Mamíferos marinos
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Mamíferos marinos. Grupo variado de aproximadamente 120 especies de mamíferos que se han adaptado a la vida en el mar o dependen de él para alimentarse. Según los científicos, son el resultado de la evolución de diversos grupos de animales terrestres que volvieron al mar en distintas épocas y quizás por diferentes causas hace unos 66 millones de años. Estos animales de extraordinaria inteligencia han inspirado al hombre durante miles de años, escribiéndose variadas leyendas.
Sumario
Significado del término y especies del grupo
El término Mamíferos Marinos no se designa a un conjunto taxonómico preciso. En este grupo se incluyen los cetáceos (ballenas, Delfines y marsopas), los sirenios, el (Manatí, dugongos), los pinnipedos, (focas, otarios, morsas) y algunas nutrias (la nutria marina y el gato de mar).
El oso polar, aunque no es un animal acuático, también se suele agrupar con los mamíferos marinos debido a que vive en los hielos marinos durante todo o la mayor parte del año y a su alto grado de adaptación a la vida en el mar. Los mamíferos marinos evolucionaron a partir de sus antecesores terrestres y adquirieron distintos rasgos para adaptarse a la vida en el mar, como un tamaño generalmente mayor, forma corporal hidrodinámica, modificaron apéndices y experimentaron adaptaciones termoregulatorias.
Las diferentes especies, sin embargo, se adaptaron a la vida marítima en distintos grados. Los más adaptados son los cetáceos y los sirenios, cuyo ciclo de vida discurre totalmente en el agua, mientras que los demás grupos pasan al menos algún tiempo en tierra.
A pesar de que los mamíferos marinos son una megafauna carismática y que cuenta con el apoyo de grupos ecologistas, muchas poblaciones son vulnerables o están en peligro de extinción debido a una larga historia de explotación comercial para obtener grasa, aceite, carne, marfil y piel. La mayor parte de las especies de mamíferos marinos se encuentran protegidas frente a la explotación comercial.
Historias y leyendas
Leyenda, historia, arte y literatura han formado parte del vínculo hombre-mamíferos marinos y los primeros reportes datan de años anteriores a nuestra era, con los primeros esbozos gráficos de ballenas, marsopas y delfines que fueron plasmados en mosaicos, esculturas, dibujos, pinturas y monedas, dejando fe de la ancestral presencia.
En los primeros años de la era actual se contemplaban a los mamíferos marinos y se valoraban como “criaturas sagradas” de almas humanas reencarnadas que representaban la gran fuerza y el poder del mar, este fue el caso, de los delfines y las ballenas del Mar Mediterráneo.
Uno de los primeros relatos, fue el del joven que, noche tras noche, se dirigía al Lago Lucrinio intentando atraer, con un pedazo de pan ofrecido amablemente a un delfín que llamó “Simo”. En agradecimiento el muchacho era trasladado por el delfín a una región vecina, Puteoli, para asistir a la escuela. Un día el joven enfermó y murió y en breve tiempo el delfín, inmerso en terrible tristeza, también murió de pena siendo hallado un día, en las orillas del gran lago. Una historia de gran amor, en la que impera el poder destructor del mar, fue la del niño que montaba sobre el dorso de un delfín en Iassos.
Incluido en la literatura griega, se encuentra el relato de la creación fluyendo del útero de un delfín, a partir de la etimología de la palabra “delphis” que en griego significa matriz o útero.
Otra versión es la de Apolo, Dios del Sol que vence a Delfina, monstruo con forma de útero/delfín. El triunfo de Apolo propició la construcción del templo de Delfos (ciudad del delfín) adquiriendo el título de Delfinio o Dios Delfín. La mitología describe a Apolo, convertido en un delfín gigante que guiaba las naves que participaban en el comercio de Creta. Al respecto se relata que, una vez en Delfos, Apolo se convirtió en un dios victorioso del mar, que encarnado en un delfín comenzó a dirigir el Universo.
Plinio el Viejo contó, como Taras, hijo de Neptuno, fundó la ciudad de Taranto, luego de ser trasladado hasta la costa por un grupo de delfines y Arione, poeta del siglo VII narró como un delfín lo salvó de los piratas, también llevándolo a tierra firme.
Aristóteles (filósofo griego: 384-322 a.n.e.) embelleció su obra con relatos populares, algunos de ellos vinculados a los mamíferos marinos. Uno de los más populares fue el encuentro de un pescador con un delfín herido en las costas de Caria en la que, solo la decisión de liberarlo, permitiría la continuidad de la marcha del resto de la manada. Fue Aristóteles, una de las mentes más prodigiosas del mundo antiguo, él plasmó para la posteridad la primera referencia considerada científica sobre un delfín, aunque no fue hasta el siglo XVI, en la época del renacimiento que, con el afán de dar a conocer la naturaleza desde otra óptica, se realizaron y publicaron las primeras observaciones.
Aunque con menor popularidad, otras especies de mamíferos marinos también han estado presentes en antiguos relatos. Las ballenas, probablemente por su gran tamaño, le han atribuido dotes de monstruos, dispuestos continuamente a convertir al hombre en sus víctimas.
Una historia es la de Jonás que, al desobedecer el mandato de Dios que lo inducía a predicar contra el mal, en medio de una gran tormenta por la cual cae al mar y es tragado por una ballena. Tres días después sale de su interior quedando exhausto en la playa. Luego se dirigió a Nínive como Dios le había ordenado y con sus predicas, los pobladores se arrepintieron de sus pecados y lograron en la ciudad, la piedad de Dios. En este relato la ballena representa la voluntad divina alentando las lecciones de misericordia de Dios.
No pueden dejar de mencionarse las increíbles fábulas de Esopo, esclavo griego. Una de ellas, narra como una enorme ballena que se considera “la más importante y mejor especie del mar” reta en una intrépida carrera a una simple babosa, que al final logra vencer a la enorme ballena. En Polinesia también está la leyenda maorí de Putu en la que este monta a un gran cachalote. Al final el cachalote es abatido por una lanza, probablemente este sea el primer reporte de un cetáceo muerto por las manos del hombre.
Los relatos continuaron en la “etapa cristiana” (n.e.). Se vinculan así los delfines, a la salvación de San Marciano, San Basilio y San Luciano de Antioquía, este último se dice que fue arrojado al mar y un delfín lo llevó hasta Drepanum para que recibiera “cristiana sepultura”.
A partir del siglo XV, coincidiendo con el inicio de las grandes cacerías de ballenas, comenzaron a desaparecer los cuentos míticos y tomaron fuerza las novelas de la época. Una de ella, fue la del inglés Frank Bullen que escribió “Tras la pista del cachalote” obra en la que se describe los peligros de la caza indiscriminada de estas especies. Durante su vida Bullen escribió más de 30 libros vinculados a su experiencia a bordo de un barco ballenero. Probablemente pudiera ser considerado, uno de los pioneros en alentar y educar en torno a estas grandes cacerías comerciales.
En ocasión del descubrimiento, Cristóbal Colón brindó información de la foca monje del Caribe (Monachus tropicales) mamífero marino del orden carnívoro. El navegante narra que, en la costa sur de Santo Domingo, él y sus marineros hicieron contacto con estos lobos marinos y describió la agresión que recibían por parte del hombre, por simple entretenimiento, también hizo referencias acerca de los manatíes, como hermosas sirenas avistadas.
A partir del siglo XV, la información comenzó a fluir sobre bases más científicas y entre los años 1500 y 1554 Conrad Gesner en “Historia de los Animales” presentó las primeras ilustraciones de ballenas con carácter científico.
Otros autores como Pierre Belon´s, Guillaume Rondelet y R. Brookes, en diferentes obras aportaron descripciones precisas e ilustraciones de otras especies de mamíferos marinos.
En los primeros años del siglo XVII comenzó el desarrollo de la industria ballenera, principalmente por compañías alemanas e inglesas e independientemente de la actividad comercial, surgieron publicaciones con las primeras descripciones morfológicas. Entre 1675 y 1751 continuaron los estudios de diversos naturalistas, lográndose mayor información acerca de los mamíferos marinos en los mares de Norteamérica, Europa y Alaska.
La Edad Media conllevó un importante cambio en relación con los mamíferos marinos, siendo representados por primera vez como animales. Se cuenta la historia de San Barandán, monje benedictino que abandonó Irlanda en busca de la tierra prometida. Este desembarcó, supuestamente, en una isla para predicar su misa, pero realmente recaló sobre una ballena que luego de sus oraciones, se transformó en una auténtica isla llamada San Barandán. Sin embargo, esta isla no dejó rastro alguno a pesar de la búsqueda encaminada por muchos exploradores hasta casi mediados del siglo XVIII.
Pero indiscutiblemente, fue Herman Melvilla con su obra Moby Dick el más importante autor de novelas vinculado a los mamíferos marinos. Moby Dick fue un clásico del siglo XIX y trata de la venganza del capitán Ahab contra la ballena blanca que lo dejó mutilado, viéndose obligado a sustituir su pierna perdida, por una hecha con la mandíbula de un cachalote. Fue después de la muerte del Melville que la obra, Moby Dick despertó el interés de la crítica literaria.
Durante los siglos XIX y XX se incrementaron las obras científicas y nacieron las primeras monografías de ballenas y pinnípedos de las diferentes regiones geográficas.
No cabe duda que la ciencia ha atendido de manera particular a los mamíferos marinos y un ejemplo es que entre 1961 y 1998 más de 24 000 trabajos fueron publicados, para un promedio de 646 trabajos anuales. No obstante, como se verá más adelante, el conocimiento aún no es suficiente y en la actualidad, el estado de las poblaciones silvestres de muchas especies de mamíferos marinos se considera desconocido o insuficientemente conocido.
Por estas leyendas, los mamíferos marinos quedaron representados en los impresionantes murales de Creta, Cnosos y Festos y en monedas acuñadas, en este caso, con la intención de que estos representantes de reino animal, protegerían a los viajeros y comerciantes que la portaban.
Estudios realizados
La ciencia, el hallazgo y estudio de los fósiles, también han brindado valiosa información acerca del proceso evolutivo de los mamíferos marinos y todo indica que, hace más de 70 millones de años, en el antiguo mar de Tethys del primitivo planeta Tierra, vivieron los animales que dieron origen a este grupo, por cierto, nada parecidos a los actuales.
Las diferentes etapas evolutivas por las que pasaron para lograr adaptarse a su nuevo medio (acuático) no están dilucidadas por completo, aunque sí se conoce que no representan un grupo monofilético, es decir, sus integrantes surgieron de ancestros terrestres totalmente diferentes.
Las evidencias basadas en patrones anatómicos, similitudes moleculares y como fue referido, el estudio de los fósiles, han contribuido a la comprensión de la historia evolutiva de este importante grupo de especies del reino animal.
Los cetáceos (delfines y ballenas) han demostrado las mayores adaptaciones. La mayoría de los científicos coinciden en que las especies vivientes de este grupo surgieron de antiguas ballenas llamadas arqueocetos, extintas desde hace 30 millones de años. Estas evolucionaron a partir de mamíferos ungulados terrestres que vivían en el hemisferio norte que se conocen como mesoníquidos. Los parientes terrestres más cercanos a los cetáceos son los especies pertenecientes al Orden artiodáctila que son los cerdos, los elefantes y las vacas. Recientes estudios genéticos y paleontológicos sugieren que están más cercanamente relacionados con los hipopótamos.
El origen de los sirénidos está menos esclarecido. El fósil más antiguo encontrado se ubica hace unos 50 millones de años, el Prorastomus sirenoides y se plantea que vivió también en las costas del mar de Tethys (entre África y Eurasia). Estudios morfológicos y moleculares indican que los sirénidos comparten un origen común con los elefantes.
Los carnívoros marinos en cambio, constituyen las especies de más temprana evolución y en cuanto a su origen existen varias teorías, no obstante con certeza puede decirse que evolucionaron a partir de diferentes linajes de carnívoros terrestres, hace aproximadamente 30 millones de años, ascendentes de antecesores comunes a los mustélidos actuales (Comadrejas, Mofetas y nutrias) y los Úrsidos (los osos).
En el proceso evolutivo del planeta y de la vida en este, hubo muchas etapas desarrolladas lenta y gradualmente, pero también otras en que, grupos enteros de animales desaparecieron y fue precisamente en la Era Palezoica en que muchos representantes de la diversidad biológica primitiva se extinguieron. La ciencia tiene aún importantes vacíos aunque existen diversas hipótesis que explican las catástrofes ocurridas, ampliamente expuestas en cursos anteriores.
El conocimiento de la sistemática de la diversidad biológica, sustenta el estudio de los patrones y los procesos biológicos de las distintas especies y estos, se han basado en la reconstrucción de la filogenia de la evolución histórica de los organismos, que incluye, la taxonomía, la descripción, la identificación y la clasificación de las especies.
Importante contribución aporta la Biogeografía, en el estudio del patrón de distribución de los organismos desde el pasado hasta el presente, lográndose con ello interpretar aspectos relacionados con su biología y ecología.
Mamíferos marinos en el planeta
Ya fue visto que los mamíferos marinos son animales que han colonizado un rango amplio de hábitat y pueden encontrarse en los ríos de gran caudal, en áreas costeras y en el océano profundo.
La distribución de sus especies está determinada por la disponibilidad de los recursos, ya que como todo ser vivo requieren alimentarse, no obstante Influyen en su distribución, múltiples factores, entre los que puede citarse, las exigencias de condiciones para la reproducción y el nacimiento de las crías. La distribución de las especies de mamíferos marinos se describe con diversos términos y conceptos.
Algunas son de distribución restringida y otras son cosmopolitas, es decir de amplia distribución, pudiendo encontrarse en cualquier región del mundo.
Como ejemplos de especies de distribución restringida están las de áreas circumpolares (ballenas pigmeas, narvales, beluga, entre otras) o las que viven en cuerpos dulceacuícolas (delfines del río Amazonas en Brasil; delfín del Yangtse en China, declarado extinto desde el año 2007; el Ganges e Indo de la India y el delfín de río Plata o Franciscana). También tienen distribución restringida las focas del Mar Caspio, las del Lago Baikal y las del mar de Saimaa en Finlandia.
La distribución circumpolar se refiere a aquellas especies que viven en altas latitudes, alrededor de los polos, ya sea en el hemisferio norte o en el sur, pero no en ambos. En este caso se encuentra la Ballena de cabeza arqueada, la beluga, el narval, la foca de anillos y el oso polar en las aguas árticas, el delfín liso del sur, el delfín de Hourglass, el zifio de Arnoux, la foca cangrejera, la foca de Wedell, el elefante marino del sur y la foca de Ross, todas estas especies, en las aguas del polo sur.
Algunos cetáceos presentan distribución circumpolar, pero sin embargo, en determinadas épocas del año, migran hacia otras regiones, es el caso de las poblaciones de ballenas jorobadas, las orcas y los cachalotes (machos).
Las especies de mamíferos marinos que solo habitan en las aguas tropicales de ambos lados del ecuador son denominadas pan-tropicales estando entre estas la ballena de Bride y el delfín de Frasser.
En cuanto a distribución existe el patrón de aquellas poblaciones de cachalotes hembras y juveniles que centran su hábitat en aguas tropicales y en ocasiones en aguas templadas, mientras que los machos, como ya se dijo, incursionan en las regiones polares.
Algunas especies de mamíferos marinos tienen distribución costera y su presencia también puede extenderse a las aguas continentales. Otros mamíferos pueden desplazarse a estuarios y ríos. La nutria de mar y la nutria marina son ejemplos de mamíferos exclusivamente costeros.
Existen especies de aguas costeras o de plataforma que presentan su distribución de acuerdo a determinadas estaciones del año, las cuales pueden moverse a aguas profundas o lugares distantes en busca de mejores recursos alimenticios (caso de las ballenas jorobadas).
Las especies consideradas pelágicas, raramente son observadas en áreas cercanas a la costa, excepto en aquellos lugares donde la plataforma costera es muy estrecha y las aguas oceánicas terminan casi en la línea de costa, este es el caso del cachalote y los zifios.
Hay mamíferos marinos cuyo hábitat es en parte o exclusivamente de regiones heladas, se clasifican como pagofílicos que significa “amantes del hielo”. Como ejemplo está la ballena de cabeza arqueada que pasa el mayor tiempo de su vida en aguas heladas y puede recorrer grandes distancias sobre el hielo usando su enorme cabeza para romper las porciones congeladas. También pasando mucho tiempo en aguas congeladas están las belugas y los narvales, al extremo de poder quedar atrapados en los témpanos de hielo y morir.
Las especies que tienen una distribución mucho más amplia, que pueden estar confinadas a las aguas de las regiones polares, tropicales y templadas, que pueden ocupar o vivir aguas de diversas regiones geográficas e incluso y pueden ser observadas en todos los mares del mundo son las llamadas cosmopolitas.
Este el caso de muchas de las grandes ballenas, por ejemplo la ballena jorobada que puede ser observada en todos los océanos en varias épocas del año, tanto en aguas tropicales como en aguas polares.
Una misma especie puede tener variaciones en su distribución. Este el caso de las poblaciones de delfines comunes que pueden usar diferentes hábitat, algunas especies pueden encontrarse en aguas oceánicas, otras pueden centrar sus actividades y su ciclo de vida en aguas costeras. Otro ejemplo es el de la tonina o delfín mular con ecotipos costeros y oceánicos bien definidos.
Durante el proceso evolutivo, íntimamente ligado a la distribución, muchos factores incidieron en el comportamiento de las distintas especies de mamíferos marinos.
Como fue referido anteriormente, el Mar de Tethys, del primitivo planeta Tierra, fue la cuna de sus especies y a partir de la conformación de los continentes, a lo largo de más de 500 millones de años, las especies fueron posesionándose de las distintas zonas geográficas que hoy corresponden, al Mar Mediterráneo, el Océano Índico, las regiones marinas del norte y del sur de América de los Océanos Atlántico y Pacífico, el Mar Caribe, el Indo Pacífico y en otros muchos cuerpos de agua del planeta incluyendo, las aguas no marinas.
A manera de resumen del concepto de distribución de los mamíferos marinos puede referirse que, los pinnípedos, se hicieron presentes en el Pacífico Norte hace aproximadamente 16 millones de años. Durante este período, los Odobénidos (elefantes marinos) se reportaron para el Caribe y alcanzaron el Atlántico Norte y en menos de un millón de años, se extendieron y retornaron al Pacífico Norte a través del Océano Ártico.
Similares patrones tuvieron los otáridos y los fócidos, de ahí la presencia (como ejemplo expuesto) de la foca monje (Familia Phocidae) en el Mar Caribe (desde la década de los años 50 considerada extinta).
La foca monje fue muy abundante en el Caribe, Bahamas y Golfo de México y se conoce que formó parte de la alimentación de los aborígenes. El famoso pirata Dampier (además naturalista y con grandes dotes de explorador) la reportó con gran abundancia en Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud. En estas áreas por otros exploradores y piratas, entre los siglos XVI y XIX se confirmó su presencia.
Los cetáceos, también presentes en el Mar de Tethys, a lo largo de 40 a 45 millones de años se dispersaron, extendiéndose en los mares del hemisferio norte y sur, alcanzando, principalmente los mysticetos, las corrientes del círculo Antártico.
Los mysticetos y los odontocetos se diversificaron taxonómica y ecológicamente durante todo el proceso evolutivo dando paso a las diversas especies de zífidos, delfines y ballenas de la actualidad.
Los sirénidos, aparecieron hace 50 millones de año, también en el Mar Tethys y se diversificaron rápidamente dando paso a los Haliterínidos y los dugones distribuyéndose en el Atlántico nororiental y extendiéndose durante el Meioceno en el Pacífico noroccidental y los mares de América Central, así como en las regiones del Indo Pacífico y el Mar de Bering.
Las migraciones constituyen un importante patrón para interpretar los modelos de conducta de las distintas especies de mamíferos marinos. Para una buena parte de ellos, el año se divide en época de reproducción y época de alimentación y de acuerdo a las exigencias de cada una de ellas, los patrones de distribución de las especies sufren variaciones. En algunos casos estos dos períodos del ciclo anual pueden estar unidos por migraciones estacionales, es el caso de algunas ballenas verdaderas o ballenas con barbas que migran a grandes distancias desde la época del verano en las altas latitudes, donde se mantienen alimentándose hasta que llega el invierno y se dirigen a áreas tropicales en el momento de la reproducción. Un ejemplo es el de la ballena gris y la ballena jorobada, cuyas migraciones pueden cubrir hasta 8000 Km.
La función y el objetivo específico de las migraciones, aún no están del todo esclarecidos por la ciencia. Se plantea que muchos animales migran para tomar ventaja ante las variaciones de los recursos alimenticios (según la época del año) y esto constituye una buena explicación para interpretar los movimientos estacionales de algunos pinnípedos, como el elefante marino.
Sin embargo, la alimentación no es la causa principal en estos movimientos extensivos o lo que es lo mismo las migraciones. Estas, pueden estar relacionadas también con proveer ventajas termodinámicas para sus crías, lo cual se basa en que los recién nacidos gastan menos energía para mantener su temperatura corporal, la cual puede ser destinada a los primeras etapas del crecimiento.
Los animales más grandes del Planeta
El animal más grande que existe en nuestro planeta es la ballena azul, que puede alcanzar más de 30 metros de largo y un peso superior a 180 toneladas.
Para soportar un volumen o un peso tan grande, tanto los animales como las plantas, deben poseer una determinada estructura de sostén. Muchas veces los animales muy corpulentos como los elefantes y los rinocerontes, se apoyan a su vez, en extremidades muy gruesas. Algo similar ocurre con los troncos de los árboles, si se compara con las hierbas y los arbustos.
En el medio acuático, parte del empuje ocasionado por un gran peso corporal puede ser neutralizado por el empuje hacia arriba que ejerce la flotabilidad de los cuerpos en el agua. La flotabilidad es proporcional al volumen de agua que el cuerpo desplaza (el conocido Principio de Arquímedes). Es esta característica física la que permite que los animales acuáticos puedan alcanzar dimensiones y pesos muy superiores a sus contrapartes terrestres.
La posibilidad de soportar grandes pesos por parte de los animales terrestres descansa solamente en sus fuertes estructuras de soporte y extremidades que han restringido y restringirán siempre el tamaño de estos animales.
Aunque la flotabilidad en el mar proporciona determinadas ventajas para algunos animales que así pueden contrarrestar en parte el gran peso de sus cuerpos, el tamaño de las branquias establece una limitación a la hora de extraer el oxígeno necesario para crecer. Así de complicado pero a la vez curioso, es el juego de la vida, ya que todos los organismos no sólo están regidos por los principios básicos de la biología sino también por otras ciencias exactas, como es el caso de las inexorables leyes de la física.
En el del medio acuático
Los mamíferos fueron adquiriendo adaptaciones morfológicas y funcionales para conquistar el medio acuático o lo que es lo mismo, prepararse para enfrentar las complejas propiedades físicas del nuevo medio, muy diferente al terrestre.
Para interpretar el proceso de adaptación, es necesario tener claro algunos conceptos relacionados con las características del medio acuático. Lo primero, es conocer que la densidad del agua es al menos tres veces mayor que la del aire y la viscosidad, aproximadamente 60 veces mayor, a temperaturas similares. Ambas propiedades influyen en el rozamiento ya que son fuerzas que se oponen al movimiento de un cuerpo en un líquido, mucho más, si este es el medio marino.
Otra propiedad es la presión, importante factor que influye en los organismos marinos, ya que a medida que aumenta la profundidad en la columna de agua de mar, mayor es la fuerza que se ejerce sobre el cuerpo y lo comprime (esta fuerza es equivalente a 1 atmósfera por cada 10 metros de profundidad).
El coeficiente de conductividad térmica, también debe tenerse en cuenta, ya que en el agua este es 25 veces mayor que en el aire, a la misma temperatura, por ello la transferencia de calor desde el cuerpo hacia el exterior, es mayor. El medio acuático atenúa severamente la energía de la luz a medida en que aumenta la profundidad, entonces los mamíferos “buceadores” pueden encontrar total oscuridad (o lo que es lo mismo, falta de energía lumínica o solar) durante las inmersiones que realizan con sus correspondientes efectos negativos en la visión.
Los mamíferos marinos responden a tales circunstancias gracias a las adaptaciones asumidas por las diferentes especies a lo largo del proceso evolutivo.
Estos animales son homeotermos endodermos, es decir capaces de mantener la temperatura corporal elevada, estable y dentro de un rango entre 36 y 38 grados Celsius. Para ello, requieren mantener la producción de calor corporal, en la misma medida en que lo pierden.
Esto crea dificultades, porque los mamíferos marinos se enfrentan a un medio líquido frío y con coeficiente de conductividad elevado, como fue referido.
La pérdida de calor se calcula mediante una fórmula en la que se vinculan directamente, el área superficial del animal, la conductividad térmica del medio y la diferencia de temperatura entre los medios. Por ello, mientras mayor sea esta diferencia de temperatura mayor es la pérdida de calor. Esto gana gran importancia en los mamíferos marinos que viven en las zonas polares.
Debe tenerse en cuenta la relación área superficial-volumen corporal, para lograr la reducción del escape o pérdida de calor. Esta relación es significativa al comparar los mamíferos marinos con los terrestres.
La nutria marina por ejemplo, es dos veces mayor que cualquiera de sus parientes roedores terrestres e igualmente ocurre en los osos polares, más grandes que los terrestres. Pero es necesario además, disminuir la conductancia térmica del cuerpo en contacto con el agua, para también disminuir la pérdida de calor. En este caso entra a jugar un papel básico, el tegumento, que debe ser capaz de aislar al organismo del medio.
Al analizar a los mamíferos terrestres, se observa de inmediato, como adaptación la presencia del pelaje que cubre sus cuerpos. Este pelaje retiene una capa de aire que es calentada logrando una temperatura semejante a la corporal, con ello, la pérdida de calor disminuye, pues el aire es mal conductor térmico. Atrapar aire entre los pelos, también es una estrategia empleada por los mamíferos marinos que habitan tanto en tierra como en el agua. Las dimensiones de la capa de aire retenida en el pelaje dependerán del largo y la densidad de este y constituirá una forma de aislamiento primario.
La capacidad de secreción de lípidos hidrofóbicos como lubricante de los pelos, es otro elemento adaptativo que induce a que el aislamiento con respecto al medio se haga mayor, este es el caso de algunas focas y las nutrias. Sin embargo, solo las especies con mayor densidad de pelos (como los conocidos leones marinos de dos pelos y las nutrias) pueden mantener esta capa de elementos secretados bajo el agua.
El pelaje de los osos polares, no es capaz de retener una capa de aire, aunque sí, una capa de agua durante las inmersiones, con ello satisface similar función a la del aire de los lobos marinos.
Esta estrategia si bien es útil, no es totalmente suficiente para evitar la pérdida de calor o el aislamiento durante las inmersiones.
Las morsas, las focas adultas, los cetáceos y los sirenios recurrieron a formar una capa de grasa gruesa en la hipodermis, reforzada con colágenos y fibras elásticas conocidas como “blubber”. Esta representa el 30% del peso corporal del animal. Su grosor varía en dependencia de la especie, de su ubicación geográfica, de las capacidades de buceo y del estado nutricional del animal. En resumen, el pelaje y la grasa también constituyen en los mamíferos marinos dos formas de adaptaciones que permiten el aislamiento ante las adversas condiciones del medio acuático que induce importante pérdida de calor.
Estas adaptaciones no son iguales en todo el cuerpo del animal, ya que varía según las partes del cuerpo más expuestas al medio acuático. En este caso, la cabeza y las aletas (pectorales, dorsales y caudales) no tienen la protección de grasa sí existente en otras partes del cuerpo.
Este fue otro problema a resolver y para ello, cuentan con la llamada “red admirable” formada por la comunicación de distintas arterias gruesas rodeadas por múltiples vasos finos que se encuentran debajo de la dermis.
Esto contribuye a evitar la pérdida de calor, al lograrse que la sangre se dirija hacia zonas desprovistas de grasa, con ello teniendo una temperatura más baja.
En ocasiones, la perdida de calor es menor, lo cual ocurre, por ejemplo, después de movimientos prolongados, en este caso, el calor corporal aumenta, siendo necesario entonces, disiparlo.
La densidad del medio marino, ofrece importantes retos al movimiento y a la inmersión, por ello fueron necesarias nuevas respuestas y en este caso recurrieron a las formas hidrodinámicas y a la presencia de aletas como estructuras propulsoras, indispensables para el movimiento, las cuales surgieron de las transformaciones de las extremidades anteriores y posteriores de los mamíferos terrestres. Las colas originaron la poderosa aleta caudal y las extremidades anteriores a las aletas pectorales.
Las focas son buceadoras de excepción y dirigen las extremidades posteriores hacia atrás a manera de cola, en posición casi paralela al cuerpo con ello se mueven y cambian rápida y bruscamente de dirección.
En los lobos marinos, las aletas anteriores después de propulsar se pliegan sobre el vientre disminuyendo así el rozamiento o fricción.
La mayoría de los mamíferos marinos han sufrido también la reducción de pelos hasta casi desaparecer por completo, como sucede en los cetáceos (delfines y similares) y en los sirenios (manatíes y dugones). Esta disminución de pelos favoreció también el movimiento en el medio acuático, pues estos elevan la resistencia al desplazamiento.
Los mamíferos no marinos de hábitos acuáticos, como la nutria, el pelaje por si sólo constituye una adaptación a la vida en el agua, al actuar como aislante. Tienen respiración pulmonar, por ello requieren salir del agua para respirar, ante esto, el sistema respiratorio también tuvo adaptaciones, una de ellas el adelantamiento de ciertos huesos, como las mandíbulas y el cambio de los agujeros nasales, hacia la parte posterior del cráneo. Ambas adaptaciones permiten la respiración, tan solo asomar ligeramente el cuerpo sobre la superficie del agua., debido a la presencia de esfínteres (espiráculos) que cierran voluntariamente durante la inmersión, para evitar que el agua entre a las vías respiratorias.
Los osos polares, las nutrias y el resto de los pinnípedos cierran también las narinas durante el período de inmersión de forma voluntaria.
Las adaptaciones del sistema respiratorio, han sido eficaces y han logrado la óptima oxigenación de la sangre, gracias a la estructura alveolar, muy superior a la de otros animales, por lo cual clasifican como homeotermos. También poseen un diafragma, situado en posición oblicua que propicia aumentar la capacidad pulmonar.
Los grandes buceadores pueden prolongar su tiempo de inmersión con un gran volumen pulmonar, que a su vez beneficia mayor extracción de oxígeno. Sin embargo, los volúmenes pulmonares de los mamíferos buceadores no difieren mucho de los no buceadores excepto en el caso de las grandes ballenas. Las ballenas tienen aproximadamente 50% del volumen pulmonar por unidad de peso.
Este pequeño volumen pulmonar (en comparación con otros animales) favorece la inmersión a profundidades superiores a 1000 metros y previenen la llamada “enfermedad de los buzos”, es decir, la creación de las peligrosas burbujas de gas en la sangre que pueden pasar a los pulmones con consecuencias desastrosas.
Es oportuno referir que la estrategia respiratoria, para resistir los largos períodos de inmersión, no se basa en coger grandes cantidades de aire, es todo lo contrario. Antes de realizar una inmersión, estos animales expulsan el aire evitando así la embolia gaseosa al descender a grandes profundidades. Este acto de “exhalar” ante una inmersión, favorece el control de la flotación por encima del almacenamiento de oxígeno en los pulmones. Esto es típico en la foca común, la de Weddell y en el elefante marino, no así en los delfines. Gracias al perfeccionado sistema respiratorio, con la misma cantidad de aire pueden permanecer mucho tiempo bajo el agua.
Un mamífero terrestre, elimina 20% de los gases contenidos en los alvéolos pulmonares, en los cetáceos, la cifra alcanza el 90%, es decir prácticamente eliminan en cada expiración la casi totalidad de anhídrido carbónico.
La posibilidad de inmersión de los cetáceos, por largos períodos de tiempo, les permite alcanzar profundidades considerables y esto se debe a la capacidad que poseen estos animales para almacenar oxígeno en diversas partes del cuerpo. Los músculos pueden albergar entre 40 y 50% gracias a la mioglobina presente en altas concentraciones en el tejido muscular. Almacenan también 40% del oxígeno en la sangre y el restante 10% en los pulmones.
También propician las largas inmersiones de estos animales, la disminución de la tasa de consumo de oxígeno (30% menor que en condiciones normales) y la alta eficiencia que poseen durante el intercambio gaseoso en los pulmones. Los grandes buceadores son por ello, capaces de permanecer sumergidos hasta cuatro veces más tiempo que el que durarían sus reservas de oxígeno si continuaran con el ritmo de metabolismo oxidativo normal antes del buceo.
Las focas, no consumen tanto oxígeno para "reponer su déficit" estando el metabolismo oxidativo limitado por el flujo sanguíneo en la mayoría de los órganos. Esto se produce por una intensa vasoconstricción y por el predominio de las vías anaeróbicas en la periferia del sistema pulmonar.
La eficiente circulación de la sangre permite que todos los órganos del cuerpo obtengan el oxígeno necesario para desarrollar sus funciones adecuadamente. El cerebro y el corazón requieren un suministro constante de sangre, otros órganos (viscerales, músculos y piel) pueden soportar una disminución del flujo sanguíneo.
En la mitad final del buceo, el oxígeno remanente apenas alcanza para el corazón y llegado a este punto, por lo menos una parte del cerebro empieza a funcionar sin oxígeno. Por lo tanto, las adaptaciones brindan la capacidad de regular, a cuales órganos se va a disminuir el flujo de sangre, esto se conoce como isquemia selectiva y se logra mediante la constricción de los vasos que rodean a los tejidos y órganos.
La sensibilidad del aparato respiratorio al anhídrido carbónico, es menor en los buceadores que en el hombre, gato, rata o perro. Una concentración de anhídrido carbónico elevada aumenta la ventilación en los buceadores (cosa que ocurre en grado menor en sus congéneres no buceadores).
A medida que avanza el buceo, la presión de CO2 de la sangre puede elevar hasta unas 2.5 veces el nivel en reposo y la saturación arterial de oxígeno puede bajar hasta llegar alrededor del 15%. El ph puede disminuir alrededor de 0.4 unidades. Hay por lo tanto una tendencia hacia una progresiva acidosis: la cual puede dividirse en tres etapas: 1) una acidosis respiratoria inicial, 2) una posterior acidosis respiratoria y metabólica (ácido láctico) combinadas y 3) una acidosis metabólica inmediatamente después del buceo.
La respuesta respiratoria a la falta de oxígeno de los vertebrados buceadores no ha sido estudiada extensamente, sin embargo, se sabe que, una vez que se inicia el buceo, el único suministro de oxígeno que posee el individuo esta en su sangre y en el tejido muscular, a través de los pigmentos que lo transportan y almacenan (la hemoglobina y la mioglobina respectivamente).
Cuando se agota el oxígeno disponible (hipoxia) y aumenta la concentración de dióxido de carbono (hipercapnia) se presenta la asfixia.
Después de un buceo a 300 m, el nivel de oxígeno espirado baja del valor en la superficie del 13% a alrededor del 4%. Al parecer, o bien la sensibilidad a la hipoxia de las áreas respiratorias esta deprimida o bien entra en juego algún otro mecanismo, aún desconocido.
La capacidad de inmersión de los mamíferos marinos, también constituye un elemento de gran interés, a pesar de que esta solo se realiza, principalmente, para satisfacer las necesidades alimenticias y/o para escapar de los depredadores. La especie que sustenta mayor inmersión es el elefante marino del norte (excepción en los carnívoros marinos) que puede sumergirse entre 5 y 20 minutos. En los pinnípedos, las focas tienen mayor inmersión que los leones marinos pudiendo alcanzar profundidades de hasta más de 1500 metros soportando hasta 80 minutos de apnea.
Los cachalotes pueden bajar a profundidades superiores a los 3000 metros y tener más de una hora de apnea, (también posible en algunos zifios). La beluga hace inmersión a profundidades mayores de los 600 metros y un promedio de 15 minutos sin respirar el oxígeno atmosférico. Los delfines, entre ellos la tonina puede llegar a casi 400 metros de profundidad con apneas estimadas entre 6 y 8 minutos.
A grandes profundidades la luz es escasa y más allá de los cien metros la visión es nula. Asimismo, la alta densidad del medio hace que las longitudes de onda de menor energía se dispersen rápidamente. La ecolocalización es la respuesta adaptativa y está presente en todos los odontocetos, en otros mamíferos marinos y en los murciélagos. Consiste en la emisión de sonidos de alta frecuencia y la capacidad de detectar su eco, después de reflejarse en objetos y obstáculos. Las ondas sonoras se forman en los sacos nasales del animal, pasan al melón, región superior de la cabeza compuesto por grasa, el cual actúa como lente acústico. El melón concentra las ondas sonoras y las transforma en un haz que se proyecta hacia el agua. Este como ondas acústicas, viaja a través del agua a una velocidad estimada de 1,5 Km/seg (4.5 veces más rápido que en el aire) y rebotean al tropezar con los objetos en el agua y regresan al cetáceo en forma de eco.
Las ondas acústicas de regreso, llegan a la mandíbula inferior del animal, se transportan por la grasa hasta el oído medio e interno y pasan al cerebro, donde procesa la información de retorno. El cerebro recibe las ondas acústicas en forma de impulsos nerviosos que retransmiten los mensajes del sonido y permiten a los odontocetos, interpretar los significados del sonido. Debido a este complejo sistema de ecolocalización, pueden determinar el tamaño, forma, velocidad, distancia, dirección, e incluso un poco de la estructura interna de los objetos en el agua. Los delfines nariz de botella (toninas) pueden aprender y posteriormente reconocer sus presas preferidas por la forma en que ha regresado el eco. Este mecanismo permite al animal no solo detectar presas, también les sirve para orientarse durante los desplazamientos e incluso como relación comunicativas dentro del grupo social.
Presencia de mamíferos marinos en Cuba
La presencia confirmada de mamíferos marinos en tránsito por el archipiélago cubano se ha obtenido, principalmente, a partir de los varamientos ocurridos. De todas las especies de mamíferos marinos clasificadas a nivel mundial, 22 han sido avistadas en aguas cubanas. Ninguna especie se considera endémica y como se ha reiterado solo la tonina y el manatí son residentes permanentes. Ambas especies es posible observarla durante todo el año en toda la plataforma insular.
Otras especies como las orcas (Orcinus orca) y el Delfín moteado (Stenella frontales y Stenella attenuata) han sido observados en el borde la plataforma cubana, al igual que el cachalote (Physeter macrocephalus) y el Calderón de aleta corta (Globicephala macrorhynchus).
Algunas especies, esencialmente oceánicas han varado en puntos del litoral nacional, siendo estas: los zifios (Mesoplodon europeaeus y Ziphias cavirostris); el Calderón gris o Delfín de Risso Grampus griseus; el Delfín de dientes rugosos Steno bredanensis; la Ballena jorobada(Megaptera novaengliae; la Falsa orca (Pseudorca crassidens) y el Cachalote pigmeo y el Enano (Kogia breviceps) y Kogia sima.
Algunas ballenas también han sido avistadas aunque la identificación ha adolecido de ambigüedad y poca confiabilidad científica.
En Cuba se han avistado ballenas, orcas y cachalotes, fundamentalmente las orcas, en la costa nororiental de La Habana, al norte de la cayería del norte de Villa Clara, en incursión temporal en la Bahía de Cochinos, al sur de la provincia de Matanzas.
Los cachalotes se han registrado a partir de varamientos aunque también, en menor frecuencia en tránsito por el medio natural, principalmente en la cayería de las Doce Leguas y en la región suroriental de Cuba.
De las ballenas, la familia Balenopteridae ha sido la más registrada en aguas cubanas y de esta la especie más observada ha sido la ballena jorobada (Megaptera novaengliae) de identificación inconfundible debido a la longitud de las aletas pectorales.
Otras cuatro especies de ballenas también han sido registradas con un solo reporte de varamiento y con identificación dudosa.
Reportes de avistamientos y varamientos recientes fue el del 14 de enero de 1999 en el que fue identificada una ballena jorobada a una milla del litoral del malecón habanero, esta varó muerta cuatro días después, en el poblado de Boca de Jaruco, fue una hembra joven de 8,70 metros de longitud total. El 25 de agosto del 2008 recaló muerto en Jaimanitas, Ciudad de La Habana un cachalote enano (hembra) Kogia sima, de 1,91 m de longitud, habiéndose producido el anterior reporte en el año 1977 en el poblado de Regla también de Ciudad Habana, en este caso un animal de 2,50 metros de longitud.
En algunos listados de cetáceos presentes en aguas cubanas del siglo XIX aparece registrado el delfín común Delphinus delphis y Delphinus capensis, sin embargo los científicos reiteran que son errores de identificación, probablemente confundidos con el Stenella clymene. Esta especie a pesar de ser común en el Golfo de México y endémica del Océano Atlántico, no se registra para aguas cubanas. Los zifios, de los cuales están registradas 20 especies a nivel mundial, sorprendentemente en Cuba han varado dos especies: Zifio de Cuvier y el Mesoplodon europeaeus, Zifio de Gervais.
Otras dos especies de posible presencia en aguas cubanas son el Mesoplodon bidens, Zifio de Sowerby y el Mesoplodon densirostris, Zifio de Blainville este último se considera un registro de gran extraterritorialidad.
Manejo veterinario
Ya fue tratado que las normas de manejo son fundamentales en la tenencia de animales en condiciones controladas y que su existencia y correcta implementación garantizan su salud y bienestar. Asimismo, ha quedado claro que el manejo es cualquier actividad, método o técnica que desarrolle el hombre, desde la simple caricia o alimentación hasta la fase de entrenamiento (incluyendo el entrenamiento médico).
La ciencia y la tecnología, por su parte, han beneficiado el conocimiento de las especies silvestres, sus características conductuales y las posibilidades de interrelación con el hombre, haciéndose imprescindibles en el manejo de los animales en condiciones controladas. Queda claro que son parte del manejo, el uso de los modernos equipos de diagnósticos y de técnicas de análisis, con lo cual se han incrementado los conocimientos sobre la salud de las distintas especies de mamíferos marinos.
Muchas son las técnicas de diagnósticos empleadas para la atención de estos animales y se aplican los mismos métodos, tanto en individuos de vida libre como aquellos atendidos directamente por el hombre. En el primer caso se escapan por supuesto posibilidades y se hacen difíciles las evaluaciones clínico-veterinarias, sin embargo, en el segundo son potencialmente más certeras.
Las inspecciones clínicas se dirigen a examinar la piel, los ojos y la condición corporal, importantes en el diagnóstico temprano de una enfermedad.
Fuentes
- Baisre, J., Cruz, D., Expósito, Y., García, G., Guevara, C., López, N., et al. (2009). Universidad para todos: Mamíferos Marinos I (pp. 15). : Editorial Academia. http://www.acuarionacional.cu/publicaciones/imagenes-publicaciones/tecnicas-populares/tabloide_mm1.pdf
- Baisre, J., Cruz, D., Expósito, Y., García, G., Guevara, C., López, N., et al. (2009). Universidad para todos: Mamíferos Marinos II (pp. 15): Editorial Academia. http://www.acuarionacional.cu/publicaciones/imagenes-publicaciones/tecnicas-populares/tabloide_mm2.pdf
- Borroto, R. & C. A. Mancina (Eds.), Mamíferos en Cuba (2011).