciano cardenal. Desgraciadamente, la intromisión en la guerra de Sucesión Austriaca en apoyo de Prusia, con la intención de desbandar definitivamente el imperio de los Habsburgo, le costaría un golpe del que los franceses guardarían un mal recuerdo.

Madame de Pompadour

En 1743 murió el cardenal Fleury, y fue entonces cuando pareció que Luis XV asumiría personalmente el gobierno de su reino. Pero, ciertamente, esto estuvo lejos de ser verdad. En 1740 se celebró un baile de máscaras por el matrimonio del hijo de Luis XV; en este, el rey conoció a una burguesa, supuesta hija de un decorador del palacio, de nombre Jeanne-Antoinette Poisson, la cual luego fue instalada en Versalles. Luis la nombró Marquise de Pompadour y la separó legalmente de su marido; fue incluso presentada en la corte el 14 de septiembre. Recibió asimismo el título de duquesa, con derecho a sentarse junto a la reina; pero, por razones desconocidas, jamás hizo uso de él.

A pesar de que para 1745 Pompadour ya había dejado de frecuentar la cámara del rey, nunca dejó de ser tratada como la favorita. Inspiró a Luis para que sólo frecuentara a muchachitas jóvenes, a las cuales nunca hacía perdurar demasiado. Durante este periodo, el gusto por el arte se agudizó y el estilo rococó llegó a ponerse de moda en toda Europa. Se construyó un nuevo palacete, que luego fue llamado el Petit Trianon; se reconoció al país como el centro estético y aristocrático de Europa. Sin embargo, en política exterior los fracasos fueron inevitables. La guerra de Sucesión Austriaca no arrojó ningún resultado positivo, más aún, acabó como había comenzado, más allá de la tremenda irregularidad fiscal que había gestado. La crisis interna se agudizó gracias a la oposición del Parlamento a la política religiosa de Luis, quien beneficiaba a los jesuitas, y a las bulas papales, como la de Unigenitus. El tremendo legado de hambrunas, pestes y muertes que había dejado la guerra contribuyó a la impopularidad del monarca. Pero nada de eso se compararía con el resultado que obtendría Francia, luego de siete años de una guerra mucho peor, a la que también había llevado aquella cortesana favorita. París no dejaba de reunirse para humillarla y escribir chascarrillos obscenos sobre su persona. Las medidas diplomáticas tomadas entonces no sirvieron para nada, frente a las grandes derrotas. La flota francesa fue aniquilada en los mares, el desinterés llevó a que ni Luis ni sus ministros se preocupasen por sus colonias. La pérdida de éstas fue inevitable, pero ni siquiera en el continente hubo triunfo alguno. La invasión de Hannover no significó en lo más mínimo un triunfo. Al fin de la guerra, Francia se había quedado con un saldo de 200.000 soldados muertos, y con una flota totalmente destruida. Su lugar como potencia se vio amenazado, y comenzó entonces un déficit fiscal que no se regularía en casi un siglo.

Matrimonio e hijos de Luis XV.

El 4 de septiembre de 1725 contrajo matrimonio con María Leszczynska, Princesa de Polonia (1703–1768). Tuvieron diez hijos: Luisa Isabel de Francia, Madame Premiere (1727–1759); Duquesa de Parma con Felipe de España.

Ana Enriqueta de Francia, Madame Seconde (1727–1752); gemela de Luisa Isabel, nunca se casó.

María Luisa de Francia (1728–1733).

Luis de Francia (1729–1765); Delfín de Francia y padre de los tres últimos monarcas de la Casa de Borbón en Francia, Luis XVI, Luis XVIII y Carlos X.

Felipe de Francia (1730–1733).

María Adelaida de Francia (1732–1800).

Victoria de Francia (1733–1799).

Sofía Filipina de Francia (1734–1782).

Teresa Felícita de Francia (1736–1744).

Luisa María de Francia (1737–1787).

Rey y amante

De la vida amorosa y del poder de bibliografía y un conocimiento público, más o menos novelesco, muy difundido. Con solo darle una ojeada a la historia, nos encontramos que son muchos los gobernantes que llevan una vida disipada y licenciosa, entregados al placer, despreocupados del gobierno e indiferentes ante las necesidades del pueblo. Como ejemplos, sin ir más lejos, tenemos a Enrique VIII de Inglaterra, los soberanos de las ciudades-estado de la Italia del Renacimiento, los Luises franceses, destacando los Luises gobernantes del siglo XVIII, cuyas favoritas influyeron de una manera determinante, en el destino de Francia. Los amores extramatrimoniales reales no suponían un escándalo para nadie, eran públicos y el ser aceptados o rechazados por los cortesanos era cuestión de partidismo: si la favorita les era propicia, todo marchaba bien, pero si afectaba a los intereses de alguien, se convertía automáticamente en una prostituta a la que había que reemplazar. El gobierno de la Nación pasa a manos de privados y favoritas, que van dejando las arcas del Estado vacías. Las guerras, la mala administración, el lujo de la corte, la agitación parlamentaria y la mala política exterior, influyen de tal manera en el pueblo, que ahora la insatisfacción y el hambre hace que se levante contra el tirano, desembocando en la Revolución Francesa y sus trágicas consecuencias. Esta es la Francia que deja de herencia Luis XV, protagonista de este artículo de opinión, a su nieto Luis XVI.


Amores reales : Favoritos.

El hecho de conseguir una favorita para el rey, suponía un suculento negocio a los miembros de la Corte y os aseguro que en la búsqueda de dicho status, entraban a formar parte los familiares directos, amigos cercanos y que decir tiene la propia aspirante a favorita, que sobrellevaba con altruismo tan honorable quehacer, en espera de la elección y retribución correspondiente. Ser pariente o benefactor de una de estas amantes significaba obtener tierras, dinero, títulos…y había que darse prisa en conseguir todo esto antes que apareciera una nueva sucesora que la desplazara. Alguna de estas mujeres llegaron a ser más importantes e influyentes que la propia reina, cuya única misión era aportar herederos a la corona y satisfacer las necesidades reales. Mientras que las favoritas, si eran lo suficientemente inteligentes y sabían como manipular la voluntad del rey, arrebataban a la reina el puesto que le correspondía en el mundo que rodeaba al monarca, pasando lareina a un segundo término. En Francia se les llegó a crear un título para las favoritas:” maitresse en trite” (favorita real) con la finalidad de elevarla a un rango oficial. A las soberanas, no les quedaba más remedio que tolerar la situación. Si tenían alguna influencia sobre el heredero, una vez muerto el rey, su venganza hacía la privada era tremenda. A pesar de todo, si querían seguir siendo respetadas en su categoría de esposa real, tenían que soportar la cercanía de las favoritas, e incluso admitirlas en el su séquito personal. Hubo alguna de ellas que contrajeron matrimonio morganático con el rey, sabiendo que no tenían derecho a ser reinas y sus hijos no serían sucesores al trono. Luis XV, apodado el Bien Amado, heredero de la antigua Monarquía Absoluta, afirmaba “el poder soberano reside únicamente en la persona del rey” y “no debe dar cuentas a nadie de sus actos, solo a Dios”. En él residía los tres poderes: el judicial, ejecutivo y el legislativo. Al no estar interesado en la política, adoptó la costumbre de ausentarse de las reuniones, haciéndose cargo los principales ministros. Debido a su desconocimiento político y aquejado de apatía, misantropía y aburrimiento por los asuntos de estado, conduce a Francia a una situación política difícil de encauzar. Poseía una sexualidad de superhombre, además de atender a su esposa hasta la extenuación, amén de satisfacer a sus favoritas, operaba en serie con las muchachas que los cortesanos le preparaban en su palacio de Versalles. Este nutrido gineceo fue conocido en la corte como “Le parc aux cerfs” o “Parque de los ciervos”. Estuvo siempre bien servido de jovencitas que al cumplir los 18 años, eran recompensadas casandolas con un caballero de la corte. Siendo casi sexagenario, abandona por completo sus obligaciones como Monarca de los franceses, dejando la nación en manos extrañas y permitiendo que las concubinas participaran en asuntos de gobierno, consagrando los últimos años de su vida a su pasatiempo preferido: los placeres carnales. Podemos decir que es el paradigma de los donosos amadores. Entre las favoritas oficiales destacan, la condesa de Mailly, la marquesa de Vintimille, la Pompadour y madame Du Barry. Estas dos últimas, fueron las que más presión ejercieron en su vida pública y privada, ayudándole a dejar vacío el Erario Público para sus lujos y fiestas y una Francia predispuesta para la Revolución Francesa.


Fuentes

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/luis_xv.htm
http://www.laguia2000.com/francia/luis-xv
http://nina.lacoctelera.net/post/2006/01/29/luis-xv-francia-rey-y-amante-3
http://www.artehistoria.jcyl.es/historia/personajes/6293.htm
http://www.portalplanetasedna.com.ar/luis15.htm


Enlaces externos

http://www.jovenclub.cu
http://www.artehistoria.jcyl.es/historia/personajes/