Camagüeybax
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Camagüebax. Es el nombre dado al cacique indio que dominaba esa región entre los aborígenes cubanos a la llegada de los conquistadores españoles. Se cree que el nombre de Camagüey se deriva del de ese jefe indígena.
Historia
El nombre actual lo debe al cacique Camagüebax, quien ejercía sel mando entre los ríos Tínima y San Pedro, donde comenzaron a erigirse las primeras casas.
La otrora villa de Santa María del Puerto del Príncipe, una de las demarcaciones más antigua del país es fundada el 2 de febrero de 1514, según la tradición, porque existen diferentes hipótesis históricas de la creación de la comunidad, al igual que el sitio exacto, aunque la investigadora Hortensia Pichardo considera, a partir de ciertos documentos, que fue entre junio y julio de 1515.
La villa se asentó inicialmente en Punta del Güincho, en la norteña Bahía de Nuevitas, según un plano encontrado en el Archivo General de Indias, aunque aparece con el nombre de Pueblo Viejo, confirmado también en documentos del siglo XVIII. Desde el asentamiento se podía observar el mar.
Es escritor Jorge Juárez Cano, en el libro Apuntes de Camagüey, asegura que ese día
En la última decena de marzo de 1516, según el manuscrito de Balboa Troya, en el vecindario de la Villa la habitaban 97 castellanos, entre ellos 15 varones, mayores de edad y 23 hembras adultas.
Según algunos autores la zona estaba infectada de mosquitos y el agua no era abundante. Como consecuencia de estos inconvenientes geográficos, los habitantes se vieron obligados a buscar un lugar más adecuado y en el propio 1516 la villa se establece en el cacicazgo de Caonao, a la orilla del río del mismo nombre.
La villa se estableció en el sitio actual (cacicazgo de Camagüeybax) el 6 de enero de 1528, como consecuencia de una sublevación de indios, provenientes de las islas y cayos del norte y también de tierra adentro, que destruyó la comunidad y una gran parte de los moradores castellanos perecieron en la rebelión, según considera Jorge Juárez.
Al llegar los castellanos al pueblo de Camagüey fueron recibidos cariñosamente por el cacique Camagüebax, último soberano de esa dinastía, quien le dispensó franca y generosa hospitalidad, disponiendo para aquellos la parte oriental del poblado donde se alojaron y tuvieron numerosos servidores, llamados "naborías", que les proveyeron de agua, leña, viandas y frutas y cuanto necesitaron para la manipulación.
A los pocos días el propio cacique ofreció a los principeños un pequeño sao cercano al poblado para que levantasen la Villa; estos aceptaron la oferta y acordaron, en cabildo abierto establecerse aquí definitivamente, tendiendo en cuenta para ello que quedaría en lugar central de la región y sobre el ya frecuentado camino de Bayamo a Sancti Spírítus.
Improvisado alarife trazó una línea recta entre los ríos Tínima y Hatibonico para designar el centro de la población que iba a establecerse.
A mitad de la línea plantó la cruz grande, traída de Caonao la tarde anterior, junto con la campana de la Iglesia, por jinetes de Vasco Porcallo, que habían acudido para sofocar el alzamiento. Se delineó la plaza de armas y enseguida se construyó la casa consistorial, la parroquia, la tenencia de gobierno, la residencia de Porcallo y otras particulares.
Esta vez se rodeó el Ayuntamiento de palizadas y foso, porque las indiadas estaban ya en franca rebelión contra los encomenderos y éstos quedaban en poco número para dominarlos por completo.
Camagüebax y la princesa Tínima
Era Camagüebax (o Camagüey) el cacique del pueblo, acogió con franca y generosa hospitalidad a los extraños españoles. Él los trató cordialmente, por bondad; aquellos fingieron afabilidad con ambiciosas miras.
Finalmente, los extranjeros se portaron indignamente y le dieron muerte horrible y bárbara. El cuerpo fue arrojado desde la alta cima del cerro Tuabaquey, en la serranía que se divisa al norte del que fue su cacicazgo.
Despedazado, quedó insepulto sobre la comarca que regó con la sangre, desde entonces, esa tierra tornase roja en muchas leguas a la redonda. Y el alma del desventurado cacique venía todas las noches a la loma fatal, en forma de luz. Anunciaba a los descendientes de sus bárbaros asesinos la venganza del cielo, que tarde o temprano caería sobre ellos...
Pasó el tiempo y el lomerío comenzó a denominarse Sierra de Cubitas. Para algunos, Cubitas era nombre indígena. Para otros, había surgido de la comparación que los primeros colonos hicieron del paisaje de la cordillera con el panorama circundante de la ciudad de Cuba (como se conocía a Santiago de Cuba en el pasado), llevado al diminutivo.
Por ello muchos se referían a la zona como Cubita en singular. Por allí cruzaba, desde el propio siglo XVI, el camino que desde Puerto Príncipe se dirigía a la costa. Tomaba por la Matanza, cruzaba Los Paredones y se dirigía a los embarcaderos del Jigüey y La Guanaja. Antes pasaba por el caserío de Cubitas, que después se llamó Cubitas Abajo, y otros nombraban como Concepción de la Ermita Vieja.
Los cubiteros veían aparecer la luz en aquel paraje. Y también, todos los viajeros que no evitaban la noche en el tránsito entre la villa y el caserío. Desde que la aldea fue más visitada y adquirió importancia dejó de hablarse del fenómeno. Hubo un erudito local del siglo XIX que atribuyó la aparición sobrenatural a un fruto de la ignorancia.
Tínima, la joven hija del cacique, fue obligada a desposarse con un conquistador brutal.
Tanto sufrió que un día decidió, como los del pueblo, morir. Y para ello caminó por el río que también se llamaba como ella, cuyas aguas se abrieron para acogerla. Y varios siglos después se decía que cada tarde emergían de la corriente el llanto y la cabellera de la princesa.
Las aguas del río Tínima se aprecian transparentes y limpias. Corren de este a oeste al compás de la música de una danza indígena que procede del cacicazgo cercano.
El Tínima nace en el cerro de Yucatán, pasa por la aldea y después se une con el Hatibanico, formando ambas corrientes el Señor de las Altas Agua o río San Pedro, uno de los más largos de la región. Tínima y Hatibonico están protegidos por una tupida y majestuosa vegetación de más de 25 especies de maderos endémicos.
Quizás fue el Mayor General Ignacio Agramonte, entre otros, quien dio por finalizado el reclamo de justicia de Camagüebax. A partir de entonces el alma del desventurado cacique no tenía que acudir nunca más a la loma fatal, en forma de luz para anunciar, a los descendientes de sus bárbaros asesinos, la venganza del cielo. El llanto y la cabellera de la hermosa princesa Tínima también dejaron de emerger de la corriente del río.
Fuente
- Juárez Figueredo, Héctor. Camagüebax y la princesa Tínima. Disponible en "www.pprincipe.cult.cu". Consultado: 5 de septiembre del 2011.
- Artículo Relatos del Camagüey: El asesinato del cacique Camagüebax. Disponible en "www.archivocubano.org". Consultado: 5 de septiembre del 2011.
- Artículo Camagüey: ciudad rojiza de piel de barro, renovada y vetusta. Disponible en "www.turismoencuba.com". Consultado: 5 de septiembre del 2011.