Bolo alimenticio
Bolo alimenticio, cuando las sustancias presentes en los alimentos se degradan y se forma el bolo, la comida queda preparada para su deglución y posterior digestión. El desarrollo del bolo alimenticio, de este modo, es imprescindible para la alimentación.
Sumario
Cómo se forma el bolo alimenticio
El paso previo a la formación del bolo alimenticio es la introducción de un alimento en la boca. La persona, al comenzar a masticar y a agregar saliva, va formando el bolo alimenticio en su boca. Una vez preparado el bolo, el sujeto lo lleva hacia el paladar con ayuda de la lengua, y finalmente lo impulsa hacia la faringe para su deglución.
Tras estas acciones voluntarias, empiezan a desarrollarse diversos reflejos. La contracción de las paredes del esófago hace que el bolo descienda hasta el estómago. Distintos mecanismos, por otro lado, permiten que el bolo no pase a las vías respiratorias.
En el estómago, los jugos gástricos se encargan de continuar con la descomposición del bolo alimenticio que, varias horas después, se convierte en el quimo (una especie de pasta). El quimo es empujado hacia el piloro, después entra al intestino delgado y más tarde al intestino grueso. Cuando ya se ha producido la absorción de los nutrientes del quimo, los desechos se transforman en heces y quedan en el recto hasta su evacuación.
Combinación de actos voluntarios e involuntarios
Aunque a simple vista no lo parezca, el proceso de deglución es de una gran complejidad, ya que debe existir una coordinación infalible entre los grupos de músculos que intervienen en él, ubicados en el esófago, la laringe, la faringe y la boca.
Con respecto al desplazamiento del bolo alimenticio dentro del organismo, podemos distinguir entre un movimiento voluntario (cuando lo llevamos desde la boca hacia la faringe) y varios involuntarios, que realizamos a partir de ese momento a lo largo del proceso de deglución. Todo esto puede comenzar tanto a causa de un estímulo de los receptores de la lengua, la úvula, el paladar blando, la laringe y la faringe, como por decisión del sistema nervioso central.
Dificultad para el descenso del bolo alimenticio
Dicho todo esto, existe la posibilidad de sufrir trastornos en la deglución, y uno de los síntomas más importantes es la disfagia, es decir la dificultad para dar comienzo al proceso o, algo aún más común, la sensación de que el bolo alimenticio se atasca y no continúa descendiendo de la región del cuello. Ante cualquiera de estos signos es necesario consultar con un médico para que realice las pruebas pertinentes.
Ante un supuesto caso de disfagia, el profesional de la salud debe realizar una serie de preguntas muy específicas al paciente, para evitar un diagnóstico erróneo. Por ejemplo, una mala interpretación de los síntomas puede pasar por alto la presencia de globo faríngeo, un trastorno que también genera la sensación de un bloqueo en la garganta, que algunas veces puede tratarse de un tumor maligno. Para descartar este problema, una de las preguntas debe ser si la sensación de obstrucción en la garganta desaparece una vez que el paciente consigue deglutir los alimentos.
Si bien no existen muchos datos epidemiológicos en este contexto, se estima que la disfagia prevalece entre un 3 y un 9 por ciento en sujetos que superan los 50 años de edad. Dependiendo de las fases del proceso de deglución que afecte, es posible distinguir entre la disfagia esofágica y la orofaríngea; dado que tanto sus causas como sus consecuencias son diferentes, es fundamental descartar una de las dos antes de comenzar con un tratamiento.