Liberación de Bartle (16 de diciembre de 1958)
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La liberación de Bartle, ocurrida el 16 de diciembre de 1958, fue una de las más significativas acciones en el último mes de la Guerra de Liberación (1956-1958) en la provincia de Las Tunas, y una clara demostración de la participación de las guerrillas del territorio en la etapa de liberación nacional, su vinculación con la dirección de la Revolución cubana desde la Sierra Maestra, el reconocimiento de Camilo Cienfuegos y de otros líderes rebeldes.
Significó una nueva etapa para el pequeño poblado que se incorporaba de este modo al territorio liberado y, daba inicio a la etapa de cambios que, para bien, trajo la revolución consigo.
Liberación de Bartle
A mediados de diciembre de 1958, el IV Frente Oriental tenía una vasta zona liberada y la presencia del Ejército de Fulgencio Batista se circunscribía solo a los cuarteles, pues el Ejército Rebelde mantenía en su poder al resto de las áreas rurales, por lo que se imponía acabar de liberar el territorio de la presencia de los guardias de Batista, por ello se decidió el ataque a Bartle.
El 16 de diciembre de 1958 atacarían el Cuartel. Con ese objetivo varios pelotones, entre los que estaban los capitaneados por Silvio García Planas, Roger García Sánchez, Salvador Sosa Sosa y Marcos Carmenates Borges, avanzarían desde varias direcciones y de manera convergente hacia el poblado de Bartle, lugar de ubicación del odiado cuartel, al frente del cual se encontraba un tristemente célebre sargento llamado Soto.
La misión inicial planteada consistió en atacar el Cuartel desde varias direcciones y tomarlo antes de la llegada de las fuerzas que vendrían de Tunas. Pero por muy rápido que se avanzó, el enemigo, que venía en camiones, se adelantó y cuando el pelotón del Capitán Silvio García, que tenía la misión de avanzar en la dirección entronque Manatí-Bartle, llegó a dicho lugar encontró el cadáver del Teniente Ercilla, quien trató con su escuadra de detener el avance de la Columna enemiga y tras un gesto de singular valentía cayó acribillado a balazos. Cuando las tropas rebeldes llegaron a los sitios indicados como punto de partida para el ataque, ya el enemigo había llegado al Cuartel de Bartle para evacuarlo. Ahora no se trataba de atacar al Cuartel, sino a una fuerza numerosa en operaciones, para lo cual los hombres y las armas del Cuartel eran sólo un refuerzo para su retorno a Tunas.
Después de mucho trabajo desplegado…, al fin comenzó el movimiento de los guardias. De inmediato se desencadenó el ataque contra los esbirros, pero con la dificultad de tener que hacerlo a pie mientras ellos se movían en vehículos. Eso trajo como consecuencia que en los primeros momentos tuvieran que perseguirlos y combatirlos por su retaguardia y sobre la marcha, ya esperaban que el abandono del Cuartel tuviera lugar a través de los dos caminos existentes, o sea, de Bartle hacia la Guanábana y de Bartle hacia Bejuco y sobre esta idea estaba preparado todo el plan. En la realidad se desplazaron a campo traviesa y paralelamente a la línea de ferrocarril rumbo al entronque de Manatí. Esta maniobra, no prevista, los obligó a perseguirlos corriendo y disparando a partir de la posición en que se encontraba en el camino hacia La Guanábana.
Mientras todo esto tenía lugar, el compañero Miguel Ávila Ramos (Miguelito) con la cooperación de algunos compañeros, prendía fuego al Cuartel, convirtiendo en cenizas el lugar que durante varios años fue el terror del poblado de Bartle y sus alrededores. Cuando ya los guardias se habían detenido y estaban combatiendo con el pelotón de Salvador Sosa y el no.7, el compañero Carmenates los atacaba por su retaguardia y Silvio García se aprestaba a salirle por el Este tratando de lograr el cerco. Es en este momento cayó herido en el pecho el compañero Fernando Echenique Urquiza, quien falleció varios días después. Detenido el enemigo, se desarrolló un encarnizado combate.
Varias horas duró aquel enfrentamiento a corta distancia contra los soldados de la tiranía, en el cual ellos estaban en la parte norte de la vía férrea y las tropas de Sardiñas en la parte sur. En una ocasión en que hostigado por la ametralladora que los hacía fuego sin parar y que intentaban destruir, cayó batido por un rafagazo el compañero Ramón Mora Oliva, buen combatiente y vecino de Cañada de Yarey; hacía poco tiempo que se había incorporado a la guerrilla, pero en varias oportunidades había demostrado tener cualidades como revolucionario, combatiente y amigo…
En ese combate cayeron heroicamente: José Santiago Ercilla Torres, Ramón Mora Oliva, Ador Baldonado Pupo, Reinaldo Rodríguez Ramírez y resultó herido grave, falleciendo después, Fernando Echenique Urquiza. El ejército de Batista sin dudas tuvo muchas más bajas que los rebeldes, aunque nunca se pudo conocer la cantidad exacta de estas.
Del pelotón de Carmenates murieron Ramón Mora Oliva (Mongo), del cual se hizo mención y sólo se debe añadir que murió heroicamente tras un comportamiento ejemplar en este combate.
También cayó el compañero Ador Baldonado Pupo de 19 años, poeta del Cerro de Caisimú, muy disciplinado y valiente, querido por todos los compañeros del pelotón por sus cualidades humanas. La humildad era su sello característico. Sus virtudes de poeta le ganaron la popularidad en la tropa rebelde y en la vecindad campesina, cuando ya el territorio era libre. Todas sus poesías tenían un alto contenido revolucionario.
En esa ocasión, Bermúdez expresó:
Fuentes
- Yero Rosales, Esteban Felipe (2007): En el llano a toda costa. La Habana: Editorial Verde Olivo, 2007.
- Yero Rosales, Esteban Felipe (2007): "En el centro de mi memoria". La Habana: Editorial San Lope, 2007.
- Apuntes para una epopeya rebelde.