Masacre de Jedwabne
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Masacre de Jedwabne. Fue el asesinato cometido por el Tercer Reich de aproximadamente 340-400 judíos de dicha localidad.
Historia del pueblo
Cuando Jedwabne surgió en el 1700, el 70% de la población era judía. En 1930 tenía unas tres mil personas, mitad polacos judíos y mitad polacos no judíos. El sol del verano brillaba con fuerza, casi con ensañamiento sobre la plaza principal de este shtetl -pueblo de mayoría judía- en el extremo noreste de Polonia, a ciento noventa kilómetros de Varsovia. Un pueblo rural, entre ríos y trigales, apenas cuatro kilómetros cuadrados marcados en el mapa, sin señas particulares si no fuera por un hecho que lo puso en la memoria del horror y permaneció silenciado hasta hace poco tiempo: setenta años atrás, la mitad de los vecinos de Jedwabne asesinó o vió asesinar impertérrita a la otra mitad, más de mil personas de origen judío, bajo el aliento de unos pocos soldados de la gendarmería alemana presentes.
La masacre
La masacre comenzó apenas despuntó el sol, pero se venía preparando hacía días en una creciente ola de humillaciones, asesinatos y rumores de matanzas en pueblos vecinos. Alemania había invadido la Unión Soviética el 22 de junio, quebrando el pacto de no agresión entre Hitler y Stalin. Jedwabne, incorporado a la Unión Soviética en 1939 y bajo un brutal proceso de sovietización desde entonces, cambió a manos alemanas el día 23. El destino de la mitad de su población, judíos con raíces centenarias en el pueblo, estaba sellado para diecisiete días después. En la plaza desprovista de árboles, una cadena de brazos no dejaba escapar a centenares de hombres, mujeres y niños judíos reunidos a empujones y amenazas bajo el sol ardiente del verano, apaleados e insultados por sus propios vecinos polacos. Con el alcalde, Mariano Karolak, y la gendarmería alemana a la cabeza, armados con hachas, palos con clavos y barras de hierro, sacaron a sus vecinos judíos de sus casas, y persiguieron y asesinando a quienes intentaban escapar. Al final del día, quienes todavía quedaban vivos fueron obligados a marchar con el rabino al frente hasta un granero cerca del cementerio judío, obligados a llevar una estatua de Lenin, obligados a cantar que la guerra era su culpa. El establo se roció con combustible, y más de mil hombres, mujeres y niños fueron quemados vivos. Los gritos y el olor a carne quemada se convirtieron en un recuerdo fantasmal entre los habitantes de Jedwabne y sus descendientes que ocuparon las propiedades de los muertos. No lo olvidarían fácilmente.
Después de la guerra
Hasta 2001, un monumento de piedra al costado de lo que fuera el cementerio judío recordaba la masacre con esta leyenda: "Sitio de martirologio del pueblo judío. La Gestapo hitleriana y la gendarmería quemaron 1600 personas vivas el 10 de julio de 1941". Sin embargo, la versión no oficial que susurraban entre sí los habitantes de Jedwabne decía otra cosa. Otra cosa era también lo que contaban los sobrevivientes, no más de un puñado, que habían escapado en su mayoría el día anterior a la matanza. "Desde la noche anterior los polacos bebían y festejaban en la calle, los perros lloraban. No fueron los alemanes: fueron ellos", cuenta también Bernardo Olszewicz, ochenta y cinco años, sentado muy derecho en el sofá de la casa de su hija en Flores, Buenos Aires (Argentina). En 1941 tenía quince años, hoy es uno de los pocos sobrevivientes de la masacre, y recuerda.
En 2001, un libro publicado en Estados Unidos y seguidamente en Polonia expuso a la luz pública los hechos ocultos tras el monumento de Jedwabne. Jan Tomasz Gross, sociólogo e investigador de origen judío-polaco, profesor de historia en la universidad de Princeton, lanzó una pequeña bomba que iba a explotar en Polonia: Vecinos. El exterminio de la comunidad judía de Jedwabne . Gross, basándose en testimonios de sobrevivientes y en los archivos de dos juicios celebrados por las autoridades comunistas en 1949 y 1953 -juicios polémicos, con denuncias de torturas , y donde casi no hubo condenados- reconstruía la matanza de Jedwabne y demostraba que, a pesar de la supervisión alemana, la masacre había sido llevada a cabo por los mismos vecinos. Esta no fue la única matanza perpetrada por el pueblo polaco contra los judíos; casos similares se dieron en otros pueblos, como Wasosz y Radzilow. El 30 de junio de 2003, el fiscal Radoslaw J. Ignatiew anunció que la investigación de "la masacre de al menos 340 ciudadanos polacos de nacionalidad judía en Jedwabne en 10 de julio 1941" había descubierto sin vida a los presuntos autores de la atrocidad Jedwabne que no tenía ya ha sido llevado ante la justicia, y por lo tanto la investigación IPN se ha cerrado.
Legado
En 2001, el entonces presidente de Polonia Aleksander Kwasniewski, pidió perdón a los judíos por el crimen de Jedwabne, y son muchos los polacos que apuestan por impulsar un examen de conciencia. Tanto es así que, según estudios del sociólogo Ireneusz Krzeminski, el 10% de la población se manifiesta activamente en contra del antisemitismo. Stanislaw Krajewski, co-presidente del Consejo Polaco para el Diálogo entre Cristianos y Judíos, admite que (hay un debate sobre el antisemitismo, porque no hay tabúes, y los polacos quieren hablar de los aspectos más turbios de su historia). Pero la ideología del odio no ha desaparecido en una parte de la Iglesia católica, "a pesar de los esfuerzos que desplegó el Papa Juan Pablo II", destaca Jan Grosfeld, y cuenta con bastantes adeptos entre los votantes de la derecha nacionalista y populista y algunos nostálgicos del comunismo.