Bronceador

Bronceador de piel
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Loción de protección solar.

Bronceador. A lo largo de la historia, gentes de muy diversas culturas adoptaron grandes precauciones para evitar la exposición de la piel a los rayos del sol.

Historia

Los productos bronceadores y protectores solares son invenciones modernas. La industria de los bronceadores no comenzó en realidad hasta la segunda guerra mundial, cuando los gobiernos beligerantes necesitaron cremas para la piel a fin de proteger a sus tropas estacio­nadas en el Pacífico y otros lugares de clima extremo. Asimismo, la práctica de tomar baños de sol hasta que el cuerpo adquiera un tono dorado o bronceado es, mayormente, un fenómeno moderno.

A lo largo de la historia, gentes de muy diversas culturas adoptaron grandes precauciones para evitar la exposición de la piel a los rayos del sol. En diversas sociedades occidentales se utilizaron cremas y un­güentos opacos, similares al moderno óxido de cinc, al igual que las sombrillas y parasoles. Sólo quienes trabajaban en el campo adquirían un tono bronceado, mientras que una piel blanca era signo de alto rango.

Tanto en Europa como en América, dos factores contribuyeron a dar popularidad al bronceado. Hasta los años veinte, la mayoría de quienes vivían tierra adentro no tenían acceso a las playas, pero cuando los ferrocarriles y los coches permitieron un transporte ma­sivo hacia esos lugares, el baño en el mar se convirtió en un pasa­tiempo popular. Por entonces, sin embargo, los bailadores cubrían tan gran parte del cuerpo, que los preparados bronceadores no hubieran tenido ninguna utilidad. Durante los años treinta, a medida que los bañadores dejaban cada vez más piel al descubierto, se puso de moda el bronceado, pero éste, a su vez, intro­dujo el riesgo de las quemaduras.

Al principio, los fabricantes no apreciaron debidamente el mercado potencial para los bronceadores, ni tampoco para los protectores sola­res. La actitud predominante era que, tras haber tomado suficiente­mente el sol, el bañista se colocada bajo una sombrilla o se vestida de nuevo. Sin embargo, los soldados que peleaban en tierras de África o en las Filipinas, que trabajaban en las cubiertas de los portaviones o que, en un momento dado, podían encontrarse a bordo de una balsa en pleno Pacifico, no podían gozar de la sombra a su antojo. Por con­siguiente, al principiar los años cuarenta el gobierno norteamericano, junto con otros, empezó a experimentar con productores de protec­ción solar.

Uno de los agentes más efectivos resultó ser el llamado aceite de parafina rojo. Se trata de un subproducto inerte del petróleo, el resi­duo tras la extracción de la gasolina y otros refinados. Su color rojo natural, debido a un pigmento, cierra el paso a los rayos ultravioleta del sol. Las fuerzas aéreas de los Estados Unidos distribuían aceite de parafina rojo entre sus aviadores, en previsión de que pudieran ser de­rribados en territorios tropicales.

Uno de los científicos que ayudaron a los militares a conseguir una eficaz loción de protección solar fue el doctor Benjamin Green, que además estaba convencido de que existía un vasto mercado, todavía virgen, para estos productos bronceadores. Después de la guerra, se valió de la tecnología que él había ayudado a desarrollar para crear una loción cremosa, de un blanco puro, aromatizada con esencia de jazmín. El producto permitía al usuario conseguir una coloración co­briza de su piel. Lanzado al mercado, el Copertone contribuyó a di­fundir la moda del bronceado en toda América.

Creación del primer bronceador

La historia se remonta a la Segunda Guerra Mundial. El sol era muy fuerte para los soldados extranjeros que trabajaban a la intemperie, por ejemplo en las cubiertas de los portaviones, y hubo que agudizar el ingenio para dar con algún producto que les protegiera cuando no hubiera posibilidad de sombra, o por si caían en territorio enemigo y tenían que andar todo el día a la deriva.

El aceite de parafina rojo fue la loción que se les dio a los aviadores estadounidenses para protegerse de los rayos ultravioleta.

Modo de obtención de este aceite

Del petróleo, una vez separada la gasolina y otros refinados.

El aceite de parafina fue el primer sucedáneo de bronceador que ha dado la historia y también la llama que encendió la mecha, pues años más tarde Benjamín Green, uno de los responsables de conseguir la protección solar para las tropas durante la guerra pensó que el producto podría tener tirón comercial y creó el primer bronceador de la historia al que le llamó COPPERTONE. Su loción cremosa, blanca y aromatizada con jazmín y propiedades protectoras fue todo un éxito.

En el año 1920 cuando el gurú de la moda Gabrielle “Coco” Chanel, creador de perfumes Chanel, durante un viaje de París a Cannes a bordo del yate del Duque de West Minster se bronceó accidentalmente. Por aquel entonces, en donde estar pálido era símbolo de distinción el aparecer bronceado ante la alta sociedad hubiera significado toda una vergüenza. Sin embargo, sólo él supo cómo darle la vuelta a la tortilla y convertir la piel tostada en moda, tanto que el claim del bronceador de la época, Coppertone rezaba: Don’t be a paleface! Literalmente: No seas un piel pálida!. Como era de esperar estos comenzaron a venderse en masa y los beneficios del bronceado fueron ensalzados hasta el punto de considerarse hasta curativos. Ahora tomar el sol sin protección se considera atentar directamente contra la piel y la salud de uno.

Los bronceadores

Los riesgos de las cabinas de bronceado aunque se conozcan no impiden que las personas se siguan exponiendo a los rayos UV de las cabinas de bronceado, donde no se realiza ninguna dosificación.

Los rayos UV artificiales refuerzan el efecto cancerígeno. Se desaconseja el uso de cabinas de bronceado. De hecho, está prohibida en menores de 18 años, periodo en que la piel es particularmente frágil.

Varios estudios han puesto en evidencia el aumento del riesgo de cáncer de piel en relación con el uso de las lámparas de bronceado.


Cómo broncearse

El bronceado hace que el look cambie y de un tono muy uniforme, pues al subir el tono uno se ve más saludable y atractivo.

Existen miles de métodos para broncear la piel, el más común es con el Sol. Pero se ha comprobado que no es bueno para la salud tomarlo en exceso porque es el causante de las manchas, las arrugas y las quemaduras graves además de otras enfermedades de la piel. Si se va a asolear lo más importante es que se use un filtro solar que proteja muy bien. Aún con el filtro se lograra tomar color y no se correrá el riesgo de quedar rojo, sino que quedará con un color más natural. Es aconsejable humectar la piel porque podría despellejarse y resecarse. Si se toma jugos de zanahoria antes asolearse la piel tomará un color más bonito.

También hay cremas, sprays y lugares donde pintan la piel para conseguir un tono bronceado sin tener que exponerse al Sol.

Psicología del sol y el bronceado

Bronceador de piel

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El bronceado tiene muchas ventajas, entre las que cabe destacar el hecho de que ayuda a disimular imperfecciones de la piel, otorga un aspecto más esbelto y ofrece un aspecto más saludable. Cuando se ve a una persona que tiene un bronceado natural, enseguida se piensa que lleva una vida relajada, que pasa tiempo al aire libre, que posiblemente ha estado recientemente de vacaciones, lejos de las presiones sociales y del trabajo. Ver a una persona bronceada hace remontar la mente a lugares paradisíacos y exóticos. Además, el sol influye en la naturaleza y en el organismo, en el estado psíquico y físico.

Los habitantes de países que tienen poco sol y poca luz solar son más propensos a la depresión y al suicidio, desarrollan menos actividades sociales y son más proclives a padecer ictericia, soriasis, raquitismo y otras enfermedades.

Las culturas occidentales intentan lucir la piel bronceada a cualquier precio, aunque algunas veces el coste sea muy elevado. En los últimos años, los casos de cáncer de piel han crecido significativamente. Por ello es conveniente conocer las ventajas y las desventajas de cada forma de broncearse para informarse y no poner en riesgos la salud de la piel.

Importancia de la protección

La búsqueda del bronceado rápido puede provocar en la piel daños irreparables que son fáciles de prevenir. Una crema protectora adecuada al tipo de piel ayuda tanto al bronceado como a evitar los efectos dañinos del sol.

La llegada del calor genera unos cambios que afectan a la vida diaria en muchos aspectos. El buen tiempo llega acompañado de más luz solar, lo que hace que la vida se desarrolle más tiempo en la calle. La forma de vestir también se modifica porque las temperaturas son más altas y exigen prendas de vestir más ligeras y cómodas, que se acortan dejando a la vista partes del cuerpo que antes permanecían ocultas por el frío.

A la vez, la moda impone la necesidad de estar bronceados por lo que se dedica parte del día para la exposición al sol. Ante estos cambios, la piel necesita estar preparada y unos cuidados básicos para protegerla de los efectos del sol. No hay que olvidar que el sol es una fuente de salud y de vida pero también es el principal causante del envejecimiento de la piel y de la aparición de cáncer cutáneo, sin no se toman las debidas precauciones.

La mayoría de las personas confiesan tomar el sol sin la protección adecuada por motivos de comodidad y porque existe la creencia de que al usar un alto protector solar retrasa el bronceado. Todo lo contrario, una protección alta no frena el bronceado sino que permite una exposición al sol más segura y se recomienda repetir la aplicación cada hora y después de cada baño. Además, no hay un control sobre el tiempo de exposición al sol, y es muy importante tener en cuenta el lugar donde se produce la exposición, no es lo mismo la playa que la montaña, y las horas del día porque de 12 a 16 horas el sol es más dañino.

Una piel, un protector

Cada piel reúne unas características propias, denominada fototipo, que la permiten broncearse rápidamente sin sufrir quemaduras o, por el contrario, es una piel que sí padece las quemaduras y se broncea poco o no se broncea. Todos los tipos de piel necesitan un protector adecuado a sus características porque el efecto más visible es la quemadura pero hay otros efectos a largo plazo como el cáncer de piel.

Los efectos de las radiaciones del sol no inciden sólo en la piel, también el pelo, los ojos y los labios, padecen los efectos de la exposición al sol y para ellos existen productos específicos que los protegen y cuidan, como mascarillas capilares, barras de labios y hay que tener cuidado y proteger los ojos con gafas de sol que cuenten con filtros solares porque los rayos ultravioletas pueden dañarlos seriamente.

Los protectores solares se presentan en distintas formas cosméticas como son leches, aceites o sprays, y lo que marca la efectividad del producto es el índice de protección que tiene. Este índice es el que va a evitar que la piel se dañe por la exposición al sol por lo que de su elección depende nuestra salud y no por ser más elevado se puede alargar el tiempo de exposición. El índice de protección debe de ser el adecuado y usarlo más a menudo si se alarga la exposición al sol.

La melanina no es suficiente

La piel tiene su propio mecanismo de defensa que activa cuando recibe la luz solar. El contacto con los rayos del sol desencadena la creación de melanina por parte del organismo. La melanina es un pigmento que tiene como función proteger la piel y es responsable directa del bronceado, pero no es suficiente para una buena protección y por eso hay que recurrir a productos de protección solar, sobre todo si se trata de una exposición prolongada.

La importancia que se da al bronceado en la época del verano es tal que la mayoría de las mujeres buscaban un bronceado rápido para mostrarse morenas antes que proteger su piel. El aumento de problemas cutáneos entre la población, sobre todo la femenina, ha hecho que exista una mayor concienciación de los problemas que puede ocasionar el sol y se busque el producto apropiado que facilite el bronceado y protección al tiempo. Para mantener la piel saludable, también es importante que al acabar la exposición al sol y con la piel limpia, se aplique un after sun para hidratarla y refrescarla. Además, su uso va a hacer que el bronceado esté perfecto por más tiempo.

A tener en cuenta

La elección del protector solar depende de muchos aspectos propios de la persona como son la edad y el tipo de piel o fototipo, pero no son los únicos. Hay que tener en cuenta que no es lo mismo tomar el sol en la montaña que en la playa porque esto influye en la fuerza del sol que depende de la latitud, la altitud (el peligro de quemadura aumenta con la altura), la estación del año (hay más riesgo de quemaduras en verano), la hora (el peor momento es entre las 12 y las 16 horas) y la naturaleza del suelo, no refleja igual los rayos del sol la arena que la nieve.

Cuando el tiempo está nublado se suele descuidar la protección, pero a pesar de la sensación de frescor, las nubes dejan pasar el 90% de las radiaciones UV del sol por lo que el peligro de quemaduras continúa. Algo parecido sucede cuando se recurre a sombrillas o árboles para evitar el sol y es que puede dañar la piel aunque no hay una exposición directa. Los rayos del sol

Hay muchos tipos de rayos que proceden del sol aunque para algunos la atmósfera actúa de barrera natural. Pero otros consiguen atravesarla y entre ellos están los rayos UVA y UVB que son los que dañan la piel.

Los rayos UVB son menos numerosos pero más energéticos, actúan en las horas centrales del día, entre las 12 y las 16 horas y no atraviesan el vidrio. Estos rayos son responsables de las quemaduras e insolaciones.

Por el contrario, los rayos UVA son más numerosos, menos energéticos, actúan todo el día, sí atraviesan el vidrio y penetran profundamente en la piel, causando el envejecimiento prematuro y la aparición de manchas cutáneas.

Estas características los diferencian pero también hay algo que los iguala y es que ambos provocan a largo plazo la aparición del cáncer de piel por lo que una buena elección del producto de protección solar que se va a utilizar, evita los efectos nocivos del sol.

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