Homo floresiensis
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El Homo floresiensis, apodado hobbit (por los personajes de las novelas de J. R. R. Tolkien), es una especie extinta del género Homo que habitó hasta hace pocos miles de años en la isla indonesia de Flores. Descrita en 2004, es extraordinaria por el pequeño tamaño de su cuerpo y su cerebro, y por su reciente desaparición, pues ha sido contemporánea de los humanos modernos
Descubrimiento
Científicos australianos descubrieron en una isla indonesia restos de un miembro desconocido de la raza humana, una especie que vivió en la Tierra hace 95 000 años y hasta hace tan solo 13 000 o 12 000 años.
El grupo de investigadores de la Universidad de Nueva Inglaterra, en Armidale (Australia), encontraron los restos en la isla indonesia de Flores, situada entre las de Timor y Sumbawa, donde existen desde hace muchos años leyendas sobre la existencia de pequeños seres. En este caso, el ejemplar de Homo floresiensis hallado es una hembra de unos 30 años de edad, menos de 1 metro de altura, un peso estimado de 25 kg y una capacidad craneal de 380 cm³ y aproximadamente 433 gramos (menor que la de un chimpancé). Este ejemplar debió vivir hace aproximadamente 18 000 años. Pero este no es el único espécimen encontrado de esta especie se suma a otros ejemplares descubiertos antes en esa misma zona por el equipo de científicos.
Según los expertos, el ejemplar desenterrado de la cueva Liang Bua es el descendiente "enano" de otra especie primitiva que dejó África hace dos millones de años.
Los restos consisten en un cráneo del tamaño de un pomelo y parte de su esqueleto. Junto a los huesos, se descubrieron herramientas de piedra. La criatura habría vivido al mismo tiempo que el Homo sapiens, antepasado de los humanos. Hasta ahora se sabía que los humanos modernos habían coexistido con los neandertales, en Europa, hace 30 000 años.
Orígenes
Aunque por una parte la anatomía postcraneal del Homo floresiensis es claramente la de un bípedo, la secuencia del metatarso es similar a la humana y el hallux está en aducción como el de todos los Homo, por otra parte, sin embargo, el pie es proporcionalmente muy largo con respecto a la tibia y el fémur, los cual no es característico de otros homininos, pero sí de los grandes simios africanos. Así, las proporciones de las extremidades inferiores mezclan morfologías, con un diseño primitivo que podría ser anterior al Homo erectus.
Un detallado estudio morfológico y métrico de las mandíbulas LB1, LB2, y LB6, demostró que comparten un conjunto distintivo de rasgos que las sitúan por fuera de los rangos de variación, tanto del Homo sapiens como del Homo erectus. Aunque el tamaño del molar concuerda con el de uno de estos Homo tardíos, el cuerpo de la sínfisis y la morfolgía del premolar, comparten similitudes con los Australopithecus y los primeros Homo. Cuando se consideran las mandíbulas, conjuntamente con la evidencia existente sobre la anatomía craneal y postcraneal, proporciones de las extremidades, y la anatomía funcional de la muñeca y el hombro, que en muchos aspectos son, más cercanos de los Homo tempranos de África o de Australopithecus, que de los Homo tardíos, las evidencias sugieren que los ancestros del Homo floresiensis salieron de África antes de la evolución del Homo erectus.
Estos hallazgos plantean entonces, la posibilidad de que el Homo erectus no fuera ancestro del Homo floresiensis, el cual, en cambio, provenía independientemente de algún otro hominino anterior, cuya dispersión en el sudeste de Asia aún no está documentada, Homo georgicus (1.80 millones de años), o una rama de Homo habilis, el cual vivió hace unos 2 millones de años, o entre Homo rudolfensis (1.86 millones de años) y el Homo hábilis, tal y como se desprende del análisis cladístico. Esto añade controversia científica ya que sería la primera vez que se demostraría la pervivencia de un homínido de tal antigüedad. Lo cual añadiría cambios que obligarían a rehacer el paradigma clásico de la evolución humana.
Características
Homo erectus, señalado como el antepasado inmediato de Homo floresiensis, tenía aproximadamente la misma talla que los humanos modernos. Sin embargo, los especialistas creen que a consecuencia del limitado aporte alimentario de la Isla de las Flores, la población de Homo erectus llegada al territorio de la isla de Flores hace ca. 500 000 años sufrió un fuerte enanismo insular, una forma de especiación geográfica también presente en la isla en diversas especies.
Aparte de la diferencia de tamaño, esta hipótesis se basa en que los especímenes parecen por lo demás semejantes en sus características al Homo erectus, del que se sabe que vivía en el sudeste asiático en la misma época que los hallazgos más antiguos del Homo floresiensis. Estas semejanzas observadas forman la base para el establecimiento de la relación filogenética sugerida. Sin embargo, hay que tener en consideración que no se han encontrado en la isla restos correspondientes al Homo erectus, y mucho menos formas de transición; encontrándose hasta el momento solamente pruebas materiales (herramientas de piedra), atribuible solo presuntamente a una posible ocupación por el Homo erectus hace 840 000 años; no descartándose también que sean atribuibles a otra posible especie de homínido existente en esa época.
Así, al tener el espécimen tipo de esta especie encontrada, un esqueleto bastante completo, y un cráneo casi completo de una hembra de 30 años de edad y 1.06 metros de altura; no sólo presenta una drástica reducción en comparación con el Homo erectus, sino incluso una talla algo menor que la del Australopithecus, un ancestro tres millones de años más antiguo y que no se pensaba previamente que se hubiese expandido más allá de África. Esto tiende a calificar al Homo floresiensis como el miembro más «extremo» de la extensa familia humana; ya que serían ciertamente los más bajos y pequeños.
En relación a la estatura, el Homo floresiensis es también bastante diminuto comparado con el tamaño del ser humano moderno. La altura estimada de un Homo floresiensis adulto es considerablemente menor que la altura media adulta de todas las poblaciones humanas modernas físicamente más pequeñas, tales como los pigmeos africanos (menos de 1.50 metros de estatura), twa, semang (1.37 m para las mujeres adultas) o los andamaneses (1.37 m para las mujeres adultas). La masa es normalmente considerada más importante biofísicamente que una medida unidimensional de altura, y por dicha medida, debido a los efectos de escala, las diferencias son incluso mayores. Se ha estimado que en el espécimen tipo del Homo floresiensis tenía unos 25 kg.
El Homo floresiensis además tenía brazos relativamente largos, quizás para permitir a esta pequeña criatura trepar a la seguridad de los árboles cuando lo necesitaba. Estos huesos del brazo, hacen que las inevitables comparaciones con los humanos modernos acondroplásicos (sobre 1.20 m) u otros enanos no sean válidas, pues estas personas no son proporcionalmente más pequeñas que las demás por regla general, sino que sólo tienen sus miembros más cortos.
Además de una talla corporal pequeña, el Homo floresiensis tenía un cerebro extraordinariamente pequeño. El espécimen tipo, con 380 cm³, está en el mismo rango que los chimpancés o los antiguos Australopitecus. Su cerebro está reducido considerablemente respecto al del presunto antecesor inmediato de esta especie, el Homo erectus, que con 980 cm³ tenía más del doble de volumen cerebral que su especie descendiente.
A pesar de la ley de la biogeografía insular, ésta no explica bien la reducción del tamaño cerebral de 800 cm³ en el Homo ergaster (erectus) hasta los 400 cc del Homo floresiensis. Gracias a los descubrimientos en los yacimientos de Dmanisi de Homo georgicus, cuyo cerebro era de 600 cm³ aproximadamente y estrechamente emparentados con Homo habilis, los cuales salieron del continente africano hace 1.80 millones de años llegando hasta la isla de Java, sabemos que existieron en Asia homininos con cerebros mas pequeños. Una reducción de 200 cm³, es decir de los 600 cm³ del Homo geórgicus a los 400 cm³ del Homo floresiensis, no es tan drástica como pasar de los 1100 cm³ del Homo erectus a 400 cm³, lo cual los situaría más cercanos al Homo habilis que al Homo ergáster o el Homo erectus. Sin embargo, la relación cerebro-masa corporal que presenta el Homo floresiensis es comparable a la del Homo erectus, lo que indica que es improbable que las especies difirieran en inteligencia. De hecho, los descubridores han asociado a la especie algunos comportamientos avanzados.
Estos comportamientos estarían asociados a la existencia de evidencias del uso del fuego para cocinar. La especie también ha sido relacionada con herramientas de piedra de la sofisticada tradición del Paleolítico Superior típicamente asociada con los humanos modernos, quienes con 1310-1475 cm³ casi cuadruplican el volumen cerebral del Homo floresiensis (con una masa corporal incrementada en un factor de 2.6). Algunas de estas herramientas fueron aparentemente usadas en la caza necesariamente cooperativa del Stegodon enano local por esta pequeña especie humana. Igualmente en otro yacimiento llamado Mata Menge, el investigador Adam Brumm y sus colaboradores han detectado que las herramientas encontradas tienen importantes similitudes con las halladas en Liang Bua; presentando las herramientas de Mata Menge una datación que arroja la asombrosa fecha de «entre 840 000 y 700 000 años». Estas fechas, indican que el Homo sapiens no pudo fabricar las herramientas descubiertas en Mata Menge, y con ello probablemente también las de Liang Bua; ya que la especie Homo sapiens no existía en esa época.
Además, la isla de Flores permaneció aislada durante la edad de hielo más reciente debido a un profundo estrecho, a pesar del bajo nivel marino que unió a buena parte del resto de Sondalandia. Este hecho ha llevado a los descubridores del Homo floresiensis a concluir que la especie o sus antecesores sólo pudieron haber alcanzado la isla aislada por medio de algún transporte marítimo, quizás llegando en balsas de bambú hace unos 100 000 años.
Estas evidencias observadas de tecnología avanzada y cooperación a un nivel humano moderno ha impulsado a los descubridores a proponer casi con total certeza que el Homo floresiensis tendría lenguaje. Estas sugerencias han resultado ser las más controvertidas de los hallazgos de los descubridores, a pesar de la probablemente alta inteligencia del Homo floresiensis.
¿Cuando se extingió?
Los primeros estudios apuntan a que las dos razones más posibles de su extinción fueran:
- Una erupción volcánica que se produjo hace aproximadamente 12 000 años y que pudo acabar con la especie.
-La lucha por la supervivencia con el homo sapiens, se encontraban en clara desventaja tanto física como intelectual con lo que hoy conocemos como el hombre actual y posiblemente poco a poco se fuera diezmando su población.
El caso del homo floresiensis es un caso atípico se cree que llegaron a la isla hace unos 95 000 años tal vez en busca de mejor caza con la que alimentarse. Sus ancestros, probablemente una forma de Homo erectus, pudieron haber llegado a la isla en la cacería del Stegodon (una forma primitiva de elefante, de reducida estatura), gracias a alguna forma de bote o caminando a través de un puente de tierra temporario.
La otra gran incógnita es su corta estatura. Para Stringer, «su aislamiento del resto de los Homo erectus y su posterior entrecruzamiento (en una comunidad cerrada) quizá sean lo que los llevó a desarrollar un reducido tamaño corporal. Este es un proceso verificado en otros mamíferos».
Otra hipótesis plausible es que este primo lejano del hombre moderno debió reducir su tamaño para adaptarse a una restringida disponibilidad de comida o a la necesidad de escapar de sus predadores.
Curiosidad
Este sorprendente descubrimiento, divulgado en la revista científica británica Nature, plantea la posibilidad de que el ser humano no esté sólo en el planeta, ya que los descendientes de este ejemplar, que mide menos de un metro de altura, podrían seguir vivos en esas islas remotas.
El nuevo ser humano les obliga a reconsiderar leyendas que hace un siglo exploradores holandeses escucharon cuando llegaron a Flores. Entonces, los nativos hablaban del «ebu gogo» (que literalmente significa ‘abuela que se come cualquier cosa’), una extraña criatura con forma humana que, como el homínido hallado, medía menos de un metro y que se decía comía solo alimentos crudos, vegetales y carne, incluso humana.
La leyenda dice que estos seres hablaban en susurros y repetían las palabras del interlocutor como loros.
Su descripción se ajusta a la de esta nueva especie hallada, a excepción del uso de herramientas, que el ebu gogo no empleaba.
Según la leyenda, el exterminio de esta raza se produjo en el siglo XIX, cuando los indonesios ―presas de la furia por el robo de un bebé― acabaron con todos ellos en sus cuevas.
Las similitudes entre el ebu gogo y el Homo floresiensis son varias, pero no son las únicas: multitud de testimonios hablan de casos similares en islas cercanas como pueden ser el caso del orang pendek (en Sumatra), el batutut (en Borneo) y el nittaewo (en Sri Lanka). Estos pequeños yetis indonesios han sido buscados en multitud de ocasiones.
Por ahora su existencia será otro de los grandes enigmas de la criptozoología (una seudociencia en boga a fines del siglo XX en los Estados Unidos).
Fuentes
- «Homo floresiensis (hombre de Flores)», artículo en el sitio web Portal Ciencia (España).
- «El pequeño "hobbit", nueva rama del árbol humano», artículo en el sitio web Portal Ciencia (España).
- Campillo, Santiago (2014): «Así es un hobbit en la vida real: el Homo floresiensis», artículo del 28 de octubre de 2014 en el sitio web Hipertextual (España).
- «Los enigmáticos «hobbits» de la isla de Flores no eran humanos: un nuevo estudio descarta que fueran Homo sapiens con algún trastorno genético», artículo del 16 de febrero de 2016 en el diario ABC (Madrid).