Percusión en Güines

Percusión en Güines
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Percusión en Güines: En la compleja madeja etno-sociocultural del güinero, la ritmicidad es una constante que conforma su identidad, y la percusión es parte del proceso integrador mayabequino.

Historia

Desde épocas ancestrales fueron acumulados diversos elementos que solidifican la autoctonía musical, raíz de la percusión de la Villa.

Tras el proceso de la Gran Revolución de Haití se provoca un boom azucarero por la introducción de amplias masas de mano de obra esclava negra africana, abastecedora de grandes dotaciones existentes en los más de 89 ingenios y otras tareas en diversas ramas económicas que se extendían por toda la jurisdicción de Güines. Múltiples actividades de la economía de plantación mantenían su existencia a lo largo de todo el país.
Diversas tribus y etnias de variadas regiones de África se transculturan, se entremezclan muy disímiles sonidos de múltiples tambores de distintas formas y conformaciones, cencerros, latas y sartenes, quijadas, claves y múltiples instrumentos percutores, los que se unen los bongóes, machetes, cajas y cajones, materiales a base de maderas, cueros, y múltiples metales y en realidad, de todo lo que sonara al ser golpeado.

Inserción de la cultura afro-cubana.

Sobresalen los Cultos yorubas o lucumíes y la llamada regla de palo monte, desde el Congo y otros sitios, con sus ritmos cadenciosos y de rumbantelas. Se ofrecían en los días de asueto a las dotaciones azucareras primero, y se generalizaban después con los órum o bembés, en los bateyes y como proceso cultural indetenible en zonas marginales urbanas, lentamente se fue generalizando con su penetración hacia las poblaciones, conformando parte consustancial de la cultura popular tradicional, como raíz e identidad. Así, la africanía y su música se imbrican a nuestra nacionalidad, sobresaliendo esta manifestación artística, y fusionándose bajo la tutela de Santa Cecilia, con los diversos orishas melodiosos y golpeantes.

Músicos y agrupaciones nacientes.

Desde los primeros años de la república seudorepública neocolonial, San Julián de Los Güines cuenta con bandas rítmicas y agrupaciones,que cogieron auge desde mediados y finales del siglo XVIII con mascaradas Say congas agrupadas en cabildos.
El complejo sincretizado Santa Bárbara-Changó aferró sus raíces en esta “tierra mulata”, como la calificara Guillén; en ella se afincó.
También en esta tierra fructífera se han abonado y multiplican grandes músicos, como el popular Arsenio Rodríguez, Alberto Montero Flores quien manejó con singular esmero y distinción las pailas en la Orquesta de Barbarito Diez, Güines: tierra de tabaco, azúcar y ron, danzón, guaguancó, rumba, guaracha y son, donde el Mayabeque invita a refrescar con un chapuzón. De acá brotó el conocido internacionalmente “Tata Güines”, y de otros más como Rafael Piloto “El Japonés” y su grupo folklórico “Obbá Cheré” o “Rey del Güiro”, y otros muchos que aunque no hayan recorrido aún por el camino de la fama, sí contribuyen a la continuidad de esta tradición.
Aún hay muchos que con sus cantos a Eleggúa abren y cierran todos los güelemileres que acaecen en el terruño, los súbditos dependientes de Olofi, orishas, creyentes y la comunidad en general, poseen asegurado su jolgorio mientras los güineros mantengan su cadenciosa ritmicidad percutiva imposible de perder.

Fuente.

  • Abilio González González, investigador de la Oficina de Monumentos y Sitios Históricos de la provincia Mayabeque.