Juan Antonio Gutiérrez de la Concha

Juan Gutierrez
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Oficial de la marina.
NombreJuan Gutierrez de Concha
Nacimiento3 de octubre de 1760
villa de Esles,
provincia de Santander,
región de Cantabria,
Reino de España Bandera de España
Fallecimiento26 de agosto de 1810 (49 años) 
cerca de la aldea de Cabeza de Tigre,
provincia de Córdoba,
República Argentina Bandera de Argentina
Ocupaciónmilitar

Juan Antonio Gutiérrez de la Concha. Participó en expediciones y en combates que dieron por resultado la conquista de la isla de Santa Catalina (Brasil).

Síntesis biográfica

Nació en Eslas, provincia de Santander, el día 3 de octubre de 1760. El día 15 de septiembre de 1775, sentó plaza de guardiamarina, en la compañía del Departamento de Cádiz. Su primer embarco, siendo guardiamarina lo realizó el día 12 de agosto de 1776, a bordo del navío San José, que pertenecía a la escuadra del marqués de Casa-Tilly, que navegó en conserva, protegiendo al convoy que transportaba al ejército del general Cevallos, hacía las costas del Brasil, para reconquistar las colonias ocupadas por los portugueses.

Trayectoria

Participando en esta expedición y en los combates que dieron por resultado la conquista de la Isla de Santa Catalina y de la colonia de Sacramento. El día 28 de febrero de 1777, fue ascendido a alférez de fragata. El día cuatro de agosto de 1781, se le ascendió a alférez de navío. En estos cargos de oficial subalterno, estuvo embarcado en varios buques, con los que realizó la campaña del canal de la Mancha, al mando del general Don Luis de Córdova.

Participó en el bloqueo del peñón de Gibraltar

Al mando de un falucho, de los que estaban en el Apostadero de Algeciras, tomó al abordaje una galeota musulmana, bajo los mismos fuegos que le hacían desde el castillo de Tetuán. Realizó dos viajes redondos uno a América del Sur y otro a Las Antillas, visitando los puertos y apostaderos de San Juan de Puerto Rico, La Habana, Veracruz y Cartagena de Indias.

Participó en la primera expedición contra la plaza de Argel, en el año de 1783 y 1784, yendo embarcado en las lanchas cañoneras y obuseras, que efectuaron nueve ataques a la plaza, por sus dotes de mando y valor demostrado en las acciones, su general don Antonio Barceló, lo recomendó para el ascenso. Fue ascendido a teniente de fragata, el día 15 de noviembre de 1784.

En aquellos momentos, se establecieron en el Arsenal de Cartagena unos cursos superiores, destinados para todos aquellos oficiales, que más se hubiesen distinguido en los normales de la compañía de guardiamarinas, por lo que se le designo para que los siguiera, siendo decidido por Real Orden del día 21 de diciembre de 1784.

El profesor que impartía aquellas clases superiores, era el célebre Ceruti, en ellas se aplicaron al estudio de las matemáticas y de la astronomía, celebrándose a continuación certámenes públicos, que eran organizados por el propio departamento, al que asistían oficiales y generales, tanto de la Armada como del Ejército, en los que Concha se distinguió ampliamente. Se le ascendió a teniente de navío, el día 20 de septiembre de 1789.

La fama de científico que estas jornadas le hizo alcanzar, llamó la atención de don Alejandro Malaspina, quien lo eligió para que le acompañara en el célebre viaje, que iba a realizar con la flotilla de corbetas, compuesta de la Descubierta y Atrevida, que estría comprendida entre los años de 1789 a 1793.

Formó parte de la oficialidad de la Atrevida, que iba al mando de su paisano, el capitán de fragata don José Bustamente y Guerra. La expedición se hizo a la vela desde la bahía de Cádiz, en derrota al Puerto de Montevideo, pero pasando por las cercanías de la Isla de Irlanda. Al llegar al Río de la Plata, reconocieron y levantaron su plano, siguiendo a continuación, en derrota de las Islas Malvinas y La Patagonia.

Llegaron al Cabo de Hornos, el cual doblaron para ascender hasta los puertos y consta de Chile y de la Isla de Juan Fernández. Desde ésta, se dirigieron a Valparaíso, luego llegaron a El Callao, le sucedieron en el viaje de exploración Guayaquil y Panamá, hasta que llegaron a Acapulco.

Ya en el año de 1791, continuaron viaje en dirección Norte, en busca del supuesto paso del norte, que se decía había descubierto Ferrer de Maldonado, pero no encontraron tal paso del Océano Pacífico al Atlántico, aunque persistieron en el empeño llegando a una latitud hasta entonces casi inédita, pues lo hicieron hasta los 60º 17’ de ella.

Por estar un poco defraudados, pusieron rumbo de regreso a Acapulco. Desde éste puerto, se hicieron a la vela en dirección Oeste, cruzaron casi todo el océano Pacífico, llegando a las Islas Marianas, y también la Isla de San Bartolomé, las cuales reconocieron y situaron en los mapas correctamente.

Realizada esta labor científica, se dirigieron a las Islas Filipinas, llegaron a Manila, se dispuso que en embarcaciones indígenas continuase el trabajo de los levantamientos hidrográficos, de todas las isla y sus ensenadas, que no eran pocas, realizándose las cartas de la Isla de Luzón y de Las Bisayas, Mindoro, Panay, Negros y Mindanao.

Regresaron al puerto de El Callao, donde se dedicaron a perfeccionar lo hecho anteriormente; terminado su trabajo se dirigieron al sur y volvieron a doblar el cabo de Hornos, llegando al puerto de Montevideo, donde Concha desembarcó, por haber sido designado desde España, para marcar los límites de los territorios españoles y los correspondientes al Brasil, en la América meridional.

Estando en esta comisión por espacio de ocho años, entre los cuales fue ascendido a capitán de fragata, el día 25 de enero de 1794. En el mes de junio del año de 1802, regresó a España, yendo de viajero en el bergantín Palomo. Pidió y se le otorgó una licencia, para recuperar su salud, después de tantos años de navegaciones y sufrimientos, si bien con muchos más conocimientos, que al salir de Cádiz.

En el año de 1803,al terminar su licencia, se dirigió por orden a la Corte, llegado le se encomendó la dirección de imprimir la edición del curso de Matemáticas de Don Gabriel Ciscar, que no llegó a terminar, por haber sido elegido para desempeñar una comisión, cerca de la compañía marítima del Río de la Plata; de la terminación de la edición, quedó encargado el teniente de fragata don Fernando Govantes.

Se hizo a la mar desde la bahía de Cádiz, en la fragata Astrea con derrota a Montevideo. En 1805, su comisión había sido concluida, pero ya se había declarado la guerra con el Reino Unido, se le nombró como comandante en jefe del apostadero de la ensenada de Barragán, en la orilla sur del estuario del Río de la Plata y más afuera que la ciudad de Buenos Aires.

El 31 de agosto de 1806, se le nombró gobernador e intendente de Córdoba de Tucumán. No pudo tomar posesión de su destino, por el ataque de los británicos contra la ciudad de Buenos Aires, que finalmente conquistaron. Ya preparadas las fuerzas de mar y tierra, rechazaron un ataque de los buques exploradores enemigos, que estaban al mando del comodoro Howe Popham, que se acercaban a reconocer el fondeadero.

El día 28 de julio llegó el general don Santiago Liniers a la colonia, con las tropas de su mando, proveniente de Montevideo. El día 29 hizo su aparición, un bergantín británico, que por el fuego de las piezas de artillería del mando de Concha, fue rechazado con serias averías en la arboladura y en su casco.

Desembarcó un ejército fuerte, que conquistó Montevideo el día 3 de febrero de 1807 (aún Concha no era conocedor de su ascenso por la victoria del año anterior, las comunicaciones eran algo lentas), e iniciaron el ataque a la ciudad de Buenos Aires el día 23 de junio. En la defensa que siguió a éste nuevo ataque, Concha era el jefe del cuerpo de reserva, que estaba compuesto por dos divisiones, en la que precisamente se encontraban todas las fuerzas de marinería e infantería de marina.

Llevaba Concha tres años en el puesto, desempeñándolo con su buen hacer, cuando a mediados de 1809, llegó a Córdoba, el ex-virrey don Santiago Liniers, que estaba a la espera de que le llegara su pasaporte para retornar a España.

Al poco tiempo comenzó a desatarse la tormenta de acontecimientos; se recibieron noticias de Buenos Aires, de que había sido destituido el virrey Hidalgo de Cisneros, con la fecha que ha pasado a la historia del día veinticinco de mayo de 1810, así como la petición de éste, de que Liniers por su gran ascendente sobre los ciudadanos de aquella capital, regresara y restableciera el orden y la soberanía para España de aquellos territorios.

El 12 de agosto, sobre las seis de la tarde, caminaban Liniers y su grupo, por las arenosas márgenes del río Seco, les precedían tres indios montados a caballo, que iban haciendo de guías y exploradores. Éste grupo estaba compuesto, por el Gobernador Gutiérrez de la Concha, el obispo Rodrigo Antonio de Orellana, el asesor del gobernador Victoriano Rodríguez, el coronel de milicias Santiago Allende, el oficial real, Joaquín Moreno y el presbítero Pedro de Alcántara Giménez, además de don Santiago Liniers; llevaban siete días de marcha, iban muy cansados y hambrientos.

El 24 de octubre de 1863, se dispuso que al regresar el bergantín Gravina del Río de la Plata, se trajeran los restos de los jefes y de todos sus compañeros de infortunio, sacrificados por el odio revolucionario en Buenos Aires, víctimas de su lealtad y patriotismo. Mandaba el bergantín el capitán de fragata don Domingo Medina, el cual recibió del cónsul de España en el Rosario, tan venerables cenizas, llegando a España el día veinte de mayo de 1864, pasando seguidamente al Arsenal de La Carraca, donde el capitán general del Departamento, conde de Bustillo, las recibió con toda clase de honores, verificándose la solemne traslación al Panteón el día nueve de junio siguiente.

El monumento donde hoy reposan había llegado a Cádiz con anterioridad, en abril de 1864, y se conservó en depósito, hasta que las obras de habilitación del Panteón permitieran instalarlo. Terminadas aquellas en 1867, fueron enterrados en dicho mausoleo los restos de Liniers y sus compañeros, perpetuándose de tal suerte las virtudes y nombres de tan esclarecidos jefes de la Armada.

Muerte

Fue fusilado cerca de la aldea Cabeza de Tigre, en el sur de la provincia de Córdoba (Argentina), el 26 de agosto de 1810.

Fuentes