Baba Oddi Meji
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Baba Oddi Meji. Es uno de los Olodús más fuertes en la familia de Ifá, es muy agresivo y belicoso. Cuando estaba en el cielo resultó más conocido por su belicosidad que por su sacerdocio, no obstante es sin dudas un sacerdote de Ifá eficiente. A causa de sus innumerables actividades fuera del ámbito celeste, no realiza muchas prácticas de Ifá: en su lugar, esa parte del trabajo se le suele realizar a través de terceros, por ejemplo: cuando Odde (el de afuera o del exterior) acudió por adivinación al sufrir un revés de fortuna, fue uno de los ayudantes de Oddi Meji quién lo ayudó.
Nacimiento
Oddi era tan engreído que jamás se molestaba en consultarse antes de emprender un viaje. Por una parte, porque no veía la necesidad de consultarse con divinidades o sacerdotes de Ifá a quienes consideraba inferiores; y por otra, porque estaba convencido de que con su fuerza y su conocimiento, saldría siempre airoso de cualquier prueba. Cuando decidió que ya era hora de irse a la tierra, emprendió viaje llevando solamente sus dos instrumentos de poder y autoridad: La piedra del rayo y el horno de fundición.
Esos instrumentos eran usados por la deidad del trueno y los rayos (Shangó), y el de los metales, (Oggún). Llevó los dos instrumentos dentro de su cabeza.
Cuando sus seguidores vieron que se iba a la tierra sin ninguna preparación previa, se reunieron con él y le recordaron que nunca había escogido esposa propia mientras estuvo en el cielo y, que por tanto, pensara en que no podía irse para la tierra sin haber escogido una que lo acompañara en la vida, a menos que hiciera antes las ofrendas pertinentes a Eshu y una guinea a su ángel de la guarda.
Otro argumentó que si en el cielo no había habido nadie que lo sometiera, cómo iba ha haberlo en la tierra. Oddi Meji dijo que tenía la intensión de festejar en la tierra de la misma manera que solía hacerlo en el cielo. Se le recordaron las influencias perturbadoras que había sufrido a causa de las deidades a quienes había molestado en el cielo y le señalaron que en la tierra tendría menos poder para someterlas, toda vez que estas habían bajado primero que él.
Entre los seguidores que le hicieron todas esas advertencias estaban: Abimi lorigi-omo iyi ni miEdo okpe ni mojeEdo oke ni mo muOkuro ni ogbigbo.
En la tierra tuvo un padre que fue sacerdote de Oggun y una madre sacerdotiza de Shango.
Salió del seno materno con la piedra del rayo y el horno de fundición que no podía utilizar hasta que fuera grande. A los diez años, ya peleaba con los adolescentes de más edad: incluso nadie pudo jamás hacerle morder el polvo. Se convirtió en un ser tan feroz que todos le temían, lo apodaron: el hombre invencible.
Entretanto iba al lugar secreto donde tenía guardadas las armas que había traído del cielo. Un día vio que su padre se preparaba para rogar su cabeza con un perro, llevó al padre al lugar donde tenía el horno y sacrificó allí el perro. Cuando el pueblo lo vio le recriminó su acción, pero este les dijo que fueran al lugar donde se había sacrificado el animal y que comprobaran, pues lo que allí había era un chivo y no un perro. El perro se había transfigurado en un chivo, el cual llevó a su padre para que pudiera rogar su cabeza.
En una segunda ocasión, su madre se estaba preparando para servir a su cabeza con una oveja, cuando le dice que estaba prohibido utilizar ese animal en ese tipo de ofrenda. Se llevó la oveja para el lugar donde tenía a la piedra de rayo y la sacrificó allí. Por segunda vez fue criticado por los demás viejos del lugar, a quienes les dijo que fueran a ver si lo que había allí no era aceite de palma y un gallo. Las personas recogieron el aceite de palma y el gallo, y se los llevaron para que realizara su ofrenda indicándole beber el aceite.
Oggún y Shangó
Entonces confesó a sus padres que había venido del cielo para hacerles recordar sus deidades patronas. Oggún y Shangó, a quienes ellos habían ignorado por un largo tiempo. Dio el horno de fundición a su padre para que fabricara objetos de hierro y la piedra de rayo a la madre para que la usara como atributo y sacerdotiza de Shango.
Este redescubrimiento de los caminos de su destino los transformó de inmediato en una pareja famosa y próspera. Fue Oddi Meji quien enseñó al mundo cómo honrar a Oggún y a Shangó, de hecho se cree que fue el primer oddun que introdujo el servicio a esas dos divinidades por parte de los seres humanos.
Su nueva morada
Posteriormente, abandonó la casa de sus padres y se fue por el mundo. En ninguna parte nadie pudo someterlo, era tan temido que ninguna mujer quiso casarse con él, ni ningún hombre vivir a su lado. Cuando descubrió que se había condenado, abandonó todas las ciudades y pueblos y se construyó un refugio en el fondo del bosque, tan pronto como se fue a vivir allí se difundió su imagen como la de una mala persona.
En su nueva morada plantó árboles de Kolá, nogales y perales, las plantas crecieron pronto y empezaron a dar frutos, una noche lo visitó su ángel de la guarda y le dijo en sueños que él estaba sufriendo de tantas privaciones porque él había dejado de honrar mientras vivió en el cielo.
Y aunque añadió que ya era algo tarde para eso, por lo viejo que estaba, tenía sin embargo, que realizar las ofrendas. Como no sabía quién le había hablado, a la mañana siguiente decidió consultar a Ifá y se le apareció su propio Oddun patrón, y se dio cuenta de que había sido su ángel de la guarda quién le había hablado durante la noche. Con la venta de sus frutas tuvo que comprar los materiales para sacrificarle a Eshu y una guinea para su Ifá, lo cual consintió en realizar.
Una vez realizada la ofrenda, tocó de nuevo a su Ifá quién le advirtió que algo malo iba a pasar en el pueblo cercano y que le tocaría jugar allí un papel decisivo. Entre tanto, la hija mayor del rey estaba teniendo un parto difícil. Todos los sacerdotes de Ifá y las sacerdotizas de otras divinidades habían tratado y fallado en el intento de ayudarla en el parto. Cuando ya no quedaba a nadie a quién acudir.
Eshu entró en la cabeza de uno de los consejeros del rey, quien enseguida se acordó que Oddi Meji podía dar una mano en aquel asunto, lo invitaron enseguida y Oddi Meji trajo su bolsa de adivinación y sacó algunas hojas, las preparó y les puso polvo sagrado, luego repitió el siguiente encantamiento que es usado por los sacerdotes de Ifá cuando una mujer está pariendo en circunstancias difíciles:
Awo laafi rabe taafi dae loko gbaa (tres veces)Edon a mojú ganrawu (tres veces)Okuko taankpe oko (tres veces)Ilá abenukpa kaa (tres veces)Okuko taankpe obo (tres veces)Alarisa notigbe omo olomode sinu (tres veces)Etu omo olomo bogboro orite eje waye.
Mientras iba repitiendo la fórmula de encantamiento lavaba el abdomen de la mujer con las hojas y después dio el preparado a beber a la misma. No había terminado de recitar los versos cuando el niño y la placenta salieron juntos. La única razón que me ha movido a sacar y usar este encantamiento aquí y no en otras instancias, ha sido para ilustrar la importancia que este tiene para mi el respeto por la vida de un ser humano.
Se recordará que fue Oddi Meji en el cielo quién hizo posible que el pene y la vagina o pelvis de la mujer produjeran niños como fruto de su unión. En la tierra, él simplemente le recordó a la vagina que ella solo estaba designada como un paso para tomar a un niño y sacarlo del útero. La totalidad de la esencia del encantamiento es recordarle a las personas su nombre celestial y su papel en la tierra, y después de esto se puede conjurar para que se comporte como desea.
Tan pronto como la mujer dio a luz, todos los jefes del palacio empezaron a alabar los grandes poderes de aquel hombre que tenía fama de lunático. Su valor fue finalmente reconocido pero solo después de haber consentido en la realización de los sacrificios. Para recompensarlo, el rey le regaló dinero, y le obsequió a un hombre y a una mujer, ya que estaba demasiado viejo para aparearse, les dijo al hombre y ala mujer que vivieran como el marido y la mujer por el resto de sus vidas.
Una vez que su valor fue reconocido, las personas empezaron a frecuentar su casa para consultarle todo tipo de problemas, y él los ayudaba. El rey eventualmente le confirió un título y le recomendó que mudara su casa para el pueblo. En la ceremonia de santificación de su nueva morada realizó cánticos y rezos a su sacerdote de Ifá en el cielo, en los que se lamentaba de no haber seguido sus consejos.
Aconsejaba a los demás a que hicieran los sacrificios si querían evitarse los sufrimientos de un destino adverso, ya que él había plantado árboles cuya cosecha recogerían otros, puesto que no había dejado a nadie sobre la tierra que fuera su heredero. Se conoce que Oddi Meji después de eso, y antes de llegar al cielo, no llevó a cabo muchas misiones.