Tambores de Olokun
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Tambores de Olokun
Descripción
Cuatro membranófonos de golpe directo, con caja de madera tubular, en forma de copa, con la membrana apretada por un aro o mecate y tensada por la atadura de tirantes de soga o cáñamo que enlazan tensión con las estacas que se introducen perpendicularmente en la región media superior de la caja de resonancia.
Función musical y social
Tradicionalmente el conjunto instrumental de los tambores de Olokun ha tenido la función de acompañar un repertorio particular de cantos y danzas, que sus portadores reconocen como de origen agguado o egbado, y que no solo están dedicados Olokun como objetivo fundamental del rito, sino también a las demás deidades del panteón yoruba y a los antepasados sagrados de la familia religiosa.
De modo general sólo puede afirmarse que el conjunto instrumental de los tambores de Olokun se ajusta a las normas o regularidades tímbricas y metrorrítmicas ya observadas en los demás conjuntos instrumentales de marcado antecedente africano. En el timbre metálico y agudo del agogo se coloca la línea conductora que sirve de referencia metrorritmica a los demás participantes del hecho sonoro y a su vez en el diseño rítmico y en la distribución métrica y de acentos, su toque está condicionado por las características metrorrítmicas del canto. En ese sentido se aprecia una mayor tendencia a la ternariedad sin que eso niegue cierta recurrencia a la distribución binaria.
Del mismo modo que ocurre con otros tambores sagrados o de fundamento, los tambores de Olokun son merecedores de ceremonias y consideraciones especiales, que suponen la reactivación y el homenaje a los poderes mágicos adquiridos por esos objetos durante el proceso consagratorio efectuado inmediatamente después de su construcción. Por ello, antes de cada toque resulta imprescindible realizar sacrificios de animales y ofrendas ante los objetos que representan a las deidades que van a invocarse con el tambor, así como ante los propios tambores; o sea, hay que “dar de comer a los fundamentos” para garantizar el éxito de las acciones rituales que van a desarrollar durante la fiesta.
Según el mismo criterio, los tambores solo pueden ser atendidos y ejecutados por personas debidamente preparadas para esa función. Otro rasgo común con los demás tambores de fundamento es el saludo que reciben tambores y tamboreros en el trascurso de la fiesta por parte de todas las personas iniciadas en la religión de Ocha, así como por quienes alcanzan el estado de trance o posesión, el cual se interpreta como la presencia del oricha entre los creyentes.
Fuente
- María Elena Vinueza: “Tambores Olokun”, en Instrumentos de la Música Folklórica-Popular de Cuba. Volumen 1. Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, La Habana, Ciencias Sociales, 1997. Pág. 246-251.