William Gregor
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William Gregor. Científico inglés que contribuyó a lograr el difícil aislamiento de los metales titanio, cerio, circonio y torio, esto se consiguió de maneras diferentes con la ayuda de la poderosa acción reductora del sodio y del potasio, unido a la persistencia e inteligencia de hombres como él.
Sumario
Síntesis biográfica
Primera etapa de la vida
Nació en Trewarthenick, Cornualles, Inglaterra hijo de Francis Gregor y Mary Copley. Fue educado en el Bristol Grammar School, donde se interesó desde muy joven en química. Tras dos años entró en el St John's College, Cambridge, lugar en el que se graduó en 1784.
Otras etapas de su vida
Joseph Priestley no fue el único clérigo inglés que descubrió un elemento nuevo. El reverendo William Gregor resultó igualmente, persistente y afortunado. Nacido en Cornualles el año 1761, se interesó vivamente por los minerales de Inglaterra, y adquirió tal destreza en los análisis que Berzelius y otros jueces autorizados le mencionan como famoso mineralogista.
Fue uno de los fundadores y miembro honorario de la Real Sociedad Geológica, en Cornualles, y sus análisis de sustancias tales como el carbono de bismuto, topacio, mica de uranio y arseniato de plomo nativo, resultaron insuperables.
Muerte
Gregor, hizo observar que su trabajo no era una investigación completa, sino tan solo una relación de hechos desligados, cuya interpretación había querido dejar para investigadores más hábiles y filósofos más sagaces. William Gregor murió tuberculoso en Cred, en el verano de 1817, después de prolongados sufrimientos.
Investigaciones Realizadas
No obstante el mineral más interesante analizado por el señor Gregor fue arena magnética del Valle Menanchan, en su propia parroquia. El informe rendido, empieza con una minuciosa descripción de la arena:
La cal pardo rojiza se disolvió en ácido sulfúrico, dando una solución amarilla, que se volvía púrpura cuando reducía con zinc, estaño o hierro. Al fundir el mineral pulverizado con polvo de carbón vegetal, se formó una escoria púrpura.
Sus muchos deberes impidieron por desgracia que persiguiera la investigación de la arena magnética negra, conocida como ilmenita. Aunque parezca inexplicable, su anuncio no atrajo mucha atención y, de esta suerte el titanio, como el teluro, pasaron rápidamente al olvido.
No fue hasta que el químico alemán Heinrich Klapreth salió de nuevo al rescate, del olvidado descubrimiento de Gregor. En 1795 Klapreth obtuvo de una muestra de cherle rojo, o rutilo, encontrado en Boinik, Hungría, una sustancia que parecía oxido nuevo. Este oxido presentaba tanta semejanza con el que había descubierto Gregor, que hizo que Klapreth lo analizara para compararlos, una muestra de manachanita o titanita tornasola de hierro de Cornualles, constatando la suposición.
Al narrar sus investigaciones Klapreth decía que el principal resultado de estas es que la mechanita tiene partes constituyentes, hierro, y un componente particular óxido metálico de naturaleza desconocida, del siguiente análisis se verá que esta sustancia que, al lado del hierro forma el segundo principio componente principal de la mechanita es precisamente la mismísima que constituye el cherlo rojo húngaro; es decir, el óxido de titanio.
A Klapreth le gustaba más el nombre de titanio para el nuevo elemento.
No fue hasta 1887, en que Dars Fredrik Nilson y Otto Perrorsson prepararon metal con 95 % de pureza por reducción del [tetracloruro con sodio]] en un cilindro de acero sin aire.
Fuente
- Revista Juventud Técnica. Órgano Científico Técnico del Movimiento de Brigadas Técnicas Juveniles. Junio 1975. Edición No. 106.