Giovanni Battista Crescenzi

Crescenzi
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Datos personales
Nombre completoGiovanni Battista Crescenzi
Nacimiento17 de enero de 1577
Roma, Bandera de Italia Italia
Fallecimiento17 de marzo de 1635
Madrid, Bandera de España España
NacionalidadItaliano
OcupaciónPintor, arquitecto, escultor y mecenas
Datos artísticos
ÁreaPintura

Giovanni Battista Crescenzi. Arquitecto, pintor, escultor y mecenas italiano. Supervisó todas las actividades artísticas durante el pontificado de Paulo V. Se afincó en Madrid en 1617 y, a partir de 1620, se encargó de la decoración del panteón de los reyes de El Escorial, con la colaboración de artistas italianos y flamencos.

Síntesis biográfica

Nace el 17 de enero de 1577 en Roma.

Miembro de una de las más influyentes familias de patricios de Roma e hijo del marqués Virgilio Crescenzi, que mantuvo estrechas relaciones con los oratorianos en torno a Felipe Neri. Entre sus cinco hermanos se encuentran el pintor diletante Francesco Crescenzi y el cardenal Pietro Paolo Crescenzi.

Giovanni Battista se formó junto a su hermano Francesco en el taller del pintor de la familia, Cristoforo Roncalli, quién (probablemente por mediación de los oratorianos) pintó al fresco la Sala delle Virtù (o Sala dell´Accademia) en el palacio de los Crescenzi en Roma.

Crescenzi se casó el 15 de febrero de 1601 con Anna Mássimo, con la que tuvo diez hijos.

Trayectoria como pintor

Las primeras noticias sobre la actividad de Crescenzi como pintor se deben a Baglione (1642), quien le menciona como uno de los nobles romanos que se dedican a las artes plásticas.

Para 1604 y 1605 se le atribuye la realización de algunos angelotes portadores de escudos encima de la puertas laterales de la Capilla de Rucellai en San Andre delle Valle, decorada por Roncalli. Tambien se le atribuyen cuatro pinturas alegóricas en su propio palacio, las cuales, si realmente son obras suyas, le caracterizan como pintor diletante con un estilo manierista tardío.

A partir de 1606, el año en el que Roncalli abandonó Roma para marcharse a Loreto, Crescenzi dirigió una academia de pintura en el palacio familiar de la Vía San Eustachio, para formar jóvenes artistas en la pintura naturalista.

Desde 1606 fue nombrado superintendente de Obras y Pinturas Papales, y entre 1610 y 1613 supervisó la decoración de la Capilla Paolina en Santa María Maggiore en Roma, coordinando los trabajos de Giuseppe Cesari, Baldassarre Croce, Cigoli, Giovanni Baglione y Guido Reni. Del intercambio de cartas que Crescenzi mantuvo con el cardenal Federico Borromeo, se ha podido deducir que entre los pintores que trabajaron para Crescenzi se encontró también Paul Bril, y que éste colaboró en los frescos del palacio delle Rotonda.

Acompañado de Bartolomeo Cavarozzi, apodado por su lealtad a la familia "dei Crescenzi", Crescenzi llegó en 1617 a Madrid, probablemente para ganar el apoyo de Felipe III en la candidatura a papa de su hermano, el cardenal Pietro Paolo Crescenzi.

Palomino menciona la actividad de Crescenzi como arquitecto. Ya en 1619 había recibido un pago para un modelo de la portada principal del alcázar, y entre mayo y diciembre del mismo año contrató en Roma personalmente a los plateros y orfebres que trabajarían en la decoración del Panteón de los Reyes en El Escorial (1645-1654), terminado por Alonso Carbonel).

De su fama como aficionado y protector de la pintura de bodegones, un género pictórico tradicionalmente considerado inferior, dan testimonio varias fuentes. Baglione (1642), Díaz del Valle (1659), Palomino (1624) y Ceán Bermúdez (1800) mencionan un bodegón que (según Baglione) representaba una variedad de copas de cristal, algunas con agua, vino y frutas, que Crescenzi pintó a su llegada a Madrid en 1617 para regalárselo a Felipe III. Esta pintura se encontraba (también según Palomino) en el Palacio Real. El hecho de que Ceán Bermúdez (al contrario que sus antecesores) no mencionara en su descripción de la pintura que el cuadro se encontrase en la colección real hace pensar que se perdió. En la actualidad no se conoce ningún bodegón firmado por Crescenzi, y tampoco ninguno que se le pueda atribuir con seguridad, aunque su influencia en el primer especialista español de bodegones, Juan van der Hamen, sea por el ejemplo práctico, la instrucción teórica o por asesoramiento a través de sus conocimientos de la pintura italiana de bodegones, es muy probable.

Teniendo en cuenta la procedencia de una noble familia romana y las buenas relaciones que había mantenido la familia con la Iglesia, no sorprende el rápido ascenso social de Crescenzi en la corte española. En 1618 fue nombrado gentilhombre de la boca por Felipe III, y su gusto moderno en la decoración de la arquitectura y la introducción del naturalismo caravaggesco en España le dieron cada vez más importancia como asesor en asuntos de arte. En 1626 Felipe IV le nombró caballero de Santiago y le concedió el título de marqués de La Torre.

Aparte de su casi seguro contacto con Juan van der Hamen, se le puede relacionar con otros muchos artistas, para los que su amistad fue un vehículo de prosperidad. En 1630 Crescenzi envió una serie de pinturas a Carlos I de Inglaterra, entre las que se encontraron también cuatro bodegones con uvas de Juan Fernández, El Labrador. Es muy probable que Crescenzi fuese el mecenas del enigmático pintor español, y que además le iniciase en la pintura de naturaleza muerta a través de las pinturas y bodegones de Pietro Paolo Bonzi (muy admirado por la familia Crescenzi) y del maestro de los bodegones de Aquavella. Fue también el protector del pintor Antonio de Pereda, y también propulsó el rápido éxito de Velázquez en la corte. En 1634 Crescenzi vendió trece bodegones de su propia colección a Felipe IV para la decoración del Palacio del Buen Retiro.

De la alta estima en la que se tenía a Crescenzi en asuntos de arte da fe el hecho de que en 1627 fuese elegido jurado en un concurso de pintura sobre el tema de la Expulsión de los Moros, junto con otro italiano, Juan Bautista Maíno, profesor de dibujo de Felipe IV. [[Francisco Pacheco del Río|Pacheco (1649) consigna a ambos jueces con “gran conocimiento de la pintura”. Velázquez ganó el concurso, y es posible que hubiese retratado a Crescenzi, ya que un retrato suyo de mano de Velázquez aparece en la colección madrileña del marqués de Carpio en 1688.

Al igual que Velázquez, Crescenzi trató a Rubens cuando éste residió en Madrid en 1628, y es posible que comprase al artista su cuadro Cristo, Salvador.

Ejerció de asesor artístico del cardenal Zapata, y en 1632 fue nombrado mayordomo real por Felipe IV. Bajo su reinado Crescenzi fue, entre 1630 y 1635, miembro de la poderosa Junta de Obras y Bosques, en la que ocupó el cargo de superintendente de obras especiales, antecediendo así a Velázquez en esta tarea. Su preocupación más importante fue la dirección de las obras de construcción del Real Palacio del Buen Retiro, para las que contrató a artistas que también trabajaron en El Escorial, entre ellos el ya mencionado Alonso Carbonell.

El hecho de que Díaz del Valle (1659) le dedicara una biografía y que la sitúe, dentro del contexto, a continuación de las biografías de Velázquez y de la familia real destaca la gran importancia de Crescenzi.

Para sus planos arquitectónicos se orientó sobre todo en proyectos italianos de palacetes de la época en los que dominaban el jardín o el parque sobre el edificio en sí. Su labor como encargado de las construcciones reales no sólo fue comentada en España o Italia, sino también en Inglaterra, donde Ben Jonson, en un poema satírico contra Iñigo Jones, comparó los ambiciones de éste con los de Crescenzi. También fue nombrado perito de construcción en varios ocasiones, como en la continuación de las obras del Palacio de Carlos V de Granada en 1623, de la cúpula de la Capilla Mozárabe de la catedral de Toledo en 1626, de la Capilla Ochave de la misma catedral de 1628 y (contratado por los jesuitas) para elaborar un dictamen del refectorio del Colegio de San Hermenegildo de Sevilla en 1632.

Aunque se le atribuyen cuadros del entorno caravaggista en Roma y Madrid, entre ellos el Martirio de San Esteban (Monterotondo / Rovigo, Catedral), la Cena de Emaus (Los Ángeles, J. P. Getty Museum), el San Lorenzo y los tres filósofos (anteriormente Nueva York, Hispanic Society) y el San Juan Bautista (Toledo, Catedral), sólo se le puede adjudicar sin dudas el monumento funerario a la emperatriz María de Austria en el coro de la iglesia del madrileño Monasterio de las Descalzas Reales.

En el inventario de sus bienes hecho el 12 de octubre de 1635 se mencionan cuarenta y ocho obras, entre ellas bodegones, paisajes, retratos, desnudos y pinturas de carácter religioso.

Fuentes