Historia del municipio Cerro (La Habana)


Historia del municipio Cerro
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Cronología
Comunidades aborígenes
Etapa colonial
Acueducto de Fernando VII
Guerras de independencia
Etapa Neocolonial
Industria
Tradición médica y asistencial
Educación
Deportes
Movimientos políticos, cívicos y obreros
Lucha contra la dictadura machadista
Gobierno de los Cien Días o De Grau–Guiteras
Etapa de 1934 a 1958
Revolución en el poder
Organizaciones juveniles
Milicias Nacionales Revolucionarias
Federación de Mujeres Cubanas
Comité Pro-Defensa de la Revolución
Economía e industrias del Cerro
Rectificación de errores y tendencias negativas
Período especial

Historia del municipio Cerro. La Historia del municipio se inicia con la presencia aborigen -comunidades de tradición mesolítica-.

El Cerro, fundado en el año 1803, surgió como un barrio extramuro de La Habana. Comenzó siendo una estancia, luego un ingenio hidráulico azucarero, y más tarde una capitanía de partido que devino barrio de la ciudad. Su fundación data hacia 1840, cuando se trazó la Calzada del Cerro y florecieron sus palacetes y quintas alrededor y comenzó a considerarse como parte de La Habana. La aristocracia colonial eligió al Cerro como sede residencial permanente, construyendo sus “Quintas”; que hacen de la barriada un ejemplo de la arquitectura neoclásica en La Habana del siglo XIX.

El Cerro no fue ajeno las guerras de independencia, en su territorio hubo manifestaciones de ansiedad de libertad. La República Neocolonial marcó una nueva etapa para el Cerro que terminó por transformarse en industrial y obrera.

El primero de enero de 1959 da inicio a una nueva época en la Historia de Cuba. Se conquista plena y definitivamente la independencia nacional y comienza una Revolución social que barre cuatro siglos y medios de dependencia colonial y neocolonial.

Es la zona urbana de esta provincia que ha tenido más variaciones en sus límites. Se le atribuyó desde la Avenida de Santa Catalina hasta la Calzada de Palatino, continuando a Agua Dulce e Infanta, Carlos III y Rancho Boyeros de vuelta hasta la Avenida de Santa Catalina. El Gobierno del Dr. Ramón Grau San Martín extendió sus límites hasta la Calzada de Puentes Grandes, incluyendo el área hasta las avenidas de Manglar y Cristina.

En 1976, con la nueva división político administrativa, el Cerro, hasta entonces un barrio de La Habana se convirtió en municipio y se fijaron los límites territoriales que mantiene en la actualidad.

Comunidades aborígenes

La historia social del territorio se inicia con la presencia aborigen. Existieron comunidades de tradiciones mesolíticas apropiadoras, asentadas en cuevas, abrigos boscosos y construcciones rudimentarias que navegaban por el río Casiguaguas hasta el litoral. Recolectaban caracoles, pescaban y cazaban jutías. Como instrumento de trabajo utilizaban diferentes herramientas de la industria lítica (de conchas, piedra y caracol), entre ellas la gubia, fabricada por ellos; un ejemplar de este instrumento se encuentra en el museo del Cerro.

Etapa colonial

El 8 de mayo de 1589, el colono Hernán Manrique de Rojas solicitó al Cabildo de La Habana establecer una estancia que se convirtió en la primera unidad territorial que tuvo el nombre de El Cerro, el objetivo de esta solicitud era construir la Zanja Real, primer acueducto que tuvo La Habana y marcó la actividad económica de la zona.

En 1754 todavía era El Cerro un paraje semiurbano con una mayoría de casas de paja, pero a fines de ese siglo XVIII se mejoró el camino que conducía de la Puerta de Tierra a la esquina de Tejas y de allí hacía el oeste a Marianao y Vuelta Abajo, lo que facilitó las comunicaciones. En torno a esas nuevas vías de acceso a la ciudad, comenzaron a poblarse los exteriores a la muralla surgiendo nuevos poblados. Se formaron los polos poblacionales, viales, al norte el Carraguao del Horcón, que tuvo como patrona Nuestra Señora del Pilar y el propiamente del San Salvador del Cerro, con su iglesia del Salvador.

El primer barrio del Cerro fue el Horcón o Carraguao. Se refleja desde la segunda mitad del siglo XVIII en los planos extramuros de la ciudad, luego del puente de Chávez.

En poco tiempo el Cerro se llenó de palacios rodeados de jardines y casas quintas que hicieron fuera el barrio residencial de moda del siglo XIX habanero. Allí construyeron sus casas aisladas, rodeadas de jardines y precedidas por amplios portales de columnas, verdaderos palacetes al estilo neoclásicos. Para edificarlos utilizaron materiales de gran riqueza ornamental, maderas preciosas, mármoles, bronces, vidrios policromados sobre todo herrería, que todavía hoy deslumbran por la originalidad. Para estas rejas se emplearon constructores que reflejaron sus orígenes, como en las casas de los Arango, donde se ven lanzas de origen africanas.

Destacaron por su majestuosidad las quintas de los Condes de Fernandina, de Villanueva, de Santovenia, los marqueses de San Miguel de Bejucal, Sandoval, de Pinar del Río, de Palatino y la de Doña Leonor de Herrera. La barriada residencial que surgió a lo largo de la Calzada del Cerro alcanzó relevancia nacional por sus valores artísticos y arquitectónicos.

El Real Consulado estableció el llamado Depósito de Cimarrones en los límites de las Capitanías del Horcón y el Cerro, fue resultado de un acuerdo de la Junta de Fomentos, fechado el 9 de julio, justo del año 1800. Tuvo como objetivo concentrar allí a todos los cimarrones que se capturaban para ponerlos a trabajar en obras públicas. Muchos no eran reclamados por sus dueños y permanecían en aquellos barracones hasta sus muertes. En la tarde del domingo 12 de julio de 1835, hubo una rebelión donde se fugaron un grupo de esclavos, entre ellos, el célebre "Basilio, el cimarrón". La acción se conoció como "revolución de esclavos en el Horcón", "conmoción de negros" y "asonada de negros que se habían concentrado en el Partido del Horcón”.

Trascendental momento en la historia del Cerro ocupó la fundación de la primera escuela de reconocido prestigio, el 15 de julio de 1829, por el insigne pedagogo aragonés Antonio Casas Remón en Carraguao. El plantel se le denominó "San Cristóbal" del que más tarde fue su director Don José de la Luz y Caballero; quien fundara después (1848) el colegio Del Salvador, lugar donde estudiaron los patriotas: Ignacio Agramonte, Francisco Vicente Aguilera, Honorato del Castillo, los Gálvez y los hermanos Juan, Antonio, Pedro y Eduardo Guiteras y nació Juan Bruno Zayas. La Sociedad del Pilar se inauguró el 20 de junio de 1848 y la Sociedad la Caridad del Cerro el 20 de diciembre de 1875.

Acueducto de Fernando VII

El segundo acueducto de la ciudad, fue dedicado al monarca español Fernando VII, quien falleciera en 1833, mientras la obra hidráulica se ejecutaba. Se inició apremiada su construcción por una fuerte epidemia de cólera; además que ya el aumento de la población en la ciudad exigía de un sistema superior de abastecimiento de agua. El antiguo acueducto, la zanja excavada en tierra, era muy afectado por las crecidas del río, además de las múltiples contaminaciones que sufría en su curso.

Fue un proyecto del urbanista Antonio Lasarriére Latour y los trabajos fueron ejecutados bajo la dirección del Coronel de Ingenieros Manuel Pastor y como segundo director el también ingeniero Nicolás Campos, siendo el maestro mayor y ejecutor Francisco Gómez, mientras que la administración de los trabajos y el control económico corrieron a cuenta de Pastor y José María Correa, entonces Intendente de Provincia. El Conde de Villanueva, Superintendente de Hacienda, fue quien argumentó la propuesta, y el Real Decreto que autorizaba las obras se firmó el 11 de enero de 1831. Comenzaron el 18 de julio, del propio año. Al igual que la Zanja Real, tomaba las aguas directamente del río, a través de un caño de sillería, para ir descendiendo por gravedad, gracias al nivel que proporcionaba la Presa del Husillo. Era un sistema mucho más sanitario, ya que las aguas eran filtradas y conducidas a través de tubería de hierro, fundidas en Filadelfia.

Las aguas se tomaban con 10 metros de mayor carga. Se comprobó que la diferencia de nivel desde el Husillo, hasta la ciudad, fue superior a los 22 metros. Un caño, o pequeño canal al descubierto, en la margen derecha del río, daba paso a las aguas hacia una caseta–registro, de techo abovedado, que aún se conserva. De aquí iba a los tanques de decantación, y de estos, a la Casa de los filtros. El agua se filtraba por unos bastidores de tela metálica situados en almenas con un espesor de 18 pulgadas de grava y arena.

Las tuberías de este acueducto siguieron un amplio trayecto por territorios del actual municipio del Cerro, con casetas de un estilo semejante, al que luego se retomó en Vento. Se conserva la tubería que, en línea recta atraviesa los repartos Chaple y Betancourt, a los que se conoce como "El Canal", precisamente, por el canal sobre arcadas de sillería, al estilo neoclásico, donde se levantan las aguas de los desniveles del terreno. Desde la Loma de Jesús del Monte, el panorama que ofrecía el acueducto era el de una extensa y ancha faja de arquería rodeada de listas verdes, resultado de la intensa vegetación.

Guerras de independencia

El Cerro no fue ajeno las guerras de independencia, sobre todo a la llamada Necesaria de 1895.

Juan Bruno Zayas Alfonso. Patriota insigne del Cerro.

En su territorio hubo manifestaciones de ansiedad de libertad, antes de iniciada la invasión a occidente. Un singular suceso en la calle Cruz del Padre en el Cerro donde el niño de once años, Manolito Antonio Valdés Marrero, gritaba: ¡Viva Cuba Libre! El celador del barrio de Villanueva lo detuvo y lo llevó a la Jefatura de la Policía. El hecho motivó una ola de arrestos y deportaciones para intimidar a los cubanos y aniquilar a los patriotas.

Para la madrugada del 28 de julio de 1896 se planificó la toma del Cerro. No se había previsto noche de luna llena hasta el 1 de agosto. El ataque se prorrogó, y nunca pudo efectuarse.

El 30 de julio, en Quivicán, el general Juan Bruno Zayas caía en una celada y era baleado. Evidente traición o filtración de la información, como observara José Miró Argenter, uno de los principales cronistas de la guerra:

"[...] ya sea por efecto del espionaje español, o por la indiscreción de los conspiradores y laborantes habaneros, en La Habana era notorio el Plan de ataque al Cerro; y que el estado Mayor de Weyler tenía conocimiento exacto del lugar en que se hallaba Zayas el 29 de julio”.

En tiempos en que fuera Jefe de la Policía; el criminal de guerra Miguel de la Barrera, la Junta Revolucionaria de La Habana logró inconciliable labor en el movimiento de sus combatientes clandestinos. Significativo fue el avituallamiento a las fuerzas mambisas, utilizando las vías férreas. En una de esas acciones fueron detenidos, en la Estación de Tulipán, Francisco Javier Zayas y Francisco González Gurriel.

Etapa Neocolonial

El surgimiento de la República en 1902 marcó una nueva etapa también para el Cerro que terminó por transformarse en industrial y obrero. La aristocracia, predominante en la etapa colonial, quedó progresivamente reducida en número y significación cultural. Este cambio en la correlación de clases ocurrida esencialmente en los barrios de Cerro y Puentes Grandes, los acercaría a los pequeños, pero densamente poblados Atarés y Pilar, más al norte; y por supuesto, con su vecino colindante Villanueva. Se hermanaba definitivamente el viejo Cerro, con la no menos antigua trilogía de Carraguao.

A la luz de la Sociedad del Pilar, surgieron otras instituciones como el Liceo, la agrupación Silver Star y algunos cabarets que le dieron un aire muy singular. El Pilar heredó de la colonia una mediana y pequeña burguesía que se nucleó en torno a la calle Estévez, y durante la primera mitad del siglo XX, estuvo recibiendo una fuerte inyección de intelectuales, músicos y artistas como: Enrique Jorrín, Margarita Díaz, Ninón Sevilla y Ramón Veloz y Enrique Arredondo.

Industria

El Cerro, se convirtió en uno de los primeros barrios industriales de la cuidad, escoltado por Puentes Grandes, hasta compactar con el triángulo inicial de los barrios obreros del antiguo Carraguao. Al conjunto industrial de Tejas, heredado de la colonia: Sabatés, Crusellas, la Compañía, Fábrica de Hielo, la Fosforera Cubana, la Tenería La Moderna, el Matadero de Ganado Mayor y la fábrica de chocolate La Española se sumaron en Atarés, una efímera fábrica de botellas en la calle San Ramón, Nueva Fábrica de Hielo y la Compañía Frigorífica Cubana. En materia de alcoholes el químico Enrique Aldabó realizó sus inventivas; le seguía la casa Romañá, Duyós y Compañía en Saravia; el Valle de Andona en Cristina; las tonelerías de Pila y Castillo; y las licorerías de Estévez, San Francisco y Jesús del Monte.

En el entorno La chocolatera La Española surgían otros productores del ramo. Entre ellos La Constancia, la Tomasita y talleres y fábricas de calzado como: Spotting Shoe Mfg, La Oriental, el Taller La Mariposa, el Magestic, talabarterías y la Compañía Unida del Calzado.

La fábrica de adornos arquitectónicos, Henry Steihart ampliaría sus negocios con la creación de un tejar, mientras en sentido opuesto, también en Carraguao, surgía la fábrica llamada El Arte Moderno.

Importantes aserraderos de madera, almacenes de ladrillos y otros materiales constructivos. Un grupo significativo de madereras y carpinterías se desarrolló en el barrio de Atarés. La cajonera de tabaco Sucesores de Estanillo y las modestas tabaquerías coloniales. Apareció el sello Pita y Hermano, S. A, Igualmente surgen marcas como el Manly, La Prueba, El Rico Habano, Luceran, Maculen, la Canela y El Coral. Las producciones de cervezas “Palatino” y “Tívoli”. La Nueva Fábrica de Hielo, creó una fábrica de envases de cristal anexa a la Tívoli. Se creó la nueva marca de cerveza Polar. Surgieron dos grandes fábricas de papel: la Papelera Moderna, junto a la Presa del Husillo, y la Papelera Cubana de Puentes Grandes. Surgen otras productoras como el tejar de José Matos Requeijo, que tuvo una distribuidora comercial en la Calzada del Cerro, la fábrica de toallas “Telva” y los talleres de ferrocarriles de Ciénaga, vinculados históricamente con los sindicatos y la población obrera. Surge la productora que abasteció de clavos, puntillas e infinidad de artículos de ferretería al mercado nacional, con el nombre de Compañía Industrial Alfilerera. Igualmente, la fábrica de fósforos La Estrella, fábricas de sogas y cordeles, así como calzado y una fábrica productora de ácidos.

El 22% de las empresas inscriptas en la Asociación Nacional de Industriales de Cuba, tuvieron sus instalaciones en el Cerro.

Se estableció una fábrica de altos hornos de Gerardo Villanueva, con una extensión de 45 mil pies cuadrados, y una fuerza de trabajo, según demandara el mercado, entre 100 y 300 obreros. Desde la Exposición Industrial de 1911, Villanueva se distinguió en el pabellón metalúrgico con diversos productos de patente nacional, entre ellos: una cocina de hierro, acero y bronce, que encendía y apagaba automáticamente y, una hélice de bronce fosforoso, preparada para soportar hasta tres mil revoluciones por minuto. Los Crusellas, eran quienes daban el paso determinante, hacían una inversión millonaria. Compraban 10 mil metros cuadrados de terrenos colindantes en la Avenida de Agua Dulce y el reparto Betancourt. Le completaba una línea propia de ferrocarril para el abastecimiento directo de materia prima. Con 850 obreros, su capacidad de producción pronto se multiplicó hasta lograr 30 mil cajas de jabón, de 30 libras cada uno, mensualmente. Solo las dimensiones y modernidad de la nueva fábrica, debieron resultar apabullantes para los competidores del ramo. El Águila de Nigoy tuvo su nido también en Buenos Aires, con varias carpinterías, incluyendo la maderera Rentoy (Agua Dulce No. 9).

Las primeras imprentas: La Cultural S.A, fue constituida en el año 1926 y en 1928 el edificio de Agua Dulce. La Omega, tuvo sus orígenes en Ayestarán, como La Habana Comercial. Importante sería también la Caraso y Cía., pero sobre todo la Compañía Litográfica de La Habana, que construye una gran planta productora, es de las más representativas del patrimonio fabril del Cerro.

De la construcción surgían fábricas de mosaicos, talleres de marmolería. Una empresa de fundición: la Havana Company. Entre las fábricas de calzado se distinguió Amadeo y Bulne.

Hubo dos fábricas de fósforos: La Cubana y La Americana y la primera perfumería en nacer se llamó Milady.

En la Industria alimenticia: una productora del refresco Ironbeer, la productora de Manteca Cacefá, en San Martín, que luego desarrolló la comercial marca de aceites “La Conchita”.

La industria del calzado: La fábrica “La Fé”, fundada por José Bulnes llegó a producir uno de los mejores calzados del país, Durante este período, se establece la Compañía del Calzado América S.A; La Habana Industrial y numerosos talleres y chinchales.

Tradición médica y asistencial

Durante la primera mitad del siglo XX aumentaron la cantidad de hospitales y centros asistenciales:

  • El asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, en los entornos de la Calzada del Cerro, y, sobre todo, en el tramo de Consejero Arango a Domínguez.
  • Surgió el primer Centro de Ambulancias del país, en terrenos municipales del antiguo Cementerio del Horcón.
  • A comienzos de la República asume la dirección del Hospital Las Animas el Dr. Carlos J. Finlay; entidad que llegó a ser —al decir del Dr. Mario G. Lebredo— “la institución de profilaxis más completa y única en su clase en el mundo”.
  • El territorio cuenta con La Covadonga y la Purísima Concepción de los Dependientes de La Habana y la Quinta Dependiente, en esta se realizó, por primera vez en Cuba y segunda en América Latina, la sutura del corazón por el Dr. Bernardo Noas.
  • En Carraguao surgía La Balear. En contraposición a estos centros de administración regional española surgía el llamado Hospital Cubano Bacallao, el Sanatorio Cuba y la Policlínica Nacional Cubana.
  • La Quinta San Antonio era escenario de la constitución del Congreso Nacional de Madres de la República de Cuba.
    Las mujeres gestionaron que se creara allí un asilo con capacidad para un centenar de niños huérfanos el que se inaugura el 10 de febrero de 1914. Continúan sus recolecta y logran ampliarlo con una creche, también con capacidad para cien niños de ambos sexos y horario semi–internos, de 7 AM a 8 PM, para dar facilidad a las madres trabajadoras. Asilo y Creche se conocerían con el nombre del presidente de turno: Menocal. Seria administrado por la compañía religiosa Hijas de la Caridad.
  • El Sanatorio La Milagrosa, de la Asociación Católicas Cubanas, concebido desde 1919, tendría como director al eminente cirujano Dr. José A. Presno Bastiony, quien además fuera presidente de la Academia de Ciencia de Cuba. El hospital se establecía la segunda Quinta de los Conde de Fernandina comprada y reedificada por la asociación, a partir de la elección de la Dra. Guillermina Portela. La transacción y financiamiento de las obras se ejecutó por donaciones personales de las católicas, rifas y las ganancias del propio hospital como negocio rentable.

Educación

El sistema de enseñanza neocolonial, adoptó los programas, métodos y hasta textos escolares norteamericanos.

Pero teniendo en cuenta su carácter laico, bien estructurado, realmente representaba un avance significativo. Sobre todo, porque contaría con el aporte en adecuaciones de eminentes pedagogos cubanos entre ellos algunos residentes en el Cerro, como: Manuel Sanguily Garrite y Fernando Aguado y Rico. El número de escuelas públicas también se multiplica, aunque nunca en correspondencia con el crecimiento de la población escolar. Uno de los primeros maestros que sobresale en la localidad fue Juan Tomás Roig, quien antes de distinguirse como eminente biólogo, fue profesor en Carraguao, donde se ganó el respeto y la admiración de sus alumnos.

En 1905 la Escuela Redención a la Sociedad Económica Amigos del País, por disposición testamentaria de Gabriel Millet Lara e igualmente, por legado del músico Gaspar Villate Montes, es ampliada con una academia de artes y oficios (Fundación Villate) donde se formarían artistas plásticos de reconocido talento. Las organizaciones regionales españolas aportarían dos significativas escuelas: El Plantel Jovellanos y el Centro Escolar de la Asociación de Dependientes del Comercio de La Habana. Algunas industrias promueven escuelas para los hijos de sus obreros como el Colegio Candado, de Crusellas y Compañía S.A., las fábricas de galletitas y dulces La Estrella, La Ambrosia Industrial y la cervecera Nueva Fábrica de Hielo S.A., con su escuela Cosme Blanco Herrera. Algunas sociedades de instrucción y recreo promueven escuelas como el caso de la Sociedad del Pilar, para la niñez de la barriada, o exclusiva para los socios como la academia fundada por el club “Mariano González Gutiérrez”. La Logia Masónica Los Apóstoles constituyó un fructuoso colegio de igual nombre muy meritorio en la comunidad de Las Cañas con un colectivo de entusiastas maestros dirigidos por la doctora Leonor V. Barrabí.

Entre las escuelas especializadas surgen, desde la Academia Parisién sobre la confección de sombreros bordados y encajes; hasta el Conservatorio Facciolo. De las especializadas las que más abundaron fueron las de comercio, taquigrafía e idiomas, como: La Havana Bussines Academy, La Academia Vermouth, El Lincoln School, luego Instituto Dixon, El Margent Collage y la Academia Pitman. Igualmente, Paulita Concepción Cruz de las escuelas Nro. 36 y 58; José de Lázaro Vitón, de la Nro. 77; María Cruz Pozo, de la Nro. 37, promotora del Concurso Inter-Escuelas del Cerro “Centenario de Maceo “; y Luciano R. Martínez Echemendía, director de la Escuela Pública Nro. 37 y luego Superintendente General de Escuelas. Varios de los edificios ocupados por las escuelas fueron originalmente antiguas quintas de la aristocracia, entre ellas: la casa del Conde de Lombillo, luego primera sede del Colegio Del Salvador y primera sede de la Escuela Pública Nro. 37 (Cerro 1652). Igualmente, la Quinta San José que perteneciera a Doña Susana Benítez, fue la Escuela Pública Nro. 58 y sede de la Junta Municipal de Educación. Entre las escuelas especializadas se reorganizaba en 1911 La Granja Escuela “Conde Pozos Dulces” situada en la finca La Ciénaga, Puentes Grandes. Gran parte de los maestros agrícolas que se formaron durante la República eran egresados de este centro.

El 6 de septiembre de 1918 se inauguraba la Escuela del Hogar, fundada por la Dra. Ángela Landa González. Las jóvenes alumnas eran educadas aquí en las labores prácticas reservadas tradicionalmente a la mujer. Las asignaturas eran no solo las convencionales, incluyendo mecanografía, taquigrafía e idiomas sino también: costura, lavado y planchado, arte culinario, economía doméstica, higiene y medicina elemental, jardinería y crianza de animales domésticos.

La destacada pedagoga Paulita Concepción fue homenajeada por un colectivo de maestras de escuelas públicas del Cerro a principios de la década del 40 del siglo XX.

Durante el machadato se creaba en el Cerro la Escuela Normal de Kindergarten, la Escuela Pública Nro. 66 “José Martí” donde impartió clases de dibujo Amelia Peláez. La Fundación Varona Suárez creaba una escuela para niños invidentes, de carácter nacional. El 15 de octubre de 1943 se inauguraba el nuevo edificio de la Escuela Normal de Maestros de La Habana y el 9 de enero de 1949 se inauguraba el nuevo edificio de la Escuela de Profesionales del Comercio de La Habana (EPCH).

La mayor parte de las escuelas eran primarias, que incluían enseñanza superior con cursos preparatorios para la Normal, de Comercio o el bachillerato. Estas fueron algunas de las más significativas: la Academia Arteche, el Colegio Toledo, San Antonio, La Academia de la Nuez, El Nelson, El Robert, El García Godoy, El Martell, Academia Elia, Alpizar, El Consuegra. El Instituto Lexis, el América Arias, el Colegio Lamar, el Colegio Valle El Norte, El Álvarez Sáenz, El Gisel, El Baldón, El Caberius, El Sardiñas de Simón, la Academia Atenas, El Heredia, el Mabel Collage, El América Formeza, la Escuela Nueva, el Instituto Korak y el Colegio Borroto. Centros como la Sociedad Escolar del Cerro o la Academia Gutiérrez, dieron hasta un enfoque histórico–materialista. Pero en otras escuelas se distorsionaba o simplemente había subestimación y formalismo. Se mantuvo el aristocrático Colegio Sagrado Corazón de Jesús; pero, paralelo al sólido edificio colonial, edificaban uno anexo, de madera para niñas pobres. También exclusivos para hembras, el Colegio San Vicente de Paúl, dirigido por Sor Petra Vega, desarrollaba los talleres, incluyendo una imprenta, donde las alumnas estudiaban y trabajaban. La “Monjita del Cerro” fallecía antes de ver inaugurada su última obra, pero aún en su fachada, perdura la inscripción: Hogar Sor Petra Vega.

Una de las primeras escuelas católicas que se establece en la República fue el Colegio del Pilar de los PP. Escolapios. Allí se constituyó después el colegio María Inmaculada, formadora de jóvenes sirvientas o empleadas del servicio doméstico. Las monjas escolapias también establecieron un colegio, el Nuestra Señora del Buen Consejo, solo para hembras y hasta el octavo grado. Se les preparaba para el bachillerato, la escuela normal y cursos de secretariado. Las alumnas podían ser internas, seminternas o externas. El Salvador fue el colegio parroquial gratuito, fundado a finales de la primera década por el sacerdote canario José Viera Martín, muy identificado con los obreros humildes y desposeídos. No se requería ser cristiano para ingresar en la escuela, sino simplemente el deseo de aprender. Por las noches sesionaba para jóvenes trabajadores lo que se dio en llamar Escuela Obrera Gratuita El Salvador. A la muerte de [Rosalía Abreu]] en 1930 y por legado testamentario, se construyen sendas escuelas para niñas y niños. El de hembras estuvo a cargo de las Hijas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús y lo llamaron colegio Santa Rosalía. El de varones fue atendido por los Hermanos La Salle, quienes erigieron un sobrio edificio con estadio de béisbol en Palatino Y Santa Catalina. Los hermanos Maristas, quienes constituyen su filial en la barriada del colegio Champagnat. La Orden de los Claretianos funda la escuela “San Antonio María de Claret de carácter gratuito, a la que se suma a finales de la década del 40, el colegio de las religiosas María Inmaculada).

En las décadas del 40 y el 50 se distinguieron en sus labores los curas párrocos: Monseñor Alfredo Muller San Martín, en el Cerro y el padre Ismael Testé Pérez, en el Pilar. Este último crea en 1945 un patronato pro escuela para niños pobres y 10 años después logra también bendecir la Creche Habana Nueva. Desde el año 1954 desarrolla su rimbombante proyecto Ciudad de los Niños. Decía aspirar a que se creara una especie de complejo de escuelas talleres en el campo, capaces de autofinanciarse, a fin de erradicar la mendicidad y la delincuencia juvenil. El colegio Nuestra Señora de la Asunción, de las religiosas Siervas de San José, en lo que fuera el edificio del Casino Deportivo, con piscina olímpica, servicio de ómnibus a domicilio, servicios médicos, etc., pero era solo una escuela de pago más. Aumentaban las ofertas de escuelas suntuosas a las familias pudientes, pero no resolvía el aumento creciente de niños pobres sin escuelas, que ingresaban al potencial delictivo y marginal. Por eso el padre Testé tuvo tanto éxito con su campaña por la Ciudad de los Niños inaugurada en 1957.

Deportes

El Cerro, barrio puntero en el deporte durante la colonia, continúa en la Republica con estelares atletas y equipos. Se despega definitivamente con la construcción de las instalaciones deportivas que se establecen en su territorio encabezado por el estadio de la Polar, el Gran Estadio de La Habana y la Ciudad Deportiva.

En béisbol el Almendares, celebra sus encuentros en el Almendares Park, (se construyó allí la Terminal de Ómnibus), sede del equipo fundado en 1874 y su manager Luis Felipe Gutiérrez Rodríguez (Pincho). Otros equipos de béisbol aficionados serían destacados en esta etapa, como el Diana y el Victoria. El Marino en los placeres de Las Ánimas, el Abreu Park de Palatino y el Beauty, al costado del reparto las Cañas.

La construcción del Gran Estadio de La Habana, se haría en los jardines del inconcluso reparto Patria, se inauguraba 26 de octubre de 1946, con un juego entre el Almendares y el equipo campeón de la temporada 46, que había sido el Cienfuegos comandado por Martín Dihigo. En 1950 se amplía su capacidad a 38 mil espectadores. Se ejecutaron allí encuentros de boxeo, baloncesto, atletismo, rodeos, carreras de autos pequeños (Los Diablillos del Volante), patinaje sobre hielo y hasta actividades políticas y otras extradeportivas, como corridas de toros.

El 29 de abril de 1907 surge el Club de Cazadores del Cerro, fue una de las principales organizaciones de tiro deportivo en el país, integrada por asociados de alta posición económica. Tuvo su órgano de prensa, el que reflejó crónicas y estadísticas de gran valor para la historia de este deporte. Kid Chocolate se formó en el gimnasio de Zaragoza No. 170. Los Alacranes del Cerro. Allí le conoció Pincho Gutiérrez, quien le promovió a instancias de su tío Ángel Scull Montalvo. El club fue también cuna de otros púgiles como: Joe Coego quien fuera campeón mundial de los Welter; Malpica, campeón de los pesos medianos y Sergio Cárdenas, el popular Kid Araña.

En la manzana de Zanja Real, Palatino, empresa Paniagua y Reyes, se celebra el primer partido oficial de futbol el 11 de diciembre de 1911. Aunque en principio el balompié no tuvo un terreno apropiado, fueron notorios los juegos en las planicies de Palatino y La Ciénaga, en el Cerro. Durante el primer cuarto de siglo hubo un equipo local rivalizó con el fuerte conjunto del Instituto de La Habana. En 1926 se crea el club Goviera y a finales de los veinte, surgen los estadios de La Tropical y La Polar, flamantes instalaciones de las fábricas cerveceras que en su competencia favorecían la promoción del deporte.

El estadio de La Polar se inauguraba con tres grandes partidos: Deportivo Iberia vs. Fortuna, Deportivo Centro Gallego vs. Juventud Asturiana y Olimpia vs. Club Cataluña. Muy destacado en el Cerro fue el equipo de balompié del Casino Deportivo. La llamada Juventud Cubana de Fútbol se constituyó en 1950 tradición futbolística y beisbolera, sin dudas al influjo de los terrenos de Palatino y El Beauty. Tiempos en que se desarrolló la pelota vasca, los hermanos Solá y el Cerro Sport Club el Casino Deportivo de La Habana fundado el 3 de marzo de 1923, contando entre otros con el apoyo del pelotari profesional vasco Irún, se levantaron una cancha de 30 metros de concreto, los huracanes del 26 y 44, provocaron grandes afectaciones, pero siempre se garantizó su reparación y mantenimiento y otro club el baloncesto. La Ciudad Deportiva fue una de las principales obras sociales construida en terrenos de la antigua finca La Ciénaga Las labores de excavación en busca de los cimientos comenzaron en noviembre de 1952, pero se dio por inaugurada en febrero de 1958.

Movimientos políticos, cívicos y obreros

Las confrontaciones ideológicas y acciones políticas estuvieron matizadas por el signo que domina la barriada en el siglo XX: la industria y su población obrera.

Se unieron los intereses clasistas y culturales de los históricos barrios obreros de Carraguao con el otrora aristocrático Cerro, ahora con su humilde Canal. Las Cañas, Palatino y Ayestarán con sus sectores de la pequeña burguesía y la intelectualidad, desempeña igualmente un papel catalizador en las luchas políticas durante la República neocolonial.

Entre los movimientos cívicos y progresistas en el Cerro, se reflejó significativamente el feminista desde la segunda década del siglo XX, propicia la creación y ampliación del Asilo y Creche de Saravia, luego hogar la “Edad de Oro”, se fundación de la Escuela del Hogar o la constitución del hospital de la Asociación Católicas Cubanas bajo el lema “Por la mujer y para la mujer”. Otros clubes femeninos como la Asociación Patriótica de Damas (Vigía, Atares) batirían palmas por el sufragio femenino, la equiparación del trabajo de la mujer al del hombre, protección a la mujer prostituta para su regeneración y otras. No podía la clase obrera dejar de reflejar la lucha a favor de la mujer trabajadora y en plena crisis del machadato, el 3 de julio de 1931, se constituye el club Feminista de Obreras de La Habana.

El Cerro aportó voces que repudiaban la politiquería y el oportunismo: José Antonio Fernández de Castro, Rubén Martínez Villena y su amigo Enrique Serpa. Los obreros se hacen sentir en la barriada con sus huelgas, sobre todo a finales de la segunda década del siglo XX.

Se constituye el Sindicato General de Obreros de la Industria Fabril, el 11 de agosto de 1917, sus ejecutivos eran vecinos del Cerro, incluyendo a su secretario general Margarito Iglesias Owen, Antonio María Penichet Gómez y otros más. El Sindicato de la Industria Fabril, de orientación anarcosindicalista promovió numerosos boicots y huelgas en fábricas del Cerro. La imagen está tomada de una publicación obrera. Esta acción daría lugar al llamado envenenamiento de la cerveza Polar. Los obreros por otra parte, lucharon por superarse culturalmente, ya con una toma de conciencia clasista. El Centro de Estudios Sociales del Cerro desde la aprobación, de sus bases en 1911 decían:

“Uno de los empeños más grandes de este centro será el que los trabajadores se interesen en el estudio de sus propios asuntos, por cuyo motivo celebrará certámenes, veladas conferencias, establecerá un salón de lecturas, una biblioteca y un escenario [...]”

Más tarde, en agosto de 1923, el Sindicato Fabril crea su propia escuela racionalista en su local del Cerro, donde además edita un órgano de prensa: El Progreso.

El Primer Congreso Nacional Revolucionario de Estudiantes se celebró en octubre de 1923, dos meses después de constituida la Escuela Racionalista del Cerro. Los delegados visitan al Cerro para compartir con los trabajadores de Crusellas. Mella coordina el encuentro de estudiantes y obreros que se celebró en la Sociedad del Pilar. Participaron junto a Mella: Olivín Zaldívar, quien luego sería su esposa y dirigentes de la FEU, además se plantea acercarse a los obreros en su noble empeño cultural. Cuando el recinto universitario les cerró sus puertas a la Universidad Popular José Martí, se mantuvieron las aulas en diversos locales obreros como el de la Delegación Nro. 2 de la Hermandad Ferroviaria de Cuba (Cerro 877 antiguo) y en Calzada del Cerro y Palatino donde se cursa la enseñanza básica en seminarios nocturnos.

Lucha contra la dictadura machadista

Una de las organizaciones más combativas era el Sindicato General de Obreros de la Industria Fabril, radicado en el Cerro, en agosto de 1925 se producen varios registros en el sindicato e incluso en fábricas, estos fueron denunciados por los obreros en la proclama titulada “Un Asalto Policíaco”:

«Jaurías de perros asaltaron […] a las 8 pm., la cervecería Tívoli, que pertenece a la organización del Sindicato Fabril. Sin mandamiento judicial atropellaron a los porteros y con amenazas pasaron a las bodegas […] hasta los retretes registran. Sus objetivos eran eliminar físicamente a los más peligrosos, desarticular todo el movimiento obrero revolucionario implantando un clima de terror. José Cuxart Falcón, obrero de la Tívoli era detenido acusado de preparar un atentado terrorista contra el presidente de la República y el Secretario de Gobernación y el primero de octubre de 1925 le aplicaron la Ley de Fuga en La Cabaña. El gobierno declara ilegal al Sindicato Fabril el 16 de septiembre de 1925 a raíz de éste y otros petardos que estallaban en la ciudad. En una circular los obreros expresaban: “No es el Sindicato Fabril solamente el que se encuentra atravesando por esta época de verdadero terror; como sabemos son todos los organismos proletarios los que se hayan amenazados de muerte [...]»

La Audiencia de La Habana fallaba a favor de su legalidad, aunque en la práctica virtualmente no pudieron realizar más vida pública dado el asedio de los agentes policiales. La gran asamblea convocada por el líder Alfredo López Arencibia en el cine Margot, del Cerro se vio obligado a suspenderla por entender que los elementos que están en este local no son los interesados en el propósito por el cual nos reunimos. Tanto Alfredo López, dirigente de la CNOC y la FOH, como Margarito Iglesias Owen líder del Sindicato Fabril, eran arrestados y conducidos al Castillo de Atarés. Allí se les incomunicó y se les hizo desaparecer. Luego se encontrarían sus restos. El 12 de enero de 1927 era presentada oficialmente en el registro de asociaciones la Juventud Cultural Deportiva Obrera del Cerro, primera organización juvenil del Partido Comunista. La crisis que se inicia en 1929 recrudece las luchas obreras destacándose los empleados del transporte urbano, las obreras y obreros textiles de la Telva y las pequeñas pero combativas fábricas de calzado, al frente de las cuales se hallaba el dirigente comunista Ramón Nicolau González. Durante la primera gran huelga general contra Machado en marzo de 1930, prácticamente todas las industrias del Cerro se paralizan, miles de obreros van a la huelga, pero no se alcanza la victoria.

La reacción de la dictadura fue realizar infinidad de detenciones y el cierre de instituciones que hasta ese momento se habían mantenido en la legalidad como la Juventud Cultural Deportiva Obrera del Cerro. El periódico Juventud Obrera reaparecía clandestinamente como órgano de la Liga Juvenil Comunista, mientras en diciembre de 1930 se constituía la Juventud Cultural Deportiva Obrera de Atarés que tuvo entre sus dirigentes a los jóvenes: Severo Aguirre del Cristo, Ernesto Tabio y Ladislao González Carvajal. El periódico La Voz del Pueblo editado en Cerro, de orientación nacionalista (mendietista), dirigido por Abelardo Pacheco había venido fustigando con fuerza la corrupción y atropellos de Machado. El día 14 de agosto de 1930, recibíó certeros disparos. El dictador había decidido silenciarlo.

La Policía Nacional conoció que el Pasaje Tulla, de Primelles No 78, entre Velarde y Washington, se reunían conspiradores y el 15 de julio de 1932, cercaban la zona, los combatientes revolucionarios lograban escapar. Les había cubierto la retirada el coronel Esteban Delgado Acosta veterano del Ejercito Libertador, que caía mortalmente herido por impactos en el rostro en el patio del pasaje de inquilinato.

«Este hecho —escribió el profesor Máximo Gutiérrez— causó conmoción en el reparto porque el coronel era una persona querida de todos los vecinos.»

El propio embajador Summer Welles propiciaba una sedición militar que concluía el 12 de agosto de 1932 con la fuga del tirano Gerardo Machado y su más cercana camarilla. Los acontecimientos que le sucederían no culminaron en revolución, sino en la toma del poder por los grupos mediacioncitas.

Gobierno de los Cien Días

Este proceso revolucionario lo encabezó Antonio Guiteras Holmes, estadista revolucionario y comprometido con la causa del pueblo. Promovió a clases y soldados de origen humilde, dio ingreso a nuevos elementos, uno de ellos sería el célebre Policía Nro.100 del Cerro. Vicente Jover García quien fue ejemplo de profesionalidad, muy querido por su actuación enérgica contra la delincuencia y su trato justo y amable con la ciudadanía. Mejoraba las condiciones de los llamados “indigentes”, hacinados en el campamento “La Purísima Concepción” de Atarés.

«A las mujeres y los niños. “Debemos dar al pueblo hambriento alimentos y oportunidades para ganarse ese alimento.»

Con este precepto Guiteras daba solución a los dos problemas más prioritarios: comida y empleo.

Contra este Gobierno, se amotinaron algunos cuarteles y cinco estaciones de policía. Una de ellas la 11na. Estación (Cerro), al mando del capitán Manuel Cert. Varias fuentes —todas secundarias— señalan que la Estación del Cerro ofreció una gran resistencia. En realidad, no fue tomada sino simplemente ocupada por el ejército ya que el capitán Cert, desde que tuvo noticias del complot de Columbia, rindió la unidad sin disparar un tiro. El 15 de enero de 1934 tras un nuevo golpe militar, terminó el Gobierno de los Cien Días.

Etapa de 1934 a 1958

Guiteras crea a mediados de 1934 la Joven Cuba, organización revolucionaria para incorporar al pueblo, explicando el porqué de la lucha. El Cuartel General de la Joven Cuba establecido en un colegio del Cerro, sería el lugar más estable y seguro. Sin embargo, a un mes de estar radicando allí, tienen conocimiento, a través de los agentes infiltrados en el servicio de investigación, que la inteligencia militar llegó a conocer sobre la presencia de Guiteras en lugar del Cerro. Se trasladaron provisionalmente hacia otro refugio en El Canal, burlando el aparatoso despliegue del ejército. Al poco tiempo, libre de toda sospecha el colegio, Guiteras volvía para allí el 5 de enero de 1935. La seguridad del Colegio de las Hermanas Manrique permitía efectuar allí reuniones del Comité Ejecutivo Central de la Joven Cuba, aunque con la flexibilidad propia que imponían las vicisitudes de la lucha clandestina. Guiteras estuvo en el Colegio del Cerro hasta los últimos días ante el 7 de mayo en que partió hacia Matanzas, de allí salió hacia El Morrillo, donde caería asesinado junto a Carlos Aponte.

Muchos acontecimientos políticos continuaron sucediendo en el Cerro durante la etapa que siguió a la muerte de Guiteras, siempre estuvo latente las luchas obreras, participan muy activamente los obreros de la Polar, la Ambrosía, la Coca-Cola, y las imprentas Cultural S.A., Cia, Litográfica de la Habana, Caraza, Cía y otros. Esos años se caracterizaron por una represión sin límite. Fue la solidaridad con la República Española la que dio una cobertura a las luchas públicas, se denunciaba la situación política a la vez que se hacía la solidaridad con el pueblo español. Mientras toda esta labor se desarrollaba se hicieron numerosos actos políticos como el ofrecido en la Sociedad del Pilar en homenajes a la combatiente y dirigente comunista republicana Dolores Ibarruri, “La Pasionaria”. Así como individualmente los españoles republicanos residentes en el Cerro. Uno de los actos de solidaridad más relevantes y significativos a favor de la Republica Española tuvo lugar el 17 de julio de 1938 en el Estadio de la Polar.

La situación política creada por la Segunda Guerra Mundial marcó un período de espera para luchas obreras en el Cerro, no obstante, hubo hechos como los sucesos de la calle Salvador, donde eran víctimas de un atentado en la noche del 17 de septiembre de 1942: el Secretario General de la Sección Juvenil Autentica en el Cerro, Luis Orlando Rodríguez herido junto a otros los jóvenes, quienes eran trasladados para la Casa de Socorro del Tercer Distrito, congregándose allí centenares de personas. Aún antes de que Grau asumiera oficialmente la presidencial, tenían lugar los sucesos de la Loma de la Mulata en el Cerro.

Los años de gobiernos auténticos fueron de luchas obreras por lograr las mejorías prometidas, ni faltó el enfrentamiento político. Tal fue el descontrol existente que propició el golpe de Estado.

Marcha combativa por el Primero de Mayo

Los actos masivos por el Día de los Trabajadores, celebrados durante los años 1950 y 1951, pese al embate del macartismo, fueron el mejor reflejo de la combatividad y las aspiraciones de la clase obrera, dirigida por su aguerrido capitán: Lázaro Peña González]. Otro fue el panorama ofrecido por la CTC oficialista.

El Golpe del 10 de marzo de 1952 encontró el repudio de la mayor parte de la población, que esperaba el triunfo de la ortodoxia en las elecciones que debieron celebrarse el 1 de junio. Muy combativos fueron los paraderos de ómnibus y autobuses, de ellos las rutas 16, 17 y 18 de la Cooperativa de Ómnibus Aliados (C.O.A), de Palatino.

El Cerro no se mantuvo ajeno al proyecto revolucionario de Fidel quien contactó personalmente con el Delegado y el Presidente del Liceo Ortodoxo de Villanueva en Carraguao y en el barrio de Atarés, con el ortodoxo Carlos Interián, quien era el enlace con un grupo que contaba con jóvenes con inquietudes revolucionarias.

El frigorífico de los Hermanos Nela (Ayestarán No.16) fue uno de los locales más importantes en la organización y preparativos del asalto al Moncada. Era el centro de trabajo de José Luis Tassende, compañero de Fidel, que integró la Dirección Militar del Movimiento.

Otros puntos de enlace en el Cerro fueron: el Cine Principal, la Fábrica Ironbeer y las casas de Manolito Gutiérrez y Mario Dalmau de la Cruz, en Falgueras No. 354 y Mariano respectivamente. Los entrenamientos y prácticas de tiro se efectuaban en la Universidad, en el Club de Cazadores del Cerro y en fincas alejadas de la ciudad. En el bloque cerrense se distingue especialmente Jacinto García Espinosa (s) “El Niño” / “El Cadete”. Tenía experiencia militar por haber integrado el Servicio Militar de Emergencia (SME) durante la II Guerra Mundial. El 21 de julio de 1953 Jacinto desapareció del Cerro; había sido designado junto a Ernesto Tizol para transportar las armas desde Los Palos hasta la Granjita Siboney. Además de Jacinto García Espinosa, se selecciona a Mario Darmau; quien aportaba su automóvil quien partió en la madrugada del sábado 25 de julio; y fue de los ocupantes del Palacio de Justicia.

Los Mártires del Moncada vinculados al Cerro son siete: Jacinto García Espinosa, Giraldo Córdova Cardín, Fernando Chenard Piña, Miguel Ángel Oramas Alfonso, Reinaldo Boris Luis Santa Coloma, Raúl Gómez García y José Luis Tassende de las Muñecas. De ellos, los tres primeros nacieron en el Cerro; y los demás se relacionan con el territorio por haber vivido en sus barrios o laborar en sus industrias.

Movimiento Revolucionario 26 de Julio

El Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7) comenzó a organizarse en el Cerro con un núcleo inicial de jóvenes ortodoxos compuestos por: Rogelio Iglesias Patiño (“Pao”), viajante de ”La Estrella”; quién, además, sería el responsable de todo el movimiento en el Cerro y Carraguao, Luis Mariano López Pérez y Maniff Nallib Abdala (“El Polaco”) quienes promovieron la distribución de la “Historia me Absolverá”, la campaña pro-amnistía de presos políticos y el boicot a las elecciones. Al construirse las brigadas juveniles del MR-26-7 en la ciudad, Gerardo Abreus “Fontán” fue nombrado su jefe; y como segundo al cerrense Rogelio Iglesias Patiño.

Uno de los primeros y más importantes centros operativos fue el de Borrego No.25 entre Saravia y Consejero Arango. Allí se contactarían con otros dirigentes del movimiento como: Sergio González López (“El Curita”), Ángel Ameijeiras Delgado (“Machaco”), Gregorio Arles Mañalich (“Alex”) y otros. Se crearon varios grupos en los barrios, hacia el Norte, en Atarés, Pilar y Villanueva, se situaron jefes como: Pedro Julio García Cepeda, Mario Arredondo Argüelles (“Muñi”) e Ismael Muñoz Figueroa (“Mayet”). Ellos nuclearon a otros combatientes, desarrollando toda una propaganda clandestina e incitando a la insurrección.

La Brigada Estudiantil del MR-26-7 se constituyó en la Escuela Profesional de Comercio de La Habana (E.P.C.H), bajo la dirección de Enio Leyva y Ramón Vázquez Monteagudo. Enio se había ganado la admiración de los estudiantes de toda la escuela a partir de un enfrentamiento que tuvo frente al centro, con un chivato, a quien caracterizó públicamente.

«El estudiantado salió a la calle —recuerda Nilda Ravelo— a presenciar cómo un estudiante se enfrentaba a un esbirro armado con una pistola.»

La Escuela Normal de Maestros de La Habana fue otro de los planteles de relevancia provincial donde se distinguieron las Brigadas Juveniles del MR-26-7. Allí cristalizó muy bien la unidad estudiantil. Junto a los brigadistas del 26 de Julio estuvo un combativo núcleo de militantes de la Juventud Socialista, capitaneados por Fulgencio Oroz Gómez, muy querido por todos debido a su temeridad y espíritu unitario. Junto a él se hallaban otros jóvenes comunistas como: Limbania Jiménez, Xiomara Contreras (s) “Mara”, Olivia Miranda, entre otros. Otro plantel que se conmocionó por las actividades de una vanguardia estudiantil, fue el Centro Escolar de la Asociación de Dependientes del Comercio de La Habana —actual ESBU “Antonio Maceo”— Mario Arredondo (s) “Muñi” estuvo al frente de este grupo integrado por: Longino Alfaro Oliva, Emilio Mejías Arias, Andrés Souto y Gregorio Rodríguez Sierra.

Arsacio Vanegas, María Antonia González Rodríguez y Fidel Castro Ruz.

También había cerrenses haciendo historia en favor de la insurrección revolucionaria, en México. La célebre María Antonia que menciona el Ché en su carta a Fidel, no era mexicana, sino cubana, nacida en el Cerro, el 29 de mayo de 1911. Fue fundamental en toda esta etapa preparatoria al desembarco de los expedicionarios del Granma.

A raíz del Gesta de Palacio, la policía allana las casas de dos mártires que vivían en la calle Panchito Gómez. En horas de la madrugada del 14 de marzo, irrumpen en el hogar del Ingeniero Eduardo Domínguez Águiar, padre de seis hijos; y poco después en el apartamento de Luis F. Almeida Hernández (“Cuso”), donde su viuda se hallaba embarazada. Los familiares reciben maltratos y deben identificar a sus seres queridos en el necrocomio. Otros mártires del Directorio fueron: Porfirio Estévez Parra, cuyo cadáver procedente de la 10ma estación, apareció en el parque de la Escuela Normal, con un explosivo sobre el vientre. Lo mismo haría con el estudiante Robert Poland Azoy (“Gerald”), a quien abandonaron con un petardo y junto a un montón de escombros en la esquina Pedroso y Patria, por el estadio, donde hoy existe un memorial en su honor. Mario Reguera Gómez fue uno de los que no pudieron apresar, pero cayó cuando se proponía realizar otra acción audaz.

Durante el levantamiento del 5 de Septiembre la ciudad de La Habana tendría un papel muy importante en el plan insurreccional. La ocupación del Servicio Radiomotorizado de la Policía Nacional era, dentro del plan conjunto, un importante eslabón para el éxito del levantamiento insurreccional en todo el país. No por casualidad importantes medios y efectivos del M-26-7 estarían movilizados en función de la ocupación de Saravia y las misiones que de ella se desprendieran. La Radiomotorizada llegó a tener en el movimiento conspirativo a más de treinta policías. Ellos integraban el pelotón de guardia durante la acción y permanecerían en la unidad como “custodios”. Quedaban garantizadas: la pareja de la Calzada del Cerro, con el cable de acceso a la calle Saravia, las postas de los callejones Carballo y Munguía, la puerta de entrada, el banco, las azoteas y el fondo. Aquella madrugada solamente dormirían en la unidad tres oficiales que serían puestos inmediatamente bajo control por la clase de guardia. Para mayor seguridad las agujas percutoras de las ametralladoras de alto calibre habían sido quitadas, quedando desactivada la ametralladora calibre 30 mm que protegía la puerta del fondo colindante al callejón Santovenia, que daba a la Calle Patria. El 5 de septiembre de 1957, a las 6:00 horas, el cabo Ramón León Álvarez recibía la guardia y distribuía al personal complotado según lo acordado. Poco después René Rodríguez Cruz, de la jefatura del MR-26-7, en compañía de Sotolongo y Trujillo, realizaban la comprobación en la Radiomotorizada. Según ha explicado Rodríguez Cruz:

«Todo estaba normal.»

Las condiciones en que se desarrollaron los hechos no posibilitaron el cumplimiento de los objetivos. No se logró el éxito esperado. Hoy se recuerdan los mártires de aquellos hechos con una tarja conmemorativa, situada en Desagüe, esquina Ayestarán, lleva grabados los nombres de: Raúl Marcuello Barrios, Félix Laguardia Tamayo, Armando Gamboa Mouriz y José Ramón Funes Rodríguez. Se incluye a este último mártir porque fue apresado ese mismo día; torturado salvajemente y asesinado poco después. Contaba al morir solo con 19 años, su autopsia reflejaba casi la ausencia de varios órganos y el cadáver albergaba casi un centenar de proyectiles. El Cerro continuó siendo un centro de actividades conspirativas contra las cuales la policía lanzó su fuerza represiva, en la 10ma Estación —hoy un Hogar de Ancianos— se hallaron elementos de tortura como un mortero donde se castraba; un horno donde calentaban cabillas y otros hierros al rojo vivo; cables eléctricos para electrocutar y otros instrumentos nada convencionales de “interrogatorio”. Un panel Dodge de 1954, chapa 330-033 pintado de amarillo con una franja negra, como si fuera del reparto de leche, trasladaba de madrugada los cadáveres hacia lugares solitarios, donde les colocaban petardos desactivados para distinguir que se trataba de “terroristas”. También hubo la variante de desaparecer los cuerpos diluyéndolos en cal viva. Hasta se creó la leyenda de un “cementerio” furtivo en los traspatios de la estación. Largo fue el camino durante esos años de lucha que finalizaron con el triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959.

Revolución en el poder

El primero de enero de 1959 da inicio a una nueva época en la Historia de Cuba. Se conquista plena y definitivamente la independencia nacional y comienza una Revolución social que barre cuatro siglos y medios de dependencia colonial y neocolonial. Sería determinante en el Cerro la ocupación de las Séptima y Décima estaciones de policía. Así como el Servicio Radiomotorizada, SR.1 Este. Las tres unidades se convierten en los primeros órganos del poder revolucionario en la localidad. El traspaso de los mandos en las unidades transcurrió sin dificultad, siendo ocupadas por los combatientes del MR–26–7. Algunos elementos hicieron resistencia, tratando de evadirse o al ser ubicado su escondrijo. Por la avenida de Primelles, al fondo de la Ciudad Deportiva, algunos batististianos responden a tiros el operativo revolucionario, pero pronto se neutraliza toda resistencia armada. Los terrenos de la Ciudad Deportiva, aún en construcción y el Coliseo, son ocupados por la columna “Ángel Ameijeiras”. Hacia allí son remitidos muchos de los esbirros y sospechosos de ser confidentes. Igualmente, fuerzas combinadas de rebeldes y combatientes de la clandestinidad, forman patrullas en la avenida de Rancho Boyeros con destino al aeropuerto, solicitan documentos y registran los vehículos para evitar la fuga al extranjero. Los primeros jefes de unidades de la Policía Nacional Revolucionaria en el Cerro poseían una trayectoria combativa en la barriada. Sus capitanes habían sido igualmente dirigentes del MR 26-7. Les acompañaban muchos de los combatientes de la lucha clandestina, pero los integrantes de estas unidades en su mayoría aún eran vigilantes o policías profesionales que aseguraban no estar manchados con hechos de sangre.

Las masas populares, de inmediato, se incorporaron a las tareas de la Revolución. Las tres fuerzas participantes que derrotaron a la tiranía batistiana continuaron desempeñando el papel decisivo en los primeros años de la Revolución. Ya con todas las facilidades de la legalidad, desarrollaron sus organizaciones de base, tanto el Movimiento 26 de julio (MR-26-7), con las Casas del 26; el Directorio Revolucionario 13 de marzo y el Partido Socialista Popular (PSP), y sus seccionales.

Organizaciones juveniles

El Che en el Discurso de la creación de la AJR

Las organizaciones juveniles, marcaron la vanguardia en las tareas revolucionarias, se promueve la unidad entre todas las fuerzas juveniles, se hacen coordinaciones con entidades religiosas: católicas, protestantes, ajefistas; con los clubs culturales y deportivos en los barrios. Surgen nuevas organizaciones como las Patrullas Juveniles, dirigidas por la PNR, y los barbuditos por el Ejército Rebelde que daban un colorido especial a la vida urbana voceando consignas revolucionarias mientras marchaban por las calles. La Agrupación Juvenil de Ayuda a la Revolución (AJAR) fue de las primeras en organizar políticamente sin ningún tipo de discriminación o preferencias por credo religioso, color de la piel o sector social, estudiantil o profesional. Fue una de las instituciones revolucionarias que dispuso de la Ciudad Deportiva y contó con el apoyo del MR-26-7, en especial de su coordinación provincial, a través de la joven cerrense Mirta Rodríguez Calderón. Las organizaciones estudiantiles se unen al apoyo de la Revolución con su entusiasmo característico. Posteriormente se organizó la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), el 28 de enero de 1960, por iniciativa del comandante Ernesto Guevara. La organización quedó inscripta, con carácter semi-militar, en la División Juvenil Revolucionaria del Departamento de Instrucción del MINFAR, junto con los Grumetes Revolucionarios de la MGR y las Patrullas Juveniles de la PNR, en el Cerro se establecieron tres seccionales: el Nº 6, en Ayestarán 217; el Nº 7 en Calzada del Cerro 1203 y los 7 y 8 en Tulipán 205, luego con la creación del regional Plaza de la Revolución, su primer local radicó en 20 de Mayo #551. La AJR se convertía en la vanguardia trabajadora y estudiantil de la juventud cubana, dispuesta a defender con las armas en la mano a la Revolución. Su lema sería: Estudio, Trabajo y Fusil.

La primera de las Casas del 26 que se funda fue en Pilar y luego hubo otra en Carraguao, que atendió los barrios de Pilar y Atarés y otras zonas distantes entre sí como parte de Pueblo Nuevo y Cerro. Los objetivos de las Casas del 26 fueron múltiples y muy dinámicos. Se distinguieron en su labor de orientación revolucionaria en los barrios; organizaron charlas y ciclos de conferencias políticas; recaudaron fondos con fines patrióticos, como los antes enunciados; organizaron los albergues y las visitas a lugares históricos para los campesinos que visitaron la capital cuando la concentración multitudinaria del 26 de julio de 1959. Igualmente, importante fue su contribución a las movilizaciones populares y la propaganda revolucionaria. Pero, sobre todo, las Casas del 26 comienzan a propiciar, junto a los comités socialistas, la participación de las masas populares en las tareas de la Revolución, incluyendo gestos de solidaridad con otros pueblos hermanos. Así aparece, a mediados de 1960 esta sugestiva nota de prensa: La barriada del Cerro ha sido de las primeras en La Habana en aportación monetaria y recolectar ropas, medicinas y víveres para los damnificados del terremoto en Chile.

La casa del MR-26-7 de Primelles. Felipe Aizpurúa hace uso de la palabra ante un grupo de milicianas y otros compañeros.

Milicias Nacionales Revolucionarias

Las Milicias Nacionales Revolucionarias, su organización y participación efectiva en la Revolución estuvo siempre muy relacionada, desde los primeros momentos, con las tareas de la defensa. En el Cerro surgen oficialmente con un carácter territorial. Se constituyen, tanto por el lugar de residencia, como por los centros de trabajos o estudio. La primera milicia que se constituye en el Cerro —y una de las primeras de la ciudad— fue la llamada Milicia Popular “Ángel Ameijeiras Delgado (Machaco)”, reconocida también como la milicia de la Casa del 26 de Primelles. En 1960 adopta el uniforme y las insignias de las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR) y realiza sus entrenamientos en el área de Velarde y Colón, en las Cañas. Sus instructores pasan a ser compañeros de la propia milicia: José Picot Campa, “El Marinero”, y Alfredo Peña Herrera. Como parte del entrenamiento de resistencia —la meta eran 62 kilómetros— los milicianos no perdían ocasión para efectuar largas marchas. En una ocasión en que se hallaban en carretera, tuvieron la oportunidad de encontrarse con el Comandante en Jefe. Otra milicia primigenia en el Cerro, fue la de la Casa del 26 “Andrés Torres (Cañeco)” de Carraguao (Tejas), que en marzo de 1960 adoptó el nombre del combatiente del MR-26-7, José Antonio Fernández.

Desde el Acto del 26 de julio de 1959 con la presencia masiva de campesinos en la capital, aseguran sus fundadores, que ya ellos tenían constituido el “embrión” de su milicia y ayudaban a la PNR en la custodia de los locales donde se albergaron los campesinos. Las milicias obreras y estudiantiles fueron también de las que entrenaron en la Academia de la PNR “José Antonio Echeverría”. Entre los estudiantes, una de las primeras en constituirse en el Cerro fue la “Gaspar Villate”, de la Academia de Artes Plásticas de la Calzada de Buenos Aires. Entre las milicias obreras se distinguían la “Antonio Guiteras”, de Crusellas; la “Gerardo Abreu (Fontán)”, de La Estrella; la del Sindicato de Obreros y Empleados de Ómnibus Metropolitanos; y las milicias del Centro Benéfico Jurídico de trabajadores de Cuba. Se afirma en la historia de este centro, que las milicias en el hospital, se constituyeron, desde los primeros momentos del triunfo, como defensa ante las acciones contrarrevolucionarias de elementos cetekarios y anticomunistas.

Federación de Mujeres Cubanas

La Federación de Mujeres Cubanas en el Cerro tiene como origen la formación de un comité gestor de la Unidad Femenina Revolucionaria, muy fuerte en Pilar, Atarés y Villanueva; es decir, en los antiguos barrios de Carraguao, apoyado por la Casa del 26 en el Pilar y el Comité Seccional del PSP en Tejas. Entre sus dirigentes estarían: la Dra. Candelaria Rodríguez, María Núñez, Dalia Villaverde y Zoila. Una Conferencia, donde se trató las medidas revolucionarias que le interesaban a la mujer y su apoyo al Gobierno Revolucionario, sesionó tres días en el Teatro de la Escuela Normal de Maestros de La Habana; contó, en la presidencia de honor, con las compañeras Celia Sánchez, Vilma Espín, además la esposa del Presidente de la República, Sra. Esperanza Llaguno, y la madre de Fidel y Raúl, Sra. Lina Ruz. Participan más de doscientas delegadas, incluyendo a mujeres combatientes del Ejército Rebelde y de la clandestinidad, así como de las más diversas organizaciones femeninas, como la Hermandad de madres “Marta Abreu”, cuyas delegadas se pronunciaron por la paz y el cese de las pruebas con bombas nucleares. Se debatieron diversas tesis donde se expusieron criterios en relación con la participación de las mujeres en la Revolución.

Algunos de los temas de mayor interés fueron: La mujer y la liberación económica de Cuba, La mujer y la familia y La mujer y la Revolución cubana. El evento contó con un espacio cultural donde participaron Nicolás Guillén, música y otros artistas de renombre, como Enrique Almirante. La conferencia igualmente se enriqueció con la presencia de prestigiosas figuras y líderes revolucionarios, como los comandantes Ernesto Che Guevara y Raúl Castro, así como el coronel Alberto Bayo, del Ejército Republicano. El Che llegó en horas de la tarde del sábado 11 de abril. Aunque la Dra. Esther Noriega exponía la tesis La mujer y la familia, las féminas precisaron al heroico guerrillero a pronunciar unas palabras, que fueron difundidas por el periódico Hoy, quedando grabadas para la posteridad, quien hizo esta precisión: piedra de toque del momento en que se vivía:

«Toda la política de hoy se basa en dos palabras antagónicas. La reacción llama a desunir y nosotros llamamos a la unión […] La batalla que hay que ganar ahora es la de la Reforma Agraria y la de la unidad del pueblo.»

Comité Pro-Defensa de la Revolución

Durante los primeros años de la Revolución se evidenciaba la necesidad de agrupar a la población para la realización de actividades comunitarias, el municipio del Cerro desde muy temprano se venía destacando en esta labor, ejemplo de ello fue la creación de un Comité Pro-Defensa de la Revolución ubicado en la calle Clavel, entre Concepción y Línea del Ferrocarril que tenía, como su nombre lo indicaba, el propósito de la defensa de la Revolución. Por tal razón cuando se crean los Comités de Defensa de la Revolución, el 28 de septiembre de 1960, ya había en ese territorio un magnifico antecedente. Los Comités de Defensa de la Revolución adoptan como logotipo Cederito, figura que simboliza a Liborio (el pueblo cubano), diseñado por el dibujante Rider. Sostiene un machete en su mano derecha, representando la guardia en alto, y en la izquierda la defensa de la Revolución con un escudo de colores e insignias patrios.

Un reportaje que hiciera el periódico Revolución destacó la labor de esta organización y aseguraba que, junto a la vigilancia revolucionaria, realizaban numerosas tareas movilizativas en el barrio, incluyendo la recogida de pomos, espejuelos y hasta semillas; estas últimas para sembrar posturas y contribuir con los planes de repoblación forestal que desarrollaba el Gobierno Revolucionario. Paradójicamente, fueron los mismos enemigos de la Revolución, con sus ataques, quienes fueron catalizando, los que fueron apresurando cada proyecto revolucionario en estos primeros años.

La libreta de abastecimiento se considera aún indispensable para la subsistencia de las familias de menos recursos en Cuba

Ante la necesidad de distribución de los abastecimientos a la población, los CDR crearon ese frente de trabajo y participaron activamente en el imprescindible control administrativo. Se evitó en lo posible el acaparamiento que hubiera sido de dramáticas consecuencias, sobre todo para la población más humilde. La mayoría de las bodegas, carnicerías y demás establecimientos comunitarios, eran particulares y el Estado no disponía aún de un organismo especializado. Fue la iniciativa popular, y en especial las masas cederistas, quienes fueron dando solución al problema. Crearon tarjetas y listas rotativas en las cuadras hasta que se estableció la libreta de control de abastecimiento.

Economía e industrias del Cerro

La estrategia económica de la Revolución buscó desde el principio romper con la estructura deformada, en función de los intereses extranjeros que tuvo siempre Cuba, para desarrollar la diversificación agrícola e industrial que permitiera satisfacer las necesidades de la población, elevando constantemente su nivel cultural y de vida. Todo ello debía ser garantizado partiendo de la sustitución de importaciones y el incremento de rubros exportables, en correspondencia con los recursos naturales del país. La guerra económica contra Cuba había comenzado con sabotajes aislados en almacenes e industrias, incendios a cañaverales y comercios. Luego, sin abandonar estos métodos, se proponen como estrategia la paralización de la economía y el estrangulamiento por hambre del pueblo cubano. Al fracasar el corte de suministro de combustibles, los Estados Unidos comienzan a prohibir la venta de productos a Cuba, desde el 19 de octubre de 1960.

Canje monetario y la lucha contra la especulación

La crítica situación del país se agravó considerablemente con el bloqueo económico. Junto a las medidas de control y racionamiento, hubo que ejecutar proyectos emergentes para garantizar la supervivencia. Uno de los más importantes fue el canje de la moneda. El sábado 5 de agosto de 1961 se anuncia sorpresivamente el canje de billetes. Aunque se había proyectado durante casi un año en la más absoluta reserva, en la práctica duró sólo 48 horas. El éxito de la operación fue el resultado de la suma de muy diversos factores, incluyendo el esfuerzo de 40 obreros de la Imprenta “Osvaldo Sánchez” (antigua Omega), en Concepción No.1, frente al parque de Tulipán. Ellos estuvieron allí acuartelados durante 4 días, laborando ininterrumpidamente en las planillas que se usaron para los trámites de canje.

Los CDR también desempeñaron un papel muy importante en esta tarea. Habilitaron locales como centros de canje, aportaron personal y mantuvieron guardias durante los 2 días. Para la trilogía de barrios de Carraguao se acondicionaron 17 locales. No podía faltar entre ellos la histórica Sociedad del Pilar; Estévez 82; escuelas, locales de sindicatos. Igualmente fue significativo el apoyo de las logias masónicas, la “Mártires de la Libertad” y “Realidad”. También se utilizaron locales de asociaciones del comercio, como el de la Unión de Vendedores, en los barrios correspondientes al seccional Cerro-Puentes Grandes se crearon 40 centros de canje, incluyendo el Club Candado; la Cancha de Jai–Alai de Joaquín Solá, en las antiguas asociaciones de propietario, tanto en Magnolia y San Gabriel, en los Almacenes Sobrín y en numerosas escuelas. En Príncipe se habilitó la Escuela de Comercio, el laboratorio “Juan R. Franco Fonseca”, Squibb; el Consolidado de Asfalto, y la cartonera “Sergio González López, El Curita”, antigua ENICO.

Rectificación de errores y tendencias negativas

A raíz del llamado hecho por el Comandante en Jefe en el acto en el XXV aniversario de la Victoria de Girón, el 19 de abril de 1986, comienza el período de rectificación de errores y tendencias negativas, a fin de perfeccionar el sistema socialista. Una de las medidas concretas en el Cerro fue el enfrentamiento a las violaciones de los preceptos legales en la esfera económica. Comienzan a ejecutarse toda una serie de inspecciones y son detectados, entre otros problemas: la elaboración de los planes deficientes; y el uso irracional de recursos humanos, el pago indiscriminado de altos salarios sin respaldo productivo y otras anomalías, además se comprobaron serias violaciones en revoluciones como la 659, sobre el principio del pago por rendimiento la 1287, de normalización del salario y la 2094, donde en muchos casos no se estaba ofreciendo la estimulación de las primas a los trabajadores. Se comprobaba que los esfuerzos por fomentar la conciencia económica en cuadros y trabajadores, aún no se correspondía con las expectativas deseadas, La Asamblea Municipal del PCC en el año 1987 contaba con la presencia del entonces Primer Secretario del Partido en la ciudad de La Habana, Jorge Lezcano Pérez. Este, en un sondeo a fin de comprobar el dominio de la actividad económica, hizo preguntas a los secretarios del Partido en diversos centros. El Secretario del Comité del Partido en la fábrica “Sergio Sierra Cabrera” de la empresa Suchel, no pudo responderle cuándo costaba producir un jabón de lavar “Batey”, El director de Suchel explicó que esos asuntos no se discutían con el Partido o en la Asamblea de Producción, si no en la reunión de representantes. Fue entonces que el compañero Lezcano respondió

«¡Eso así no sirve, hay que discutir con el trabajador que es el que está produciendo!»

Período especial

Desde el acto por el aniversario 36 del Asalto al Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1989, el Comandante en Jefe valoró la posibilidad del derrumbe del socialismo en la URSS y el resto de los países de Europa del este. Alerta en aquella temprana fecha de las secuelas que podían conllevar aquel retroceso histórico para el mundo y en particular para Cuba. Se debía resistir como se había previsto en condiciones especiales de guerra, donde además del bloqueo económico de los enemigos, se debía prescindir de las ventajas en relaciones de intercambio con aquellos países socialistas quienes, durante más 30 años, habían garantizado el suministro de cuantiosos medios económicos, incluyendo el combustible.

Período Especial fue el nombre que recibió esta etapa de fuego en la historia, donde Cuba se reafirmó como nación y garantizó con su heroica resistencia la fe en el socialismo y la esperanza en un mundo mejor.

Ikarus 260, ruta 222 durante la crisis del transporte de los 90

En cuanto al transporte de pasajeros por el Cerro se garantizaron 19 líneas de ómnibus, incluyendo el taxi bus y el metrobús, los populares “camellos”, con 47 paradas oficiales. A pesar de la crítica situación del servicio se mantuvieron sus dos terminales de ómnibus; la de Palatino “José María Pérez Capote”, que concluyó el siglo XX con un parque de 19 carros y 5 rutas (16, 18, 67,114 y 202); y el Nuevo Cerro “Narciso López Reselló” con 17 ómnibus (rutas 20, 27 y 87), hubo graves por falta de piezas de repuestos. En especial baterías y neumáticos. Aunque los ómnibus DAF e IKARUS, entonces en explotación recibieron alternativamente refuerzos en parque con TAINO, nunca llegó a ser suficiente como para garantizar ininterrumpidamente el servicio. De las rutas funcionando, en realidad era común que sólo hubiera un ómnibus en línea, e incluso durante horas desiertas. Esta situación se explica porque llegó a haber más carros en los talleres que en explotación; al margen de los parados por coyunturas puntuales, haber hecho confronta, o los desviados fuera del paradero para el transporte de alguna actividad especial.

En cuanto a taxis, las plantas del Cerro fueron de las primeras en construir automóviles alargados, del tipo B-7, a fin de dar mayor capacidad a los carros en explotación y aprovechar la carrocería de los vehículos en baja técnica. Pese a las múltiples dificultades y adoptando transformación en el citado y mantenimiento, al final del siglo se arribó con casi un centenar de automóviles divididas en dos bases; una en el Consejo Popular Las Cañas, y otra en el Latinoamericano. Para la atención a los hospitales se dispuso de una treintena de vehículos, pero con limitaciones semejantes a las del servicio de ómnibus.

La bicicleta llegó a convertirse en el medio de transporte personal más popular para todo trabajador y ciudadano en general, sin limitación alguna por edad o sexo. Se crearon regulaciones especiales de tránsito y condiciones para su parqueo en localidades públicas. La bicicleta se transformó en un artefacto casi imprescindible, utilizado por médicos, policías, ingenieros, maestros, dirigentes políticos; por todos.

El Cerro tuvo su aporte significativo en este protagonismo de la bicicleta a través de los centros que se comprometieron al ensamblaje de los ciclos, procedentes de la hermana República Popular China, incluso la otra fábrica de montacargas en El Husillo, llegó a transformarse definitivamente en industria de bicicletas. Igualmente, como opción para paliar las dificultades del transporte local, se construyeron triciclos que en gran medida contribuyeron a mejorar los servicios en general a la población.

Alternativa trasformadora antes las dificultades en la red de gastronomía y otras líneas de producción y servicios, fue la autorización a los llamados cuentapropistas. Estos trabajadores, con sus propios medios, comenzaron a concurrir al mercado, compitiendo en algunos casos con las ofertas industriales y de servicios estatales, para brindar mayores opciones a la población.

Así, a pesar de que se estaba consciente de la inminencia de la catástrofe, y de estar preparados para ello, las noticias sobre el suceso real, fueron verdaderamente dramáticas. El impacto en la economía cubana fue tal que sólo en los primeros años de la última década del siglo XX, sufrió la pérdida de 35% del producto interno bruto. Junto a este colapso económico y social, el gobierno de los Estados Unidos, aprovechando la coyuntura, recrudeció las medidas de bloqueo para acabar también con el sistema socialista en este hemisferio y estrangular, por hambre y miseria, al pueblo de Cuba.

Al sentirse las secuelas de la desaparición del campo socialista en la Europa del Este y la desintegración de la URSS, así como los rigores de la acentuación del bloqueo económico contra Cuba, el ascenso del delito cobra un ritmo galopante.

Las indisciplinas sociales, las violaciones flagrantes de la legalidad; el dejar hacer, de forma tal vez paternalista ante los problemas afrontados, más funcionarios que se corrompieron, crearon una atmósfera de cierta complicidad e impunidad ante el delito en todas sus formas. Si estaba claro el salvar a la Patria, la Revolución y las conquistas del Socialismo, no siempre se priorizó con la misma fuerza la defensa del orden interior, que equivale a garantizar la retaguardia.

El 13 de septiembre de 1992 caía mortalmente herido, enfrentando valerosamente a la delincuencia el Delegado de la Circunscripción 43, miembro del Comité Ejecutivo del Poder Popular y Vicepresidente del Consejo Popular “Las Cañas” Gilberto Cossío Dueñas, sub oficial del MININT. Al perseguir a unos delincuentes armados, fue alcanzado por los disparos de los antisociales. Ostentaba al morir la Medalla 28 de Septiembre de los CDR, la de Internacionalista 2da clase y otras condecoraciones otorgadas por el Ministerio del Interior. Honda conmoción causó su perdida en la comunidad, imponiéndose en el lugar donde cayó, una tarja que honra su memoria.

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