Antonio de Pereda
Antonio de Pereda | |
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Datos personales | |
Nombre completo | Antonio de Pereda y Salgado |
Nacimiento | 20 de marzo de 1611 Valladolid, España |
Fallecimiento | 30 de enero de 1678 Madrid, España |
Ocupación | Pintor |
Datos artísticos | |
Área | Pintura |
Movimiento | Barroco español |
Antonio de Pereda. (Valladolid, 1611-Madrid, 1678). Fue un pintor barroco español, formado en el naturalismo tenebrista y el color veneciano.
Trayectoria profesional
Hijo de un modesto pintor vallisoletano, quedó huérfano muy joven y fue enviado a Madrid, donde se convirtió en pupilo de Pedro de las Cuevas.
Artista precoz, pronto destacó por su pericia, llamando la atención de importantes mecenas. Primero fue protegido por el oidor del Consejo Real don Francisco de Tejada, para pasar seguidamente al abrigo de Giovanni Battista Crescenzi, marqués de la Torre. Este último introdujo a Pereda en el patronazgo regio, tomando parte el vallisoletano en la importante serie de batallas del Salón de Reinos del palacio del Buen Retiro. Además de El socorro de Génova por el segundo marqués de Santa Cruz, llevó a cabo contemporáneamente un lienzo para la gran serie de los reyes godos del mismo palacio. Ambas obras se conservan actualmente en el Museo del Prado.
Es razonable pensar, tal y como señalan las fuentes antiguas, que la muerte de su protector Crescenzi, producida inmediatamente tras estos encargos, alejó a Pereda de la órbita palaciega. A partir de este momento, diversificó su producción en dos direcciones principales. Por una parte, la pintura religiosa, tanto de pequeño tamaño para oratorios privados como de altar para diferentes órdenes. Igualmente, pintó numerosas naturalezas muertas, un género al que ya le había inclinado Crescenzi, gran aficionado a él.
De sus creaciones más felices se pueden resaltar las reflexiones morales logradas en sus vánitas. La conservada en el Kunsthistorisches Museum de Viena es ejemplo maestro de su capacidad para la reproducción detallada de los más diversos objetos, siendo elogiada ya por sus contemporáneos.
Otra vánitas de similares características se encuentra en los Uffizi de Florencia. En ellas Pereda hace alarde de la meditación trascendente en un lenguaje alegórico sofisticado muy del gusto de la época, y que haría las delicias de sus mecenas.
El pintor vallisoletano no solo obtuvo ingresos a través de la práctica de su arte, sino que se dedicó con éxito a diferentes transacciones comerciales, que le proporcionaron una sólida estabilidad económica. Este desahogo financiero puede explicar otro de los aspectos más interesantes de la vida del artista: la riqueza de su biblioteca y de su estudio. El gran número de volúmenes en diferentes lenguas se completaba con una amplia colección de dibujos, estampas y esculturas, de ahí que se haga difícil aceptar el analfabetismo que le atribuye Palomino. Éste indica que Pereda se hacía leer los libros que en tan gran número poseía. Pero la cercanía en la que desde joven vivió el pintor con personajes tan interesados por el saber intelectual, así como los ejemplos expresados en su propia obra y la posesión de la citada biblioteca, hacen que la afirmación de Palomino haya de ser puesta en duda, una duda que ya planteó Ceán Bermúdez.
El ejemplo de Tiziano en el que se educó, junto al predicamento que el venecianismo tuvo en la corte, propiciaron que su influencia estuviera siempre presente en el artista. A ello se suma un gusto preciso por el pormenor, debido quizá a su especialización de bodegonista, que le llevó a la ostentosa reproducción de los más menudos detalles. Además, la variedad de su clientela y la diversidad de los intereses de ésta motivaron que Pereda afrontara, en ocasiones, muy diversas temáticas con un estilo abiertamente ecléctico.