Ataque de los ingleses a Santiago de Cuba (1741)
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Ataque de los ingleses a Santiago de Cuba (1741). Fue otra invasión inglesa a la isla de Cuba que se dio en 1741 en medio del conflicto bélico llamado La Guerra del Asiento, nombre que ha sido sustituido con el paso del tiempo por el de Guerra de la Oreja de Jenkins.
Antecedentes
A principios de la década del 40 del siglo XVIII Santiago de Cuba sería centro de atención del gobierno británico, con mayores intenciones que la del mero saqueo por parte de piratas y corsarios de nacionalidad inglesa.
En 1731, el guardacostas español La Isabela apresó frente a las costas de Florida al navío contrabandista inglés Rebecca, capitaneado por el pirata Robert Jenkins. Jenkins compareció ante la Cámara de los Comunes en 1738 con su oreja en un frasco, como parte de una campaña belicista por parte de la oposición parlamentaria en contra del primer ministro Walpole.
El pirata testimonió que el capitán español Juan León Fandiño, que apresó la nave, lo ató al mástil de su propio barco y de un certero tajo con su espada le cortó una oreja al tiempo que le decía:
Luego lo dejó marchar, después de desarmar y saquear su barco. La oposición forzó al Gobierno a pedir una indemnización de 95 mil libras, a lo que España se negó. Walpole se vio obligado, a regañadientes, a declarar la guerra a España el 23 de octubre de 1739.
En medio de todo esto, se planteó la posibilidad de tomar Santiago de Cuba y montar una base militar para controlar el Paso de los Vientos. Las tropas estaban dirigidas por Sir Edward Vernon y el general Thomas Wentworth, más de cincuenta buques y miles de soldados. Como no pudieron atacar directamente la ciudad, tuvieron que idear un nuevo plan: dirigirse a la Bahía de Guantánamo, desembarcar allí y atacar por tierra.
Francisco Cajigal de la Vega, alistó milicias y tropas, repartió armas a los voluntarios, aumentó la guarnición en las fortalezas, pidió refuerzos a otras zonas y formó varios destacamentos. Hostigó continuamente a los ingleses hasta que no les quedó otro remedio que regresar a Guantánamo y pedir refuerzos a su vez. Siguieron siendo atacados, incluso por corsarios santiagueros que los azotaron por mar. Fue una gesta épica. Si a eso se suma que las enfermedades tropicales comenzaron a pasar factura, las tropas británicas estaban bastante disminuidas y desmoralizadas. Se retiraron en noviembre aunque la flota británica continuó bloqueando el puerto de Santiago hasta el mes siguiente. Posteriormente, el grueso de las naves regresó a la base jamaicana de Port Royal, unos pocos barcos se dirigieron al Paso de los Vientos para realizar actividades de corso, y otros fueron enviados a vigilar a la flota española de La Habana.