Ottaviano Petrucci

Ottaviano Petrucci
Información sobre la plantilla
Ottaviano Petrucci1.jpg
Nacimiento18 de junio de 1466
Fossombrone, Bandera de Italia Italia
Fallecimiento7 de mayo de 1539
Venecia, Bandera de Italia Italia

Ottaviano Petrucci Impresor italiano. Inventó el sistema de impresión de música por medio de tipos móviles. En 1501 imprimió una primera colección de canciones polifónicas francoflamencas, Harmonicae Musices Odhecaton, a la que siguieron numerosas ediciones de música profana y religiosa.

Síntesis biográfica

Ottaviano Petrucci nació en Fossombrone en 1466. Fue un fabricante de papel, impresor y editor italiano. Inventó el sistema de impresión de música por medio de tipos móviles.

Ottaviano de Petrucci procedía de una familia que había disfrutado de una cierta posición aristocrática pero que, llegado el momento de su nacimiento se encontraba considerablemente empobrecida. Aun así, el joven Ottaviano tuvo la posibilidad de recibir la educación que hubiera correspondido a un rango social más elevado gracias al patronazgo de Guidobaldo I, duque de Urbino. Urbino era, ya en la época del duque Guidobaldo, una corte abierta a las ideas del Humanismo, lo que la hacía figurar entre las más ilustradas de la Italia de su época.

Sería así en este entorno cultivado en el que el libro se consideraba prácticamente como un objeto de culto donde Petrucci disfrutaría de la oportunidad de conocer las obras que editores como Aldo Manuzio imprimían en los talleres venecianos.

Trayectoria

Alrededor de 1490 se trasladó a Venecia para aprender el arte de la imprenta, y en 1498 presentó una petición ante el Dogo para tener durante los siguientes 20 años el derecho exclusivo de imprimir música. Este derecho muy probablemente se le concedió, ya que no se conocen ejemplares de música de otras imprentas venecianas antes de 1520. En 1501 imprimió su primer libro de música, con 96 chansons, el Harmonice Musices Odhecaton A (a veces denominado el Odhecaton), que es el primer ejemplo de música polifónica impresa. Luego se publicaron los volúmenes B y C. En 1507 publicó la primera tablatura para laúd de la historia. En los años siguientes continuó perfeccionando su técnica, y produjo nuevas ediciones y reimpresiones, en etapas de pocos meses hasta 1509, cuando su actividad se vio interrumpida por la guerra de la Liga de Cambrai contra Venecia; partió entonces hacia Fossombrone, donde reanudó sus actividades como impresor.

Dado que Fossombrone se hallaba dentro de los Estados Pontificios, Petrucci solicitó al Papa Julio II una patente por el derecho exclusivo de imprimir música, que fue concedida por varios años; sin embargo, el Papa anuló la patente cuando Petrucci no pudo producir música para teclado, y la otorgó en su lugar a uno de sus competidores en Roma. El competidor que obtuvo el privilegio de impresión aparte de Petrucci en Roma, Andrea Antico, también se hizo cargo de su negocio de impresión en Venecia en 1520. Durante la década de 1520 Petrucci parece haberse ganado la vida con la gestión de una fábrica de papel.

En 1536 regresó a Venecia, a petición de las autoridades civiles de allí, a quienes ayudó en la impresión de textos griegos y latinos.

Importancia

Se conocen un total de 61 publicaciones de música hechas por Petrucci. Por mucho, el período más fructífero de su vida para la publicación de música fue el período entre 1501 y 1509, durante el cual se publicaron los tres volúmenes de canciones (el Odhecaton es el primero), 16 libros de misas, cinco libros de motetes, 11 antologías de frottole y seis libros de música para laúd. La última publicación data de 1520.

Si bien Petrucci no fue el primero en imprimir música (antes de 1500 se imprimieron una serie de obras litúrgicas con xilografías de música; la primera, el Gradual Constantiense, hacia 1473), Petrucci fue sin embargo el primer impresor que utilizó tipos móviles, el primer impresor en producir en cantidades, el primero cuya imprenta se dedicaba únicamente a la música y el responsable de la primera impresión de música polifónica, que fue el estilo predominante de la época.

La técnica de Petrucci requería tres impresiones (luego las redujo a dos): cada hoja de música pasaba a través de la prensa una vez para los pentagramas una para la música, y una vez para la letra. Para obtener la mayor precisión, se fijaban las hojas por las diagonales. Petrucci tuvo gran éxito en esta empresa, sus publicaciones son muy exactas y bellamente ejecutadas. En contraste, otras imprentas que seguían este método a veces desalineaban sus impresiones ligeramente, lo que podía provocar que las notas se imprimieran demasiado altas o demasiado bajas en el pentagrama (y, por lo tanto, irritantemente incorrectas para los ejecutantes). El método de Petrucci lo superaron pronto las innovaciones atribuidas a Pierre Attaignant, quien desarrolló y popularizó el método de impresión de una sola pasada en 1528.

La impresión de música hizo posible el desarrollo del primer estilo musical verdaderamente internacional desde la unificación del canto gregoriano en el siglo IX. La música impresa se trasladó a través de Europa durante la migración de los compositores francoflamencos desde sus lugares de origen, en los actuales Países Bajos, a Italia, Alemania, España, Polonia y otros; el estilo polifónico de la escuela francoflamenca se convirtió en una lengua internacional, con posteriores variantes regionales.

Actualmente, el Proyecto Biblioteca Internacional de Partituras Musicales (IMSLP, por sus siglas en inglés), también se conoce como Petrucci Music Library (Biblioteca Musical Petrucci) en su honor. También existe un tipo de letra al que se le ha puesto su nombre, y que se incluye en algún software de música.

Manuzio, al igual que otros impresores italianos de su época, se encontraba empeñado en una labor de perfeccionamiento de las técnicas de impresión mediante tipos móviles inventadas por los alemanes tan sólo unas décadas antes. Su ambición no solamente consistía en agilizar las tareas de impresión, sino también en sacar a la luz obras capaces de emular en elegancia a los inmensamente codiciados códices manuscritos.

El significado de la edición impresa en la Italia en la que Petrucci estableció su taller

A finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI, Italia se encontraba en una época en la que el dominio de disciplinas como la filosofía, las matemáticas o la arquitectura, el conocimiento de las lenguas en las que se habían expresado los escritores clásicos de obras que poco a poco iban saliendo a la luz y, muy especialmente, la práctica de las artes, comenzaban a figurarse a los ojos de todos aquellos que se interesaban por la lectura y el estudio como características del hombre integral, del ser humano desarrollado en todas sus potencias y, por extensión, del cortesano perfecto: del noble por excelencia. Junto con este característico afán de las clases nobles por acceder al saber y, en casos como el de los diferentes duques de Urbino también por convertir sus cortes en foros abiertos a la recepción y discusión de las ideas humanistas, en diversas ciudades italianas se daba la circunstancia de que una burguesía cada día más próspera hacía todo lo posible por competir en riqueza y atributos con los miembros de la nobleza tradicional: si los nobles poseían libros, los burgueses adinerados adquirían libros; si aquéllos se rodeaban de pensadores y artistas y, en algunos casos, procuraban incluso compartir sus conocimientos, éstos buscaban la manera de refinarse e imitar al menos las formas de entretenimiento que practicaban las clases aristocráticas. En este ambiente en el que la posesión de libros se había convertido, por una parte, en un objeto de deseo y, por otra, en una marca de prestigio social, los talleres de los impresores alcanzaron pronto un nivel elevado de prosperidad.

En realidad, ya en la época en la que Ottaviano de Petrucci estableció su taller hacía tiempo que el libro se había convertido en algo diferente de lo que había sido en épocas anteriores: hasta entonces, los códices que guardaban los monjes en sus bibliotecas o atesoraban los arcones de algún noble cultivado resultaban ser en su mayoría ediciones lujosas y provistas de encuadernaciones demasiado pesadas como para permitir algo diferente de una lectura ocasional, lectura que, según los testimonios de la época, solía tener lugar en voz alta y, muy frecuentemente, dirigiéndose el que leía a un auditorio. En el caso de la música, el panorama resultaba ser muy similar: los cantorales o libros de coro manuscritos utilizados por las capillas musicales encargadas de interpretar la música que debía servir de acompañamiento al culto se caracterizaban por su corpulencia, así como por el tamaño de los caracteres copiados en sus páginas. Éstos símbolos musicales necesariamente tenían que ser grandes para poder ser leídos por el grupo de cantores que debían entonarlos, quienes se encontraban situados a cierta distancia.

Con el desarrollo de la música polifónica sacra, comenzó a generalizarse la costumbre de que los mismos cantores copiaran a mano aquellas líneas musicales que les correspondiera cantar. En el campo del repertorio profano, los intérpretes vocales e instrumentales llevaban a cabo prácticas parecidas. Sin embargo, el desarrollo de géneros polifónicos profanos, especialmente el del madrigal, iba a contribuir a que entre los músicos, así como en el seno de los círculos cortesanos en los que la formación musical comenzaba a imponerse como uno de los pilares de la educación nobiliaria, creciera la demanda de ejemplares de este tipo de composiciones. La posibilidad de aplicar el descubrimiento alemán de la imprenta a la edición de obras musicales estaba en la mente de músicos e impresores, si bien se trataba de una empresa complicada. El desarrollo de un método que hiciera posible sacar a la luz ejemplares musicales impresos con una calidad equiparable a las de las cuidadas ediciones manuscritas evitaría a los intérpretes el tener que copiar sus partes, al mismo tiempo que contribuiría a la difusión de las composiciones que más éxito alcanzasen sin necesidad de que los ejemplares manuscritos viajasen de mano en mano.

Si en el campo de la literatura, la filosofía y, en general, en el de la difusión de las ideas humanísticas, iba a resultar fundamental el establecimiento de talleres de impresión como el de Aldo Manuzio, con la invención de los caracteres conocidos a partir de entonces como “letra itálica” o “aldina” y la difusión de sus ediciones en formato de octavo, mucho más manejable que el de los enormes códices medievales, en el terreno de la música Ottaviano de Petrucci se encontraba destinado a desempeñar un papel comparable. Del mismo modo que las ediciones de Manuzio, inmediatamente imitadas por otros impresores, iban a permitir un abaratamiento de los costes del libro al mismo tiempo que un acceso más cómodo a las letras, adecuado a la práctica de la lectura personal, también las ediciones musicales de Petrucci, con su formato apaisado y la claridad de sus caracteres, iban a hacer posible una mayor comodidad en el disfrute de los libros y en la práctica musical.

Muerte

Falleció en Venecia en 1539.

Obra

Con este sistema, en 1501 imprimió una colección de canciones polifónicas francoflamencas, Harmonice Musices Odhecaton, que fue la primera edición de música impresa de la historia. A ella le siguieron numerosas copias de música profana y religiosa. Aun hoy en día, una edición de Petrucci sigue siendo muy apreciada por su nítida impresión, y uno de los más hermosos objetos musicales que se puedan contemplar. Si bien el uso de la imprenta para la copia de partituras no se generalizó sino hasta el siglo XVII (por su mayor costo, en comparación con la copia a mano), el aporte de Petrucci a la difusión de la música es fundamental. El trabajo de ciertos compositores ha llegado a nosotros gracias a las recopilaciones de Petrucci, e importantes autores de la época como Josquin Des Prés, Bartolomeo Tromboncino o Antoine Busnoys constan también en sus ediciones.

Fuentes