Golem
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Golem. Es una criatura artificial, un ser animado a partir de materia inerte. Así como Adán, en el simbolismo hebreo, fue creado con barro; también lo fue el Golem; sólo que su dios es el hombre. En el folclore medieval y la mitología judía, un ser animado fabricado a partir de materia inanimada. En hebreo moderno, la palabra «golem» significa «tonto» o incluso «estúpido». El nombre parece derivar de la palabra gelem, que significa «materia en bruto».
Sumario
Otras versiones
- Los antecedentes del Golem se remontan a la mitología griega: ya Hefestos (Vulcano) creó un autómata de bronce, Talos, para cuidar de la ciudad de Creta. Por otro lado, en la tradición judeocristiana se hace que el propio dios omnipotente genere del barro al primer humano, Adán, que durante unos instantes no deja de ser un Golem. Y la novela Frankenstein alude a un científico que da vida a un cadáver: éste causa problemas al hacer uso del libre albedrío. El subtítulo de la obra, “el moderno Prometeo”, nos devuelve a la mitología clásica: Prometeo fue el titán que creó a los hombres del barro.
- Una vez creado a partir de lodos del río, según la técnica revelada por un arcángel en un sueño de Low, el Golem se pone al servicio de su rabino y al de toda la comunidad judía para protegerlos. Pero a medida que pasa el tiempo, los trabajos del Golem se hacen más molestos, dados su extrema fuerza y su poco entendimiento. El Golem funciona gracias a una tablilla con palabras secretas escondida en su boca (las mismas que usó Yahvé para insuflar la vida en el Génesis). Un sábado, día de descanso, Low olvida retirar la tablilla al Golem. Éste pasa por fin de ángel custodio a monstruo destructivo. Ejerce su pecado (su libertad) y como tiene a quien le creó, recibe su castigo.
La Letra de la vida y la muerte
Casi todos los relatos medievales sobre el Golem tienen a un rabino como protagonista. Ciertamente hay excepciones, pero la regla general es que para crear un Golem es necesario conocer la alquimia de las palabras. En este lenguaje secreto, pero accesible para el hombre sabio, existe la posibilidad de crear vida mediante la palabra, mediante el verbo en perpetuo cambio. De este modo, el rabino colocaba una palabra dentro de la boca del Golem, debajo de la lengua; grabada en un trozo de arcilla o pergamino. La palabra es Emet; que en hebreo antiguo significa verdad. Cuando el sabio deseaba destruir a su creación sólo debía borrar la primera letra; quedando la palabra Met: Muerte.
El Golem de Praga
El Golem más famoso de la mitología es aquel creado en el siglo XVI por el rabi Judah Loew, de la sinagoga de Praga. Quien lo formó para defender al gueto de los ataques y (rasgo asombroso) para barrer el suelo de la sinagoga.Pero la creación de Loew se hizo incontrolable. Aterrorizó tanto a los judíos como a sus enemigos; y era tan desmesurado el horror que causaba que se le ofreció al rabino una tregua; siempre que destruyese al Golem. Loew aceptó, y la leyenda dice que el cuerpo del Golem yace en Altneuschul, en la ciudad de Praga; listo para volver a la vida si es necesario. En 1847 Wolf Pascheles cita los conjuros necesarios para crear un Golem. En 1909 Yudl Rosenberg afirma que Pascheles era un mentiroso, y que el Golem sólo puede formarse con barro del río Moldava, en Praga. Nosotros seguimos esperando una nueva refutación.
Su Final
Hay numerosas versiones sobre el final de la historia del Golem. En algunas, el rabino decide que debe destruir al Golem. Para hacerlo, le quita de la frente la primera letra de la palabra emet, 'verdad', y la palabra se transforma en met, que en hebreo significa 'muerte'. El Golem se transforma de inmediato en una figura de barro. En otras versiones, el Golem destruye a su creador, lo mata; o también, el Golem, al ser destruido, se lleva consigo a su creador porque cuando se convierte en una enorme estatua de barro, se cae sobre el rabino y lo aplasta. En otras, el Golem se escapa de la ciudad. De allí la leyenda de que tal vez el Golem aún anda por el mundo y puede volver a aparecer en cualquier momento.
El Golem judío nos lleva a la interesante paradoja del ser humano creado por el dios que el ser humano ha creado. Low utiliza las mismas palabras que su dios para repetir la misma insensatez. La misión del hombre-Golem acaba consistiendo en seguir sometido gracias a la baldía creencia en haber sido creado por alguien superior. Esa misma losa moral e intelectual persigue a las masas hasta convertirlas en polvo, que vuelve a ser barro del Moldava en una rueda sin final. Hoy cualquier visitante de Praga puede llegar hasta la tumba del rabino Low y depositar una piedra que simbolice un deseo por cumplir. Mientras, en el desván de la sinagoga más antigua de Europa, duerme el recuerdo del Golem, junto con la evidencia de que la propia presencia del ser humano en La Tierra|Planeta Tierra da fe de que nunca ha existido un Creador.
Historia literaria
Su aparición en la literatura es muy antigua. Ya la palabra hebrea gelem (materia primordial) puede leerse en el corpus talmúdico. Pero el surgimiento del Golem como criatura mitológica tiene su escenario principal la edad media. La palabra golem también se usa en la Biblia (Salmos 139:16) y en la literatura talmúdica para referirse a una sustancia embriónica o incompleta. Similarmente, los golems se usan primordialmente en la actualidad en metáforas bien como seres descerebrados o como entidades al servicio del hombre bajo condiciones controladas pero enemigos de éste en otras. De forma parecida, en un insulto coloquial en yidis, sinónimo de patoso o retrasado.
Historia cinematográfica
El Golem y el cine han viajado juntos durante el siglo XX: el primer largometraje de género fantástico, precursor del expresionismo, es El Golem (Der Golem, Paul Wegener, 1914). De este filme se realizarán tres secuelas, en 1917, 1920 y 1935. La figura del Golem también es conocida por la novela de Gustav Meyrinck de 1916. Otras referencias literarias que giran alrededor de este mito son “El aprendiz de brujo” de Goethe, con su desastrosa escoba animada, el personaje infantil Pinocho, de Collodi, una marioneta que cobra vida a través de la experiencia social, o el “robot” contemporáneo, invento también de un ciudadano de Praga, Karel Capek, en 1921 (en checo, robotnik quiere decir “servidor”).