Catalina Valdés Páez
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Catalina Valdés Páez. Heroica y valerosa mujer que ennoblece la historia de la provincia Pinar del Río por su notable y magnífica labor en la guerra de Independencia. Considerada la “Abanderada de Vueltabajo” mostró siempre un odio visceral hacia el enemigo español.
Sumario
Síntesis biográfica
Nacimiento
Nace el 22 de marzo de 1837, en la finca de Sabanetón, en Consolación del Sur, provincia Pinar del Río.
Características personales
De mirada avizora, con simpatía contagiosa y espontánea, dedicada desde muy joven a las labores del campo que compartía con su esposo. De baja estatura, más bien delgada y de tez trigueña, no hubiera podido nadie imaginarse que espíritu rebelde animaba aquella débil humanidad femenina. Tenía un espíritu rebelde y compulsivo, lo que compensaba su fragilidad física.
Campesina, analfabeta, de cuerpo frágil aparentemente, pero de vientre fecundo, arrastró a la manigua a su esposo y sus diez hijos varones, los cuales también obtuvieron grados militares, esta mujer incansable, cuando no tenía heridos que atender empuñaba las armas en acciones violentas con el mismo entusiasmo, valor y energía de los hombres a los que servía de ejemplo. Por su espíritu rebelde la consolareña Catalina Valdés será siempre recordada por todos los pinareños.
Trayectoria de lucha
Al frente de aquella numerosa familia iluminada por la santa idea de la libertad, marchaba una mujer de valor a todo prueba, a quien el general Maceo nombrara merecidamente Capitana del Campamento de Arroyo de Agua, único que no lograron nunca incendiar los militares españoles, gracias a la tenaz resistencia de la valiente consolareña. Si Catalina Valdés no alcanzó una alta talla, superó con su valor al igual que Napoleón, lo que le saltara en estatura; empuñó las armas con los bríos de un hombre valeroso y trocó sus implementos guerreros por las medicinas y vendajes para cuidar solícita los heridos que llenaban su campamento, convertido en Hospital de Sangre.
Cuando Maceo comenzó a operar por la zona en enero de 1896 tenía 59 años, pero se mantenía vigorosa y sin pensarlo dos veces marchó a la manigua con su esposo, el patriota Francisco Páez y sus diez hijos; de ellos, cinco alcanzaron el grado de capitán y uno el de sargento del Ejército Libertador. En Arroyo de Agua establece un campamento que convierte en hospital de sangre, donde se curan y restablecen los mambises. Un día son atacados por los españoles, la resistencia es tan encarnizada que el enemigo tiene que retirarse dejando muertos y heridos. Después de atacar la villa de Consolación, Maceo visita el campamento de Catalina y la asciende personalmente al grado de Capitana.
Con la intervención norteamericana no entregó las armas, prefirió enterrarlas a cambiarlas por un puñado de dinero. En 1906, cuando la Guerrita de agosto, se fue de nuevo a la manigua.
Su cuerpo, cubierto de cicatrices honrosas, nunca pudo ser aniquilado, teniendo la suerte de no ver morir en el combate a ninguno de sus retoños.
Terminada la guerra, pudo la ejemplar consolareña asistir al espectáculo augusto de la instauración de la República y contempló emocionada, acompañada de todos los suyos, la toma de posesión del austero bayamés don Tomás Estrada Palma, quien al igual que todos los demás presidentes que le sucedieron, siempre tuvo para la heroica mambisa las mejores distinciones.
Vida personal
Esta noble mujer había ya presentido su destino antes de adentrarse en la manigua insurrecta, dando a la Patria, cuya libertad deseara, doce hijos, de ellos dos fueron hembras: Juana y Santiaga y diez robustos varones, los valientes hermanos Páez, que orgullosa mostrara como sus mejores tesoros emulando con ello a la madre de los Gracos. Estos heroicos consolareños, nombrados: Eduviges Páez Valdés, Andrés, Pablo, Tomás, Candelario, Sotero, Carmelo, Gumersindo, Ciriaco y Pedro, que por su valor temerario lograron alcanzar casi todos altos grados en el Ejército Libertador, acompañaron a sus padres, en la lucha comenzada en Oriente, haciendo ver que en la provincia occidental también ardía la llama de la redención.
Fallecimiento
El día 23 de agosto de 1915, a las siete de la mañana, en el barrio de Lajas, dejó de existir la valiente cubana, a los 78 años de edad, rodeada de todos sus hijos en quienes inculcó el más grande fervor a la patria que con su actuación ayudara a liberar.
El cadáver se trasladó en un coche tirado por 6 caballos negros. En el aire se escuchaban campanadas y las notas de La Bayamesa.
Su cadáver reposa en el Cementerio de Consolación del Sur, la tierra pinareña que tantas veces presenciara su abnegación e intrepidez.
Fuente
- Biografía de Catalina Valdés Páez. Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), Consolación del Sur, 2004.